key: cord-0720665-inxj87an authors: Vizcardo, Morayma Karenina Sayan; Pacahuala, Emilio Augusto Rosario; Gamero, Aldo Rafael Medina title: La otra cara de la COVID-19: la violencia de género date: 2021-01-23 journal: nan DOI: 10.1016/j.reml.2021.01.002 sha: e645b0b316b5813ae7b6abdd01ebf5ef9fca99f3 doc_id: 720665 cord_uid: inxj87an nan Sr. Editor: El recuento de los daños mundiales producidos por la COVID-19, no solo se vinculan a temas de salubridad pública, sino también a situaciones contrarias; por ejemplo: en el aspecto educativo, económico, psicológico, entre otros. Como medidas de acción, la mayoría de los gobiernos sugirieron, en algunos casos; otros, obligaron, a un confinamiento temporal; de tal manera, que se permitiera disminuir la cantidad de contagios entre la ciudadanía y, además, para que los sistemas de salud no colapsasen. Por un lado, este confinamiento poseía un aspecto positivo; por otro, permitió que las familias se aislaran en espacio reducidos, lo cual ocasionó situaciones de riesgo y un ámbito propicio para la violencia de género. Tal como señala el artículo de Miguel Lorente-Acosta 1 , este aislamiento conllevó un impacto alarmante en el aumento de casos por abuso (físico y/o psicológico) en contra de la mujer registrados en los centros policiales. Uno de los puntos relevantes de dicho artículo es el planteamiento sobre rol del agresor, el cual se centra en buscar el control e impunidad para ejercer la violencia hacia su víctima. No obstante, estos agresores no mostrarían dicha "facilidad" de acción, si no tuvieran la complicidad (refiriéndonos también al silencio) de la familia, dado que, en algunos lugares, e incluso en países del hemisferio sur como el Perú, aún mantienen la visión que una mujer debe soportar las actitudes del varón, cualesquiera que estas sean; incluso si van en desmedro de su bienestar físico y mental 2,3 . Un elemento que debe sumarse para complementar el artículo en mención es la mentalidad femenina que fue, socialmente establecida para soportar el abuso por parte de los hombres. La dependencia afectiva e incluso la protección hacia los hijos genera que las mujeres se encuentren vulnerables a diversos abusos 4, 5 . Por lo tanto, hubiese sido importante mencionar este tipo de indicadores, ya que enriquecería, aún más su aporte. Si bien es cierto, el confinamiento atrapa a las mujeres, lo es en mayor grado el confinamiento mental, aquella "prisión psicológica" que radicaliza el abuso hacia ellas 6 . Finalmente, el gran reto es ¿cómo detener esta situación de violencia dentro de un ambiente en el cual, por el contexto actual, nos vemos obligados a convivir con el agresor? Posiblemente aumentando los canales de comunicación a través de dispositivos móviles, no solo para el caso de las mujeres, sino también el de los hombres (en menor número) que también sufren violencia en su hogar. Sobre todo, cambiar la mentalidad femenina que aún existe en Latinoamérica, aquella que muchas veces normaliza la agresión física y mental. Por ende, minimizar riesgos implica también detectar a tiempo la violencia, pues la ayuda preventiva permite descubrir esta situación la cual no podemos sortear, pero sí intentar evitar. Los autores declaran no tener ningún conflicto de intereses. Bibliografía Violencia de género en tiempos de pandemia y confinamiento Liderazgo femenino en salud mundial: enfoques basados en datos para cerrar la brecha de género. The Lancet Violencia contra la mujer: vulnerabilidad programática en tiempos de Sars-Cov-2 / Covid-19 en São Paulo El rol de las redes sociales y el empoderamiento de las mujeres en medicina Efectos de la COVID-19 en la salud mental de la población. Rev haban cienc méd Análisis de las consecuencias cognitivas y afectivas de la violencia de género en relación con el tipo de maltrato. Ansiedad y estrés