GUADALAJARA, (LaTlorencia J^exicana,) Vagancias y Recuerdos. ■ EL SALTO DE JUANACATLAN . Y EL MAR CHAPALICO, dor ZEU-D'CTA LR.IDO .A. GIBBON 1)E LA SOCJEDAl) DE ' • ' CiHOGRAFkA Y KftTA DISTIL'A Y DEL LICKU MEXICANO* AUTOR DK “londres nocturno “reflex tones sobre arte nacional,” ETC., ETC. GUADALAJARA. IMP. DEL “DIARIO DE JALISCO.”—PRISCILIAXO SANCHEZ, 36. 1893. (Los derechos de reproduce .1 }■ traduccion quedan reservadosal autor.) Es propiedad del autor. ■40 ROR Viy\ DE Pf^EF/\@IO A lla, en aquellos anos juveniles cuando mi enten- dimiento comenzaba a despertary dar idea de la ensenanza objetiva del arte, despues de la lucha del aprendizaje en la escuela y los placeres del juego, re- cuerdo muy bien, como me encantaba sentarme fren- te d un cuadro en la casa paterna y contemplarlo detenidamente. Era mi cuadro favorito, porque era el que mas me impresionaba. Cromo,—seguramen- te de los primordiales que habi'an venido al pais,-— representaba una vista de la bella Guadalajara! Aquel cromo-litografico, con sus tintas especiales, representando el valle de Atemajac con su cordillera caprichosa, con sus remolinos de polvo levantandose en columna espiral como espcctros del pensamiento, aquellas nubes en el confi'n lejano reventandose en la region pluvial como cascadas de plata cayendo en el espacio. Aquella ciudad de fantastico aspecto con sus cimborrios, sus torres, su caserio y jardines como un gran conjunto con sus detalles unidos formando ar- monioso especMculo, Aquella ciudad como Sultana IV For via de prefacio. cle Occidente, tendida entre cojines y divanes sohan- do satisfecha en medio la realidad de las magnificen- cias orientales. Todo, todo aquel conjunto con sus grupos de arrieros, charros y tapatias con el vistoso traje nacional que en artfsticas actitudes se destaca- ban en primer termino bailando un jarabe tapatio, y en el camino real, a donde entre nubes de polvo, se dibujaba la; silueta de una recua de mulas enjaezadas al estilo andaluz, era para mi joven mente y el sen- timiento estetico, un cuadro de inexplicable encanto v atraceion. */ ^Quien me habfa .de decir que aquel cuadro que tanto me encantaba en anos juveniles, seria para mi esthnulo para venir a conocer mas tarde a la ciudad Reina de la Republica? ;,Quien me habfa de decir. • cuando era niho, que alguna vez escribiria sobre esta bellfsima Toscana, esta Florencia de la patria me- xicana? Recuerdo, pues, aquel cromo con reverente ca- rifto, puesto que el fue el primero en servir de esla- bon a la cadena, que con muy fuertes lazos, mas tarde me uniria en sentimiento y pensamiento a esta Guadalajara. Con estos antecedentes desde la infancia, y con la idea de iniciar por medio del libro el conocimiento de lo que en realidad es y representa ser Guadalaja¬ ra, he escrito este trabajo, si se quiere, extraha mez- cla de monografia, libro de viajes y guia practica para el forastcro. Convencido tambien de que de Estado a Esta,- V Por via de prefacio. do, apenas si nos conocfemos, y que, de consiguiente es relativa la apreciac.ion de todo aquello que como mexicanos debemos conocer de preferencia en nues- tro vasto pais, preteiido con el presente estudio, des- pertar la conciencia de otros escritores nacionales ii la. importancia de escribir monografias de Ins Esta- dos de la Union, que nos acerquen mas y nos den a conocer intimamente. Es la union la que liace la fuerza de los pueblos. Lo que nos importa saber es: que ban sido los Esta- dos mexicanos en el pasado, que son en el presente t que prometen para lo porvenir. Mucho se ha escri- to, no le niego, por hdbiles plumas nacionales respec- to a los Estados; pero aquellos escritos diseminados en periodicos 6 Revistas Literarias, no han tenido mds vida 6 propaganda que aquella pasajera del ca- pullo 6 de la llor silvestre, que nace hoy para morir manana; 6 la vida de lo que oculto vive y olvidado como el ermitaho en la montana, como la perla es- condida en su propia concha en los abismos del Oceano. Necesitamos, pues, una obra amena que nos sir- va*de estudio y a la vez de consulta sobre cada Es- tado. Este mi pobre libro, resultado de Vagancias y ‘Recuerdos en Jalisco, es un pobre destello, un rayo aislado de la luz de la idea patriotica nacido en mi cerebro. Pero inicio esa idea de dar d cono¬ cer lo que es el pais hermoso en que nacimos,—lo que la civilizacidn ha hecho por el en el pasado y lo que estd haciendo en el presente. Pido, piles, la indulgencia de criticos y lectores en aras del patridtico movil que me ha impulsado a escribir y publicar este libro. iOjala y su lectura sirva de algo, y que tambien sirva de estunulo para que muchos vayan a conocer y admirar esa esplen- dente Guadalajara, que por el espacio de muchos ahos ha permauecido, si no del todo olvidada, si por lo menos no tan presente, aunque valiosa perla, en el lejano confin del Occidente de la Repiiblica! Eduardo A. Gibbon Mexico, Mann de 1893 CAPITULO r. LA CIUDAE-REINil, ARRIBO, VAdANCJAS E IMPRESIONES. ^/ELAJE azul simbolico del cielo, colorido muy digno del Giotto y Tintoreto; aborregadas nubecillas de plata errando por el espacio como precursors de las grandes nubes de la region torrencial. Campi¬ nas adonde nacen las silve-*tres tfores sin mas besos que los del sol, ni rnds admiradores que los senci- lloscaiupesinos. Cristalinos arroyus murmuranJo sus ^pejas en voz baja; arbolado beliisimo y variado meciendo su ramaje agitado por el viento eon Wla esa. libertad que el valle le otorga, con toda esa alti vez que imparte la libertad a la naturaleza, esa fuer za libre que tambien es propiedad del ho mb re. Por todos lados el valle y la montana,, por doquier la ri - queza en las entrahas de los montes y la tierra, en los campos, en las plantas y hasta en los libres p.ija- ros del aire. Este es Jalisco, esta es en gran parte 2 Guadalajara. la patria mexicana, grandioso Eden ignorado liasta de sus propios liabitantes—pero que hoy dia ya re- corremos en alas de ese invencible explorador del mundo que se llama locomotora! Contemplaba el pai- saje, pensaba en el pasado, en el presente y sentia todo lo antedicho junto a la ventanilla de un wagdn del Ferrocarril Central, cuando serpen teando el tren por llanos y colinas se presentaba a mi vista en el fondo de un valle (cual Nereida del mar Ejeo sa- liendo de entre las ondas), esa bella Guadalajara, la ciudad Reina de Occidente. Si, all l estaba.la que tanto anhelaba por conocer. Las torres de su catedral destacandose con su forma caprichosa en esa atmosfera llena de luz como de nacar; las belh'simas cupulas de sus templos y edificios, cual globos cai'dos del espacio, perdidos, suspendidos y semiocultos por el gran easerio de la ciudad. jQue impresion mas be¬ lla para el viaje.ro I En verdad que en mis largas vagancias por el mundo no conozeo ciudad que os* tente una catedral y un obispado quo no valga la pe- na de mirarse. En donde bay catedral hay bistoria; en donde hay liistoria hay museo; en donde hay museo hay biblioteca; en donde hay biblioteca fuerza es que haya civilizacibn. Y a fe nha que Guadalajara posee todo esto; es por eso que yo he venido a visitarla; por eso y por mucho mas escribo estos apuntamien- tos na?cidos de mis impresiones, grabados mientras viva, en mis recuerdos. Pero el tren en su veloz carrera se ha endere- zado al fin y tomando via recta abandona las curvas para entrarpor entre dos largos mu rosy penetrar casi liasta el corazon de la bella metrbpoli. —/ Guadalajara! / Guadalajara! anuncia con acento el conductor. La gran locomotora da un bra- Guadalajara.' 3 mido, es su saludo a la ciudad; en seguida disminuye sa fuerza corao el reloj que sin cuerda acaba por pa- rarse poco a poco. Asi lo verified el tren liasta dete- nerse a la extremidad de la Estacion. Salte al anden en medio de una nmltitud desconocida pero sonrrien- te, aseada y llena de un colorido propio, eche de ver una fisonomia muy conocida: jla de un amigo de trein- ta anos! ^Sabeis, lector, lo que significa encontrase a un viejo amigo entre una muchedumbre estrana y en tierra ignorada? Pues es lo mismo que para el gam- busino encontrarse el tan deseado tejo de oro entre un monton de arena en la dilatada pi ay a de un rfo plagada de buscones. Estamos en plena estacion de ferrocarril america- no. Ainplia, llena de luz, bien ventilada; pilastras que no reconocen parentesco alguno con orden arquitectd- nico conocido, sosteniendo grandes tejados inclinados con armazon de esqueleto de hierro. Todo simbolico de la fuerza resistente; pero nada que revele que la in- genieria se hermana con el arte decorativo; pues si bien Sanson nos caracteriza la fuerza, tambien Vulca- lio, junto con la fuerza, enseno al hombre el arte de elaborar los metales y con estos produjo las maravillo- sas annas de Aquiles y de Eneas, el collar de Hef- miones y el cetro de Agamemnon. No, el arte, no esta de pleito con las grandes construcciones de la in- genierfa moderna; por el contrario ya tiene su arte decorativo magestuoso y propio. Pero bay que dejar todo esto atras para irse con las maletas a otra parte. Cuando se esta en pleno Gua- dalajara, hay que abrir los ojos para recrear la vista y dejar que lata el corazon con pulsaciones de expan¬ sion, con sentimientos de alegria. Salidos de la esta¬ cion, adonde pur ventura el despaclio de los equipajes 4 Guadalajara. . se lleva a efecto con actividad, las impresiones de la ciudad son desde luego, gratas e int'eresantes. Las cu¬ pulas y la gran torre del exconvento de San Francis¬ co se destacan envueltas en sus propias sornbras con su historia monastica pasada. En sus espesos rnuros pinta hoy la moderna civilizacion comercial y especu- la lora el aviso, el eterno aviso que se graba, hasta en las roc-as, adonde anida el aguila en la montana, por donde atraviesan los ferrocarriles y desde adonde el viajero lee a su paso que el “ Aceite de San Jacobo” es remedio infalible para el reuma; las pildoras de D. Fulano, para todas las enfermedades del hi'gado; el ungiiento de D. Mengano, para c'urar radicalmente hasta los caballos! Todo eso esta muy bueno, mas lo que esta muy malo en muchas partes, es que nos ven- gan los mutiladores del arte pegando sus avisos en la esquina de un edificio adonde el cincel del escultor ha esculpido una inspiracion, adonde ha grabado en pie- dra un pensamiento conmernorativo, adonde seha tra- tadode perpetuar un arte que habla en la piedra tnuda de una civilizacion 6 de una historia humana. Porque 1ms piedras en su mutismo hablan, como hablan las pa- ginas de un libro; pero estoa la ignorancia le tiene sin cuidado; sin embargo, diremos, quo en esta ciudad culta se prohibe con esmero todolo que pueda afearla, todo aquello que en otras ciudades de nuestra Repu- blica ofende la vista del transeunte y contribuye a la piiblica insalubridad. Por eso es tan grata esaprimera impresion de Guadalajara, porque es por excelencia una ciudad aseada; y el aseo es precursor del arte en sus multiples manifestaciones. Asl pues, tras de tanta liuipieza es consecuente tropezar con lo artistico, con lo singularmente bello, con la fuente y su agua crista- lina, con el jarron y la estiltua de jardin, con los liudos Guadalajara. 5 camellones de alfotnbrilla y pensamientos, con la ele¬ gante palma uiecedoray el frondoso platanar. Con las torres dechando el espacio, con las cupulas blancas, azules v amarillas, de lustrosa ceramica, rivalizando on color con en el arco-iris, dando imponente aspecto a la ciudad I Per-o deoia, que las cupulas y la gran torre del exconvento de San Francisco se destacan envueltas en sus propias sombras, con su historia monastica pasada, y coino este es el primer templo que al salir de la estacidn en paso al centre observa el viajero, no estara por demas detenerse un rato para evocar {'rente a sus muros unos recuerdos. Yo no se que haya una sola ciudad de importancia en el mundo cristiano adonde las huellas de la sandalia del monje franciscano no se dejen de ver liasta el presente. En verdad, que tan solo en Inglaterra contaba esta orden en la epoca en que los decretos de Enrique VIII lanzaban al monje fuera de sus conventos, unos cincuenta y cinco monasteries y casas de asilos pertenecientes a ellos. No es, pues, indispensable ir liasta Umbria 6 Florencia, la primera curia de San Francisco el fundador de la orden, la segunda fuente sublime del arte religioso de su epoca; basta liaber conocido la obra magna de esta orden monastica en nuestra misma patria, para comprender toda su im- portancia religiosa, artfstica y social. Es imposible hablar de un conv r ento de San Francisco, en Mexico, sin recordar al flamenco Fray Pedro de Gante, y a sus no menos notables companeros, Fray Juan de Aora y Fray Juan de Tecto. Elios fueron los pri- meros frailes Franciscanos que pisaron nuestro sue- lo, ellos los primeros y los mejores amigos de la indigena raza conquistada. A Fray Pedro de Gante G Guadalajara. >se debe el catecismo de la cristiana doctrina en me- xicano; (*) a sus nobles esfuerzos la educacion prima- ria de los indios; de entre aquellos espesos muros del monasterio Franciscano que guardaba siete templos, la civilizacion de Occidente se propagaba gratuita. La catedra abarcaba muchas ciencias, muchos cono- cimientos humanos; tras de la educacibn primaria vi¬ no la educacion cientifica, y el arte europeo, la rntisi- ca, la pintura, la escultura, encontraron su centro en aquella institucion monastica, como lo liabi'an encon- trado ya tres siglos mas antes en otias partes del viejo mundo, en las abadfas y los planteles de educa- cion de esta gran orden religiosa. Orden que en medio su regimen austero, era propagadora de la en- senanza, protectora del arte, amiga de la industria y del trabajo. Consecuentes con su programa civilizador apa- recieron los frailes Franciscanos en la Nueva Gali¬ cia, boy soberano y libre Estado de Jalisco, despues que la conquista del terrible Nuno Beltran de Guz¬ man babia agregado a la Corona de Espaiia esta be- llfsima porcion de la tierra mexicana. Como sus correligionarios de la capital del Nuevo Beino, no solo levantaron en Guadalajara un soberbio monas- terio con sus siete templos como los de Mexico (tem¬ plos que de los siete existen boy tan solo tres ), sino que, no conformes con la obra del claustroy del gran templo, enriquecieron con otros bermosos edificios la ciudad. Frente a esos viejos muros de cerca de tres siglos de existencia, el amante a la historia y a la investigacibn tiene por fuerza quo evocar los re - (*) Este catecisino, traduccion del celebre monje, se ensena cn la actualidad en alynnas escnelas de indigenas de Guadalajara.—• N. 1>, Guadalajara. i cuerdos y encontrar el origen de las cosas. Si Gua¬ dalajara tiene mucho de grande y de bello se lo debe a los trabajos de los franciscanos. El punto de arri- bo y de partida para el viajero lo es hoy: San Francisco, el primer teinplo, el primer claustro eri- gido en la ciudad. En epoca no muy remota este barrio, no tenia mayor importancia que el templo y. el convento de San Francisco; pero hoy, es un centre imporfcante. Aqui esta la estacion ferrocarrilera y al hunio de la locomotora se junta el humo de tres fabricas, tan cerea de la estacion, que casi forman parte de el la. [Que hermoso es ver el viejo pasado con toda su gran historia y experienoia tendiendole la mano al joven del presente con toda su palpitante vitalidadl Per un lado las antiguas cupulas y torre del templo franciscano renegridas por las tempestades y el tiempo, ensimismadas guardando silenciosas la historia de tres siglos! Por el otro los nuevos murosde la estacion, blancos como la nieve; la jadeante locomo¬ tora mensajera incansable del ccmercio, del correo, de la civilizacion moderna que nada oculta y todo lo pro- *paga! Ante estos contrastes, con estos pensamientos me apartaba de aquellos sitios adonde como llevo dicho el viejo pasado tiende la mano al joven del presente. * * ;,Que eosa mas grata para todo viajero ;i la en- trada de una ciudad que encontra.se de luego li luego con una plaza-jardin? El Eden, nos dice el Genesis fue cl primer jardm piantado por Dibs. En el e'olo- 8 Guadalajara. co al primer hombre—3 la primera mujer. El Dios liombre bused el jardm para orar. . . . para sufrir en su agonra. . . . Eterno asilo de nidos, de pajaros, de amores, ha sido y sera el jardin. Los poetas de Grecia y Roma buscaban la inspiracibn entre las flo- res. Epicureo y Platon daban catedra en Ios jardi nes y mas de tres siglos antes de la venida de Jesus, Teofrasto, el celebre botanico griego, escribio la his- toria de las plantas. Los monjes siempre ban sido asrduos Horicultores, y la ciudad antigua 6 moderna se juzga hoy mas 6 menos salubre por el numero de jardines publicos que posee. Guadalajara, la tierra de las bores, ostenta sus hellos jardines por doquier- El primero con que tropieza el viandante d su llega- da es con el que frente a San Francisco se destaca frondoso y aromatieo. Antiguamente existta aqui una gran plaza, una de esas adonde en las grandes festividades de la Iglesia sal fan a luz las procesiones con toda aquella pompa tradicional de la Iglesia de Roma, con todo aquel esplendor que encuentra sus origenes en el Paganismo. Hoy, el culto catolico es todo interno; asi lo ha’ determinado la Reforma. Las grandes plazas ya no sirven ni para procesiones, ni aun’para revistas mili- tares, los jardines las hair invadido pacificamente; adonde antiguamente se vera la procesidn, la revista de tropas y se ofa el estruendo del cahbn, hoy no se ve sino el ciudadano tranquilo, sentado on un asiento de hierro escucliartdo los acordes de una banda de musica, en medio de las fiores, de las mariposas y el gorgeo de las aves. La ley de los contrastes es una vieja ley qne pertenece a todas las edades, que solo acaba con un siglo para empezar con otro. Muy agradable es la impresibn que causa la pla- 9 Guadalajara. za-jardin de San Francisco, con su vejetacion abun- daiite v su cultivo. En el centro se ha comenzado it • ■ V T • * • > X levantar Un monumento a la memoria del deso-raciado Gobernador del E^tado, (General Don Ramon Coro na, cnva tragica' nluferte es bien cbnocida para repe- tirla en estas paginas. Perpetuar la memoria de lbs hornbres ilustres y de los beiiefactores de un pueblo, es deber de toda riacibn culta y, aunque a nuestro pais nunca Se le ha bcultado esta verdad, hemos side si no olvidadizos, si porlo menosalgo remisos en llevar a efecto muchos proyectos de monumentos y de ere- gir estatuas d los gra rides hornbres del pneblo mexi- cano. Cierto es que, en una nacion comb la nuestra, que por tan largo espacio deanos ha tenido que pasar por tantas guerras y tantas vicisitudes, no era por cierto el arte escultural el que podia fiorecer entrO nosotros. El arte necesita de la paz, como los pdja- ros necesitan del aire para poder volar, como los 'pe¬ nes necesitan del agua para poder vivir. Nos pasa hoy, ennuestra escala, lo que paso a la vieja Europa con el Renacimiento—hemos vuelto & nacer rhbdidbs en la curia de la paz—nuestro Renacimiento troiie por cousecuencia que traernos incaiculables y traseendon- tales ventajas. La paz, ha hecho para Mexico todo; por esb nuestros gobernantes ya se ocupan,’ hasta don- dees posible, en perpetuar la'memoria de los muertos ilustres, por medio' del m&rmol y del bronre Si Cristobal de Onate, el verdadero fundador de esta ciudad, pudiera contbmplarla en su estadb actual, bien se puede decir que Su Sorpresa no eficontraria hmites. Hacia esta reflexion cuando pasando de la Plaza de San Francisco entraba por la calle de esfe mismo. nornbre y me reqreaba con sus edificios de d<>- ble piso, sus elegantes tiendas de coniercio eon gran- 10 Guadalajam. des aparadores de cristal ostentando los productos del arte y el comercio del raundo civilizado. Sus amplias tranvi^s cruzando por todas lados, cual blan T cos cisnes en tranquilas aguas; sus aseadas banquetas; su pueblo cortes, simpatico y limpio. En el baled,n 6 en la ventana de los pisos bajos, muestras maravi- llosas de gracia y de belleza, de esa gracia y belleza tapatfa que, cual la do Granada y de Sevilla son de reputacion universal; pues como ha dicho ya un ex- tranjero inteligente: que la belleza de las mujeres de esta tierra sobrepuja a la belleza de las mujeres de Shakespeare. Asi tan agradablemente impresionado llegaba al centro culto, artistico y pintoresco de esta Guadala¬ jara, quiero deejr: a los alegres portales, & la bellisi- ma Plaza de A rrnas, destacando por, un lado su mo¬ numental Catedral, como un coloso de ainbar (*) labrado por la mano del arte —y por el otro, su pala- cio de Gobierno, con su tnagnifica entrada principal, cuya fachada respira arte arquitectdnico espanol, se- vero e imponente comp todas las concepciones de su genqro en el siglo XVII—extraiia mezcla de diver- sos estilos, que trasplauto a la America el conquista¬ dor y con los que for tub ese genero de arquitectura especial conocido y definido por las sajpnes con el nombre de esfilo pseudQ- espanol. • f , , . , Tocaban las campanas de, los templos el Ange¬ las; la hora misteripsa en que las sombras de la noche se suceden para apagar la luz del dia. jCuan- (*) PermitAseme esta metdfora; pero al ver por vez primera esta regia basilica, con sus torres, su eimborrio, sus muros, su ha¬ bitation para el padre sacristan—tOdo B ?.x\ * : • , . *J ► ' 1 . ’ -87 ifiobvo oup maq oT'/.j , ifcB'rJO'V »'i -r.o Ai ^majalabau*) all od el ito t >19 nog oiao : 4: aobisj'o ana »! / 7 stbioamuia r )b si ft8p eh aarj jifO on **a oh< >1 a lo/si on nsfioA i 'aei&tr r )« josqan (o ,ar •ihioboiq id oVx aoi11idad 06 O-.C 'V. Ul) hl J ini r ji> U/nau; 7 faif.ttmi* aniu if** ju!> lob nbf >f 1J8M pOfol > a! i h t i istna [ abouq t>a -08 fo s CAPITULO | r -j 11. ^ > iano ;JJ'I 3 O 761 to 7 Oiluinl ainu >t A norm uftj non- oiiiuj > iiaqmaloi io 7 • J 1 V . • r'« >riO nia o* jam uadav ai „ . Gii WADIL -A n JAKA, sul b(. itoo fill' >d o ? ftofu,aortal tin ■ irnii babi [||A f* J oi> If ’ 'roammnh 'iJii ojp aid eld fuu vfari a oiMnuS al ■ '> >81 ■n:\-r1 d'Ojfidc rift f ft *7 '< (J 0 / t ' r IQT iai Mas vagancias. En busea (18 lo dssconocitlo, )[?(1 noq i* vj\ P.ki n • »! ■•‘•O' •' M uoo a'ff’o .aii b OVOJJf tflinnqaob ■i-)tV -! '< (Iff f •• i-'/•.*. [ ■ ' HtV'-'jtftV '■' f">: ?f>P UE bella es la aurora matutina en estos climas semi-tropicalesl Para poder apreciar todo lo que valen nuestras mananas, es precise habor experimen- tado otros pafses, otros climas, hablo de aquellos adonde la estacion terrible, del invierno liace no sa- lude a uno la luz matutinal; adonde en la obscura alcoba del rico cual del pobre no hay mas luz quo la que pueda arrojar un mechero de gas en la pared. jBendita luz, e«a luz radiante mexicana que nos da vida y nos alegra el corazonl Esa luz que no la apreciamos en todo lo que yale, pero que es el encan- to. la admiracion detodos nuestros visitantes extran- jeros. x Eran las seis de la inahana, hora en que me le- vantaba para ir al balcbn de mi alcoba. [Luzy brisa matutinal iQue dos eleinentos mds atrayentes para 13 Guadalajara, un amante de la naturaleza? Grata la luz, pero aun mas grato el aroma de las plantas del bejlo jardm de la Universidad, situado d la vuelta de la esquina. Jamas olvidare aquellas primeras impresiones de Wa- dil-ad jara por la manana. Tenia en la mano el la- borioso guia de la ciudad, escrito por el patriota hijo de Jalisco D. Joaquin Romo. Ojeando con interes sus paginas, me encontre al principio de la novena la explicacion etimologica de la palabra “Guadalaja- ra;” significa esta: Rio pedregoso, compuesto de dos voces arabes, Wadi!-ad jara, las cuales por defecto de pronunciacion en los espanoles, las convirtieron en “Guadalajara.” Bastante de arabe y de morlsca tiene esta ciudad (llena de colorido), para que se le pueda llainar Wadil-ad jara. En los tipos de sus bellas mujeres, en las torres de sus templos aisladas cual minaretes, en sus celajes como de tnrquesa, en sus patios con losas de ceramica, cubiertos de mace- tones de hortensias y otras Jores. La trepadora enredadera sirviendo de cortinaje a los muros inter- nos, y los pajaros de multiples colores entonando sus trinos armoniosos. En la contraesquina y desde mi balcon, se eclia de ver en el angulo del portal de Allen- de una columna inorisca proyectante coronada por el barandal de liierro de un amplio balcon. ( # ) jQue artfstico y que poetico! Pero ^adonde esta la hurl de aquel torreon que no aparece por la ojival entrada envuelta eh su rebozo y mostrando tan solo sus ojos centellantes cual luceros del alba? jAhl en vano es buscarla en el balcon cuando anda ya por la calle me- cida como la palma del Oriente por la brisa rnatuti' na. Si, hela alH por los embanquetados en camino G) bamenLailwii’ qjje^esa colmmia • y esc i>nl« on Itan-siJ* ♦!»>• molidoo despues de es'crii'ojd i antes i dichd. 14 Guadalajara. al teruplo till busca de la misa, 6 subiendo al trail via en direccibn al bano. ;Que oriental es la escena! Al templo 6 al bano. ^Oracibn 6 ablucion? Por doquier que se fija la mirada del observador y del amigo del arte, hay algo que admirar. Las calles tiradas a cordel con altas casas de elegantes facha- das, frecuentemente pintadas al bleo, relumbrando en la diafana luz como el casco de metal de un gue- rrero. A mi derecha, una casa con balcdn corrido; junto a su balaustrado un maceton ostentando una elegante palma. Todo alii es verde: la fachada, el barandal, la planta, el maceton; alii se reunen tod us los verdes conocidos. Llamase a esta mansion la ca¬ sa de la Palma. Parte el bianco tranvia con su lis- tado cortinaje flotando en el aire como banderola, y con su cargamento de gente que va al precioso bano de El Fresno, se desliza por las calles como la gon¬ dola veneciana por el gran canal. En seguida cam- bia la decoracibn, pues una enorme carreta cargada de alfalfa fresca aun con el rocfo de la mafiana, y ti- rada por dos grandes bueyes, ocupa el centro de la ealle. Sobre el monton de alfalfa un nihito como de seis abriles, de rizados cabellos y de morena tez; pero tan bianco y limpio en su vestido como un pilon de aziicar. Arreg los bueyes un liombre de elevada es- tatura, de tipo arabe, envuelto en un sarape rojo co¬ mo el carmfn. Le sigue sus pisadas un can bastante grande, semi-perro, semi-oso, pero negro como el aza- bache. jQue cuadrol Asunto digno del pincel de un Fortuny, de un Landseer, de una Rosa Bonheur. Por el estilo de este y otros no menos de interes he visto, y se miran muchos cuadros realistas on fas ca¬ lles de este luminoso Tf adil-ad jam. Hay momentoi en que d ^ lajero (cornu yd) nd s'ab 4 e &'i h‘a ara'aniArd'o Guadalajara. 15 en la Toscana, 6 si dormido mas de lo regular en tren expreso j errando el rumbo, se ha llegado 6 Grana¬ da en vez de Guadalajara, digo, la de Jalisco, que en todo supera a la de Espana, como en diversas co- sas tambien supera hasta otras ciudades de nuestra ReDiibliea. w * % Era preciso irse del baledn en busca del bauo, del almuerzo, y en seguida en busca de lo desconoci- do. Mas antes dire una palabra en honor de mi alo- jamiento. “Guadalajara—nos'dice el Sr. Romo en su obra—tiene lioteles muy comodos y elegantes co¬ mo el Hidalgo , El Nuevo Mundo , El, Museo, etc.” Yo no he oido mencionar mas que dos de preferen- cia: El Humboldt y El Cosmopolita, Este ultimo lo conozco y puedo recomendarlo como una liermosa casa, adonde el dueiio se esfuerza en complacer a todos sus hospedados. Pero en cues- tion de hoteles, sea dicho (aunque con pena) estamos muy atrasados los mexicanos. La verdad es, que hemos siempre ocupado el hotel, como antiguamente ocupabamos la diligencia: por necesidad, pero jamas por gusto. En los Estados Unidos, en Europa, se vive en el hotel por gusto no por necesidad; de alii nace que aquellos hoteles sean muchos de ellos pala- cios encantados, donde la civilizacion moderna ha desplegado todo su comfort, toda su cultura. todo ese lujo cle arte y de belleza que los caracteriza con sello de reputacidn universal. No; mi alojamiento no es el dh lift iTotfel; lo ds 'el kte iina' cWsa de huesjfe'des, con 16 Guadalajara. todas las yentajas del he gar y ninguna de las des- ventajas del hotel (quiero decir, de los nuestros.)' Sita esta casa en uno de los mas hellos centres de fa ciudad,. frente al jardin de la Universiaad, se goza aqui de un aire puro, de exce'lente manjaresj de bien ventilados aposentos respirando un aseo conventual; y si a todo esto se agrega una asistencia asidua y el carihoso trato, los concienzudos piecios de las patro- nas de la casa, no creo se pueda exigir mas en un alojamiento. Sale uno del zaguan y encuentra la tranvia para todas partes. Quiere uno poetizar; alii esta en frente el hello jardin que narcotiza con sus Hores y da el reposo con sus asientos comodos. Quie¬ re uno orar, alii tambien esta el templo de la Uni- versidad, con su grandioso portico de tres arcos D6- ricos, evocando el recuerdo de la clasica Grecia. Quiere uno estudiar leyes, pues junto al templo esta la Escuela de Jurispi udencia, esa Escuela que ha producido ya tan buehos resultados. Construyeron- se estos edificios debido & la munificencia del o;ran Obispo A.lcalde, que dejo $60,000 para esta obra. Enseharon alii los Doctores jesuitas la Teologia, el Derecho Civil y Canbnico; mas aun, la Medicina. Hoy este edificio ha pasado al dominio del Gobiemo y sir ye tambien de palacio al Tribunal Supremo de Justicia } T a los Juzgados de lb Civil y de Hacienda. De este lugar que infunde respeto por su histo- ria y destino, que alegra la vista por su arte y su jardin, pasare a los alegres por tales 1 que estan en- frente. El portal, busca su o'rigen junto con su ra- zbn de'ser en los clirnas muy calidbs.' Ei arco, cuya antigliedad es tan grande, que se remonta a la tern- prana historia.de la arquitectura Egipcia y Asiria, fue la hase de partida para la construccion de la ar - Guadalajara. 17 queria, como lo fue para la de los portales. De suer- te que este genero de construccibn es sin duda anti- qufsimo y oriundo del Oriente. El portal, es a mi juicio importacion arabe en Espaiia, coino entre nos- sotros lo es importacion espanola en America. Bien se puede decir, que no hay en la Bepublica poblacion de mas 6 menos importancia que no tenga sus porta¬ les. Los de Wadil-ad jara son amplios, elegantes e inundados de luz, y como que hay catorce y algunos de ellos se extienden por los cuatro costados de las dos manzanas principals, como son los que limitan a la Plaza de Armas por el poniente y por el sur, el que por ellos anda vagando, como yo, acaba por per- derse, o lo que es aun mas gracioso,—jtras de vuel- tas y revueltas siempre retorna al punto de partida! jPero cuan agradable es poder extraviarse por tan simpatico, por tan entretenido laberinto! Son estos portales para nosotros, lo que es el Bazar para los Turcomanes:—un centro de comercio, un punto de partida para vender y comprar. Yo creo que no pueden existir los recuerdos de la infancia, sin que el portal figure en h'nea principal. jAIIl hemos ido todos £ comprar nuestros juguetes, nuestros carame- los,—quien sabe cu£nto mas! Al portal se le quiere como a la nihera, tan in- timamente esta ligada una cosa con la otra. jElla la fiel companera que encamina los pasos de los ni- nos al portal; ella que carga con ellos .y ademas con los dulces y juguetes! He notado, con gusto, que los portales, a excep- ci6h del de Washington, lie van nombres ilustres de nuestros heroes nacionales, tales como Hidalgo, Mo¬ relos, Matamoros, Mina y Allende. En todos estos, c'omo en los dem£s de otros nombres, se encuentran 4 18 Guadalajara, buenos establecimientos de comercio y gente llena de educacidn y de cortesfa, siempre dispuesta a ser- vir a] parroquiano al pensamiento. Todo esto es muy grato para el viajero; y lo es doblemente para los que, con el caracter de vagos 6 de curiosos (coroo vo), se meten por todos lados, queriendo sacar pro - vecho de cuanto hay e investigarlo todo. Ruedan las boras sin sentir por aquellas arcadas, centro de gran atractivo para la vagancia. En realidad, no bay por que estar de prisa, cuando alii todo se con- sigue: desde un reloj de Waltham, hasta una foto- grafi'a de Mora; desde un salchichon suizo, hasta un vaso de horchata. En prueba de lo diclio, contare que una noche a las once, me hallaba en el Portal Quemado, sin candela para mi cigarrillo. Todo es- taba cerrado y no habfa donde comprar los fosforos codiciados. Me acerque d. un gendarme, participdn- dole mi desdicha, cuando un caballero que a la sazon estaba por alii, con expontanea cortesfa, ponfa en mis manos toda su caja de cerillos. Acepte unos cuantos, le df las gracias y proseguf mi camino ha- ciendo esta reflexion: £,Qu6 no conseguira el viajero en esta tierra hospitaiaria y generosa, aun d, deshora de la noche? Perdone el lector mis digresiones, pero ellas na- cen de una causa justificada: cl agradecimiento, la simpatfa quo me inspiran los hijos de este Wadil-ad jam. >Yf Aconsejarfa a todo aquel que tiene una cita in- glesa, y que con reloj en mano quiera asistir a ella, 19 Guadalajara. no pase por los portales, si quiere cumplir su com¬ promise. El clima, aunque en general es templado y salubre, es bastante calido en verano, pues la alti- tud de la ciudad sobre el nivel del mar es la de 1.567 metros. Asi, pues, nadie anda muy de prisa, sino es para liuirle a los candentes ray os del sol, y co mo consecuencia natural, meterse a los portales. Una vez aqui, es mas facil la entrada que la salida, no obstante lo ancho de sus arcos. Ya un amigo le detiene a cbarlar; ya otro le invita a beber algo; ya un grupo de bellas senoritas liace a uno aflojar el paso, 6 lo que es natural, ponerse d un lado para ce- derselo. Einalmente, algo interesante en los esca- parates de los aparadores, le liace a uno penetrar a la tienda e inquirir el precio. [Vamos! estos porta¬ les tienen sin duda iman, y tanto para asistir a las citas fuera de ellos, como para ir en busca de lo des- eonocido, preciso es no pasar por aqui', 6 cuando me- nos pasar como las golondrinas que, penetran por un arco para salirse por el otro. No se por que nuestros conquistadores dieron a todas las grandes ciudades que construyeron en America, igual distribucion; pero es el caso que to¬ das se asemejati cuando menos. En todas, la misma Plaza de Armas; en ella la catedral de un lado, el palacio de Gobierno de otro, las Casas Consistoriales y el portal cerrando siempre el cuadro. [Poderosa fuerza en su tiempo fue esa union de la Iglesia, el Gobierno y el Municipio! Seguramente, por eso en aquel entonces construyeron los espaiioles sus res- pectivas catedral es y palacios tan cerca el uno al otro. La Reforma ha separado la Iglesia del Esta- do, pero los edificios siguen unidos tradicional como local men te. Asi es* que con alguna frecuencia en- 20 Guadalajara. contramos en las paginas de la histooia patria el nombre de un prelado con el de un gobernante, el de un presidente municipal con el de ambos; pero la obra de todos unidos 6 separados, se echa de ver prdcticamente, como en esta ciudad, por todos lados. Sin salir de los limites de la Plaza de Armas, se puede recrear la vista con su bello jardfn, su monu¬ mental Basilica y su hermoso Palacio del Gobierno. A los dos primeros consagrare unas paginas aparte; en cuanto al ultimo, dire algo ahora, resultado de mis impresiones. Como el Palacio de Gobierno eregido por los conquistadores, se distingue entre nosotros mas bien por su solidez, amplitud y aspecto de fortaleza, que por su belleza arquitectonica, no es poca mi sorpresa al ver que este de Guadalajara, me marca el alto con su bello pabellon central perfectamente labrado, con sus dos arcos Doricos y sus columnas Salomdnicas, con sus bien tallados y macisos adornos, coronando la parte superior un gran reloj. El resto del edificio es sencillo por fuera; sus balcones, puertas laterales y ventanas siguen el orden Dorico; pero es el pabe- lldn central lo que da aspecto y grandeza a este pa¬ lacio; sin el todo esto seria un vasto edificio, pero nunca un palacio bajo el punto de vista del arte. Construido en 1643, tiene su sello de antiguedad como tambien de historia. • En su aspecto se ve la mente del arquitecto infiuenciado por la arquitectura espanola de su siglo;—siempre la invocacidu del arte decorativo de los arabes, unida a la sdlida explendi- dez del arte flamenco. En breve; la lucba infruc- tuosa por la originalidad de un estilo perfectamente diverso k los demas estilos conocidos. No cabe duda, los espauoles ban sido muy gran- 21 Guadalajara. des arquitectos en nuestra America, pero han tenido que apelar al eclecticismo, cuando no se han sujetado & los estilos clasicos de la antigiiedad, 6 al gotico grandiose de la Edad Media. Interiormente se ase- meja este palacio a todos los de su genero en el pais: grandes patios con su arquerfa doble; largos y anchos corredores; vastos saloncs adonde la mano del deco- rador ha hecho poco 6 nada para su embellecimiento. Anchas escaleras, palaciegas mas por sus proporcio- nes que por su belleza arquitectonica. En suma: quedan las huellas de que aqui habito la Real Au- diencia del Reino de Nueva Galicia, con la pompa y el poderfo de su epoca; pero estas huellas, mas bien las echa de ver el espectador en la puerta principal del edificio, que por su parte interna, bastante mo- dernizada, sobre todo, despues de la catastrofe del 10 de Enero de 1859, cuando se incendio una gran cantidad de parque que estaba almacenado aqui, cau- sando tan terrible explosion, que demolio el interior* haciendo innumerables victimas. El edificio perma- necio en ruinas por el espacio de catorce ahos, hasta que por fin fue restaurado debido a los esfuerzos del gobierno del Sr. Yallarta. La visita al palacio que tan grata se hace por la exquisita cortesfa de todos sus empleados, evoca como es muy natural, los recuerdos histbricos. Haciendo a un lado el perfodo colonial con sus grandes episodios y sus no menos interesantes erbni- cas legendarias, para lo que hay que consultar la obra voluminosa de Antonio Tello, sobre la “Histo- ria Espiritual y temporal de la Santa Provincia de Jalisco,” y partiendo desde la iniciativa de la Inde¬ pendence de Mexico hasta fechas recientes, el estu- diant'e do la historic ffeitria, tiene quo encontrar en 99 , Guadalajara. este palacio, en estos sitios, muclio de interesante. Por ejemplo: aqui se alojo el gran caudillo Hidalgo en Noviembre de 1810 ; aqui organizo un gobierno formal, nombro ministros, envio a los Estados Uni- dos sus plenipotenciarios y firmo el sublime decreto: / la emancipation de todos los esclavos en los dorninios de la Nueva Espana! Este solo heclio es mas que suficiente para que todos visitemos este edificio con respeto, para que le veamos con veneracion. jSolo pueden ser grandes los pueblos que son libres! De este palacio sal io Hidalgo para ponerse a la cabeza de cien mil patriotas que componian su numeroso ejercito. Por esas anchas puertas, adonde hoy mon- ta guardia la Gendarmeria del Estado, han entrado y salido los activos comisionados, que enviados por el celebre caudillo, fueron por todas partes a encen- der el fuego sacro de la insurreccidn. Centro interesante de recuerdos y episodios son todos los palacios de Gobierno; alojamiento en turno de amigos y enemigos de los pueblos. Sale Hidal¬ go de este edificio, lleno de esperanzas y de proyec- tos; lo derrota el general Calleja en Puente Calderon, y entra triunfante este ultimo a Guadalajara y al palacio, para saborear en medio del festfn la victoria alcanzada sobre un pueblo que lucliaba por su li- bertad, como el naufrago luclia con las-olas. Hombres muy prominentes en la historia del- pais y del Estade, han ocupado este palacio con el caracter de gobernantes; no es extrano, pues, que registremos aqui los nombres de Prisciliano Sanchez (primer Gobernador de Jalisco despues de consumada la independencia); de Antonio Escobedo, gran bene¬ factor, cuya eleccibn emano del sufragio publico; de Joaquin Angulo, hoimtdo patricio e inteligcntc go- Guadalajara. 23 bernante, y cle otros, puya lista serfa larga de enu¬ re era r. Este palacio fue tambien asilo, como fue prision del eminente Don Benito Juarez y de sus notables ministros Don Melchor Ocampo, Don Manuel Buiz, el vate popular Guillermo Prieto y Don Leon Guz¬ man, cuyas vidas peligraron al grado de que el cua- dro respective estuvo formado para fusilarlos y la voz de mando para hacer fuego a punto de darse al pelotdn del 5.° regimiento, que ya les apuntaba, cuando la llegada oportuna del General Landa, los salvo de una muerte que hubiera manchado con la sangre de un asesinato al palacio de Wadil-ad jara. Consignado este hecho detalladamente en las pagi- nas de nuestra, liistoria, asi como la energica actitud y la elocuencia que desplego en esta terrible ocasidn el poeta del pueblo, Guillermo Prieto, que tanto con- tribuyo a la salvacibn de todos, hago tan solo un re- cuerdo historico propio al lugar, puesyocreo que to- dos aquellosacontecimientos que atanan a la vida liis- torica de los pueblos, nunca esta por demas evocarlos cuando el caso lo exige. Hecha esta salvedad, refe- rire otro acontecimiento notable en este palacio; el del 10 de Enero del859, al que he aludido ya en es- tas paginas: la explosion del deposito de pdlvora. La derrota de D. Santos Degollado por el Ge¬ neral Miramon, en las Barrancas de Beltran, habia dado el triunfo al partido conservador. D Leonar¬ do Marquez, a la sazdn Gobernador y Comandante Militar de Jalisco, recibfa en este palacio, junto con el heroe de la jornada, las felicitaciones de su parti- do, cuando a las once menos cuarto de la manana, una detonacidn espautosa, echaba por ticrra los te- ch08 y los nluros de una parte considerable de este 24 Guadalajara. edificio, sepultando en vida a mas de 200 soldados y oficiales, algunos paisanos igualmente, entre los cua- les se encontraba un abogado notable: D. Antonio Bscoto. Marquez y Miramon tomaron la determi- nacibn de evadirse por medio de una cuerda amarra- da a un balcon; determinacion que les salvb la vida, pues mientras de este modo descendi'an a la calle, se hundia el piso del aposento que vem'an de abandonar de una manera tan adecuada, sobre todo, al caracter arrojado y valeroso de Miramon. Desde este histo- rico balcon, se domina una vista oreciosa de la bella ciudad, cuyas antiguas luchas fratricidas se han con- vertido hoy en luchas nobles en los campos grandio- sos del humano progresol Interiormente no se encuentra nada notable en este palacio, a no ser el departamento de la Dire- cion General de Kentas. Los salones de recepcion no tienen grandes muebles. Falta en ellos ese sello de antigiiedad y de arte, que es lo que da a todos los palacios su as- pecto propio y singular. Aquf todo es mas 6 menos moderno. Lo uni- • co que despierta verdadero interes, son los retratos de los hombres notables que adornan las paredes. De la visita a los salones oficiales, pase en com- panfa de dos amigos, A visitar el saldn del Congreso que esta ubicado aquf. Penetramos por una sala que, con puertas al corredor, tiene bastante luz. El mobiliario es raro, y todo de metal imitando el bronce. El cortinaje en las puertas esta arreglado con cierto arte; los mu* ros con un tapiz propio para destacar los cuadros alii cblgados, entre los que hay dos bastante bu'enos: uno 25 Guadalajara. del cura Hidalgo y otro del Sr. Juarez. (*) ;Vamos esto si ya tenia aspecto de un aposento de palacio! Dormitaba el portero de Congreso recargado en un codo sobre una mesa-escritorio; su actitud y su tipo, junto con los retratos de horobres celebresque le ro deaban y la luz sombria en esta parte de la sala, for- rnaban un cuadro bastante bueno, cocao asunto, para el pincel de nuestro habil pintor de genero, Alejandro Casarin. Mi presencia venia d, interrurapir la siesta del portero, propia de un dfa bien caluroso del mes de Junio. Mi pregunta de si era fiicil ver el saldn del Congreso sin molestar a nadie, fue contestada en la afirmativa; y el atento portero, haciendo d un lado el cortinaje de la puerta inmediata, hizo pene- traramos al recinto de la soberanfa del Estado. Estabamos en un lugar que llamare sagrado a la vez que historico: la antigua capilla del palacio y el lugar de la prision del Sr. Juarez y de sus minis* tros, el 13 de Marzo de 1858. Es necesario conve- nir, en que es dificil para un arqaitecto convertir un templo religioso en templo de las leyes, sin que se echen de ver varias huellas del primordial objeto 6 que fue destinada la construccion. Asi es, que por fuera se echa de ver la cupula y linternilla de este recinto, como por dentro se notan espesos muros con una puerta baja que da entrada a un pasillo que con- ducfa antiguamente hasta el respaldo del altar ma¬ yor. En este sitio, y tras de la puerta, se escuchan efectos de aciistica admirables. Del lado opuesto a (*) Estos refcratos fueron pintados por el distinguido artista jalisciense L). Felipe Castro. Tambien hay aqni un gran retrato de cuerpo entero del libertador Iturbide; y el del Gobernador. Grab Galvan, es tambien obra de un buen pincel, el del Sr. Jose Nietd. 5 26 Guadalajara. este muro, en el salon, se transmite la voz con surna olaridad; la forma concava del muro, contribuyendo no poco a los efectos del sonido, cuya velocidad haee que este recorra una distancia enorme en el espacio de tin segundo. La luz de las antiguas ventanas de o o la capilla arrojan en este salon unas sombras simpL ticas, de aquellas que traen & la memoria el recuerdo del templo construido expresamente para orar y re- cojer en el los pensamientos en lo mas mtimo del hombre: su conciencia. . . . Este salon infunde doble rcspeto; pero tal como esta ahora, no se que le en- cuentro de teatral, pues lo que forma su fondo, es to- do un anfiteatro con columnas doradas y estucadas, con palcos y graderfas que me parecen fuera de pro- porcion para el lugar-en donde estan. No es de ex- tranarse que este conjunto liiciera en mi el efecto que se experimenta cuando del patio de un teatro se pasa al foro con el fin de ver de cerca el escenario. Tal vez este yo eqhivocado y que mi juicio resulte ser un efecto de la imaginacibn. For lo demas, dire que: es lujosa esta Camara de Diputados; que hay aquf un retrato de cuerpo entero del Grab Corona; que la mesa del Presidente del Congreso tiene un bajo-relieve representando el “sacrificio de Cuahute- moc,” trabajo de tafia en madera de bastante merito. Finalmente, asentare que el fino y amistoso recibi- miento do los sehores Diputados al visitante, hace que sea muy grata la visita al recintode la soberanfa del Estado. Terminaba mi inspeccion del Palacio pasando a ver el lujoso departamento de la Direccion General de Rentas. Saliendo de la Camara de Diputados y dando un paseo por los amplios corredores inundados de esa luz diafana y plateada tan peculiar a estas re- 27 giones, llegamos a una puerta adonde an elegante cancel de vidrios apagados indicaba la entrada al de- partamento mencionado. Bien distribuidos y artisticos son todos sus sa- lones. Pero son los tallados de madera los que mas Hainan mi atencion. Me refiero con especialidad a los del mostrador de la tesoreria y de los escritorios, en los que no ban quedado en olvido las lecciones que en esta clase de trabajo de arte nos legaron los tallistas de los siglos XVII v XVIII. Hay arino- ma en todo aqui. El mobiliario, el cortinaje de puer- tas y de balconcs arreglado a estilo Luis XV; los ta- pices, adorno de los muros y decoracion de cielo raso, todo es de muy buen gusto. Co'nfieso haber salido de este departamento bas- tante complacido, pues donde hay unidad, hay arte, y como consecueneia, adonde hay arte, fuerza es que haya belleza y grat.as inipresiones, como las recibi- das en mi visita al historico Palacio de esta Wadil- ad jar a. r . • f CAPITULO III. LA G-RA'N BASILICA, Imyresiones del arte externas e internas. S i Guadalajara no tuviera otra cosa con que atraer- se al viajero y al amante de lo bello; si nada hubiera que ensenarle de importancia, bastaria tan solo con su gran Basilica para recompensarle con usura todas las molestias, todas la fatigas de una larga peregri- nacion. El punto objetivo de esta bella ciudad, lo es sin duda su catedral. Por verla y estudiarla he venido yo aqui. Mis horas de vagancia en busca del arte y de sus impresiones eternamente bellas, dulces y consoladoras, siempre han comprendido la contem- placion de la gran Basilica, tanto por dentro como por fuera. Desde sus gotico-toscanas torres he vis- to al sol poniente tender su manto de purpura y de oro por todo el valle, los montes y la ciudad. jAlli me he ensordecido pasageramente, cuando el bronce de la campana, repitiendo la oracion de la tarde mo- 30 Guadalajara, ribunda, enviaba sus lamentos al espacio junto con las preces del creyente, al cielo! Desde las bancas de hierro del aromatico jardin de la Plaza de Armas, he contemplado, absorto el pensamiento, esa enorme mole arquitectonica de tan bellas lineas y matemati- cas proporciones destacandose ante mi vista cdmo un palacio de oro bahado todo por la argentina luz de la luna. iQue conjanto aquel! Torres piramidales, de 70 metros de elevacion, cupulas semi-esfericas; la del coro, amarilla y brillante corno una gran toronja; la del Sagrario, clasica y armoniosa, como una Concep¬ cion del arte lielenico trasplantado a Roma, de alii importada a' Guadalajara y eregida en este templo por el insigne arquitecto jalisciense D. Manuel Go¬ mez Ibarra. Arcos ddricos entre columnas jonicas formando columnata, con colosales ventanas y vidrios de forma triangular; elegante cornisamento sirvien- dole, en su parte superior, de balaustrado con pe- destales y jarrones que corresponden con cada una. de las columnas de abajo; sobre todo esto, la media naranja de la cupula; arriba de ella, una preciosalin- ternilla, de siete metros de altura, poetica y artistica como el ldosko de una princesa del Oriente, y todo coronado por una bola.sobre la que se levanta airo- sa una cruz griega de metal, evocando el lema eterno de Constantino: “In hoc signo vinces.” Si, jque conjunto mas bello es el formado por la gran Basili¬ ca y el edificio del Sagrario! En la primera todo revela el espiritu del arte toscano que, aunque es una degeneracion del dorico, tiene eninedio su sen- cillez cierta hermosura arquitectonica. En el se- gundo todo es casi griego; por eso es tan armonioso, (*) (*) Baio esbe sigao veugenie. 31 Guadalajara. tan bello e inspirador. ;Que gran realizacion del arte!. . . . dos monumentos en uno; Grecia y Toscana en la bella Guadalajara. Alii esta el portico que ve al Poniente, formado por seis columnas de orderi dd- rico, coronadas por un precioso atico perfectamen- te labrado, v sobre el que descansan en sus diversos pedestales tres grandes estatuas: la de la Fe en el centro, con su correspondiente elevacion al triangu- lo del atico; a su derecha la Esperanza, a su izquier- da la Caridad. Tienen en su actitud estas estatuas bastante magestad; tan griegas en el tratamiento de sus panos, como romanas pueden serlo en su ex- presion. Tras de tan clasico portico se destaca esa parte del edificio que forma la cruz latina, circun- dado por elegante balaustrado con macisos jarrones; y despues la gran cupula de que venimos hablando, que se echa de ver por todos lados como un pensa- miento de Bramante realizado en Guadalajara. Bella es tambien la parte de este edificio que tiene vista hacia la Plaza de Armas, con su gran puerta es'tilo tambien dorico, sus elegantes proporciones y su poe- tica habitacion del padre sacristan, los arcos de la cual dan tambien a la Plaza. Aquella tranquila man sion tiene su atractivo con sus plantas, sus pajaros y su estilo hispano-morisco. * Es hermoso tambien el atrio de la Catedral; su enverjado de hierro digno de cerrar tan magestuosa fabrica arquitectonica. Sobre las puertas de este, cual guardianes siienciosos de esta Basilica, se desta- can las Haves y la mitra de la iglesia catolica y de esos prelados ilustres que ban sabido ser honra y pro- vecho del catolicismo en la Nueva Galicia. Con to- do este conjunto tan lindo y armonioso me lie delei- tado muchas veces. Como amante del arte, como 32 Guadalajara. adorador de lo bello, me os muy grato estudiar la Gran Basilica y su Sagrario; por eso yo la he visto exteriormente, cuando el rayo atronador pasaba arri- ba de sus torres y el reldmpago fugaz la iluminaba, 6 la luz apacible de la luna, cambiando la decorac.ibn, envolvi'ala, como se envuelre a una novia, en bianco y vaporoso velo. Tambien la he contemplado cuan¬ do el luminar del di'a le arrojaba su luz, y ella ensi- mismada se cubria con el manto imperial de sus pro- pias sombras. # # # Cuenta la historia de la fundacion de esta eiu- dad, que despues del templo de San Francisco se edi¬ fied la Catedral; y a juzgar por una inscripcion que se ve en su interior, fue comenzada en el ario de 1561 y concluida un siglo despues. Pero el siglo XVII fue en realidad el verdadero siglo para el arte reli- gioso de la Nueva Espaiia, pues a las nuevas crea- ciones del Renacimiento italiano, habj'a que agregar todos los ideales realizados del arte flamenco; asi es que, era rico el material para la edificacidn de los tem¬ ples; pero tambien habi'a ya en America mucho es- piritu religioso y cuantiosos caudales para llevar d cabo las obras magnas de arte. Por eso, en este si¬ glo se terminaron las obras cuyos cimientos se ha- bian puesto en el anterior y sobre los que tenfan de levantarse tantos templos y basilicas que hoy di'a admirainos en nuestra patria, como obras maestras del humano ingenio. Si Mexico, desde 1573 habi'a comenzado A levantar su grandiosa dorica -catedral Guadalajara. S3 sobre las ruinas del idolatra templo, y si esta habla tenido tan notable arquitecto; como lo fue Alonso Perez Castaneda, no cabia en lo posible, que, Gua¬ dalajara no encontrase en el arquitecto Martin Casi¬ llas, un tan celebre constructor cotno lo tue el priine- ro. Si la fundacion de este gran templo se le debe al segundo Obispo de la Diocesis, al Illino. Sr. Don Pedro Ayala, el proyecto de construccion se le debe al genio de Casillas, tan empapado en los ideales de su siglo, como imbuido en las realidades y bellezas de las creaciones de la antigliedad. Pero no solo a el debe Guadalajara lo que es hoy dia su esplendida Basilica; el paso de los anos y las convulsiones de la naturaleza, debido a erupciones volcdnicas, ha hecho sus estragos, felizmente repuestos por obra de inte- ligencias superiores, que siempre seran honra del Estado y del pais. Asi, por ejemplo, el terrible temblor de 1750 que amenazb, segiin tradicion, se- pultar la ciudad, como en este mismo aho habia acon- tecido en Santo Domingo, con Puerto-Principe, de- rrurobo el frontis de esta Catedral y arruino muchos otros edificios. Mas en aquel entonces, segun cuen- tan las crdnicas, florecian las artes, el comercio y la industria junto con la agricultura; en ciudad como esta, logico era suponer que en el lugar del derrum- bado frontis se levantaria otro nuevo que superaria en belleza al anterior. Sea como fuere, el actual es heriyioso como lo es bastante original en su coiicep- cidn. Pertenece a un orden arquitectonico que re- fconoce y comprende el estilo toscauo, el dorico y aun algo que tiende al gdtico, como se echa de ver eu las lucarnas de forma oval en las terres y en el gran se¬ mi circulo que corona el frontis del edificio, orna- mentrfdb fcfon e'se estilo djival wm&b pbr los espa^olel 0 34 Guadalajara .. ' ei*los. siglos XVII y XVIII. Tres grandes puertas dan entrada a esta Basilica en su frente principal. La del centro es la mas ornamentada, pues su arco dorico, de bellas proporciones ostenta de cada lado dos colutnnas de orden corintio; en el entrepano de 4 arriba, un laborioso bajo-relieve representando los apostoles en tres nichos con proyectante marco, todo de bellas proporciones. Es un fondo de altar talia- do en piedra sobre el muro, evocacion de la escuela pre-Rafaelista, y bastante connin en los frontispicios de todos los templos eregidos en America por los conquistadores. Arriba de todo esto, un liermoso alto-relieve representando la asuncion de la Virgen. Pero tendiendo la vista mas arriba, se echa de ver. en forma de abanico, el gran adorno que en el centro forma el semicirculo dividiendo sus ojivales la precio- sa torrecilla del reloj que airosa y elegante se levan- ta en las alturas, como un recuerdo. aunque en pe- queno, del arte de los arabes. j A1 terromoto mencionado de mediados del siglo XVIII ie siguio otro: el de 18 L8, que echo por tie- rra las antiguas torres de este templo del arte reli- gioso; y, por fin, otra imponente convulsion de la naturaleza, 31 afios despues, venia a destruir otra vez mas las torres que por tercera vez se ban vuelto a construir, bajo el diseno del ya mencionado insigne arquitecto jalisciense D. Manuel Gbmez Ibarra. Pe¬ ro. sea diclio de paso, pues no con poca frecuencia encontramos que el nombre de Gornez Ibarra, como el .de Miguel Angel, en Roma y en Florencia, se encuentra conectado con todas las obras monumenta- les de esta Guadalajara. Por lo me nos, apenas si hay. un. punto de vista en esta capital desde dondc hd atfihirb de cerpa 6 de lejo^ alguna ubra,ar la ep'o'ca p’resente. Pero hay, ademas, algo en estas navefe lpuiB IsfS: Face ap‘ar'e\:er todavia lnnh l}eha^ do 40 Guadalajara. luz: sus once altares, de orden Corintio, blancos co- mo la espuma del O'ceano, con. infinitos adornos do¬ rados, principalmente por su parte inferior. Prevalece en todos nuestros templos, estc genero de altates en casi todas nuestras naves, y si liacemos excepc.ion del altar mayor y los de estilo Churrigueresco en algu- nos lugares, como en el templo de Santa Clara en Queretaro, 6 el altar llamado de los Reyes en la ca- tedral de Mexico, soberbias realizaciones de an arte demasiado fantastico, bien se puede asegurar que aquel que ha visto uno de estos altares bianco y oro los ha visto todos. El altar mayor .—Ya he dicho que el punto ob- jetivo en la nave principal de un templo es el altar mayor. En mi estudio sobre “La Catedral de Me¬ xico,” publicado en el segundo tomo de El Artista (1875), dije habiando tocante al altar: que este fue instituido (en las iglesias de la cristiandad), por Sixto I. A. E. 135; y consagrado por el Papa Sil- vestre, dato que ahora me permito repetir, porcreer- lo siempre de interes para muchos que lo pudieran ignorar. Como punto objetivo, de la nave prin¬ cipal de esta Basilica, y bajo el centre de su pe- nhltima boveda, al Oriente, se destaca en alta y an- cha plataforma, con escalera de marmol bianco y Un¬ do balaustre de lo mismo, con adornos de bronce dorado, ejecutados en Milan, el marmoreo taberna- culo, cuyas puertas, tambien de bronce, encierran el portentoso misterio de la Fe Catolical Es el ciprtis, en si mismo, todo un pequeho templo, demasiado pe- queno (a mijuicioj, para la magnitud de esta Basili¬ ca. Pero presumo que como el coro queda detras, haberle dado mayores dimensiones a este altar, hu- blferit Sidti ocnltar ias'inagnlfitfencias del prim^ro cou Guadalajara. 41 la mayor magnitud de lo segundo. Por todos sus costados se puede decir misa, pues son euatro los al- tares que tiene y sobre estos se eleva coronandolos, una especie de rotunda con su cimborrio y cruz lati- na, que asume la forma de la basilica bizantino-ro- mana. En los cua.tro angulos de este altar, se desta- can euatro magnificas estatuas de marmol de Carrara, representando a los evangelistas. La altura de estas es la de 2 metros; y como obra de la estaturia, en su genero, no solo es lo mejor qus tiene este gran tem- plo, sino lo mas hermoso y perfecto que poseemosen toda la Repiiblica. Es de lamentarse que este cipres y sus estatuas, no sean obra de los escultores del pais; pero a nadie debe sorprender, que habiendo si- do este cipres, estas estatuas, obra de marmolistas y de cinceladores genoveses, resulte una bellisima y atrayente concepcion del arte. Encuentro en estas euatro estatuas, todos los principals rasgos caracte« risticos de la grandeza de estilo que tan to distingue £ la estatuaria romana, como porejemplo: la seleccion del noble asunto, *el amor a lo grande junto con lo bello y la inventiva siempre a la altura de la ejecu- cidn. Estas estatuas pareee que hablan y piensan; revelando todas y cada una el caracter de los graa- des personajes que han desempenado un papel, una mision tan elevada en la historia del mundo. Hay, pues, en ellas grand es rasgos fisonomicos perfecta- mente interpretadcs en el marmol por el cincel del escultor, como hay una apostura natural y un trata- miento de panos bien comprendido. Hasta el ano de 1860, hubo aqui un cipres de plata, el que junto con los candiles de esta basilica del mismo metal precio- so, se perdio en la revolucidn del ano citado.r El ac¬ tual data desde L863, epoca en que fue traidode Ge- 7 ■ n 42 Guadalajara. nova por el ilustre Arzobispo D. Pedro Espinosa) habiendo sacado un costo de treinta mil pesos. Be- llisima obra del arte, la he visto detenidamente con suma admiraeion; lamentando, como llevo ya dicho f , qne, por no cubrir las bellezas *del coro, no haya sido conveniente darle may ores proporciones y con ellas esa grandiosidad propia a todo altar mayor, en cate- dral como esta, preciosa joya del arte cristiano con todo su simbolismo y todos sus ideales realizados. El coro .—Como llevo asentado, hasta e! aho.de 1827 ocupo este, la nave principal, fecba en que se comenzo a cambiarle de lugar al sitio que hoy ocupa tras del altar mayor. Fue terminada esta innpya- cidn por el arquitecto D. Mariano Mendoza; a el tam- bien se debio la cupula de este coro, arruinada mas tarde por un temblor, y sustituida hoy en dia por la que, hablando en sentido metafbrico, me he permitj- do comparar (por fuera^), con una gran toronja ama- rilla y brillante. Autor de esta grandiosa cupula, lo Cs un senor arquitecto, Domingo Torres, el que sin duda se ha inspirado en los grandes cimborrios ro- manos para construir el suyo. La separacion d^l coro de la nave central, costumbre que vienen ob- servando muchos arquitectos desde tiempo de ( Cons¬ tantino, no se observo en Espaha; por lo tanto pra de esperarse, que en la construccion de las basdjcas del Nuevo Mundo, el coro, con todos sus esplendo- res de tallados, bronces y dorados organos y sillerip, se interpusiese entre el altar mayor y la puerta de entrada en la nave principal. Ignoro, porsupuesto, como sea el antiguo coro de esta catedral antes de su traslacion; pero lo que no ignoro es que el actual es bastante importante y suficientemente hermoso para sentarse en el d estu- 43 Guadalajara. diarlo con alguna detencion, como yo lo he liecho varias veces. Lamento no tener a la mano las di- mensiones de este lugar; pero dire que es bastante .espacioso, que esta casi cuadrado; que la silleria ocu- pa el muro frente al altar mayor, prolongandose con¬ tra los que estan a diestra y d siniestra en forma de graderia. Tambien dire que, arriba de estas grandes poltronas del coro, hay un corredor volado con un es- plendido balaustre, a mi juicio demasiado pesado cuando debajo de el esta esa silleria de grandes ta- llados y de suprema solidez. No asi las estatuas que ceil los nichos del muro superior de este corredor 6 galerfa alijeran el peso del rico decorado de las altu- ras con.sus frescos representando a los Evangelistas en episodios importantes de la Historia Sagrada; con sus vidrios de colores ( # ) enviando desde sus altas ventanas de la cupula y de su linternilla una luz que durante el dia, llamare luz colorante de celeste arco- iris que baha este recinto, debajo de cuyo piso des* cansan en la paz de la cripta obscura y silenciosa los restos venerados por el pueblo jalisciense, de los que en vida fueron sus benefactores, sus grandes prela- dos. En este coro esta la puerta que dd entrada y conduce a esos sepulcros subterraneos. Sentado frente a ella, filosofaba sobre como la muerte a todo pone fin, y como pasan las grandezas hunianas, cuan¬ do la muerte, esa verdadera Repiiblica, a todos nos nivela en ese trance de profundo misterio: jla cesacion de la vida sobre la tierra! Pero enmedio de todo esto (*) Las ciiatro grandes ventanas del muro del Oriente sobre que descansa el cimborrio representan, la de la parte baja, el “Es¬ pousal icio de la Virgen,” copia del cuadro de Rafael; la de la par¬ te superior 4 la “Cbronacion do la Virgen;” la de la izquierda, “La Ammcrivibiij” y la tie la dereeha, “La Preseutucioii.”—N» B ? 44 Guadalajara. habi'a la ley de los contrastes, pues si debajo de donde me eneontraba todo era roisterio, obscuridad, silencio, arriba todo era vida, ruido, luz, bellezay trabajo. jEl noble trabajo del arte que tanto d'eleita y enaltecel Alla, en las altas regiones de la cupula, muchos an- damios y sobre estos los deeoradores dorando moldu- ras, cornisas, repisas y no se cuanto mas; un poco m&s lejos, los canteros labrando en el inuro y otras par¬ tes los intrincados adornos, e interpretando con el cincel los pensamientos que las matematicas y el ar¬ te, hicieron nacer en el cerebro hurnano la idea com- pleta del arquitecto y del decorador. Se ha hecho, y se esta haciendo de este core, un lugar digno de la Gran Basilica, pero a mijuicio y bajo el punto de vista iinportante del arte, las dos cosas que en el sean dignas de llamar la atencion, son: abajo la silleria, arriba la cupula. La primera, es'una revelacion de imitacion perfecta de corao los tallistasdel siglo X VII trabajaban las maderas preciosas, convirtiendolas en verdaderas joyas de arte; y en un pais como el nues- tro, adonde tanto abundan esas maderas, no es de extranarse que en nuestros templos y basilicas, se encuentren tantas preciosidades en el arte encanta- dor de los tallistas, preciosidades que, 6 pasan desa- percibidas, 6 hasta tal vez ignoradas de muchos. En mis vagancias por los antiguos Paises-Bajos, en bus- ca del arte Plam6nco y de sus bellos ideales realiza- dos, recuerdo haber hecho muchas veces, estudios comparativos entre la talla de aquel pais y la del nuestro, sacando a luz como consecuencia de mis in- vestigaciones, en lo que concie^rne a este arte, que la fuente en que bebio el conquistador espahol, fue del todo fiamenca v que los artistas ibericos se inspira- ron mas en las maravillosas creaciones de los Ver- Guadalajara. 45 bruggen, Van-der Voordt, de los Artus Quellin, y de otros celebres tallisfcas de Flandes, que en sus pro- pias y originates creaciones. En los coros, corao en los pulpitos, en la silleria como en los organos, en los altares como en la estatauria de madera, se tee, por decirlo asl, la incrustacion del esplritu flamenco en el esplritu espanol. Mas si en general alcanzaron los tallistas espanoles un exito sorprendente en sus tra- bajos de talla en nuestros templos y basilicas, pocaso raras veces. estuvieron felices en laestatuaria de ma¬ dera que en Mexico encontramos en los altares de los siglos XVII y XVIII, si bien llenas de expresidn, faltas en lo general de proporciones, sobre todocuan- do estas pasando de cierto tainano, asumen el natu¬ ral, 6 pasando de este a lo que en escultura se llama: al grado keroico. Apenas, si se pueda encontrar una prueba mas evidente a mis asertos, de que el esplri- tu espanol se inspiro en las creaciones flamencas en el arte de la talla en madera, que el hecho de que en Felipe Vigarni, (llamado Felipe de Borgona), en¬ contramos uno de los primeros extranjeros que fueron & Espana a ensenar el arte del escultor. En las gran- diosas basilicas de Burgos y Toledo, he registrado el nombre del flamenco Vio-arni, como el del autor de las soberbias sillerlas del coro y de los pulpitos tam- bien. tea silleria de este coro, es para ml, la evo- cacion del arte flamenco importado por los tallistas espanoles del siglo XVII. Como obra de merito, se le puede juzgar mas que como obra de belleza. Construida de una madera que se encuentra en el Estado de Jalisco, (*) presta cierto interes que 11a- (*) Esa madera fina fue tralda de las iumcdiaciones de Aina- tlan de Cauas, en el Distrito de Topic, y se le eonoce bajo el nom¬ bre de Corc-obol. N. B. 46 Guadalajara. mare patriotico. De construccion muy solida, ban pa- sado sobre ella 65 anos, como sobre ella se ban sen- tado canonigos y obispos celebres por su inteligencia, su saber y su filantropia en los anales de la bistoria patria. El tiempo, ba seguido obscureciendo esa Si¬ beria con sus macizos tallados, y sus respaldos goti- cos en forma de puerta de capilla, que se destacan de sus blancos muros como negros espectros del pasado, con la esplendente luz del nuevo coro! Abora, en cuanto d la cupula, ya be diclio quien es su autor, asi como que es grandiosa y que a mi juicio se ba inspirado su arquitecto en los grandes cimborrios ro- manos. Su forma, ni es Bizantina, ni es Arabe, ni es Etrusca, sino simplemente romana. Su de- corado pertenece al periodo del Renacimiento Italia- 110 , con verdadero lujo de doradas y pesadas molduras bien comprendidas estas ultimas, cuando ellas se ali- jeran vistas a gran altura por el espectador que esta en el coro. En resumen: no es poco lo que he en- contrado en este lugar de grande, bermoso y de ar- tistico; en esta basilica, digna de tanta admiracion, y de ese cuidado que en ella se revela por su conserva- cion y constante embellecimiento; de esas ideas, que sujieren las modernas concepciones del arte, y el es- piritu de sus guardianes junto con el sentimiento ligioso de su pueblo. El cuadro de Murillo en la Sacristia. —Abando- nar el regio coro de esta Basilica, para ir en busca de una obra de Murillo, es agregar una emocidn muy grande a las ya experimentadas en todo este bermo¬ so templo. El paso del coro a la sacristia es bien corto por cierto, pues descendiendo los escalones del cipres y tomando a la izquierda, se encuentra una graa QQrtinaj pasada esta. se toma a la dereeba y se Guadalajara. 47 penetra desde luego al aposento que guarda en alto muro arriba de, la puerta de entrada, la joya pictori- ca del insigne sevillano; joya no solo de esta catedral, sino de todo el Continente Americano; pues en los Estados Unidos, de los ocho cuadros de este autor en poder del Museo Metropolitano de Nueva York y de particulares, ninguno es comparable con esta sublime Asuncion. Cuando el espectador tiene la dicha y el privi- lec^io de encontrarse frente & frente de una de esas grandes inspiraciones religiosas de Murillo, como lo es la que vengo boy a estudiar detenidamente, se concentra el pensamiento todo en la composicion, y el alma, movida por agentes ocultos y misteriosos, siente una emocion indecible. jQue poder de este artista para trasladar al lienzo lo nnstico y lo celeste, lo ideal con lo real! Parece que su brocha, obede- ciendo al pensamiento, rasga los negros velos que ocultan los misterios de una existencia desconocida, y nos hace vislumbrar fragmentos sublimes de ese cielo, de esa vida futura, por todos tan temida, cuan- to anhelada debe serlo. Murillo, como el Beato Fray Angelico, es por excelencia el pintor del cielo y de las escenas de la vida eterna, que en alas del mas refinado idealisrno nos hacen sentir las realidades de la vida, de esos seres divinos que ban peregrinado por la tierra, para decirnos y ensenarnos por donde y como se va al cielo. La Asuncion de la Virgen, sublime e incompa¬ rable, fue asunto de grande y portentosa inspiracion para este artista. Su mision, pues, para el arte y para el mundo del sentimiento religioso, fue misibn tan sagrada, <1 mi juicio, como lo pudo liaber side la del Apostolado. TJn genio como el suyo, era ade- 48 Guadalajara. cuado a su cometido: ser apostol del sentimiento rmstico y del arte religioso de su siglo. jMas fue tal su poder de concepcibn, tal la brillantez de su colorido, tal el lujo de bellezas ideales, tales las for¬ mas humanas que dibujb y pintd con la expresion divina, que pasinan al espectador y le arrullan, como arrullan los vie nibs a los mares con el vaiven de sus tupidas olas! Hablar de una Asuncion de Murillo, sin e.ntrar en ciertos detalles descriptivos, de coloracibn, dibujo y sentimiento, seria incurrir en un error de trascen- dencia, pues ya lie diclio que este asunto sublime lo fue de grande y portentosa inspiracion para el artis- ta, y uno de entre los cuales se ha demostrado mas fecundo. Registran los historibgrafbs de este excel- so pin tor, un sin numero de cuadros que tratan de este mismo asunto, pero con cambiantes de vital im- portancia. Me asombra que entre catalogos tan completos como aquellos form ados por Sterling, Tubino, Curtis y el reciente bibgralo de Murillo, Luis Alfonso, no se haya hecho mencion de este so- berbio lienzo de la gran Basilica, en una epeca pren- da preciosa del. templo de la Soledad en esta Gua¬ dalajara. Presumo que entre los cuarenta y siete cuadros de Murillo, cuyo actual paradero se ignora en Europa, debe contarse esta soberbia tela, cuya liistoria de su venida il nuestra patria, me reservo & relatar mas adelante. Paso aliora a su descripcibn. Casi al centro del cuadro se encuentra la Purisima de pie sobre una nube. Arriba de su cabeza brillan doce luceros co¬ mb cinto de Orion, y abajo de la nube, grupos mara- villosos de angeles de una belleza encantadora, que en esa angelica asuncion, la ofrecen lirios, rosas y una Guadalajara. 49 exquisita palma. Viste la Virgen, su blanca tunica hebrea modesta y pura, cual su alma celestial. Co¬ mo un recuerdo del color del cielo, la cubre en partes el azul manto de flotantes panos. La media luna aparece a sus pies. Rompe el celaje con el color del arnbar y colora las nubes con matices soberbios. Vuelan por todo aquel espacio los querubes, como fragmentos celestiales de un poeiiia de infinitos can¬ tos. Flota la negra cabeliera, y cae sobre los hom- bros de la Virgen, como una cascada de finisima seda. Sus lindas alabastrinas manos descansan suavemente sobre tan delicado seno; y la mirada hacia arriba, revela todo un mundo de sentimiento, de ternura y adoracion de la madre sublime en areo vuelo, en bus- ca de ese Hijo-Dios & quien dio a luz sobre la tie - rra! Frente a tan soberbia tela de Murillo, me lie deleitado varias veces contemplandola detenidameri¬ te, y en mi libro de apuntes encuentro esfcas notas que fueron resultado de mis observaciones: Inspiration .Es sublime la de este cuadro, y revela toda esa imaginacion rica y brillante que caracterizo a Murillo en sus composi- ciones religiosas. Dibujo .Correcto y armonioso, sin una linea fuera de su lugar, y comprendiendo toda una leccidn de anatomla. Colorido .Espldndido, y enmedio su vigor, bello como las luces de cambiantes maticvs eu el dpalo. GeriCro .Pertenece al vaporoso , con el que los espanoles han justamente calificado tb- todas las Anunciaciones y las Asuacione^ del ^ra'u afti's’ta, s’eviltanb. a 50 Guadalajara, Claro-oscuro .Sorprendetite, cuando no hay en este lienzo una luz que no arroje propia- inente su sombra, ni una sera bra que no sea consecuencia cientifica de esadivma luz. Exmesion ..Maravillosa, cuando esa Virgen habla con sus divinos ojos. Cuando el mu- tismo de angeles y de qaerubes llevan en sus semblantes la alegrfa del cielo, la ado- racion perpetua en sus espfritus. Jdealismo .Todo muy digno de este maestro, pues como dice el critico Viardot: “si Ve¬ lazquez fue el pintor de la tierra, Murillo “fue el pintor del cielo.” Realismo .Lo hay muy bien comprendidoen esta composicion unido al idealismo. Por un lado, la Torre Davi'dica que se destaca en el espacio rodeada de querubes. Mds abajo, los angeles sosteniendo el espejo de la Justicia. A la izquierda del cuadro, tambien en las alturas, la Escala Mi'stica que sostiene un angel, mientras otro la su- be entre esplendida nube de risuehos que¬ rubes. Colocacion del cuadro .Excelente en cuanto a luces, pero tal vez d demasiada altura pa¬ ra el espectador. Estos son a mijuicio, los rasgos distintivos que caracterizan esta gran tela de Murillo, jova sin pre- cio de la Gran Basilica; orgullo del Cabildo y del pueblo de Guadalajara, encanto del viajero; modelo puro y eterno en la ensefianza de un arte religioso sublime, y de un pintor que, cual el insigne sevillano, jpasd por el imrndd comb an ave meusajora del arte, 51 Guadalajara. coii)o un genio que ha dejado su espfritu eternamen- te enlazado con sus divinos lienzos. Hasta aquf, la descripcion y crftica de la celebre Asuncion de Murillo; mas ahora, pasare en cutnpli- miento de lo ya ofrecido, a relatar en vista de dates oficiales inequfvocos, cuando y como vino a dar este soberbio cuadro a la ciudad de Guadalajara. Durante la invasion francesa en Espaha, cono- cida en la Historia de Europa bajo el nombre de guerra de la Peninsula, cuando Napoleon I, con esa sed de conquista y dominio cesarea, que tanto lo dis- tinguio en su vida y gobierno, los hijos de la Nueva Galicia, fieles it las tradiciones de sus abuelos, en cu- yas venas coma una sang re que habfa hecho de los hombres de Iberia heroes por el largo transcurso de los siglos, no podfan permanecer indiferentes ante aquella invasion injustificada de su madre patria. A los cruentos sacrifices monetarios, liechos por los hijos de espaholes, 6 por los espanoles mismos, veni- dos a la Nueva Galicia, en contra aquella invasion de Espaha, se agregaban los delCabildo de esta Ca- tedral, que remitid a Carlos IV, fuertes sumas de di- nero para arrojar al invasor trances, tanto mas esti- madas, cuanto que, en un solo caso, aquellos dineros representaban todo el valor en pesos acunados de un gran candil de plata ("de esta Basflicaj, que sc habiu mandado fundir con ese objeto. El Rey Carlos IV, agradecido a los esfuerzos de aquel Cabildo y como recompensa a los servicios prestados a la madre pa¬ tria, dono al templo de 1a. Soledad de esta Metropo- li, la joya maravillosa de Murillo, que habfa sido os- tentada en el Escorial por el espacio de largos siglos. jLa invasion de Espaha por Napoleon "I tue la v'ausa quo vino det'ermiuax la yeoida a esta btell'a 52 Guaddlajam, porcion de la tierra conquistada por Nuilo de Guz¬ man, de este cuadro soberbiol Aquella invasion fran- cesa de 1812, tan desastrosa para Espaha, le kizo perder rauchas obras valiosas de sus grandes artistas, entre otras, aquella tambien celebre Asuncion de Murillo, sacada de Sevilla por el mariscal Soult, y .que hoy ostenta con orgullo el gran museo del Louvre. Rucdan los anos, y con ellos los grandes aconteci- mientos en la historia de las naciones. Llega a la arnada patria mexicana su turno de una invasion francesa; y un general frances que representa por la fuerza a otro Cesar Napoleonico en esta Guadalaja¬ ra, pretende llevarse a Francia la Asuncion de Mu¬ rillo, oreyendo que al digno e ilustrado Cabildo de es¬ ta basilica, se le podria comprar con el oro tentador, esta joya sin precio, esta imagen que, si por un lado se le admira como una obra maestra de un genio so- berano, por el otro se le ama con filial ternura y se le acata con veneracion santa y sagrada, como es aquella qUe reside en la mtima conciencia de un pue¬ blo eminentemente religioso. No; la pobre oferta de $40,000, hecha por un general de Napoleon III d un Cabildo tan ilustrado como fiel al cumplimiento de deberes sagrados, era una irrision indigna de un general ilustrado de cualquier pais del mundo. Mas el cabildo, seguramente, trayendo d la memoria como todo invasor en pais extrano, hace botin de guerra todo lo mds valioso de aquel pueblo invadido. tomb una feliz determinacion: ocultarloy kacerlo apaitnte- mente perdedizo. Al efecto, despues de haber sido este, maravillosamente oculto por el espacio de 10 anos, ha vuelto a luz del mundo. jPoreso, en esta sacristia ostenta hoy todas sus bcllezas y nos eleva don tfda sli e'n^ehan^! 53 Guadalajara. Imposible me seria resistir la tentacion (no obs¬ tante las dimensiones de es.te mi estudio, sobre la Gran Basilica ), de hacer, aunque sea de paso, unas cuantas refiexiones, pequeiio estudio comparativo en- tre esta Asuncion de Murillo, y la no menos celebre del Louvre. Comenzare por destruir un error muy comuu, y es el de creer que, el cuadro del Louvre, es la unica Asuncion de verdadera importancia que ha pintado el principe de los pintores sevillanos. Tan no es asi, que la Asuncion conocida cn Sevilla corao La 20 erla de las Concepciones, tiene desde luego tanta importancia artistica, que la del mencionado Louvre; y es opinion del crftico Luis Viardot, que este cua dro de tanto renombre, fue comprado por la nacion francesa a los herederos del Mariscal Soult, “con gran “estrepito y a un precio exhorbitante, ( # ) y esta muy lejos de poderse llamar como la de Sevilla: La Perla de las Concepciones. No opina asi el critico espaiiol Cean Bermudez, pues ha dicho que esta Asuncion del Louvre “es superior a.todas las de Se* “villa, tanto por la belleza del color, cuanto por el “contraste del claro-oscuro.” Pero pasando a la comparacion entre esta de Guadalajara y la del Lou¬ vre, (**) dire por que a mi juicio, considero mas be- (*} Efectivamente, el Gobierno de Francia pag’d por este lienzo, la respetable suma de 615,000 francos, 6 sean en nnestra moneda, nnos $123,000. El general frances que durante la gue- rra de intervention en nuestra patria, ofrecio al Cabildo por su Asuncion de Murillo, unos $40,000, sabia muy bieu lo que trala entre manos. N. B. (**) ^1 p a |)i ar ] a Asuncion del Louvre, bueno sera ad- vertir al lector, que me refiero a la que arrebotd a Espana el Ma¬ riscal Soult, y vendieron despues sus herederos al gobierno fiances; y uo a la otra qiie tambien saco aquel persona,jo do Espana, y que tahibiAi venflib a’l Ltfavre m Francos. 54 Guadalajara. 11a 6 mas inspiradora la que hoy tambien felizmente posee esta basilica. La Asuncion del gran museo de Paris, fue ori¬ ginal men te pintada por Murillo para el Hospital de venerables sacerdotes, y consiste su belleza y defec- tos en lo siguiente: O Inspiration .Sublime. Dibujo .Deja algo que desear, en cuanto que hay lineas algo duras, como por la par¬ te adonde el vestido cubre la pierna derecha. El torso aparece desproporcionado; la cabe- za demasiado liundida. Golorido .Esplendido y vivificante. Claro-oscuro .Eiel en todo al gran maestro en el manejo de luces y de sombraa. Tipo de la Virgen .Demasiado espafiol,y por lo tanto no suficientemente hebraico para denotar el origen de raza de la que descen¬ ds la madre del Redentor del mundo. Gmpos de dngeles de primer termino .En- cantadores, en grado tan superlativo, que forman, a mi juicio, el complemento y exi- to de esta soberbia tela, ante la cual incli- na la cabeza liasta el esceptico. y se ban movido y moveran muchas conciencias. La Asuncion de la Gran Basilica de Guadala¬ jara; ^que podra agregar mi debil pluma con todo y lo que ya he dicho score elia, que no sea un pdlido reflejo de la realidad? Sin embargo, comparemos a 4sta con la del Louvre en sus bellezas tan s6lo, pues mal podria yo, 6 alguien otro, hablar de susdefectos, cuando siendo como es esta tela una composicidn per- fecta, nada deja t[ la critica v mucho si a la admira- civn Uuiuaua, Guadalajara. . 55 Inspiration .Mayor y mas espiritual que la del Louvre. Dihiijo .Tan correcto, que no hayli'nea fuera de su lugar. Esta tan bien parada esa fi- gura de la Virgen; son tan delicadas sus alabastrinas manos; flotan sus panos de tib niea y de man to con tal belleza y precision matematica, que bien puede decirse que en tan milagrosa escena, en su parte realfsti- ca, ha observado Murillo leyes que en nada estan en pugna con las leyes cientificas y fisicas del globo. Colorido .Vigoroso y vivificante como el de la tela del Louvre. CJaro-oscuro .Luces y sombras mas impo- nentes en este que en el del Louvre. Tipo de la Virgen .Tan ideal como lo es ins- pirador, y concuerda bajo el pun to de vista humane, con el sublime tipo de la madre de Dios. Grupo de angeles de primer termino .—Menos en nii- rnero mas no en belleza celestial. Se nota que son los mismos angeles que en el cua- dro del Louvre, en diversas posturas. Pero si los de aquel cuadro se limitan tan solo a adorar a la Virgen, los del lienzo de Gua¬ dalajara, no solo adoran, sino tambien ofre- cenlirios, floresy palma d la Madre sublime. Tenor general de la composici6n .—Mas dificil, mas alegorica, y mas importante que el cuadro del Louvre que no comprende otra cosa, que la Concepcion, los grupos de angeles y de y uu rdmpimento de c'elaje mb* 56 Guadalajara. nos imponente e inspirador quo el que re- vela el cuadro de Guadalajara. Hasta aqui, mi estudio comparative de estos so- berbios cuadros de Murillo. No se hasta que punto esten en regia mis pobres observaciones, nacidas de un interes profundo en determinar a cual de estos .dos lienzos se debe considerar, tanto en el mundo del sentimiento y la veneracion religiosa, ccmo en aquel del arte, como el mas bello e inspirador. Mai que bien he iniciado el estudio de estas dos grandes obras, y debo esperar que verdaderos criticos del arte pic- torico, marquen mis errores, corrijan mi opinion y nos digan por fin cual de estas dos Asunciones tiene mas importancia en el mundo del arte religioso, de la belleza y ei sentimiento. Entre tanto esto se ve- rifica, no tengo inconveniente en asentar como ya lo he heclio que, a mi juicio, y como resultado de mi particular estudio comparative, que es por las’razo- nes expuestas en mi critica, mri,s bella la divina Asun¬ cion de Murillo de esta catedral, que la universal- mente conocida de nombre 6 hecho, en el grandioso museo del Louvre. No estara por demas, el decir que Murillo, du¬ rante su vida de artista, pinto en su genero vaporoso 27 Asunciones diversus, y que con datos fidedignos puedo decir ddnde se hallan. En America hay dos: la de esta catedral de Guadalajara, y otra en poder de la familia Aspinwall, en Nueva York. Este cuadro, en un tiempo pro- piedad del rey de Holanda, fue comprado en 1857 por la familia mencionada. En Europa quedan, pues, 25 cuadros represen- tando el mismo asunto. El Museo Provincial de Sevilla ^ose'e, a rn'iis de la Ftitla i/e la$ Cdn'Mpciories, Guadalajara. 57 otras dos. La catedral de Sevilla, una. Cadiz, una en el templo de San Felipe Neri. Madrid, Museo del Prado, posee cuatro, y un Sr. Ceriola, una. El Museo de Kenshington, Londres, una. Lord Cale¬ don, una. H. Graves y Ca. tienen una que fue pintada para un arzobispo de Lima. El conde North¬ brook, tiene una en Inglaterra; y Lord Overstone, otra. La galena de Sir Richard Wallace, otia; el Sr. Culling Hanbury, otra. El Palacio de Allerton, en Liverpool, contiene una belhsima. En el conda- do de Northampton, otra de un Sr. W. C. Cartw- rigt. Paris, posee dos, como llevo dicho, en el Museo del Louvre. San Petersburgo, nna en el Palacio del Hermitage, perteneciente al Emperador; y el princi- pe Orloff JJaridoff tiene otra. Turin, una en la Pi- nacotea Real; y por fin en Amberes, venimos a trazar la ultima en poder de un particular. No habiendome sido posible averiguar para quien pinto el excelso pintor sevillano esta tan perfecta como sublime Asuncibn, joya inestimable en valor y sentimiento de esta, catedral, debo inferir que, ha- biendo sido regalo al templo de la Soledad, de Gua¬ dalajara, por uno de los monarcas espaholes, debe haber sido pintado por orden de alguno de ellos, y formado parte de la coleccion suntuosa de las Virge- nes en el afamado Escorial. Mas sea esto como fue- re, no es, a mi juicio, la sacristia de templo ninguno el sitio adecuado para la colocacibn de tan grandiosa tela. Un cuadro altamente representative como lo es este para el sentimiento catolico, asi como para el mundo del arte, merece ser colocado en lugar co¬ mo el regio coro de esta basilica, adondo la esplendi- da luz de esa cupula revelaria al espectador todo lo que es este lienzo, todo lo que vale y todo lo que 9 *"* ) 58 Guadalajara. significa, para honra de nuestra. patria, ser feliz po- seedora de una joya como esta. Yo, quisiera igual- mente que este cuadro tuviera para su mejor conser- vacion un cristal, asf como un mareo de mejor foco que el que en la actualidad tiene; y finalmente, que asi como en la catedral de Amberes, tienen las gran- des telas de Rubens en sus altares una cortina que solo se descorre en ciertos dfas de la semana para poder contemplar las obras religiosas del gran pintor flamenco, asi tambien en esta catedral tuviese la Asuncion la suya, para tan solo descorrerla en dfas determinados, y que, tanto el comim espectador, co¬ mo el viajero inteligente b el amigo del arte, com- prendiesen que es privilegio y dicha singular mirar un cuadro que, cual este, es obra de una divina ins- piracion otorgada al magico pincel de un artista, cu- yas obras seran siempre inmortales para ei mundo del arte, como inmortal lo es su gran espfritu, ese que, a decir del inspirado poeta Velarde: “con la fe “por gufa al cielo fue d buscar los resplandores” que circundan la imagen de la divina Virgen que nos ha pintado. # # • • : • • . : . ' ,• i ‘ V* im -Yo Si el punto objetivo de esta sacristia, es la Asun¬ cion de Murillo, no por eso olvidare pasar sin nota alguna, un lienzo enorine que ocupa toda la testera del muro opuesto. Representa este asunto alaSan- tisfma Trinidad, y es copia de uno de Rafael, con es¬ ta diferencia, que en lugar de los santos fundadores de algunas brdenes religiosas que estan al pie del lienzo original, aparecen aquf en este cuadro de los Guadalajara. 59 antiguos doctores, dos de los modernos, Santo To¬ mas de Aquino y San Bernardo. Es esta teh, obra del pincel notable de un pintor jalisciense ya mencio- nado en estas paginas: D. Felipe Castro. La ento- liacion de esta copia, es de escuela moderna: fondos y tintas aperladas y suaves. El dibujo, demasiado acabado, y el claro -oscuro falto de mas vigor y en- tonacion. La superabundancia de luz en esta sacris- tfa, para la qae ha sido pintada exprofeso esta tela y su asunto, indicarfan magistralmente que a tanta luz, es preciso ma-s sombra y entonacibn mas fuerte. Pero haciendo abstraccion de esta critica, dire que es un hermoso cuadro y en todo digno de esta sacris- tia. La cajoneria de los suntuosos ornamentos que posee esta Basilica, es un trabajo de ta.lla perfecto y propio al siglo XVIII. Estas amplias comodas cou- tienen los ornamentos, entre los que se cuentan con orgullo unos toledanos de diversos colores, que sir- ven para las grandes festividades deJaiglesia. Hay igualmente algunos modernos, sumamente preciosos, como el azul y un bianco, confeccionados en renom- bradas fabricas de Lyon, en Francia. Pero es pre¬ ciso salir ya de esta tranquila sacristfa y pasar en re¬ vista otras cosas de bastante inheres para el artista y para cl critico. Saliendo de la sacristia, y en el centre de la na¬ ve Sur, se encuentra una amplia capilla dedicada a la Purfsima Un cimborrio le da bastante luz, de- masiada, a mi juicio, para el recogimiento del espiri- tu. Yo, quisiera que liubiera aqui mas sombras, de aquellas que envuelven el arte religioso con su impo- nente manto de misterio y poesfa, como tienen algu- nas de las capillas de nuestra catedral en Mexico y en otras partes. Pero esa blanca y fuerte luz que 60 Guadalajara. deslumbra y destaca todos los objetos, desde el altar hasta la cupula, es, a mi juicio, inconveniente a los efectos esteticos del simbolismo de un arte sagrado, que es tanto m6s atrayente, cuanto m&s oculto pue- da estar a las miradas del devote 6 del expectador. Que esta capilla, es de por si hermosa y elegante, na- die lo negara. Que la escultura de talla de la Vir- gen, en el nicho principal, es una bella obra de Vic- toriano Acuna, muy digna de admirarse, es tambien innegable. Pero ese conj unto de altar bianco festi- •lo romano ), con su ornamentacion de bronce, de esos muros de escayola con sus candelabros de pared, epo- ca Luis XVI, de bronce y dorados a fuego, es de- masiado deslumbrador. Los cuadros, con pinturas alegoricas de las virtudes de la Virgen, todos de un vigoroso colo'rido, y el monumento de bianco marmol de Carrara, dedicado al Illmo. Sr. Espinosa, primer Arzobispo de Guadalajara, todo destaedndose sin su- ficientes sombras, serd tambien deslumbrador, pero a mi juicio, no es de ninguna manera una feliz inspira- cion en el sentido verdadero de la estetica sagrada. La verdad es, que se nota en esta capilla la ausencia completa del arte y la creacion religiosa de los pasa- dos siglos. Todo es aqui moderno; y liace nacer en mi, el recuerdo de esos palacios contempor£neos de los ricos improvisados, en donde se ve la ostentacion de la riqueza, mas nunca el arte puro marcando un si- glo, una creacion perfecta, un sentimiento y un gus¬ to que nacen con el organismo y nunca pueden ser el resultado aislado y la obra del dinero. Moderni- zarlo todo por medio de la ostentacion humana, ar- chivando el pasado con su noble enseiianza, con la ignorante idea de que lo antiguo no sirve para nada, es desgraciadamente, un rasgo caracteristico de nues- Guadalajara. • 61 . tra epoca, que cree arreglarlo todo en fuerza del di- nero.Y, si bien es cierto, que el arte sin el di- nero nada puede alcanzar, tambien es cierto que este solo puede encontrar su inspiration creadora y re- dentora en sus propias creaciones, y jamas en las ar¬ eas de hierro del nuevo rico improvisado. En el semitirculo, en la parte superior del atico del altar, esta un cuadro de la cena, que es una copia del afamado original del Ticiano. En realidad, en- tre los numerosos y sorprendentes lienzos de aquel genio creador de la Escuela Yeneciana, este cuadro de la cena esta considerado como una de las mas ce- lebres obras de su fecundo pincel. Tiene ademas su anecdota interesante, aquella que cuenta Palomi¬ no y que en sustancia es como sigue: Cuando llegb este afamado cuadro de la cena al Escorial, se encon- tro que era demasiado grande para que cupiera en el tablero del refectorio para el que estaba destinado. Felipe II, propuso entonces que se le cortase al ta- mano debido, pero El Mudo , como le llamaban a Juan Fernandez Navarrete, [ # ] intervino hasta donde pu- do, para que no se cometiera semejanfe disparate con el valioso cuadro de su maestro predilecto, ofreciendo copiarlo en el espacio de seis meses, poniendo de apuesta su cabeza si asi no lo verificaba. Mas el Rey vacilo, tomando en cuenta los seis meses; enton¬ ces el discipulo, redoblo sus esfuerzos, diciendo co- piarfa el cuadro en menos tiempo. Por fin, la oferta no fue aceptada, y se cometio la estupenda aberracion de cortar el lienzo en medio de las contorsiones del do¬ lor que ajitaron a El Mudo. Al contemplar en esta capilla, la copia bastante (*) (*) Tambien Ic nombraban El Ticiano Esjmnol , por Io bri- llaute de su colQi’ido, N. i>. 02 1 Guadalajara* regular del insigne Ticiano, recordaba la historia anecdotica, que marca con un sello de mayor interes esta tan inspirada composicion, celebre en los anales del arte religioso, como Lo es la renoinbrada Cena de Leonardo da Vinci. El hecho de encontrarme en esta capilla, aunque fuera con una copia del Ticiano, fese prmcipe de los grandes coloristas,), veni'a a afir- . mar mi opinion tocante a la apreciacion que aqui se tiene por lo bello, y la admiracion por los grandes inaestros. En los entrepanos de los costados del altar de la Virgen, hay cuatro cuadros de brillante colorido y representan a Moises, Aron, Abraham y a Isaac. El resto del decorado en la cupula, las cornizas y de- mas partes de esta capilla, revelan gusto; pero es la excesiva luz blanca y la ausencia del arte antiguo en este sagrado recinto, lo que a mi me disgusta. Qui- siera ver aqui, como en las hermosas naves de la ba¬ silica de Puebla, mas sombras, tendiendo por todos lados su cortinaje magestuoso, y ocultando los obje- jetos del arte y de la inspiracion, entre los misterios de sus pliegues. No son, a mi juicio, las obras de la creacion religiosa, las que se deban presentar con to- da su desnudez ante el espectador y a primera vis¬ ta, en una soberbia catedral como esta. Es el es¬ pectador el que deba buscarlas por todos lados, en el mas recondito lugar, sin noder descifrarlas, hasta que al aproximarse pueda cer^iorarse de su real merito v valor representative. He aqui el encanto misterio- so de templos como San Marcos en Venecia, Santa Gudeia en Bruselas, Nuestra Senora de Paris, y de tantos otros, que estaria por demas inencionar, en donde cl vclo profundo de las sombras, todo lo en- yucIvc y convierte en misterio, liasta, que las ideas Guadalajara. 63 imitativas de la verdad y de la belleza, asumen cl realismo, una vez que habituada la vista, discierne los objetos en medio aquella luz que es propia a toda sombra. A mi paso por las naves, habfa notado en uno que otro de los confesonarios (que son de talla anti- gua), que los confesores portaban un traje morado como de obispo. Me parecfa increible, que a la sa- zon hubiera confesando mas de un Prelado; e inda- gando el significado de ese traje, se me informo que en toda la Pepublica, solo los canonigos de esta ca- tedral, tienen el privilegio concedido por la Santa Sede, de portar traje semejante. El efecto es muy bueno, y concuerda perfectamente bien con la digni- dad propia a los sacerdetes de este Cabildo, que siem- pre se han distinguido por su finura y su saber. To- do el piso de la basilica esta formado con la madera del mezquite, que ha sido traida de la Hacienda del Cabezon, situada cerca de Ameca, y forma un dibu- jo precioso a manera de mosaico, sin que aparezca ningun clavo. Este piso, es un complemento al con- junto artistico y armoniosamente inspirador de este templo hermosi'simo. Las dimensiones de este capi'tulo, me obligan a no seguir pasando en revista otros asuntos de interes artfstico-religioso, en los blancos altares de las na¬ ves y en la otra capilla que hay aquf. Pero dire al¬ go sobre el magm'fico organo recientemente armado en esta basilica y construido en Paris, por la cono- cida casa fabricante de estos instruments: M. Mer- klin yC. d Colocado el espectador en la nave central do este templo, tiene al frente ese inspirador conjunto formado por el altar mayor y el coro. A su espal- 64 Guadalajara. da y sobre la gran puerta principal de entrada se le- vanta revestido de su propia grandeza el nuevo or- gano. Descansa el artistico e imponente instrumento sobre solida fabrica, que revestida de blanca escayo- la con un decorado de oro fino, sencillo y elegante, destaca el armazon de bellos tallados en madera de encino que, entre arcos caprichosos y columnas fan- t&sticas divisorias, encierran los deslumbrantes tubos musicales del organo sagrado. Como bello remate del arco del centro, se desprende en el aire una gran estatua de la Yirgen, con manto y con corona, sos- teniendo con su mano derecha la cruz, signo sublime y siempre inspirador. Como remate a esas colum¬ nas, formadas caprichosamente por los tubos musica¬ les, unos cimborrios, evocacion del arte de Bizancio, decorado por la cruz y el idealismo de los griegos.. I Que conjunto mas bello y mas sencillo que el formado por este organo que, & su perfeccion como instrumento mecanico, reune un gusto artistico in- discutible! Se le mira de lejos, desde el coro 6 la nave central, y se destaca elegante y luminoso como un astro fijo alia en el fondo de las sombrias alturas de las bovedas goticas. Se le acerca uno, y se le ve en toda su magnitud como un Sinai del templo, des¬ de cuyas alturas resuenan voces musicales imponen- tes como el mismo Decalogo que, en medio de re- l&mpagos, truenos y trompetas, fue proclamado al gran Moises en el historico desierto de Sin. Mas para tener una idea del trabajo mecanico de este gran organo, es preciso subir a donde esta colocado y verlo en su parte interior. Invitado para ins- peccionarlo por la persona encargada de armarlo, subf a sus alturas y no tarde en hallarme dentro su complicado, p’ero muy habil mecanismo. 65 Guadalajara. Confieso mi incapacidad para describir cienti'fi- camente este instrument*), el mas notable en su ge- nero en toda nuestra patria. 8lsi es que, me limitare tan solo a hacer uso de las notas que sobre el se me han proporcionado, recomendando para mayor infor¬ me un largo arti'culo descriptivo que publico el aiio pasado El Tiempo. Frente al cuerpo colosal del instrumento, aisla- da del conjunto, se desprende la tribuna del organo adonde esta el teclado con su correspondiente dota- cion de pedales. Este instrumento comprende: 1. ° Teclado grande 6r- gano. 56 notas 13 mixturas. 2. ° Teclado Positivo (expreeivo). 56 “ 8 “ 3. ° Teclado Recitativo expresivo. 56 “ 10 “ 4. ° Teclado de pedales separados. 30 “ 7 “ Total . 38 mixturas. 5. ° Serie de 17 pedales y botones de combinacio- nes y de expresidn. La altura desde el pie de esta tribuna, hasta la corona de la estatua de la Virgen, es la de diez metros. El organista, sentado en esta tribuna con la ca- ra hacia el altar mayor, domina una vista completa de todo el templo, y puede de esta inanera, estar al tanto de todo lo que pasa en el cipres, durante las ceremonias relmiosas alii verificadas. Penetrando dentr o del organo, es cuando se vie- ne a comprender su mecanismo admirable y esa dis- tribucion especial de martillos, cuerdas, tubos acus- 10 66 Guadalajara. ticos mnsicales y fuelles de facil contraccion, espan- sidn y movimiento. Este instrumento, es comparable solo en su dificil mecanismo, con esos cronometros sorprendentes de Bennett, Dent 6 de Lozada, en donde todo esta combinado con c&lculo matematieo y precision increible. No es de admirarse, pues, que este organo, como otros de su clase en las Americas y en Europa, sea un instrumento tan perfecto, que imite liasta el sonido de la voz humana, con la mis- nia facilidad con que imita tambien varios instrumen- tos de delicado sonido, como lo son: la flauta armoni- ca, la de eco, el clarinete y otros. Los antecedentes de la compra y trai'da de este drsfano, tan dDno de la Gran Basilica, son sumamen- te lionrosos para el V. Cabildo, pues vienen a ser una de las consecuencias del movimiento musical re- ligioso, iniciado liace veinte anos en esta Guadalaja¬ ra, por el ilustrado canonigo de esta catedral, Dr. D. Bafael S. Camacho, hoy digno obispo de Queretaro. La compra, fue iniciada iguahnente, por el ya ce- lebre organista de este templo: 3^). Francisco Godi¬ nez, cuando se hallaba en Paris en 1880, haciendo sus estudios de piano. Pero esta iniciativa no tuvo resultado practico, sino hasta nueve ahos despues, cuando el Y. Cabildo comisiond expresamente al di- cho Sr. Godinez, a que fuera a Paris, y mandase construir este organo, y ademas, otro mas pequeho para el coro, que ha sido trai'do tambien de aquella capital. Terminada que fue la construccion de estos dos instrumentos, fueron examinados y recibidos en Europa por una comision de los principales organis- tas, entre los que figuraban los eminentes artistas, Alejandro Guilmant, Teodoro Dubois y Eugenio Gi- gout, profesores del citado organista Godinez. Guadalajara. 67 El organo destinado al coro, es muy bueno y ar- tistico en su aspecto y construccibn. Segiin noticias fidedignas, este instrumento es el unico Electro pnhi- mdtico que hay en las catedrales de la Republica. ( # ) El mismo Sr. Godinez, me ha comunicado por escrito, que Guadalajara, es la unica ciudad del pais, que tie- ne en nueve de sus iglesias, organos con teclados para los pies; siendo de notarse, que en la capital no exis- io ninguno con dicho teclado bien construido. El costo de estos magnificos instrumentos, con gastos de instalacion y otros, asciende & la suma de $60,000. Pero es el caso, que si exceptuamos a Cu- liacan, Sinaloa, ('la que tambien posee un organo construido por los Sres. Merklin y C. 02 de Paris ), no hay una sola basilica despues de esta, que tenga un par de organos como estos, de tan magnifico me- canismo cientifico, de sonidos tan celestiales, y de tan inesperados efectos, que dan alas al sentimiento reli- gioso, y con ellas, elevan el espiritu a esas regiones adonde todo es puro e inspirador. |Que poder el de un organo como este! [Quo' intluencia tan colosal y misteriosa, aquella ejercida por la initsica sagrada! Es la imponente y mages- tuosa voz del organo, junto con los regios can tares en el coro, lo que en los templos catolicos de los Es- dos Unidos y de la Gran Bretana, esta haciendo mas conversiones diarias para el catolicismo. El poder de estos brganos, juato con la mvisica clasica ejecu- tada a la perfeccion en aquellos paises pensadores, despierta el sentimiento, y con este, la conversion de (*) (*) El motor eleclro-pneumdtico de esto organo, posee tpes. luterxas. Las pilas son nnevas on su go novo, y do bastanfce ofocto. Prodiiccse la corriente, por medio do la sosa canstica, que abaca los polos conocidos Jo zinc y eobre. N. B. 68 Guadalajara. muchos a la religion verdadera de Cristo. Este aser- to, tal vez no se comprenda bien en general entre nos- otros; pero se comprendera mas adelante, conformo las gentes de otras partes del pais, vayan teniendo oportunidad de escuchar estos soberbios organos, y sentir por medio de la musica sagrada, el despertar del alma al conocimiento de la fe verdadera. “No es el Protestantismo en Mexico,—me decia en Washington, una celebridad, hoy dia eminente fi- gura del Episcopado catolico en los Estados Uni- dos,—el que por cierto echara rai'ces y dara frutos entre un pueblo como el mexicano, en el que todo es sentimiento y delirio por la musica. El Protestan¬ tismo, sin altares, sin arte, sin ideales, sin simbolis mo y inuchas veces sin mas musica que aquella de los salmos cantados en orfeon por los fieles, es uncul- to muy frio, severo y poco 6 nada inspirador, para la mayoria de sus paisanos. La desnudez de esos tem- plos, y la frialdad de esas ceremonias, jamas podran concordar con los sentimientos de pueblos acostum- brados a encontrar en el arte religicso y la miisica, la fuente perenme de su inspiracion y de sus creen- cias catolico-apostolico-romanasl No ereo, pues, que nos deba preocupar demasiado la propaganda de loshnisioneros protestantes en la catolica Mexico.... y, asi se lo he liecho presente a su Eminencia, el Car- denal Gibbons, cuando alguna vez, scbre este asun- to, charlabamos en Baltimore.” Muy grato es saber, que hombres eminenti- simos como son los citados, tomen tanto interes en cuestiones de vital importancia, y que tan directa- mente afectan a los mexicanos. Por eso me he per- mitido intercalar en estas paginas, la sustancia de aquella interesante conversacion, seguro que sera ha^ Guadalajara. 69 lagadora para muchos, cuando se sepa que el catoli- cismo, y los catolicos de los Estados Unidos, vigilan con fraternal carino y simpatias profundas a los ca- tolicos mexicanos. A1 bajar por la escalera de caracol que del or- gano conduce a la gran nave, recorde aquella conver- sacion tenida en Washington. Seguramente, mi vi- sita al hermoso instrumento, no habia contribuido poco d traerme a la memoria las ideas y opiniones de una lumbrera del catolicismo. • Hasta aqui, mis impresiones del arte externas e internas en esta Gran Basilica, en donde he pasado muchas horas de estudio, de placer y de ensehanza. Mas de dos siglos y medio han transcurrido, desde que se did terniino a esta suntuosa filbrica; y sin em¬ bargo, en vez de decaer, se presenta cada dia mas bella para el arte y par$ el sentimiento religioso. Los templos y las basilicas eregidas por el cato- Jicismo al culto del verdadero Dios, siempre seran grandiosas, pues son: el resultado de la Fe, que es todo el consuelo del creyente, y la Esperanza, que es toda la vida del espiritu. m : »• i • i»'(' » • • . t ( ! . ' Ji '! 1 • I ■ ! i : ’ • i- t * ;■ i 1 ' <{ ■ '• • ;£;‘ ■ : . L'/r,‘ . j \J ■'\ > 500 UifoiJ {».>*. yl*' ij J i • ; i • , .*h* HVU _ ' - ; opjflfc ' * ' > : •>< >1 f i •«i 7 .( '.I ' i- .« : , (y • yf)f \ i ■'■ J- . ■■!> :iiu\ ~ - J /'O M; e .'.' 1 t ’ . '; ■ • i\ fJj'.! ! , - .r.Xj.i.i! >>i! . >\ v O'j i! i*itint MYr. r, ;r, ijj.iV, U> ' , -j ■/;: ;; x l >, -Ui * ' :•> • iil< .1 . • : y ' ;• ‘ -■‘I'ifi'.) ■ • ’ [ • ‘ 1 ■ r . •••..■' I ".',1 V* Oil. ‘ Z'i -K. ) • - ! fi 1 . >0 i ■ J • .! ' [•-/■ ■ > rt Bh< * . ' CAPITULO IV. Una Tarde en San Pedro Tlaquepaque. (Arte del alfarero ) ]H[eRMOSAS tardes.las de Guadalajaral Parece que se establece entre estas y sus lindas mananas, una rivalidad que llamare femenil, un celo propio a dos bellezas que entablan una corapetencia justifica- ■ da,, cuando atnbas se revisten de esos colores esplen- dentes tan propios a natura; de ese conjunto ideal, que se desplega a toda luz en sus celajes y sus nubes, con sus carros de oro y sus leones de plata, atrave- sando ese ancliuroso espacio, adonde el poeta busca la inspiracion y el artista los colores. Yo, no puedo eontemplar una tarde de estas, sin traer a la memo- ria a Guido Reni, el pintor de la aurora, y a los co- loristas venecianos, y & Ruskin, cuando nos dice: “jDios ha empleado ciertos colores en su Creacibn, “como los acompanantes in variables de todo lo que 72 Guadalajara, “es 1116s puro, inocente y precioso!” Con estos pen- samientos, en tarde calurosa, llena de colorido y de belleza, salfa en busca del tranvfa que me debia con- ducir a San Pedro Tlaquepaque, poblacion veranie- ga de los alrededores de Wadil-ad jara. Con la es- tacion de aguas de Junio d Octubre, segun tenemos entendido, emigran las familias de la ciudad, en bus¬ ca de las frescuras del campo y sus placeres sociales; adonde se cambia, por razon natural, la etiqueta y aristocratica tirantez, propia a toda metropoli en la jovial franqueza, que tambien coricuerda con la liber- tad del campo; donde todo es libre, desde el re- bafio hasta la flor silvestre, desde el arroyo cristalino hasta el labrador, la aldeana, el nino, el gran seiior. El campo, es pues, un gran nivelador de las clases sociales, una verdadera repiiblica, cuando el arriero lleva sobre su burro 6 su carreta, la preciosa carga de damas y senoritas de la mas alta gerarquia; 6 cuando se almuerza y se baila en las liuertas del hu- milde campesino, 6 se estrecha la mano del honrado artista en su modesto taller, donde modela en barro, esas obras del arte, que si muclio admiramos, poco 6 nada protejemos, por lo menos, al grado en que, ar¬ te de este genero, se proteje con igual admiracion en otras partes del inundo. Mas en esta ocasion, no buscaba los placeres del campo, iba en busca de los artistas alfareros, de los modeladores en barro, de los fabricantes de la terra¬ cotta :, de esos de quien desde la infancia, liabia oi'do liablar en Mexico, adonde habia admirado sus traba- jos fantasticos, y con cuyas botellas para la conser- vacion de la agua fresca y olorosa, estaba tan fami- liarizado. jCon que carino lie visto mas de una vez esa botella, al regreso del colegdo, cuando la buscaba 73 Guadalajara. con anhelo para apagar la sed! Perdonadme lector, si en el curso de estas “Vagancias y Recukrdos,” aparezco en sus paginas, con mi insignifieante perso- nalidad, diciendo lo que he sentido y he hecho. ^Pe- ro aeaso al hablar de mi mismo, en muchos casos. no repito la historia y la experiencia de otros? jNo es la vida un espejo, adonde todos nos reproducimos? ^No es acaso la vetusta historia, la que con mas fre- cuencia se repite en todo el mundo entero? Ha dicho, y dijo bien, cuando as! se expreso una elegante escritora americana, hablando de Guadala¬ jara: “Fue grande la sorpresa de encontnarme con “una ciudad, que hasta recientes fechas, habla esta- “do tan enteramente aislada del mundo, gozando del “lujo de la luz electrica y de las comodidades de unas “buenas tranvlas.” Efectivamente, son comodas y buenas las tranvlas. En compahia de unos amigos, tomamos una de las que cada veinte minutos, parte de la esquina al S. E; de la Plaza de Armas, para ir d la pintoresca villa de San Pedro, sita d cinco kilo- metros al Oriente de la ciudad. Partiamos con rigurosa exactitud, la tranvla ti- rada con regular violencia por dos grandes mulas, una tras otra. El wagon iba lleno de gente, en bus- ca de la brisa y las frescuras del campo, en tarde tan caluroso como esta. Como era natural, estudiaba los tipos y los modales de la gente. En cuanto a lo pri- mero, ^estara por demas decir que habla mujeres be- llas? |No es por ventura, la Tapatia en lo general, 11 74 Guadalajara. tipo de gracia y de gentil belleza en esta tierra, An- dalucfa de Mexico? Sin embargo, haciendo un es- tudio comparative entre la andaluza y la Tapatia, creo no equivocarme en mis apreciaciones, cuando jnzgo a la primera, menos reposada en lo general que a la segunda; por mucho que ambas sean perfecta- mente encantadoras, la mujer andaluza, es, si se quie- re, mas demostrativa, con menos restricciones socia- les y mayor libertad en sus acciones, en una palabra: mas emancipada por efecto de clima, costumbres y usanzas espanolas. Ahora, en cuanto a modales, jno es acaso notorio en todas partes, que los habitantes de esta tierra se distinguen por su finura, cortesia y refinamiento social? En cainino a San Pedro, habia subido al carro una senora muy jrespetable y distinguida, que acom- pafiada de una joven de tez morena y de simpatica presenc.ia, se le haefa lugar para sentarse entre los pasajeros. Era esta dama, persona bien eonocida en esta sociedad: la celebre poetisa jalisciense, D. 03 Es¬ ther Tapia de Castellanos, la sentida cantora de lo bello, del hogar y del trabajo de la mujer emancipa¬ da, cuando en tan bell’as estrofas } 7 a lo ha dicho: Levantemonos, pues, llego } T a el dia De ocupar nuestro puesto con firmeza; Sere para buscarlo vuestro gufa; ^Quereis saber cual es y donde se halla? Lo mira en el ho^ar el alma mfa! Ahf estil la mujer en su grandeza! Ahi esta su mision, misidn bendida! A que sepa cumplirla Preciso es enseharla; Y para resistir las tempestades Preciso es protejerla y educarla. Guadalajara. 75 Trabajad con valor, nobles mujeres! Haced que vuestra mente Bafie la luz divina de la ciencia; Cultivad vuestra clara inteligencia, Trabajad con anhelo; Pero sin olvidar ni un solo instante Que la luz natural viene del cielo, * * * La Sra. Esther Tapia de Castellanos, es una fi- gura deraasiado prominente en las letras jaliscienses, aiin mas, en la literatura del pai's; asi es que, estaria por demas hacer aqui su apologia; pero haciendo un viaje juntos accidental mente en la tranvfa, no es mas que natural, haga yo mencidn de ella, y extracte, co- mo lo he hecho, esos dos bellos y sentidos trozos de su magnifica “Oda al Trabajo.” La tranvia, sin obstaculo ninguno, avenzaba en la carrera. Sah'amos de la ciudad, y pas^bamos por la garita de San Pedro, con su vetusta portada eom- puesta de tres arcos, para encontrarnos en una larga calzada, en algo semejante a la de La Piedad, en Me¬ xico. Grandes y copados fresnos, y otro arbolado dando sombra al camino, por desgracia, polvoso, co- mo todas nuestras vfas de comunicacion! Este ca¬ mino, me decia una bella companera de viaje, es es- pectaculo digno de verse, cuando comienza la tempo- rada veraniega. Por aqui todo el mundo viene en carretas 6 en burros, todo es alegria, flores, music a y expansion. En una estacidn, que a la sazon pa- 76 Guadalajara. sabamos, con un largo portal y su glorieta, se detie- nen los alegres excursionistas de los burros y las ca- rretas, y al son de la musica de cuerda, se lanzan al bade los hijos de Terpsfcore! Entonces, esta poeti- ca porcibn del valle de Atemajac, pierde su silencio campestre, y los aires resuenan con los cantos de la alegrfa y las voces del placer, junto con los acordes de bandolones y guitarras. Si; mucho de la Tosca¬ na, y no poco de Andaluci'a, tiene por todos lados esta hermosa Guadalajara! Habfamos llegado al termino delajornada, y por lo tanto, estabamos en plena villa de San Pedro, tranquila y solitaria, como todas nuestras poblacio- nes de campo, lo estan a ciertas horas del di'a 6 la tarde. No se hasta que punto se pueda comparar este lugar con Mixcoac, menos fertil tal vez que el primero, pero semejante en sus calles, casas de cam¬ po, y aiin algo en su topografia y general distribu- cion de templos, plazas y jardines. Sea como fuere, el arte del alfarero me liabia traido aqui como pun¬ to objetivo, y de este me voy a ocupar ahora de pre- ferencia a lo demas. Apenas si en la vieja Historia del arte y sus ori'genes, se encuentra cosa mas antigua, que el arte de modelar en barro. Se lialla entre los judios, que la practicaron como una lionrosa ocupacion, simbbli- ca d tal grado, que la creian como un poder de Dios tracinitido al hombre sobre el barro. Pero en Egip- to y en la Asiria, es donde encontramos las fuentes creadoras del alfarero,; de alii la estatuaria, de allf el ornato, de alii los utensilios domesticos, de allf la in- fluencia ejercida por la civilizacion de Asiria sobre los griegos, y de estos a los de Etruaria, como tam- bien sobre los romanos. Los descubrimientos de 77 Guadalajara. Place, efectuados en 1860 , en el Palacio de Khorsa- bad, sacaron a luz tinajas y vasijas de arcilla, seme- jantes d las quo en Espana introdujeron los drabes para la conservacion del vino y del aceite, v muy pa- recidas a las que aqui se fabrican para conservar el agua fresca. Cuenta tambien la historia, que el to- nel de Diogenes era de barro. Pero es en Grecia y en Italia, en donde se han encontrado los mas precio- sos productos de esta antigua industria. Si el clasi- cismo helenico perfec-ciono la forma, el espfritu artfs- tico do los hijos de la Etruaria, junto con la inventiva, elevo los productos del barro y de la terra-cotta a verdaderasobras del arte. Pica es Italia en arcillas, como lo es en marmoles, y tiene, como es notorio, un gran mercado para sus productos y sus obras de arte en terra-cotta, cuya reputacion es universal, y con la que alcanza precios muy grandes en varias partes del mundo. Yo, quisiera que en mi mano estuviese poder investigar el origen de este arte, de esta industria entre nosotros. Su similitud en infinitos casos, por ejemplo, en los que se relacionan con sus utensilios domesticos,«con aquellos que fabricaron los egipcios, liana afirmar mas mi creencia, de que nuestra civili- zacion indi'gena es de origen egipcio, y no una civili- zacion aislada, nacida por instinto natural del hom- bre, sin mds modelos que los de la natural eza salvaje, sin mas fuentes inspiradoras, que las reconditas del genio 6 del ingenio humano. Desgraciadamente, se- guimosen la actualidad, como en los siglos transcurri- dos,en la mas completa duda sobre el origen y proce- dencia de nuestras razas pobladoras, y en cuanto d su arte industrial, solo podemos hacer comparacion en¬ tre esta y la de Egipto, el Asia, 6 la India Oriental, 78 Guadalajara. mas sin pocler afirmar nada, y solo sospechar por su similitud, que de aquellos paises, fue importada a la America, por las tribus errantes, que como las de los Toltecas, atravesaron por tan bella porcion de nues- tra patria, dejando las huellas de una civilizacion tan avanzada, como sorprendente lo es para nosotros. Las indigenas »razas pobladoras de Jalisco, se ban distinguido mas por su valor heroieo, que por su arte civilizador. No es, a mi juicio, pues, en estas comarcas, el arte del alfarero oriundo de estas regio- nes, tan ricas en arcillas plasticas, como lo pueden ser en el caolin, para el arte encantador y util de la ceramica. Es otra civilizacion mas avanzada que la de los guerreros chicliimecas y de los patrioticos to- aaltecas, la que lia venido aqui a mejorar la alfare- ria. Es la de los aztecas. y aun mas, la de los tlax- caltecas, que a la llegaaa de los conquistadores al Anahuac, habian alcanzado progresos tales, como model adores y artistas en el barro, que sus trabajos f'ueron considerados iguales a los mejores que en aquel entonces se hacfan en Europa. Con la con- quista de Nuno Beltran de Guzman, deben haber venido a estos lugares artistas de Tlascala, modela- dores en el barro, pues es logico suponer, que en un ejercito, cual el de este conquistador, compuesto en parte de 10,000 tlaxcaltecas, habia entre ellos muclios aventajados alfareros, cuya industria, como llevo ya dicho, competia con la de su ramo en la vieja Euro¬ pa. Despues de la conquista, como consecuencia na¬ tural, el arte del alfarero en Guadalajara, tenia que inspirarse en una nueva fuente, quiero decir: en el arte arabc importado de Espana, por los andaluces pobladorcs de la Nueva Galicia. Por eso los indige- nas, coa don especial, imitative e inerente a su raza, 79 Guadalajara. comenzaron a fabricar los azulejos que mas tarde se emplearon para dar colorido y belleza a los cimbo- rrios y a las torres del templo cristiano, a las facha- das, a los frisos y aun iiasta a los braeeros de las ca- sas. Por eso, embellecieron sus jarrones y otros objetos con arabescos y dorados, con calados y figu- ras, reincarnation singularisima del espi'ritu artistico de la civilization morisca, en los humildes alfareros de San Pedro Tlaquepaque y otras partes del Estado de Jalisco. Con la conquista espanola, no vino feliz- mente, el exterminio completo de las razas indi'ge- nas, pues esto no solo hubiera sido la barbarie, sino la crueldad mas refinada. * Las metamorfosis propias a la amalgama de razas y d la propagation de auevas costumbres, mezcladas' a las antiguas de los indios, vinieron a crear nuevas exigencias, Iiasta en la ma- nera de vestir del espanol como del criollo. De alii nacio, digdmoslo asi, el ranchero y la cl ana, el som¬ brero jarano y la calzonera, la enagua de castor con lentejuela* el rebozo y el zapato de raso azul. En una palabra: el traje que desde su aparicion, le liemos llamado nacional! El modelador en arcilla plastica, ha encontrado en los tipos de raza cruzada y en sus trajes, asi como en las costumbres de los indios, un modelo inagotable en que inspirarse, para sus esta- tuitas y figuras, que siempre ban evocado la admira- cion de naturales y de extranjeros, por el espacio de infinitos ahos, desde los primeros albores de este ar¬ te, en su segunda epoca, Iiasta el presente dfa. Con todos estos antecedentes, con toda esa his- toria interesante, propia a un arte y a una industria, cuyos origenes se encuentran en Egipto y Asiria, en- tre los hcbreos v los g;riecros, misteriosamente oculto entre las razas del Andhuac, no es poco el interes 80 Guadalajara, que se despierta, cuando se viene a este San Pedro, en busca de la bien reputada alfarerfa de Salvador Ruiz Velasco. Asi es que, despues de dar un paseo por los portaies del parian, y comenzar a ver alii ah gunas muestras muy bonitas de trabajos en barro, y cruzar por el jardfn del centro y sus vastas arcadas, solitarias eomo el claustro de un convento sin raon- jes y sin vida, llegamos a una modesfca casa, frente al parian, habitacion.y taller almacen del menciona- do alfarero, tan modesto, como inteligente en su arte. Ya en Mexico, habfa visto varios trabajos de su ma- no; habfa admirado en ellos, la expresion sorpren- dente en las figuras, el trat^miento bien comprendido del ropaje, la apostura natural en todas ellas, y la anatom fa de la figura liumana, en lo general bien es- tudiada, como lo prueba su crucifijo en terra-cotta , copiado de una estampa del afamado calvario de Guido Re nil —jHa estudiado anatomfa? preguntaba el ar- tista. • —No, sehor; tan solo un poco de dibujo, alia de muchacho cuando estaba en la escuela Esta es la historia de muchos modeladores en barro; no saben anatomfa, pero sf saben copiarla, por medio de su viveza, de la observacion y del instinto organico que impele al hombre a imitarlo todo. Aquf viene bien recordar aquellas frases de Miguel Angel, cuando dijo: “No tiene el ultimo de los escultores algun concepto que no lo circunscriba el marmol.” Asf pasa con estos alfareros tan luibiles, que bien puede decirse de ellos: que nada conciben que no lo circunscriba el barro! La escritora americana, Cora Hayward Craw¬ ford, en su libro sobre “La tierra de los Moctezu- 81 Guadalajara. mas,” publicado en Nueva York en 1889 , al hablar de los alfareros de este San Pedro Tlaquepaque, dice Io que a continuacion traduzco, cuando tanta justicia les hace & estos artistas tan modestos: “Hay en Guadalajara dos cosas que son espe- “cialidades de los indi'genas, trabajadas a un alto “grado de perfeccion: el exquisito encaje liecho como “si estu viera dibujado, y que es una maravilla de un “arte delicado, y la alfareria que comprende el tra- “bajo de estatuitas, jarrones, imagenes de barro, or- “#atos y utensilios de todas clases que imaginnrse “pueda, y que le han dado a esta ciudad tan mereci- “da fama. Se asegura, que todo hombre, mujer d “nirio en Guadalajara, es artista de nacimiento. jOja- “la y algunos de esos de nuestros americanos, discolos “alfareros, pudieran venir aquf y nacieran de nuevo!” “La villa de San Pedro, en los subuibios, y a la “que se llega por la tranvfa de la ciudad, es el cuar- “tel general de la industria del alfarero, que ejerce “principalmente, en su pobre jacal el peon, y adonde “modela, cuece y decora sus artefactos. Aquf, asi “como en la Plaza de Toros, y en muchos estableci- “mientos en la ciudad, se pueden encontrar, de ven- “ta, carretadas de estos artefactos, de todos tamanos “y de diversas clases, desde tacitas de juguete, hasta “jarrones para fibres, de tres pies de altura. Aquf, “tambien, se fabrican bustos y estatuitas que repre- ‘‘sentan a todos los hombres notables del pais, pasa- ‘‘dos y presentes, y figuras de barro, que copian con “fidelidad a los nativos en las diveras escalas de la “vida. Ya bien sea de una fotografi'a, 6 con ligero “estudio de la fisonomia propia, estos artistas de na- “cimiento, bien pueden modelar en miniatura un /«<*- “sinlile en poco tiempo, de sus parroquianos. Las n 82 Guadalajara. “jarras para el agua, de un barro abrillantado y es- “maltado de colores, como artisticamente decoradas, “bronceadas y doradas, resaltan entre todo como las “piezas mas liermosas.” Tan grafica he encontrado esta descripcion y es- tas apreciaciones de la escritora americana, que no he podido menos de intercalarla en estas paginas, cuando tantos elogios hace a los artistas jaliscienses. Efectivamente, de todos los objetos descriptos, y machos no mencionados por la escritora extranjem, me encontraba en esta vez, rodeado en la alfareria de Ruiz Velasco. Pero me faltaba investigar lo mas interesante: ver c6mo*se hacen esos trabajostan perfectos. A 1 efecto, me internaba por la casa para salir d un patio. Habfa aqui dos 6 tres indigenas trabajando en una mesa rodeada de mucbachos de diversas edades, que con suma atencion veian mode- lar. Los unos, artistas del presente; los ninos, £$e- guramente artistas del porvenir? Sobre una tabla varias bolas de barro plastico muy suave y de diversos colores, revelando la rique- za que en arcillas tienen estas comarcas. Hasta aqui muy bien; alii estaba la materia prima; pero ^adonde el modelo? ^adonde los acabados instrumen¬ ts para trabajar tantos primores de arte? Enaque- 11 a mesa, y en manos del alfarero, no habia mas que unas imperfectas espiitulas, unos clavillos viejos, un no se que hecho de hueso, en sustancia nada; y sin embargo, con ese nada, se hacen cosas tan bellas, tan singularmente artisticas, que apenas si hay palabras para elogiarlas como ellas lo mereoen! Me acercaba a un indigena para verlo trabajar. Estaba modelando la figura de un comanche. [Que bello estudio del desnudo! Apenas si se encuentra Guadalajara. 83 en lo general en la figura humana formas mas atle- ticas, desarrollo mas perfecto que en el de nuestras tribus de indios salvajes, cuya existencia ndmade en las praderas fronterizas, los hace tan agiles, como en fuertes y musculares los convierte su vida al aire li- bre, sus faenas y sus luchas. Pero aquf no habia modelo para este alfarero; todo lo estaba haciendo de memoria, todo como el resultado de su ingenio‘ y de su alma de artista. No podia menos de traer d la memoria, en estos momentos, la invencion de la escub tura, debida al romantico amor de Dibutades, hija de uncelebre alfarero de Sicyon. Pero, si la hija del no table modelador, habfa proporcionado al padre la efi- gie y la cabeza de su amado dibujada en el muro con carboncillo, y de esta sacaba el molde en barro, para cocerlo despues, nuestro humilde alfarero, no tenia en estos momentos modelo alguno que copiar, ni si* quiera en el muro de adobe que circundaba el pa¬ tio. Deseoso de otorgar todos mis placemes y ala- banzas al indfgena artista, me encontre con que era sordo-mudo, y en fuerza de ademanes, por fin, me comprendio, mostrando su gratitud con sehas y son- risas. jPobre hombre! La naturaleza lo nego el habia y el ofdo; pero en cambio le dio inteligencia, ese don preciosfsimo con que se eleva el hombre, y se forma la civilizacion. Muy complacido estaba con mi visita al taller- almacen del Sr. Ruiz Velasco, donde hay tanto quo admirar, y cuyos trabajos no solo han alcanzado pre- mios en la Exposicidn de Guadalajara de 1888 , sino en el gran Certamen Internacional de Paris de 1890 , en donde obtuvo dos medallas de bronce. Al partir dela alfarerfa, el dueho de ella ponfa en mis manos pi crucifijo que taqto habfa admirado por su expre* 84 Guadalajara. H<>n, proporviones y notable comprension anatomi- rado, b.illaban centenares de velas, cu} r a luz se mezolaba ii porfi'a, con la morada luz crepuscul »r que al penetrar por las alturas del cimborrio y ventanas, banaba todo aquel poetico recinto. En medio de aquella luz, cual nitidas palomas, se destacaban infi- nitas criaturas de trajes blancos y vaporosos velos, angeles 6 pequefias beldades que, con inocente y amo¬ roso anhelo, habi'an venido a depositar las tloros do 85 Guadalajara. su infantil amor sobre el altar! jCuanto respeto, cuanto recojimiento, euanto aseo se echaba de ver en este lugar! Peru apenas si comenzaba a tomar mis apuntes en el libro de la memoria, cuando era tiempo de partir. Saliamos de la iglesia parroquial, romo quien sale de ver un cosmorama con muchas y diversas impresiones, donde el colorido se confunde con la escena, y la escena con lo real y lo imagi- nario. El silencio arrobador de la tarde y la villa, se sentfa tan sdlo interrumpido en estos instantes, cuan¬ do al salir del templo nos perseguian los acordes del brgmo ent man lo una plegaria, cuyos ecos se perdian en el valle. Cerca de la parroauia esta otro templo, aquel llamado ‘‘El Santuario.” Su belleza arquitec- tonica, einbargaba desde luego mi atencion. Dos grandes torres y una hermosa cupula; lo suficiente para hacerme detener el paso. No habia que pre¬ gun tar quien era el arquitecto de esa cupula y de esa elegante linternilla, pues ya se adivinaba que era Gomez Ibarra. Lo que si sorprendia, era ver tan esplendido templo en poblacidn tan reducida como esta. Entre a ese templo tan solo unos momentos; asi es que, mal le puedo de3cribir; pero el conjunto de altares, capillas elegantes, coro, pulpito y algunos cuadros, me dieron la impresidn de que hay aquibas- t ate qu ' a loiirnr. El sacristan, que a la sazon te- j.ia algo quehacer en el santuario, to mo mucho inte- res porque viera yo algo; pero las sombras de la nave eran muy fuertes, y apenas si entre la luz violada dis- tinguia las facciones y el colorido de una virgen pin- tada al <51eo, cuya composicidn me parocid tan buena, (no obstante la falta de la luz), que he quedado en YQlver a este santuario, para buscar con ayuda de 86 Guadalajara. una escalera, la firma del pintor aqui ignorada. £ Se¬ ra su autor Murillo? jNada de raro fuera, cuando este insigne sevillano, pinto bastante, que vino a dar a Mexico, como tambien al Peru! ^Serd, de Andrea del Sarto, de Sebastian del Piombo 6 de Francisco Rizi? iQuien sabe! pues de todos estns artistas pa- rece revelar algo en su composicion, como en su co- lorido. Con tan especiales tentaciones e inesperadassor- presas, me parecfa imposible llegar a la mentada al- farerfa de Pantaleon Panduro. Por fin, llamaba- mos a su puerta, para saber que habia salido; pero su esposa, que habia venido al zagud-n, nos hizo en- trar al taller para mostrarnos algunas figuras y obje- tos del celebre modelador y fisonomista de esta villa. Cuando se toma en consideracion, que este alfarero tan notable, no ha recibido educacion ninguna en su arte, se queda uno aim mas maravillado ante sus pro- ducciones, pues en ellas se encuentra la observacidn y el conocimiento de ciertas reglas muy precisas, que forman, digamoslo asf, al verdadero artista y al co- rrecto modelador, y de este al escultor. Pero, en este indigena, como en casi'todos los de su oficio en S. Pe¬ dro, no hay educacion tecnica, no hay conocimientos de anatonha externa, no hay lecciones de estetica, sino aquellas libremente impartidas por la naturaleza, no hay sino es nociones de dibujo, como pasa con Ruiz Velasco, y, sin ambargo, estos alfareros son ar¬ tistas, y nos producen las mas belUs obras con la simple arcilla plastica, con la misma facilidad y des- treza con la que Miguel Angel, produjo su estatua de nieve ante la atonita mirada de Pietro de Medici! Pasaron por mis manos, tantos y tan diversos objetos, obra de este alfarero, que empresa de rorna^ (Guadalajara. 8 7 ttos, serfa decir a cual de ellos debiera dar suprema- cfa. Estatuitas de toreros espafioles, bien conocidos en el pais; tipos variados de indfgenas en sus multi¬ ples actitudes y faenas; bustos de admirable parecido de hombres notables contemporaneos; rurales & caba- llo lazando 6 colean do, y por fin, toda la historia de un borracho de levita y sombrero de copa, con la fi- gura en tan diversas posturas, que ya en la ultima, ha cafdo por tierra, aplastando el sombrero y maltra- tando la ropa! Admirable composicfon, que pide mu- clio estudioy destreza en el modelafdo y la expresion, que estan aqui, perfectos, como en una de tantas de esas inspiraciones humorfsticas del celebre terracottis - ta Focardi. Se acercaba la noclie, y habfa que ir en busca de la tranvia y regresar a la ciudad, llevandome el re- cuerdo plancentero, de como se habfa pasado una tar- de entre los artistas alfareros de este San Pedro Tla- quepaque. CAPITULO V. HISTDRIA DEL HDSPICID, * HORAS SENTIMENTALES EN EL DE GUADALAJARA. d/UANDO el viandante detiene sus pasos por el costado Norte de la belh'sima y aromatica Plaza de Armas de esta Metrbpoli, se presenta a su vista una calle recta que comprende ocho cuadras. Alla en el fondo de esta avenida, con su arbolado y variado ca- seri'o, se destaca al Oriente de la ciudad, uno de los edificios mds gigantescos que posee. El renombrado “Hospicio;” una de tantas, de esas construcciones, orgullo de la ciudad y adrairacion de todo viajero inteligente. Los que conocen el cldsico portico del Sagrario, los que han visto y estudiado su cupula grandiosa, mal pueden preguntar: ^quien es el arqui- tecto de la del Hospicio? jHela alii con sus lrneas y proporciones belHsimas, con el templo y su gracio- 13 90 Guadalajara. so portico, revelando en todo su conjunto el pensa- raiento y la obra de Manuel Gomez Ibarra! Pero, ya he dicho en estas paginas: “que apenas si hay un punto de vista en esta capital, desde donde no se ad¬ mire de eerca 6 de lejos alguna obra arquitectbnica en la que su ingenio no haya desplegado, en alas del mds riguroso clasicismo, las verdades y las magnifi- cencias de su arte.” Tambien he dicho que el nom- bre de este arquitecto, corno el de Miguel Angel en Roma y en Plorencia, se encuentra enlazado con to- das las obras monumentales de esta Guadalajara. Hoy, que por un punto de vista, contemplo por^el Orietite, su bellfsima obra, la cupula del Hospicio, d mi derecha el sin par Sagrario, un poco mds alld las singulares torres de la faustosa Catedral; tras estas, la afiligranada cupula del Palacio Arquiepiscopal, y por otro lado, el blanco-azul cimborrio de azulejos del templo de San Jose, con su torre destacandose y corno avanzando al frente, cual un explorador dela Santa Cruzada en Palestina, no puedo menos de afir- mar lo antes dicho, y repetir que al genio de este ar- quitecto jalisciense, debe Guadalajara mucho de su hermosura arquitectonica, corno d las creaciones del Giotto, de Miguel Angel, de Ghiberti, de Nicolds y Juan de Pisa y otros, debe FJorencia y la Toscana todas sus magnificencias, todas esas grandes concep- ciones que nos sorprenden, nos elevaa y nos educan. Mas de contar tenemos la historia de este cele- bre Hospicio, junto con nuestras impresiones. Ya, desde la plataforma del tranvi'a, que en li'nea recta le conduce a uno a este gran edificio, habi'a venido admirando su aspecto magestuoso, lo mismo que su bella situacion. El primer requisito que hay que llenar para hacer lucir un gran mouumento de la ar- Guadalajara. 01 quitect^^ eg k uscar i e espacio y aislamiento de otros e dif\oios que lo oculten 6 lo circunden, de tal manera, ^ue pierda este su belleza, 6 en algo disminuya su merito 6 magnitud. En pocas partes del raundo, he visto tan bien llenadas estas condiciones como en es- tfca Metropoli; por eso es que todos y cada uno de sus ^edificios lucen tanto; porque todos estan rodeados de plazas 6 de grandes espacios, adonde tan solo ellos son los senores del lugar; el gran panto objetivo, co¬ mo la nave aislada en medio del Oceano, 6 como las pirdmides de Cheops, en la extensa y solitaria llanu- ra del Egiptol Ad penetrar d este edificio por su vasto y her- moso portico, se reviste el espfritu de cierto recoji- miento que llamare mistico, pues cuando se entra ai templo de la caridad sublime, se ha entrado d la man¬ sion del cielo sobre la tierra, d un centro adonde Se ama al projimo como d si mismo , y adonde por consi- guiente, se hace efectivo ese grandioso mandamien- to, emanado de una divina ley. En este Hospicio, erigido en parte desde 1803, gracias a la munificen- cia del gran Obispo Dr. D. Juan Ruiz de Cabanas, se traslucen dos cosas de una magna importancia. Primero: que el fundador ha sido un verdadero apds* tol del cristianismo. Segundo: que este pueblo es un pueblo digno de Dios, y el hombre cuando sostiene y posee establecimientos de caridad tan esplendidos, como lo son este Hospicio y el grandioso Hospit d de Belen, sin rivales en toda la extension do nuestro te- rritorio. No es posible que venga aqui el viajero culto, 6 el hombre dotado de bellos sentimientos, que no se quede atdnito, ante tan nobles instituciones co¬ mo lo son estas dos. Hasta 1810, habia sido cons- trqctor y director de esta obra D. Jose Gutierrez, 92 Guadalajara, otro insigne arquitecto, cuyo nombre llevo ya regis- trado como una celebridad, coadjutor admirable del eminente obispo filantropico Dr. Juan Ruiz de Caba¬ nas. Asi es que, encontramos d este batallador ar¬ quitecto, desde el ano 1827, removiendo el coro de la gran Basilica a su lugar actual; proyectando el Sagrario, y comenzando a construirlo en 1808, y si- guiendo la obra de este Hospicio, hasta que nuestra guerra de independencia traia consigo la suspension de obras magnas, que cual estas, necesitabart ante todo de la paz, esa bendicion de los pueblos, esa fuen- te inagotable para el progreso de las sociedades. Las obras, pues, proyectadas y a las que habfa dado prin- cipio Gutierrez, venian a ser interrumpidas con las luchas de un pueblo que, como un solo pensamiento, una sola fuerza, se levantaba para combatir por sus libertades y por la santa independencial Con el tras- curso del tiempo, tocaba a G6mez Ibarra seguir y terminar la obra de Gutierrez, de quien ha sido tan digno sucesor, tan fiel interprete, que en muchos ca- sos le ha superado con ventaja. No fue sino hasta el ano de 1840, treinta anos despues de la suspension de la obra de este Hospicio, en que bajo el patroci- nato del Sr. Obispo D. Diego Aranda, se continuo hasta terminarla, segiin proyecto reformado por Go¬ mez Ibarra, con especialidad en lo tocante a su igle- sia, cuyo costo ascendio a $12,000, suma bien insig- nificante, para lo que representa este templo, que bajo un punto de vista arquitectonico, es lo mds notable de todo este edificio. En mi visita a este gran plantel, asilo del que nacer acaba, como de aquel que de la vida pasa a otra existencia nueva, fui obsequiado por la estima¬ ble directora, con un cuaderno bien impreso en la th 93 Guadalajara. pografia de este Hospicio, asf como con el interesante piano del edificio todo, que tambien hecho aqui, pro- porciona itnportantes informes y detalles sobre su historia y fundacion, asf como su estado actual. Co¬ mo de buena fuente be sacado algunos datos de este cuaderno, y tambien con el piano me he guiado para abarcar la magnitud de esta tan vasta construccion, que parece mas bien por dentro, ser una se'rie de con- ventos, claustros, o palacios con sus jardines y sus fuentes, su templo para todos, que un solo edificio que qomprende todo esto, y que es asilo bendito para la desvalida niilez, como lo es igualmente para la tris- te y desvalida ancianidad! Relata el pequefto cuaderno mencionado, que deseando el ilustre Obispo de la Didcesis, hacer una Casa de Misericordia para desvalidos, ancianos, huer- fanos y expdsitas, compro en Mayo de 1801 al Sr. Presbi'tero Norena una casa y solar situados a la orilla Oriente de la ciudad. Que en Diciembre de 1804 hizo solicitud al Ayuntamiento para que le ce- diera 6 vendiera un solar contiguo, el cual le fue ce- dido, y con este dio mayor extension al piano que para la construccion habia trazado el afamado arqui- tecto-escultor D. Manuel Tolsa, bajo cuya direccion se dio principio a la obra. Que no pudiendo este ar- quitecto continuarla por estar ausente en Mexico, co;,hratd a! ingeniero de la Academia en la capital, lb Jose Gutierrez, para que viniera a terminarla. Que se ocuparon en su edificacion 300 trabajadores, y que se gastaron $230,864, de los cuales el filantro- po Obispo did de su peculio $145,930 y lo restante fue aplicacion de capitales piadosos, testamentary, donaciones y legados, comunidades religiosas y va- rios curas, 94 Guadalajara. No cabe duda que el ejemplo del grandioso be¬ nefactor Fray Antonio Alcalde, dado a fines del si- glo XVIII, encontro en esta Guadalajara, otro emu- lo en el digno prelado Dr. Ruiz de Cabanas, que desde principiOs del siglo actual comenzo a dar prue- bas de su munificencia y caridad cristiana. Asf es, que, si esta ciudad habia visto en un siglo levantar- se como un coloso del sentimiento mas noble, el de la caridad, ese gran Hospital de Belen, que es orgu- llo de todo un continente, otro siglo, el XIX, repor- tarfa los incalculables beneficios de otra muy noble institucion, como lo es este Hospicio, en su genero, uno de los mejores establecimientos de toda la Ame¬ rica. * * * Hasta aqui algo sobre la “Historia del Hospi¬ cio. Mas ahora con tare cuales han sido mis impre- siones bajo el influjo de unas “Horas Sentimentales” pasadas en el; horas en que el espiritu enteramente dominado por los afectos tiernos, hace olvidar al mundo de las crueldades, de las maldades y de los enganos, y hace tambien que el filosofo exclame en lugares como este: “jBendita caridad, sentimiento sublime que deifica m! hombre cuando x anto le acer- ca d la Dividad! Por eso al penetrar por su bello portico, de columnas estilo Toscono, se siente desde luego, que el espiritu se arroba en una atmosfera tranquila, llena de paz, de sentimientos de ternura y de amor uviversal, sin distincion de razas ni de eda- des ? pueg la bendita caridad cn su cosmopolitismo no Guadalajara. 95 reconoce mas origen que Dios, mas mandatos que los que dicta la conciencia, mas religidn que aquella que descansa en la divina base, en cuyo pedestal se levan- ta la grandiosa figura de la Caridad, cubriendo con su manto & la humanidad doliente! A esa humanidad de la que estn ^ompuesto en su mayor parte el mun- do. Yo no se que recojimiento interno se ex- perimenta en este Hospicio al penetrar en el; pero es un hecho, que el espfritu humano se siente influencia- do , digamoslo asi, por todo lo que le rodea y aparece ante su vista. Del pdrtico se pasa al primer patio; en este, detem'a el paso, con el fin de esperar las orde- - nes de la Directora para poder hacer mi visita. Me encontraba en un sitio encantador en grado superla¬ tive, circundado por anchos corredores de bellos ar- cos y columnas de orden toscano (que es el que pre- domina en casi todo el edificio). En el centro del patio, un precioso jardm esparciendo por doquier el perfume de sus flores. Arriba el cielo azul, abajo la sonadora luz de la tarde adormeciendo las plantas y las fiores, y, luego, juguetona, penetrando por los ar- cos, para despues perderse entre las sombras del mis- terio tendidas por aca y aculla en esos corredores solitaries! [Quien pasaria a creer que este inmenso edificio, albergaba en estos instantes d centenares de gentes de diversas edades y do distintos sexos? Este silencio arrobador encontraba su razon de ser en el orden y la admirable organizacion que en todo reve¬ la este establecimiento. Entre el verde tupido fo- llaje de los arboles del patio, se vislumbra el templo, como arriba de las copas se destaca, con todas sus be- llezas arquitectonicas, la linda cupula y el poetico campanario que corona el pequeno portico de su en- trada. Contemplando este conj unto delicioso forma- 96 Guadalajara , do por la naturaleza, el hombre y el arte, era yo presentado (por un viejo amigo que me acompanaba), a la digna directora de este Hospicio: Srita. Luz He¬ rrera. Parece natural encontrar en la vida la analogia entre la mujery ciertas cosas kumanas, como la ca- ridad, el amor y el noble sentimiento. Pero en mis estudios de la fisonomfa humana, raras veces he ido a dar con una persona que, cual esta estimable se- llorita, revelase a primera vista, ser la persona nacida y educada para el noble y laborioso puesto que hoy ocupa en este asilo colosal de la caridad. ' Como era logico, entramos desde luego en ma¬ teria, tocante al objeto de mi visita al Hospicio, y desde aquel momento se ofrecio bondadosa d, ser mi cicerone, para que lo viera todo con minuciosidad. Per- manecimos largo rato en este patio delicioso. Era natural. [Acaso no temamos enfrente una bella obra de Gbrnez Ibarra que admirar? [No habia alii una cupula en todo digna de figurar entre las notables del mundo, por su hermosura y singular atrevimien- to arquitectbnico, cuando guarda un equilibrio que nunca se ha dado a otra? No creo poder dar mejor idea de lo que es esta cupula, si no es con la descrip- cidn que de ella misma hace su autor, cuando dice: “En el centro del crucero formado por la igle- “sia, es donde se eleva la cupula, que tiene una plan- “ta formada por un cuadrado perfecto de 12 metros “por lado; en sus cuatro angulcs se levantan 8 pilas- “tras que sostienen los cuatro arcos torales sobre los “que descansa la cupula; estas pilastras tienen 12 “metros de elevacibn hasta la cornisa, de la cual rom- “pen los arcos, que son de punto redondo, con un “radio de seis metros; sobre ellos se encuentra el ani- Guadalajara. 97 “llo inferior de la cupula, que tiene 12 metros dedia- “metro; de el rompe una boveda hasta la altura de “4 metros, esto es,” el tercio de ella, donde se corta “horizontalmente para recibir el tambor de la cupula, “que tiene dos ordenes de columnas, uno interior y “otro exterior, separando el uno del otro el espacio “de un metro; tanto el cfrculo interior como el exte¬ rior, tienen 16 columnas que sostienen un cornisa- “mento' sobre el cual se eleva la boveda que cierra “la cupula.” La altura de esta cupula hasta su clave, es la de 34 metros; el diametro de las columnas es de 0.75 y el plomo 6 centro de gravedad de la columnata inte¬ rior, esta: un metro fuera del plomo de los arcos torn- les, jHe aqui el triunfo del arquitecto! Ahora, en cuanto al ornato, estit bien comprendido, pues d su sencillez reune un estilo puro, como lo es el jonico; rodeado por 16 columnas y un balaustrado de piedra que descansa sobre el cornisamento, todo visible a gran distancia y arrojando esas sombras vigorosas, que son para la arquitectura uno de sus mas bellos complementos, cuando estas siempre le dan mages- tad como le puedan dar misterio. jEl misterio! Sf; ese fantasma enteramente envuelto en las sombras de su propio ropaje, mas interesante cuanto mas dificil se hace el descifrarlof Sobre la boveda de esta cu¬ pula, se levanta un pedestal con una estatua que re- presenta la Misericordia, y la que no obstante su ta- mano (5 metros ), se ve relativamente pequefia en su elevado puesto. Es de sentirse que esta'estdtua, tan representativa como tiene que serlo en un edificio de la importancia de este Hospicio, no llene todas las condiciones necesarias; pero es cosa averiguada en- tre nosotros, que a la estatuaria alegbrica no se le 14 * • Guadalajara * da todavia aquella importancia que le dieron los grie- gos y los romanos, cuando en el duro marmol deifi- caron sus mas esclarecidos heroes; aquella importan¬ cia qne en todo el mundo civilizado se le da, cuando la escuitara es el coronat opus, la coronacion de la obra del arquitecto. Quitadle & esta bellisima cupula esta estatua, y le habeis quitado su complernento. Pe- ro quitadle esa desproporcionada obra, para sustituir- la con otra que tenga las proporciones convenientes, y entonces vereis cuan armonioso y grande es el con- junto. Fuera de este defecto, no hay sino elogios que otorgarle al gran Gomez Ibarra, por esta tan bella como atrevida concepcion del arte arauitecto- nico. Aun no arribaba a esta ciudad, ‘Iteina de Oc- cidente,” y ya desde la ventanilla del wagdn del tren habia visto esta cupula que a gran distancia se ele- vaba en los aires, como una obra hermosisima del arte lanzandose al espaciol Cuando se ha visto de cerca y de lejos esta parte del Hospicio, se ha visto, sin duda, lo mas bello que tiene, junto con el portico de entrada; quiero decir, bajo un punto de vista arquitectonico. Yo no se hasta que hora hubiera permanecido en este patio, a no haber sido porque me aguardaban una sehora y un caballero amigo, para continuar viendo este Hospi¬ cio por dentro. Con paso mesurado y espiritu tran- quilo, emprendimos la marcha. Estuvimos en la sa- la, 6 mas bien el salon en donde se recibe a las visi- tas. Vimos alii un retrato al oleo del Grab Corona [ # ] que, a su gran parecido, reune la circunstancia de te- ner un colorido del y un tratamiento que recuerda O Este retrato, bien ejecutado, es obra de mi artiste inte- iigent'ei Frattcisco Sanchez- Guerrero, (N, B.) 99 Guadalajara. la escuela francesa de Bonnat, que hace de sus per- sonajes seres vivientes en la tela. Nuestros retra- tistas, en lo general, son buenos fisonomistas, como lo son tambien nuestros escultores; es por eso sin du- da, que en el retrato al oleo como en el busto, es dpn- de mayores triunfos ha alcanzado el arte moderno en el pais. Presumo que al adornar el salon de este plantel; el retrato del infortunado gobernante de Jalisco, encuentra su razon de ser en el impulso y proteccion que otorgo & la instruccion publica duran¬ te su gobierno, y que realizo entre otras mejoras, la de ver conectada esta Metropoli, por medio do los rieles del Central, con toda la Bepubliea, y aun m£s, hasta con la vecina del Norte. Andabamos por los inmensos corredores cual arabes errantes; penetrabamos aqui y aculla para en- contrarnos unas veces en inmensos salones-dormitorios con magmficas y elevadas techumbres, otras veces en refectorios donde el mantel de hule y el servicio de mesa todo de metal bianco listado de azul, revelaban que todo estaba preparado para una cena pn'xima. Pas^bamos en seguida a departamentos donde en grandes estantes con vidrieras, se vefon muestras no¬ tables de la industria femenil de las educandas. Alii las flores de cera y trapo, alh los bordados, los enca- jes, las medias, los abanicos, los tejidos, en surna, un mare magnum de articulos, cuya manufafitura es pro- pia de la mujer, y que mas tarde le proporciona la subsistencia por medio del honroso trab'vjo y la no¬ ble industria, que la independe del hombre y la ele- va al rango que merece. iQue ha sido en gran par¬ te la mujer entre nosotros, si no la esclava del deber y del hombre? ^No es acaso la educacitfn intelec- tual y la instruction, la queje esta haciendq conquis- 100 Guadalajara. tar su emanciple ion de la esclavitud en que por siglos ha vivido? jL.a educacion y la instruccion, poderosi- simas fuerzas niveladoras de nuestro siglo civilizador f progresista! Los dormitorios y corredores me habfan causa- do impresiones que llamare contrapuestas. La prime- ra impresion es grata, pues es esa que deja en el espf- ritu todo lo que como aqui respira a§eo y orden. Solo eh Holanda y en Inglaterra he visto un aseo que como este raya en lo fabuloso. La segunda impresidn es un tanto desoladora. Enormes muros desprovis- tos de decorado; inmensas galenas con sus mesas y banquillos conventuales; yasos de metal rfgidos como un cartucho del proyectil de la ametralladora, y en fila puestos cpmo soldados en espera de la voz de mando. Catres grandes y pequenos, cuyas nfveas almohadas y blancas sobrecamas como de leche, ba- cen resaltar las negras cabeceras del hierro de las camas. En sustancia, todo reglamentario, todo co- locado en orden estrictamente matematico, pero nada artfstico, nada de aquello que revela la presencia do la juventud en el hogar, nada de aquel desorden en que los ninos dejan el aposento en que han jugado, Y, sin embargo, hogar, bendito hogarl es para mu- chos este soberbio asilo con sus toscanos claustros, sus desnudos muros, su servicio de mesa metdlico y sus silenciosos dormitorios. Visitamos varios departamentos en donde se reu- nen las diversas clases para la ensenanza pbjetiva, primaria y secundaria. Notaba en todos el mismo orden y especial aseo, que revelan mu.char adminis- tracion y prdctico gobierno'. El lavatorio es un de- partamento muy bien arreglado y digno de los mejo- reft de su clase en Europa; el guarda-ropa, regido . jirpu. t op •< ' a -^’0 r* o VO -0 '■'' • * >. lr f» Guadalajara. 101 por numeracidn, comprende inmensos armarios con infinites caj ones y percheros donde se guarda todo con un orden minucioso. Era muy grato ver y estu- diar este conj unto, poderosa palanea para la ilus- tracion de las rnasas desgraciadas, hermosa realidad del pensamiento noble y generoso de un benefactor de este pueblo y fundador esplendido de institu- cion tan noble como es esta. jPlantel que abriga y educa, a la orfandad, que recoge al inocente y tier- no exposito, que ensena a la juventud las artes, y finalmente, que alberga a la vejez y al pauperismo, cuaudo las tempestades de la vida ban inutilizado al bonibre con la pesada cadena de los anos, alijerada un tanto por.la consoladora y santa caridad! Bajo la influencia de multiples y sentimentales impresipnes, llegabamos al segundo patio que ocupa el centro del edificio. Aqui esta el miis grande, fron- doso y aromatico jardm de los veintitres que, en sus respectivos patios, son con justicia orgullo de este Hospicio y de la ciudad entera. Yo quisiera poder des- cribir este patio-jardin encantador, en donde las incontables aves canoras, forman su escoleta por la tarde; donde el murmurllo del agua en la fuente, es poesla y musipa de la naturaleza; donde la luz del sol, penetra a duras penas por el tupido follaje, para metamorfpsearse en verde. luz de todos los matices; y, finab;ie;ite, donde el bonibre, entre la luz y som- bra de la arqueria toscana, sueila despierto con la paz en el alma, viendo ese kaleidoscopio formado todo por el soberbio coloridp de este.sitio encantado Pe- ro ..hay espectaculos eb la naturaleza que parcccn desafiar la descripcion; hay c,osas en la yida, que es , necesario sentirlas para poderlas apreciar en todo su ya)er» Este patio es un pequeno Paraiso para todos 102 Guadalajara. los asilados; uti lugar donde todo concuerda con los espiritus tranquilos, con las almas buenas, como la del benefactor. Parece que la misma naturaleza ha desplegado aqui todos sus lujos y bellezas en concor¬ dance con el caracter y los nobles fines de institu- cion como esta. Ese follaje, esas flores, esos pdjaros cantores, esa luz, ese murmullo musical de la poetica fuente, es todo un poema epico de la naturaleza, que entona sus can tares y se viste de sus galas para hon- rar la memoria del Prelado fundador. Era difi'cil hablar en este sitio, y aun hablando entenderse, pues las aves canoras al declinar del dia, entonaban sus canticos con fuerza tal, que sus notas ensordecian los oi'dos como el ruido del trueno en el espacio. Amen de esta circunstancia musical, ha- bfa que continuar mirando lo restante y seguir ex- perimentando los efectos de nuevas y sentimentales impresiones. Tenfamos muy a la mano el templo que, si por fuera le habi'amos conocido y admirado, no as! por su parte interior. Una Have traida al efecto por la Srita. Directora, abria una granpuerta antigua. Gi- raba esta sobre sus solidos goznes, y haciendo a un lado con la mano una pesada cortina de bay eta que se interpoma entre nosotros y la puerta, penetramos al recinto sagrado. La forma de su planta, es la de una cruz griega; y habiendo entrado aqui por uno de los cuatro brazos que form^n o«tn cruz, ve- m'arnos a encontrarnos desde luego en su centro d parte principal. Ya me esperaba una impresidn muy grata, supuesto que iba d, ver una obra de Gdmez Iba¬ rra. Buscar la unidad, lo bello, lo armonioso, y a la vez dar con ello, es grato para aquel, que cual yo, giempre anda i Wdoeonjuntq Guadalajard. 103 ciolifes del arte y del ingenio arquitectonicos. Habla- mos entrado £t un edificio, que desde luego impresio- naba por sus matematicas proporciones, su solidez y la luz sombria de sus naves; la ausencia de altares en . • sus muros, estaba suplida con ventaja por una esplen- dida idea de bostante exito: cuatro altares en uno. * Altar mayor sobre el que se eleva a gran altura, en forma piramidal, un belh'simo tabernaculo caladoy de estilo gcSfeico tan puro, como todo aquel que pasando del periodo llamado transitorio normando, al decorado gdtico. del siglo XIII, vio la realization del arte cris- tiano mas suntuoso, mas ideal, como tambien lo fue el de mas concordancia con los misterios eternamen- te ocultos de su fe. El punto objetivode esta igle- sia, no se encuentra, pues, en sus naves, sino en su crucero. Alii el altar de los altares, bianco como la espuma y dorado como el soli Su flecha gotica y todo su conjunto, banados por las luces de variantes colores que sobre el arrojan los vidrios de colorantes tonos de la bellisima cupula de Ibarra. Muy bello e inspirador es en realidad este conjunto. Se levan- ta la vista y goza el espectador con ver esa cupula tan sorprendente por su equilibrio, sus proporciones y su hermosura clasica. Aquellas 16 columnas jo- nicas, que pirece que„estan en el aire al rededor del cfrculo; aquel cornisamento sobre el cual se eleva la bbveda con su ornamentacion; aquella luz y sombra que envuelve objetos tan simetricos como la colum- nata y otros, hace que esta sola obra de la cupula, sea de por si un verdadero templo que se levanta en las alturas, como una insp'iracion del genio arquitec- tonico, como una revelacionde la espiritualidad de un culto que en el raundo del arte ha encontrado sus mas grande's int^rpretes, sus rruis maravillosas creaciones. 104 Guadalajara. La forma de laplanta de esta iglesia, como lle- vo dicho, es la de una craz griega. Prolbngase esta por los lados Norte y Sur, y en la parte PoniCnte esta su entrada principal, en cuya nave hay una ca- pilla, frente a la cual habfa esta tarde un grupo de criaturas, que arrodilladas y eon sus manecitas jun¬ tas y los brazos levantados, rezaban el Rosario en alta voz. Conmovedora escena la ' de esos pobres huerfanos, cuyas humildes preces al elevarse hasta cl trono de Dios, encontrarfan sin duda un eco de paz y de ventura, para sus tiernos e inofensivos corazones! Yagaba de puntitas por las doricas nave’s, temeroso de interrumpir esa plegaria de diigeles, y sentfa coil- mocion indecibie en el alma, cuando el eco de esas voces tan tiernas, de esos capulloS de la orfandad, formabaa eco en esas naves sombrfas y solitarias, si bien llenas de simetrfa y proporciones! Entoncbs me explique por que, hasta este momento, aim no habfa visto a los pobres nines por los inmensos corredores y los patios-jardines, 6 en los estudios recibiendo cla- se. Estaban en el templo cumpliendo con sus deberes religiosos; rezando la oracion de la tarde. Volvfamos a salir por la misma puerta que lios habfa dado entrada, quiero decir, la del Oriente;'pe- ro en su nave, detenfa yo el paso : para mirar iih gran retrato al bleo con magnified mafcol Era el del gran Obispo Ruiz de Cabanas. ( # ) No podfa estar dn lu- gar mas adecuado que en el niismb teniplo, para el que tanto habfa contribuido de su peculio, asf como para la fundacibn de este grandidso Hospicio' Este retrato de cuerpo entero, como trabajo artfstico, me ha parecido muy notable. . Como revelacion de una i | 'j. | * ; Ij **■< *t f : * | • • i ' • , T j 1 • • I) ^ I Tt f J i 1j l‘ * -Olf f i 1 I (*) Obra del maguifico pined de un artista Tapatio : I). Fe- lipfe Castro. (N. B.) Guadalajara 105 fisonomi'a bondadosa y llena de benevolencia, hace se trasluzcan los rayos caracteristicos de su alma. En breve se ve eii esa tela al hombre tal cual fue, como en todo este edificio se echa de ver practica- mente su obra. Nos encontrdbamos de nuevo en el soberbio pa¬ tio ya descripto, y las aves canoras, redoblando sus trinos, hacfan casi imposible el que verbalmente tras- mitiera mis impresiones de la iglesia & la sefiorita Directora y al estimable amigo que en esta vez me acompanaba. Habia que irse de este patio encanta- do y seguir la visita. A la mano derecha estaba el sa¬ lon refectorio para las ninas, y a la izquierda otro igual para los ninos. Al Norte y Sur de este edificio, los dormitorios de los asilados, los aposentos donde se dan las clases, los talleres y el asilo de los mendigos, tambien se encuentran por esos lados. Pasdbamos por infinitos patios, unos mds gran- des que otros, pero todos con su jardfn y sus bellos arcos toscanos. En cada corredor de estos habia al- gun departamento que admirar. Ya entrabamos d un salon, donde un gran piano'de cola y otros instru- mentos, revelaban ser el lugar donde se ensenaba la musica con su tecnicismo y todas sus bellezas. Ya atravesabamos por un lugar lleno de pizarrones con signos matematicos y dibujos geometricos, estantes para libros, mesas para escribir y estudiar, esferas terrestres, mapas e instrumentos de fisica, en una palabra, de todo aquello que venfa a ser una revela- cion perfecta de que la educacidn en este Hospicio, esta a la altura de las exigencias de la epoca actual. En verdad que el plan de estudios para la instruc- cion de la juventud aqui es vasto, pues que comprende lo siguiente: Mfisica y cauto. Dibujo lineal y Ha¬ lt* 106 Guadalajara. tura], Teneduri'a de libros. Fotografia, Litogratfa, Telegralia y Matematicas. Idiomas frances e ingles. Hay ademas talleres de pintura, costura, bordados, pasamunerias, flores arfcificiales, tejidos de punto de aguja, hilados y tejidos de algodon, imprenta y en- cuadernacion. Nuestra visita a todos estos departa- mentos, me habia causado mucha admiracion, y las explicaciones dadas con detalles por parte de la inte- ligente y bondadosa Directora, despertaban en mi mayor interes; ese interes que todo amante del pro- greso del pais y su engrandecimiento, es natural que tenga, cuando la. educacioti y la instruccibn for man una parte tan grande en la prosperidad de las nacio- nes. Pur eso este pueblo Tapatio se me liace tan simpatico; porque veo en el amor a la ilustracion, amor a lo bello, como 4 la nnisica v el arte en sus multiples y divinas manifestaciones! Un departamento que esta montadu a la moder na y que es notable por sus homos cientificos, su bateria y su extension, es aquel donde se encuentra la cocina. A1 penetcar aqui, senti ese vivo interes que despierta todo lo grande en la mecanica. El brasero, de antiguo estilo, con sus liornillas, sus azu- lejos, sus aventadores y sus utensilios de barro, es C03a que perfcenece a la historia del pasado en este Hospicio. En su lugar se levanta un coloso de hie- rro, una cocina sistema americano, con sus comparti- mientos, liornillas, chimeneas, tinacos y no se cuanto mas. Cacerolas enormes, tenazas idem, hachas para partir lena, fierros para abrir y cerrar puertas, todo en una escala digna de Vulcano, que bien podia ha- bitar en este lugar, donde todo es grande y de poten- te fuerza como el. Y sin embargo, tal es la perfec- cion de estos enormes aparatos para cocinar, liacer Guadalajara. 107 pan y otras cosas indispensables a la alimentacion humana, que este coloso no exige mayor atencion qae las de una cocinera, una galopina y una despcnse- ra, triunvirato femenil que da abasto para atender debidamente esta cocina americana, donde se elabora la alimentacion diaria de mas de 600 personas! La fabricacibn del pan consume una carga de harina, la equeno sitio, concuerdan perfectamente con el olvi- do al que se han relegado las obras pictoricas que se encuentran aquf, (*) y que comprenden una coleccion de unos 38 cuadros, cuya descripcion y juicio critico (*) Despue 3 de escrito lo anterior se ha cambiado del todo el pequeno oratorio. 134 Guadalajara . sobre ellos seria largo de escribir. Asi, pues, tan solo de paso hare una que otra observacion. De todos estos lienzos solo hay tres que son pro- fanos: unos que representan pasajes de la Historia Romana, y que se dice son de escuela mexicana an- tigua. Los 35 restantes son de escuela sagrada, y representan asuntos deniasiado trillados, como son: los apostoles, la vida de la Virgen, la Magdalena, el Calvario, San Pablo escribiendo, etc,; pero hay ah gunos de entre estos, que tienen bastante merito, y son de buen origen, como los tres que pintados por Lucas Jordan representan escenas de la vida de la Madre de Dios. Encontrarse aqui con una obra de Giordano (6 Jordan como arbitrariamente le han 11a- mado los espanoles ), es una sorpresa tan agradable, como haberse encontrado con esos lienzos de Muri- rillo. Este celebre discipulo de Rivera y de Fran¬ cisco de Cortona, fue muy fecundo con su pincel, tan- to en el ge'nero religioso, cuanto en asuntos profanos y mitoldgicos. Orgullo de la escuela napolitana, pa¬ so a Espaha al llamamiento de Carlos II para quien ejecuto infinitas telas de asuntos sagrados. Es de presumirse, que estos tres cuadros, bellos por su colo- rido y felices por el tratamiento de panos, vinieran d Mexico como donacion de aquel monarca a algun templo 6 convento de esta catdlica metropoli Me extrana si, que en el catdlogo de las obras numero- sas que ejecuto tanto en Napoles, como en Madrid, no figuren estos tres lienzos, que hoy casi relegados al polvo y al olvido, forman parte de la coleccion de obras pictoricas arrinconadas en el oratorio de este viejo plantel. Del pintor mexicano Ibarra, hay aqui tres cua¬ dros sobre la vida de Santo Domingo de Guzmdn, y 135 Guadalajara. un San Pablo escribiendo; todos bastante bien eje- cutados, pero con ese colorido poco vigoroso y de en- tonacidn aperlada, que es caracterfstica a aquel que de hay en fuera fue un pintor concienzudo de nues- tra antigua escuela mexicana. Delos pin bo re 3 TTenrfquez y Villalpando hay aquf muestras de sus obras. Del primero, una Magdale¬ na y 10 cuadros pequenos en lamina de bronce, con diversos asuntos relativos a la pasion de Cristo. Del segundo, un San Geronimo. El pintor Henriquez [cuyos origenes en su arte ignoro totalmente], se pre- sentaba ante mi vista esta mahana por vez primera; y me es grato hacer su apologia como buen colorista de Escuela Veneciana; pero es tan poco correcto en su dibujo, que, si con la coloracion atrae, casi recha- za con sus incorrecciones en el dificil tratamiento del desnudo en la figura humana. Debajo una ventana de este oratorio, estaba con¬ tra el muro alrevesado, un cuadro que al ser removi- do de su sitio por el cortes estudiante, cicerone, y co- locado en buena luz, me revelo desde luego ser la obra de un verdadero pincel maestro. Representa este un bello asunto religioso: el Salvador servido por los angeles. Tela de no rnuy grandes dimensiones es esta, en la que se ha pintado con sumo exito, una composicion que desde luego enagena por su brillan- te colorido, su claro-oscuroy la expresion celestial del conjunto, la cabeza del Salvador, como aquellas que nos pintd Correggio, en las que si verdades humanas se agrega eternamente la revelacion en la mirada y el semblante de lo que es divino. El hombre-Dios asumiendo la carne, pero jamds ocultando su espiritu linico, incomprensible e insondable.—^Quien es el autor de este cuadro? |Ni el .estudiante, ni nadie 136 Guadalajara. lo sabfa! Sin firma, sin fecha vino a dar a esta co- leccion, probablemente sacado de algun convento de esta ciudad. Ante este bello cuadro, me deleite to- do el tiempo que pude, Le colocamos en su lugar con debido respeto. El estudiante, seguramente pen- sando en otras cosas, y sin darse mucho d la pena con todo lo que nos rodeaba, pero yo, francamente preo- cupado y un tanto azas nervioso, coa no saber quien fue el autor de esta composicion que trai'a a mi me- moria el colorido del Ticiano y los ideales de Rubens, interpretados con magico y pjncel en sus creaciones del arte religioso. Abandonamos la ex-capilla oratorio del viejo Se- minario, en donde por mi parte habia pasado un buen rato y de sumo interes para inf. Volvimos hacia la puerta de hierro buseando la salida; mas como que esta, la habia cerrado el joven estudiante al irnos en busca de los celebres cuadros, preciso era de nue- vo abrirla y encontrar la salida. jPero he aquf que volvfad repetirse eFhecho de que esta ahora, mas que nunca, rehusaba abrirse! El incidente era comico en extremo. Sin causa justificada, y por fuerza mayor fjla de la puertalj, el estudiante y yo nos encontrabamos perfectamente presos, teniendo por carcel un pasillo y el paiio soli- tario y silencioso de la capillat Todos nuestros es- fuerzos habi'an sido infructuosos, cuando ('yo casi re- signado a la suerte, seguramente esperanzado en que en alguna hora terminan'a nuestra prision ), pasaba por fuera otro estudiante cuyos esfuerzos por evadir- nos de la situacion, tambien fracasaban al pretender abrirnos esa puerta hechizada. No tenia mas reme- dio que apelar otra vez al concerje. Por fin, llegado este al campo de la luhca, redoblaba todo su ingenio 137 Guadalajara. por abrirnos de nuevo. La vieja chapa volvfa d re¬ sonar como matraca indicando, una y cien vece3 que, lo que a ella concerm'a, la puerta estaba abierta. jMas sin embargo, no era asi! Pues a nuestros em- pujes estaba practicamente cerrada. jEsto si se pasaba de claro-obscuro! Cuando jEureka! Un pequeiio cerrojo en forma de treta apercibido por al- guien se deslizaba al toque de una mano, y entonces si le plugo a la vetusta reja poner termino a tan chus- ca escena, y de nuevo, girando y gimiendo sobre sus enmohecidos goznes, nos concedio esa tan deseada li- bertad, cuanto mas dificil habfa sido conquistarla. * * El-Liceo de Varones, constituido como lo esta al presente, es en todo un plantel de instruccidn pu- blica, no solo digno de este Estado de Jalisco, sino de cualesquier pais civilizado. La enseiianza aquf im- partida, comprende muchos ramos del humano saber, cuyos conocimientos se propagan diariamente d mas de 400 alumnos, de entre los cuales, son en muy cor- to numero los interims, que pagan por cabeza $12 mensuales por asistencia muy completa. Las catedras se abren en Octubre y se verifican los examenes en Julio, despues se sigue el perfodo de vacaciones. Hay en este Liceo jovenes de casi to- dos los Estados; el que me ha acompahado en esta vez, es hijo del de Oaxaca, y a su cortesia y buena inteligencia, debo en gran parte haber pasado una manana deliciosa, cuyos recuerdos siempre me seran gratos, cuando ellos estan tan mtimamente ligados d 19 138 Guadalajara. lo recreativo e instructive) en esta ciudad Reina de Occidente. II Si Guadalajara fuera una de esas ciudades, con poco 6 nada que ensenarle al viajero, salvo su Museo Industrial, con solo 6ste salvarfa su reputacion de capital progresista y civilizada. Ninguna otra capi¬ tal de la Republica mas que esta (que yo sepa a lo menosj, puede vanagloriarse de haber sido la prime- ra. y la unica de dar un paso tan benefico, como ha sido el establecimiento de un centro en edificio ad hoc para el estudio y el eficaz conocimiento de todos los productos y riqueza agricola, minera, industrial y manufacturera de un solo Estado del pais. Ya en mis vagancias matutinas tenia proyecta- do ir en busca de este Museo Industrial, cuando al saberlo su director, el estimable e inteligente Caballe¬ ro JD. Juan Ignacio Matute, se ofrecio bondadoso a llevarme, y como resultado de nuestra visita, tras- cribo aqui gustoso estos mis apuntes e impresiones. En camino al edificio en que estii ubicado este Museo, su director me liable de que este liabi'a tenido origen y nacimiento entre un grupo de personas que forman parte de la Sociedad de Ingenieros de esta ciudad; a la vez me impuso de que estando este en sus principios, no debfa esperar una gran cosa; pero que, en fin, vena yo hasta que punto habfan llegado los esfuerzos colectivos de varios individuos, con el noble proposito de tener aquf un centro de utilidad practica para el conocimiento de las riquezas y los productos del Estado de Jalisco. 139 Guadalajara. En charla amena y agradable, medimos una cor- ta distancia desde el bello Jardi'n de la Universidad hasta llegar al punto deseado. Penetrabamos a uu vasto edificio de construccion muy sdlida y antigua, de arquitectura colonial, lleno de luz que llamare son- rosada, efecto sin duda de la reflectacion del color con que por dentro esta pintada esta casa senorial, en una epoca colegio de Jesuitas. Nuestra visita era esperada; asi pues, la puerta de entrada al salon prin¬ cipal del Museo, en el piso bajo, nos franqueaba el paso sin dificultad ni remora alguna. Estabamos en una inmensa galena, cuyas nu- merosas y amplias ventanas, nos arrojaban un torren- te de luz vivi'sima que destacaba a nuestra vista infi- nitos objetos en armarios muy grandes con sus vidrie- ras de cristal. Recibi'a desde luego tres impresiones favorables. Primera: la que me haci'a el local; se- gunda: la manera con que los objetos estaban clasi- ficados y exhibidos; y tercera: la importancia repre- sentatiya de las manufacturas revelando adelantos que nunca me esperaba. En este sal(5n, y otro que le es contiguo tambien de grandes dimensiones, estan comprendidos todos los productos, toda la riqueza del Estado de Jalisco, el mas grande, mas poblado y el mas rico de toda la , Repdblica. Lo que teniamos delante, venia d, ser una revelacidn trascendental de una naturaleza prodi- ga hasta lo infinito; de lo que contienen esas 6,758 leguas cuadradas ( 101,430 kilometrosj que forman dicho Estado, de lo que producen 6 pueden producir, y finalmente, del trabajo e ingenio del hombre, y de lo que esto implica para su poblacibn de un millon veinte mil habitantes. Entrar en minucioso examen, y describir en de- 140 Guadalajara. talle los diversos productos de la naturaleza, de la industria manufacturer y del -arte, exijiria un im- probo trabajo fuera de mis alcances y tiempo dispo- nible. Asi es que, habre de limitarme d tomar en cuenta tan solo ciertos asuntos de importancia vital. La Agricultura .—Esta es la verdadera fuente de riqueza para este Estado. En realidad, los paises agricolas, son los positivamente ricos. Abel, fue el cuidador de los rebanos; pero Cain el labrador del campo; y los atenienses, aseguran haber sido ellos los primeros que practicaron el arte de sembrar el maiz. Las muestras de cereales en este Museo, son una revelacion prdctica de lo fructifero del suelo ja- .lisciense, en cnya vasta extension se encuentran todos los mas bellos productos de las tres zonas. El Sr. Barcena, nos dice en su importante estudio, que: ‘‘En un examen general puede estimarse que las re- “giones Norte y Noreste del Estado, son las mas “productoras de trigo, y las situadas al Sur, Suroste “y Oeste, lo son de aziicar, maiz y cafe.” Todas las muestras de semillas aqui exhibidas y perfectamente clasificadas, son de sumo interes y afir- man, mas y mas, la idea de la importancia de Jalisco como Estado agricola y productor. Pasaba en revista en los grandes armarios infi- nidad de muestras, y a los claros e inteligentes infor¬ mes impartidos por el Sr. Matute, se seguia como era natural la apreciacidn de todo. Aqui teniamos la prueba evidentisima de la importancia de un museo de este genero, cuando con s6lo lo que tenia a mi vista, era toda una revelacion de los innumerables frutos de las zonas torrida y tomplada, entre los que podiamos contar: el tabaco, cafia de azucar ("con mues¬ tras superiores de esta ya elaboradaj, el cafe, ca- Guadalajara. 141 cao, algodon, arroz, maiz, trigo, cebada y garbanzo. Hilados y Tejidos .—Si el hornbre necesita de la agriculture para poder existir, no menos necesario les son los vestidos para poder defenderse de la in- temperie y convertirse a la vez en ser civilizado. Mo- tivo de sorpresa y de critica ha sido, y es para el extranjero, e) estado de desnudez de una parte consi¬ derable de nuestro pueblo bajo. Felizmente, Gua¬ dalajara, progresista y aseada, queda fuera de los al- cances de esa critica mas 6 menos* justificada. Los productos de las fabricas que estan en las cercanias de esta ciudad, me han sorprendido sobre manera, cuando ellos pueden competir en infinidad de arte- factos con las importaciones extranjeras ^de quienes aparecen ya corno rivales. Si la manta y los casimi- res, los calcetines y las colchas, las frazadas y las toa- llas exhibidas aqui como productos del pais me liu- bieran sido ensehados como manufactura americana del Norte, podia haber creido que asi lo era. No creo se pueda hacer mejor apologia para industrias en nuestra patria, se puede decir nacientes, que esta que hago imparcialmente, motivada por lo que en es¬ ta vez he visto aqui. El Maguey .—Cuando uno recuerda como yo, haber visto esta planta en el extranjero tan suma- mente honrada como lo esta en el Palacio de Cristal en Inglaterra, 6 en los grandiosos jardines de New, de aquel pais, por esencia agricola y horticultor; cuando uno recuerda que a este nuestro maguey se le coloca en lugar preferente en macetones e inver- naderos dignos de ser por hadas liabitados, entonces es cuando cruza por los antros dc la memoria ol ]>en- samiento, de como aquellas naciones tan viejas como sabias de la Europa, le dan valor a las cosas que mu- 142 Guadalajara. chas veces vemos con menos interes y aprecio cienti- fico 6 monetario que aquellas. La historia del ma¬ guey, entre nosotros, es una vieja historia;-la de una de sus in6s importantes producciones, como lo es la del pulque, fuente inagotable de riqueza, esta envuel- ta en una leyenda tradicional, perfectamente oriental en su concepcion, como digna lo es de la poesia y del romance mexicano. A1 sentimentalismo de aquella tradicional historia legendaria de Xochitl, la encan- tadora joven tolteca, supuesta descubridora del pul¬ que, tenemos que agregar la importancia real y cien- tifica del analisis de esta bebida hecho por un sabio qumiico mexicano, D. Leopoldo Rio de la Loza, Teniendo muy presente, que son 30 las diversas clases de maguey que eh la Republica poseemos, y que es notorio que en el Estado de Jalisco, como en los de Guanajuato y Zacatecas, es donde mejor se liace el plantio del agavus azteca, no es de extranarse que en este Museo Industrial, tengamos ya interesanti- simas rnuestras revelando hasta que punto puede este explotarse como artfculo para la industria y para la manufactura. Recuerdo, que liace muchos aiios, un ingles, antiguo residente en nuestro pais, trataba de explotar en Manchester, Inglaterra, la penca del ma¬ guey para la importante fabricacion del papel. Que los aztecas haci'an un papfrus del maguey, por el es- tilo del que por siglos sirvio h los Egipcios para es- cribir sus geroglificos, es cosa averiguada. A la 11 e- gada de Cortes a Mexico, motivo de sorpresa fue para el y los conquistadores, encontrarse con que las grandes damas de la aristocracia indigena, usa- ban unas telas, que su blancura, unfan la circuns- tancia de ser sumamente finas y confeccionadas con los filaraentos del jxtie, ^henequen ) extraulo de las Guadalajara. 143 fibras del agave, convertidas en finlsimos lienzos. Nadie puede ignorar en nuestro pals, que de es- ta planta, que caracteriza nuestro paisaje en muchas partes del territorio nacional, se produce amen del pulque, el mezcal 6 tequila (este ultimo de suma im- portancia comercial para Jalisco ), y el henequen, cu- ya exportacion de algunos anos a esta parte, ha he- clio de la lejana peninsula yucateca, un centro co- mercial y rico con la explotacion de tan importante fibra. Tiene el maguey tambien, ciertas propiedades medicinales y curativas, tan conocidas de las antiguas razas pobladoras, como hasta el presente lo son de las indlgenas, en diversas partes de nuestro vasto te¬ rritorio. El muestrario dedicado en este Museo al agave y su explotacion, es de sumo interes; pues en el vemos hasta quo punto puede la industria y la ma- nufactura, explotar la rica y benefica planta que, co¬ mo llevo dicho, comprende 30 diversas clases. De esta fibra textil, tenemos alfombras del pals de excelente consistencia y durabilidad. Nuestras reatas y cordeles son demasiado conocidas y apre- ciadas para que hagamos aqul su apologia; pero lo que si no creo sea vulgarmente conocido, es la gran aplicacion que a la industria de la cordelerla y cables marinos, se esta haciendo en el extranjero con la fi¬ bra textil del henequen. Es cosa averiguada quelos cables y cuerdas liechas con esta importante fibra, presentan una solidez y resistencia tal, que son hasta impermeables d, las aguas saladas del Oceano. La fabricacion con exito, del papel maguey, es otro ramo de industria importantlsimo, con especialidad entre nosotros, donde ios elementos no siempre ban sido bueflos y ep sqficipnte abundancia como sucede 144 Guadalajara. en Europa y los Estados Unidos, para la manufac- tura de papeles de primera calidad. La consistencia de este papel maguey para el uso del papel moneda, y la fabricacion de billetesMe banco, que necesitan de cierta fuerza unida a la flexibilidad, es de suma im- portancia. La mixtura del hexiequen con la seda, es otra naciente industria muy importante, especialmen- te cuando tanto interns despierta ya entre nosotros el cultivo de la morera, como fuente de riqueza para la explotacidn del gusano de seda. En el segundo salon de este naciente museo, se encuentran infinidad de muestras de ramos de explo- tacion e industria, como per ejemplo: las maderas preciosas que abundan en varias partes del Estado; el fierro con modelos muy buenos de puertas y ban- cos 6 asientos de jardin que no piden favor a nada de lo importado, y otros objetos de utilidad practica y comiin a tan indispensable industria. Los materiales de construccfon son preciosos y ricos en extremo; la variedad de arcillas para la in¬ dustria del alfarero, la manufactura de pisos comun- mente usados y conocidos bajo el nombrede ladrillos de jarro, que a su resistencia y belleza unen un puli- mento especial y un olor grato cuando estos se hu- medecen; el caolin riquisimo para la fabricacion de la porcelana y el arte encantador de la ceramica, que tanto progresa ya aquf, todo esto y mucko mas, sor- prende al visitante y al investigador de la riqueza de Jalisco y de su estado actual como un centro de tra- bajo y productos. El Museo Industrial tiene, pues, una importan- cia grande, y es de esperarse que dfa por di'a se mul- tiplicara en todas sus interesantes secciones. Para los hijos del pals, asf como para el visitante extran- 145 Guadalajara. jero, es un centro de ensenanza objetiva que encierra dos lecciones de un valor indecible. Primero: la de- mostracion practica de toda la riqueza fabulosa del Estado. Segundo: el hecho indiscutible, de que los hijos de este suelo aprecian y conocen todo el inmen- so bien que la naturaleza prddiga les ha otorgado; que, no omiten esfuerzo alguno de su parte, y por medio del honroso trabajo, dan valor d aquello que la misma naturaleza ha puesto en sus manos, como una fuente creadora e inagotable para el desarrollo de la industria, del arte y la manufactura, constitu- yentes eficacfsimos en el progreso de los pueblos. De los dos salones tan imperfectamente descrip* tos por mi, para dar una idea verdadera de su conte- nido, fuimos por el patio a otro departamento donde se estd empezando d'formar en el Museo, la coleccidn ornitologica, geologica y paleontologica. Nadie ig- nora la riqueza que en general en toda la Republica poseemos, en el reino de la fauna, como en el minera- logico. Pues es notorio y reconocido universalmen- te, que los mexicanos son notables artistas desde tiempo inmemorial, en trabajos exquisitos, hechoscon las bellisimas plumas de las no menos esplendidas aves de nuestro pais, Paraiso de eternas primaveras. Es por eso, que en las primeras pdginas de este li- bro, he dicho: “que por doquier tenemos la riqueza, “hasta en los libres pdjaros del aire” Pero en cuanto al profundo estudio de esa im- portante ciencia que tiene por objeto “el conocimien- “to de los restos organicos fosiles, y de las razas de “animales y vegetales que existieron antiguamente “en la superficie del globo,” y que se conoce bajo el nombre cientifico de “paleontologia,” debo decir que, salvo mejores informes, es ciencia que viene ocu- 20 146 (Guadalajara. pande de 50 afios £ esta fecha a hombres cientifieos, como lo son D. Antonio del Castillo, D. Mariano Barcena y el Sr. D. Jose G. Aguilera [ # ] ya nota¬ ble entre otros paleontologistas de nuestro pais. Sor- presa, y no poca, me causaba encontrarme entre esta coleccioo, una parte muy interesante de los fosiles de ; un mastodonte que fue hallado en territorio de este Estado. Lo prehistdrico ocupa un rango muy ele- ( vado en el mundo de la investigacidn cientifica, como el Alpha u origen de las cosas y su fabuloso desen- volmimiento en la civilizacion e historia del mundo y de la raza humana. No puedo dar una prueba mas fehacie.nte de este aserto, en lo que concierne £ la .ciencia paleontologies, que el liecho asombroso de que en este siglo XIX, en que se le ha dado y sigue ,dando a esta ciencia un impulso tan especial, tenga- mos ya agregado al Sistema Natural el conocimiento de eerca de 40,000 especies mas de animates y plan- tff como el resultado de las investigaciones paleon- toldgicas de sabios contempordneos. Los restos fosiles del mastodonte estaban arre- glados en el piso del salon, de tal suerte, que se pu- dieran echar de menos las partes que faltaban para fqrmar el complemento del esqueleto colosal. El Sr. Matute, me ensehaba con singular empeno toda esa osarnenta desenterrada de entre el polvo de los si- glos. Presente en esos momentos otra persona su- mamente inteligente y conocida en Guadalajara, el Si;. S; Se suscitd entre esta y el Sr. Director una j, . ^ K* * / ' * , j ■ f • ^ f I j (*) Este.cel bre cientifico mexicanoj es probablemenfce el niits sabio de todos nuestros paleontologistas, y uno de sus deseu- hritbientos que fue deterrainado por el en 1882, en su estudio del Orqtaoeo dcT.ehuacan, ha sido bonrado en los Estados Unidos en 1887, bajo-el noinbre de «An idler iu.» • 147 Guadalajara. interesante discusidn sobre este colosal maimfero pa- quidermo, tan parecido al elefante por su trompa y largos colmillos; Lamento no poder transmitir en estas paginas, aquel interesante didlogo al que di oi- dos con todo el interes propio al asunto y toda mi ignorancia de profano. • Abandonaba el Museo Industrial (antiguo Co* legio de San Juan), hay centro de la Sociedad de In- genieros y ademas edificio en cuyas sonrosadas altu- ras se encuentra el Observatorio; sali'a yo tan suma- mente complacido como satisfecho del ilustrado reci- bimiento que en el habiaexperimentado. {Benditas vagancias matutinas! A ellas les soy deudor de innumerables impresiones eins- tructivas, tanto mas valiosas, cuanto mas beneficas me ban sido aqui, como en otras partes del mundo, a lo fisico como a lo intelectual. CAPITULO VIII. Yi5.G-iiNCI.KS NCCTNRNKS REFLEXIONES E IMPEESIONES, EN LA PLAZA DE AIIMAS. FRENTE AL QUE FUE PALACIO DE MEDRANO. EN EL TEATRO, DENTRO Y FUERA. f^S la luna, un eterno acreedor del sol en el siste- ma planetario; a este ultimo astro le pide prestada su luz. Aquella, que en un sentido poetico, le llama mos de plata. Esa luz que, en la tierra como en la mar, amolda el espfritu a las emociones de ternura, al romance de la vida, al sueno del sentimiento. So¬ lo las almas enteramente depravadas, permanecen indiferentes, al influjo directo que sobre el espfritu y el pensamiento ejerce esa luna, faro esplendente de la noche que, rompe los velos de las tinieblas, e ilu- mina el humano cerebro, como tambien alumbra la tierra y los mares. Es inexplicable el poder de esta luna sobre los 150 Guadalajara. sentimientos y la imaginacion humana. La mitolo- gi'a egipcia, la deifico al grado de adorarla bajo el nombre de Isis. Nuestros tolteeas, hicieron otro tanto, levantando en su honor, hace ya algunos si. glos, una de esas pirdmides que en las llanuras de Teotihuacdn, son hasta el presente, tanto,para el ar- queologo, como para el historiador, monumentos que encierran en sus antros, la historia del arte y de la civilizacion de pueblos, cuyas creencias y sentimien¬ tos religiosos encuentran sus ori'genes en la India y en el Asia. El egipcio, llamabale d su diosa, Isis; el tolteca, bautizo con el nombre de Meztli Itzacual a la pirdmide de la luna, semiconico monte artificial, peremne templo al aire libre; sin mas ctipula, que la celeste y estrellada bbveda del cielo; sin mds altar, que aquel en el que descansaba sobre su pedestal, la grotesca figura de la diosa de sus creencias idolatras. Pero en el fondo de la conciencia egipcia, como en la del tolteca, la misma idea, el mismo sentimiento: ;la adoracion del astro esplendoroso de la noche! Los asirios y los gnegos tambien la deificaron; y los latinos, le rindieron culto bajo las denominacio- nes de Diana y de Juno Lucina. Mas sobre raza alguna, creo que, el planeta puede haber ejercido tan poderoso influjo sobre la imaginacion, como aquel que, este planeta ejercio sobre los magos de Tesalia, que d decir de la historia, en los encantamientos de estos, al invocar la luna, crei'an hacerla descender so-* bre la tierra! Pensaba en todo lo citado, sentado en un asien- to del delicioso jardi'n de la Plaza de Armas y en noche enpantadora, por su estilo, como lo son aqui, las mahanas con su risuena aurora, 6 las tardes con SU colors cibu viyificante y siempre inspiradora. 151 Guadalajara. Si la mafiana, pues, comienza por sonreiros en esta Guadalajara, y los lindos crepiisculos de la tar- de os envuelven con luz encantadora, ^que de extra- 110 es entonces que al desaparecer de la celeste bbve- da, y el horizonte misterioso esos colores dignos de una paleta del Ticiano, se reemplacen las nubes de violeta y de oro, con Jas de plata, dignas acompanan- tes del astro lunar que, con suenos de poeta, y velos de gasa, envuelve y adormece a esta ciudad de mo- numentos y jardines, de nuisica y de bores'? Es esta Plaza de Armas, el centro mas precioso de toda esta ciudad. Vagar aqui de noche, es vagar con todo un poema en la cabeza, cuyos cantos realis- tas lo forman las bellisimas mujeres que en las no- ches de serenata, concurren a este sitio como un to- rrente de hadas que invaden los jardines. Flores animadas, hermanas del brio y la azucena, de la rosa y de la violeta, del pensamiento y de la trinitaria. Hay aqui, dos costumbres que llaman la aten- ci6n de todo forastero. Primera: las damas y las jovenes en su mayor parte dan vueltas en la Plaza enteramente solas, quiero decir, sin mas compama que la de su sexo bello, y los hombres todos juntos tambien, tomando la direecibn opuesta al rumbo lle- vado por las damas, forman dos bias que se encuen- tran sin entrtdazarse en ningun'punto dado. Ir con¬ tra esa corriente femenil, es el ideal del hombre; ver ese cordon de bores animadas que pasan ante la vista de todos como un kaleidoscopio, es el feliz aliciente para ir al jardin del Zocalo en las noches de retreta. La otra costumbre que llama sobremanera la atencibn, es aquella que tiene el pueblo bajo de no mezclarse con la gente de tono, b la preponderante clase media, que en este lugar tiene el suyo aparte, 152 Guadalajara. y es aquel que entre una fila de naranjos, forma el borde de la gran banqueta del jardi'n. En cuanto a la primera costumbre hay algo que decir en pro y en contra. En pro, dire que es buena en cuanto a lo que pueda concernir a la independen- cia de la rnujer, que a mi juicio, parece estar aun mas emancipada. y libre aqui, que en parte alguna de nues- tra Republica. Se nota en la mujer tapatia, ese aire de independence altiva y senorial que caracteriza d la inglesa y a la americana del Norte. Esbeltas y serias, emancipadas de la duena y las costumbres que, el influjo de una civilizacion y costumbres orientales ejercieron en ella, en tiempos no remotos, cierto do- minio y tirania fuera y dentro del hogar, andan por todas partes muy respetadas, y libres como las aves en los bosques, la montana 6 la pradera. Pero el contra de todo este conjunto digno de nuestro siglo, que tiende d emancipar a la mujer, lo encuentro pal- pitante entre ciertos resabios de nuestra educacion espanola, y de nuestra raza latina en America. Es- tos resabios, son la intolerance por parte-de ciertas familias, en no permitir frecuentemente, el contacto social entre la mujer y el hombre. He aqui por que en esta Guadalajara, como en otras partes del pais, tenemos tan limitado contacto con las del sexo opues- to. Romantico, muy romantico serd para la sonado- rajuventud, amar a una mujer desde su reja en la ventana, 6 el barandal de su balcon. Romdntico se¬ rd verla en este jardin, en noches en que, banada co¬ mo las flores por la plateada luz de la luna, es ani- mada flor, en movimiento rLtmico -con los acordes musicales de inspiiadora danza ejecutada por la banda en el Kiosco. Mas si al romance propio a nuestro sentimental cardcter, y debido tambien a las costum- 153 Guadalajara. bres y al magico poder de un clima que, se aba via con flores y verdores de eterna Primavera, agregasemos algo mds prdctico, para el cange de las ideas y senti- mientos, sin el mutismo propio a los seres que se ven y se aman desde distancias convencionales, yo creo, que habria mayor felicidad en nuestros hogares, y menos desengaiios e infidelidades en la dificil vida conyugal. Yo soy tambien, de los que me atrevo d sostener que, la falta de trato social y la mezcla mds frecuente entre ambos sexos, nos es perjudicial en al¬ to grado. Escribiendo un extranjero sobre esta Plaza de Armas, y despues de opinar que es el parque mds bello de la ciudad, hablando en seguida de la belleza de la mujer, de sus gallardas figuras, de sus facciones cla- sicas, de sus ojos cargados de potencia magnetica, de su donaire y de su andar de reinas, se lamenta de que esta, siga en aquella costumbre primitiva de pasear por la plaza sola y en direccion contraria a la del se- xo feo, el cual tiene de contentarse con las miradas seductoras de esta, al acaso arrojadas al pasar junto de ella. Mas luego agrega: “No cabe duda, que “esta costumbre pronto ya pasara, y en porvenir no “muy lejano, se vera a los jovenes de ambos sexos “paseando del brazo como se usa en otros pai'ses.” Varias noches, en mis vagancias nocturnas, he venido aquf, a filosofar y recoger el pensamiento con las impresiones del dia. jCuanto he gozado en esta plaza-jardm! En diversas ocasiones me habfa pro- puesto otorgar el premio de belleza a la joven mds bella (& mi juicio ), que concurriera a este paseo noc- turno, centro favorito y social de esta ciudad Reina, de todas las demas de nuestro suelo. jVana etnpre- sa! Otorgar aqui un premio de belleza, es tan dis- 154 Guadalajara> paratado, como decir cu&l es la perla mas hermosa' que contiene el Golfo de Cortes en Baja California. La Plaza de Armas, debe juzgarse bajo sus dos aspectos nocturnos. Asi la hejuzgado yo. Prime - ro: cuando a la luz de electricos focos, se ve en ella mucha animacion, a esa hora de las siete d, las nueve de la noche, cuando las hadas aparecen en ella; cuan¬ do los acordes de la musica resuenan por sus ambi- tos, para perderse en los portales adyacentes como fragmentos armoniosos de un conjunto celeste; cuan¬ do las flores naturales despiden sus perfumes para, compartirlos como el liuele de 'noche, que otorga su embriagador aroma con suma esplendidez y nocturna franqueza. Este es muy bello aspecto, como lo es muy atrayente escena. ^Pero'que dird, pues, el ami¬ go de la soledad, el filosofo y el estudiante de la vi- da, con el aspecto opuesto al ya deseripbo en este si- tio? Quiero decir, con ese aspdcto tambien arroba- dor por su estilo, cuando se queda solo en esta Plaza en comunion consigo mismo con las tlores y con todo ese conjunto forma-do por la soberbia catedral, el ve- tusto Palacio del Gobierno y los simpdticos portales, sin mas luz que la luz de las estrellas 6 la luz de la luna entrevelada por las nubes, que en la region de cirrus, luchan por ocultar el gran astro de plata. Vagando por entre los camellones de las flores bellisimas, notaba lo fructifero de este suelo, con cli- ma tan especial para la propagacion de las plantas; entonces coinprendia que en el Jardin Botdnico ( # ) se hay an podido cultivar 74 familias, con 217 espe- O Este jardin esta situado en la hnerta del antiguo con- vento de Santa Maria de Gracia, y tiene de superficie 8,084 metros cuadrados, que contienen dos veneros de agua y nn estanque. Aqui tambien se dan catedras sobre Botinica. Guadalajara. 155 r cies diversas, cuando con poco esmero, y sin mucho trabajo, se ven tan lindas plantas y flores desd^ las pobres casas de los barrios, liasta los grandes pala- cios de la opulencia y la riqueza de esta bella Metro- poli, donde todos detnuestran predileccion por las flo- res. He aquf, el secreto del por que a cada paso, tro- pieza el viandante por rauchos lados con los naranjos, las aromaticas gardenias blancas como la perla, las atmosfericas, las camelias y horterisias tfpicas de es¬ ta Guadalajara y de susjardines publicosy privados. Investigando las causas civilizadoras que han •dado orfgen al desenvolvimiento progresista do csta ' Guadalajara, encontraremos que, si mucho puede de- foerse a la localidad y a las primeras razas espaholas • que inmigraron aquf, despues de la conquista de Nu- ho de Guzman, mucho tambien se debe a que los hi- jos de este suelo, por naturaleza propia, revelan apti¬ tudes singulares para las bellas artes como tambien para las cieneias. Se nota en todo aqui, que hay mu¬ cho amor & lo bello, mucho anhelo por todo lo que viene bajo la forma del progreso. En un Estado co- jno este, donde tanto valor se da a la musica y a las flores, preciso es que haya mucho sentimiento, y don- Iecho, digno de todo un oidor, se veri'a ] uchando con la muerte al padre de aquella Ju- lieta; y, finalmente: que por el puente donde estaba sentado pasaria un soberbio corcel con brida suelta corriendo d todo escape y huyendo con un ginete po- sefdo del terror del liomicida. jPero nada habia por estos barrios que revelase la presencia de lo sobrena- tural y las almas en pena! En aquella vieja casa se* Guadalajara. 165 norial, pintada toda de amarillo, y antiguo albergue de feudal opulencia, reinaba la paz de los sepulcros. Era en vano esperar la aparicion sobre estos sitios, de aquellos que hace tres siglos, habi'an sido los prota- gonistas de una escena sangrienta y verdaderamente trdgica. Imperfectos y legendarios como puedan ser estos pormenores, los transmito a estas pdginas, como un recuerdo de los amantes de Guadalajara, cuya historia romantica es diffcil dejar en el archivo, cuan- do en noche como esta se sienta el vago viajero fren- te al historico edificio y lo contempla desde el solita- rio puente de .Medrano. * * * He dicho ya, que este pueblo, revela en sus construcciones y monumentos arquitectonicos un an- helo por lo grande, la aficion a lo bello, el sneiio por lo ideal. No es la uni'dad, esa esencia del arte, lo que se echa de menos, en los edificios publicos de es¬ ta ciudad. Hay en ellos armom'a, como hay concor- dancia. Todo aquello que, en las ciudades principales, forma el conjunto bello y grande con que se deleita y sorprende al forastero, se encuentra aquf, en una e. < ala que llama la atencion. No es, pues, de extra- naise que el nuevo teatro proyectado desde 1855, bajo el gobierno de D. Santos Degollado (amante de las mejoras y el embellecimiento de la “Ciudad Reina”,), tenga tan magestuoso aspecto y dimensio- nes, que lo convierten en el mds grande de toda la Republica. Bajo sus (Jos aspectos, tiene de juzgarse este 166 Guadalajara, gran Coiiseo por fuera y dentro, En mis vagancias tanto' matutinas, caanto nocturnas, le he contem- plado muchas veces. Hoy, que sobre el escribo, le he dedicado algunas horas. En la mahana estuve aqui por dentro, y asisti d un ensayo de orquesta, de una opera bufa, de esas que a decir de los inteligen- tes, si bien deleitan a las masas del pueblo con rau- sica ligera y pegajosa, son la triste parodia y destruc- cion de la verdadera miisica. De esa musica profun damente cientlfica e inspiradora, como lo son todas las creaciones maravillosas de Wagner. Pero no es la musica, poderoso motor del sentimiento, y agente eternamente civilizador de los pueblos, de que tengo de hablar en esta vez, sino de este edificio cuya re- putacion como monumento arquitectonico, es conoci- do lo bastante para que nadie ignore que esta Gua¬ dalajara, posee-hasta hoy, el mds grande y bello tea- tro del pais. Vagaba en esta noche por la plaza de San Agus- trn, amplio espacio en donde se ha construido este Coiiseo; moderno, en cuanto d que solo data desde 1856, pero no asi en cuanto a su distribucidn interior de palcos y plateas, patio v galenas que caracteriza a los antiguos teatros de Espana 6 de Italia. Com- parado, pues, este teatro por dentro con las construc- ciones nuevas de su genero, en las grandes capitales del mundo, no es enteramente moderno, pues el esti-. lo seguido de cinco ordenes de palcos sostenidos por columnas unos sobre otros hasta lleo-ar d la o-aleria? o o es de sistema muy antiguo. Aquf, no hay anfitea- tro, ni grandes galenas voladas que forman un gi- gantesco palco de ciea 6 mds asientos; ni muchos otros detalles grandes y pequehos que en el foro co¬ mo on ol salon, en lq? ^alone^ tie esperar () cle recreo, 16 ? Guadalajara. en el yestibulo, como en los gabinetes para los acto- res, caracterizan a los modernos coliseos de Europa y los Estados Unidos. Mas no obstante todo esto, y mucho mas, el Teatro Degollado, es un gran tea- tro por su estilo y lo mas moderno que poseemos. El salon, es sumamente espacioso, pues es su di&metro mayor de 20 metros 60 centimetros, y el menor de 17 metros 95 centimetros. Cinco brdenes de palcos, sostenidos por esbeltas columnas de liierro de un estilo compuesto. , Toma uno asiento en una de las butacas de hierrocon su respaldo acojinado de terciopelo rojo, todo al estilo de los teatros america- nos del Norte, y desde aqui, se puede admirar el conjunto de la inmensa sala y abarcar todas sus pro- porciones y detalles. Es a mi juicio, este local, mas impresionista por su magnitud, que por su. decorado. Uniugar que como este, puede acomodar bien a unos 3,000 espec- tadores, tiene por fuerza de ser grande; se respira aqui con amplitud, cuando se tiene sobre la cabeza una atrevida boveda plana a enorme elevacion de 23 metros del piso del patio. Se recrea la vista, con el arco del escenario y del proscenio, de grandes pro- porciones y elegantes contornos; el ultimo de estos, descansando sobre bellas columnas de orden com¬ puesto; con sus diez cacetones de bellisima talla, y un bajo relieve alegorico del tiempo y de las horas. En las pechinas que adornan la parte superior de es¬ te arco, hay dos bajos relieves (pintados), que repre- sentan figuras de la Fama, diosa alegorica, mensajera de Jupiter, hija de la Esperanza o de la Tierra, se- gun las soiiadoras concepciones de la mitologia liele- nica que le levanta templos en Atenas como tambien en Roma. Estos bajos relieves, tienen bastante me- 168 Guadalajara. rito; estas figuras forman un bello decorado en aque- llas altas regiones del arco del proscenio, donde la Fama asumiendo las bellas formas clasicas de su sexo, y los flotantes panos de su traje femenil, con trompeta en mano derecha, esta d, punto de tocarla y hacer resonar en el mundo, los triunfos del genio y del arte y, coronar con laureles las frentes sublimes del talento creador. Si, esta alegoria es a mi juicio tanto mas bella, cuanto lo es estimuladora. |La fa¬ ma y los laureles! eterno ideal de todo arte y los ar- tistas. jHermosa realidad, cuando despues de trepar por la escabrosa y dificil montana de la vida y el tra- bajo, se alcanza la ciispide tan soiiada! Como digno complemento a esta decoracion del arco del prosce¬ nio, en la clave del arco, se levanta magestuosa y dorada una aguila colosal que lleva entre sus garras una bandera. jEs el aguila mexicana oriunda del libre Continente de la America, y esa bandera la tri¬ color del pueblo mexicano! En cuanto al decorado de los palcos, lo encuen- tro demasiado claro; bianco y oro todo de arriba aba- jo. El arte de decorar con 4xito, espacio tan inmenso como el que abarca este gran Coliseo, es un arte que exige en el decorador un talento especial, ese en el que descuellan con especialidad los artistas franceses. Nosotros hemos alcanzado bastantes adelantos en tan dificil arte; pero a mi juicio, vamos corriendo un pe- ligro grande, si al emanciparnos del arte decorativo frances, cuyos modelos hemos seguido per tantos anos, caemos en brazos del arte decorativo america- no, frecuentemente sombrio, otras demasiado claro y recargado, en su escuela enteramente ecletica y falta de pureza, como lo es cuando quiere emanciparse de escuelas reconocidas solo en el mundo del arte decora- (Tuadatajam. 169 tivo de la Europa. Pero si digo que, vainos corrien- do un peligro grande en arte decorativo, es porque de dos anos a esta parte, he notado con especialidad en la capital de Mexico, que en nuestra seleccion, no siempre sabia, demostramos tendencia muy raarcada d la imitacibn de ciertas cosas americanas del Norte, que no siempre concuerdan con nuestra inanera de ser, de pensar 6 sentir. El arte decorativo, tiene en- tre otros objetos, el marcar no solo la cultura de un pueblo y sus adelantos esteticos, sino de todo aquello que venga d ser una revelacion de un perfodo histo- rico-social, en las costumbres y la vida de un pueblo artista e independiente. Nosotros, necesitamos imi- tar menos, y crear mas de lo que generalmente crea- mos, tanto en nuestra literatura, cuanto en nuestro arte. El foro de este fceatro, es tambien sumamente espacioso. Tiene techo de fierro (esta es feliz imita- cion del teatro americano ), su longitud es de 34 me¬ tros por 18 de latitud, y en sus costados Norte y Sur tiene unas galenas de orden toscano, y luego de aqui se siguen los cuartos donde se arreglan los actores. Este gran salbn, segun tenemos entendido, tiene un subterraneo cubierto con tarima de madera, que tie¬ ne por objeto el que pueda subirse al nivel del piso del foro, cuando se desee formar un gran salon en to- do el patio. Son cinco las entradas que tiene este salon: una al frente y cuatro laterales; asf es que en caso de un incendio es fdcil la salida. Otra puerta, ademas, hay en el foro, que es salida a la calle para los actores. La historia y las vicisitudes porque paso este teatro para su edificacibn, desde que en 5 de Marzo de 1856, coloco su primera piedra D. Santos Dego- 23 170 Guadalajara. llado, son demasiado conocidas para que yo las repita en estas paginas. Ya el Sr, Barcena, en su obra so- bre Guadalajara, nos ha relatado todas las dificulta- des que ha habido de tiempo en tiempo que remover, para finalizar la obra, aun a la fecha por terminarse, en lo que concierne al hotel que forma parte muy in- tegrante de esta bella fabrica arquitectonica. Basta decir, pues, que coinenzada su construccion en la fe¬ cha antedieha, fue inaugurado este en Octubre de 1866 , cuyo costo monta a la respetabie surna de mas de quinientos mil pesos. El proyecto y la obra de este teatro, se debe al talento y la ciencia de un ma- logrado arquitecto y artista jalisciense, D. Jacobo Galvez. Muy incompletas quedarian, por cierto, mis reflexiones e impresiones en este teatro, si me saliera de este gran salon sin decir algo relativo a la obra mas importante en el, del arte decorativo.. Me re- fiero, al gran fresco que pintado por Jacobo G&lvez, con ayuda de otro malogrado artista jalisciense, Ge¬ rardo Suarez, en la esplendida boveda plana, forma el verdadero triunfo del arte decorativo en este Co- liseo. La inmensa distancia a la que se halla esta boveda del piso del patio, hace muy dificil poder juz- gar de la pintura que representa el canto IV de la Divina. Comedia del Dante. Sc pretende juzgar de esta vasta composicion, con la luz del dia, y a la dis¬ tancia mencionada, recibe el espectador por todo pre- mio a sus afanes: una torcedura de la nuca, y la im- presion sin detalles ningunos, de una masa confusa de colorido, un conjunto como de nubes colosales, qne por efecto de dptica, parecen desprenderse de aquella inmensa altura sobre la cabeza del curioso espectador. No; para poder estimar y juzgar de esta composicion, es absolutamente indispensable hacer 171 ■ Guadalajara. uso de unos buenos anteojos, 6 lo que es todavfa mas prdctico, subirse a una altura conveniente y desde los palcos, ver todo ese conjunto con ayuda de uno de esos nocturnos soles, faros qne rompen las tinieblas de la noclie, en nuestras ciudades y edificios, quiero decir: de un foco electrico de luz. Esto es lo mas conveniente; y a falta de la luz artificial, hay que buscar de dia la natural que, al penetrar por la raa- liana, ilumina por conducto de su linternilla esta bo- veda, colosal por sus dimensiones naturales, asi como por el asunto que su pintura representa, Eneumbrado, pues, en las altas regiones de la galena de este teatro, y ayudado por las rdfagas de la luz matutina, ( # ) lie podido discernir primero, y luego ver (a la vez estudiando), este fresco, maravi- llosa interpretacion de uno de los mas estupendos cantos de la Divina Comedia. No creo poder hacer, una mds grande apologia de la obra de Jacobo Gal¬ vez y de su disci'pulo notable, que coraparando esta interpretacidn del .Dante, con las que nos ha legado Gustavo Dore en sus soberbias ilustraciorms del gran poema del genio italiano. Tenia en esta ocasion en la mano un ejemplar de la Divina Comedia , y ojeando como podia las pa- ginas del canto IV de j El Infierno, con aquella luz sombria e imponente, que tanto concordaba con el sitio y asunto, al grado que no podia hi maria con nombre mas apropiado que con el de: luz Dantesca, (*) (*) Perdone el lector si en un capitulo qne trata de “Vagan - cias Nocturnas,” trate de dia estacuestion del fresco de Galvez, en la boveda. Pero sirvame’de apologia el liecho de quo a la bora en que lo vi tan de cerca era la mas propicia para estudiarlo, asi como que en regiones tan altas y sombrias siempre parece de noche. 172 Guadalajara. comence poco a poco a estudiar este fresco y sus ma- ravillosos grupos aislados. La composicion, se encuentra dividida en dos partes. Toda la superior de la gran bdveda com- prende una vista del cielo; aquella, que examinada desde el patio del teatro, se desprende en el aire y en mala luz, Cv mo una masa confusa de colorido, pe- ro que vista aqui arriba, es bellisimo celaje con rom- pimientos de nubes y fondos de oro, con coros de An¬ geles y figuras tan tenues y transparentes como la misma atmdsfera del cielo sonada por el poeta, e in- terpretada por el pincel del arte. Aquellas rdfagas de luz que al penetrar por la linternilla se tienden oblicuas por la boveda, son bello complemento al con- junto de figuras y tenor general de la composicidn. La parte inferior de la gran boveda, es otro mundo, abajo del gran cielo. Al rededor de toda aquella gran circunferencia se destacan, de trecho en trecho, grandiosos grupos en diversas actitudes. Son todas estas figuras, representativas de lo muy grande que ha venido al mundo. A Ilf, estdn todos a decir del poeta, en el temido abismo, en el valle lamenta¬ ble, que une el sonido tempestuoso de quejas incon- tables. Tema frente a mi vista a Homero, el bardo de los bardos, el sublime ciego de la Grecia, figura la nuts inspiradora de todos estos grupos. Junto a el, estd, Valerio Flaco, el poeta de Pddua, con falcon en mano; y luego: Naso, y mds alia Lucano el autor de Farsalia. En otro grupo: Electra, con su ideal tipo griego y sus clasicos atavfos destacandose en medio helenica muchedumbre. Hector, aqui tambien, con su marcado tipo de esforzado guerrero y capitan de los troyanos. El Cesar Julio, con su mirada de agui- 173 Guadalajara. la romana, deslumbrante armadura y aire inequivoco de conquistador del mundo en su epoca conocido. Luego, Marco Furio Camilo, el dictador, segundo fundador de Roma; y junto a el la bella Pentesilea, la reina de las amazonas. Por otro lado, en la inmensa boveda, tambien se destacaba el viejo rey Latinus, sentado junto a su hija Lavinia. Tambien se distingui'a, ahf £ Bruto, a Lucrecia, a la esposa de Caton con Julia, hija de Cesar y con Cornelia, esposa de este. Y solo, apar- te de todo y pensativo se vela al feroz Solddn, maho- metano neto aiin en el mundo del infierno sin espe- ranzas. . . . Conforme iba dando la vuelta en esta in¬ mensa galena, me vei'a obligado a encender un cerillo para no tropezar con sillas y graderias. Era tam- bien preciso, acostumbrar la vista y dejar que la luz, alumbrase los grupos para poderlos admirar y medio comprenderlos. Por fin tomaba asiento frente & otros grupos tan clasicos en su ejecucion como lo son en su asunto. Tenia a mi vista a Socrates y a Platon, a DemocTito y al cmico de Diogenes. Entre las sombras Dantes- cas se vislumbraba a Orfeo pulsando su lira; esa lira, que a decir de la leyenda griega, conmovia a la natu- raleza misma, cuando hasta las fieras se reunfan en torno suyo. Aqui, tambien esta representada la siern- pre inspiradoru Safe, en la roca de Lucades, enaque- llos momentos en que bused el suicidio, como el torpe remedio a una desgraciada pasion humana. Muchas otras figuras y grupos hay aqui, en esta boveda soberbia, que la luz no permite sino es apenas vislumbrar. Pero creo bastara con lo descripto pai a formarse una idea aproxirnada de como Galvez ha jnterpretado al Dante, en el fresco de la boveda mas 174 Guadalajara. explendida y mejor pintada que posee la Republica Mexicana. Como resultado del analisis critico-artistico he- cho en esta ocasibn, dire lo que arrojan mis apuntes escritos en las altas regiones de la galena y que son los siguientes: Dibujo de las figuras aisladasy .de grupos. .. . Correcto y lleno de soltura. Colorido. Magmfico y de vigorosa en- tonacibn. Distribucion de grupos Matematica y clasica. Unidad. Perfecta y armoniosa. Idealismo.A la altura del Dante. Claro-oscuro. Sorprendente. Terminos y distancias Perfectamente comprendi- dos. Hasta aqui, el salon de este teatro con todas sus bellezas 6 impresiones. Ahora, en cuanto a lo demas de su interior dire: que desde el momento en que se penetra por su gran portico que esta al P. con sus oc^o columnas arquitrabadas de orden corintio, co- ronadas por un atico, hasta llegar a la entrada del gran salbn, despues de haber atravesado el patio, con corredor oval en forma de rotonda, con sus diez co¬ lumnas sosteniendo un mimero correspondiente de arcos, se sienten los efectos que, nacen en el alma con todo lo que es grande y armonioso. A los costados de este clasieo ’vestibule, estan las entradas a las es- caleras que conducen a palcos, plateas y ohcinas del teatro. Por fuera es imponente este edificio, porque su enorme mole ocupa un terreno muy vasto que mide 320 pies de largo, siendo su altura hasta la clave de ]a liniernilla la de 75 pies, Es magnifico por sq 175 Guadalajara. tilo, y porque tiene el aspecto de un palacio en aada indigno de una concepcion del Renacimiento, con to- das las bellezas del arte helenico, en su bello pdrtico y esplendida entrada del Poniente. Vagando en esta noche, por sus alrededores si- lencioso«, rontemplaba este edificio por todos sus cos- tados, y deducfa de esta contemplacion, que: sin ser nada fantastico.en su estilo severo, dividido en tres pisos, entre cuyas ventanas de arco se encuentran simplemente unas columnas de orden corintio, o del orden compuesto (como sucede por la parte destina- da al Hotel ), es sin embargo, un edificio que impone con sus bien comprendidas proporciones, y que tiene todo el aspecto de un palacio encantado Su orna- mentacion exterior es, por lo descripto, muy sencilla, pero bien cornprendida en una construccion del gene- ro de esta. No cabe duda, que el arquitecto de este teatro, el Sr. Jacobo Galvez, fue un hombre aventajado en su profusion; y si agregamos a sus conocimientos en arquitectura, los que poseia como pintor y la ensenan- za adquirida en su estancia en Euro pa, no hay pues de sorprenderse que haya construido un Coliseo tan hermoso como este que, no solo sorprende al via- jero por sus monumentales proporciones, sino que es tambien orgullo de esta bella Ciudad y honra de nuestra patria. Quisiera antes de terminar este capftulo, podej decir algo tocante a lo ocurrido de tiempo en tiempo en este teatro, que fuera de interes local y nacional. Algo tambien, sobre los actores y artistas distingui- dos que ban pisado las tablas del gran foro, y con- movido a las masas de este pueblo entusiasta y lleno de sentimientos nobles. Pero esto exigiria nuevas 176 Guadalajara, pa'ginas, y tiempo de que no me es dado disponer. Me limitare a decir: que nuestra eminente cantatriz, Angela Peralta, verdadero ruisenor mexicano, estre- no y canto en este local en Octubre de 1866, electri- zando con su divina voz & los oyentes, y dejando su inolvidable nombre eternamente ligado como la pri- mera artista de su talla, que piso la escena del gran- dioso Teatro Degollado. Avanzaba la noche; era preciso retirarse y poner termino a Yagancias Nocturnas, sobre todo, cuando la luz de la argentina luna, era una luz prestada que habfa de devolver al sol, para con ella revestir la aurora matutina e iluminar la tierra con un nuevo dia. 3 > CAPITULO VIII. UN nLH. EN JUR'NRGRTLR'N, FRENTE AL NIAGARA MEXICANO. ^/UANDO ese agente oculto y misterioso que re- gula los actos del hombre, que determina los senti- mientos, que abarca el conocimiento de infinitas cosas y arehiva todo en las celdillas del huniano cerebro, en donde suponemos se entroniza ese fenomeno sor- prendente que se llama memoria; cuando ese agente oculto, la mente 6 el espiritu del ser humano, se sien- te exhausta por el estudio, la investigacibn, los pesa- res 6 el desconsolador realismo de la humana existen- cia, entonces si, entonces, es cuando el hombre puede apreciar mejor la soleded del campo, y tener intima comunibn con las grandezas de Natura. Guadalajara, con su historia, sus nobles monu- mentos y sus admirables instituciones publicas, aca- ba por abrumar el espiritu del investigador y del 24 178 Guadalajara. viajero, a caza de las cosas de profundo interes para todos. Por lo menos, esta es mi experiencia propia. Fatigada la mente, que tan directo influjo ejerce so- bre el fisico, anhela el espiritu por darle tregua al estudio y a la investigacion. Felizmente, hay en es- tas comarcas, un algo de tan bello y sublime en la naturaleza, un espectdculo tan maravillosamente arro- bador, que parece, como si esa misma naturaleza, pre- sintiendo que el hombre con el ^transcurso de los siglos, levantaria monumentales estructuras en la ciudad, se anticipo a revestirse de tantas y sorpren- dentes galas que, ni el arte mismo, con toda su gran- deza propia y sus ideales, pudiera rivalizar con ella. Esta rival de las monunxentales construcciones y entre otras de la gran Basilica, se llama: el Salto de Juanacatlan. Mas jcudnta concordancia existe entre estas cosas! La Basilica, templo bellisimo del genio arquitectonico; la cascada, templo colosal de la natu¬ raleza .... jLector! me liabeis acompanado en mis vagan- cias e impresiones por la gran Basilica; favor de acompaharme ahora a la gran cascada, ese otro tem¬ plo de soberanas proporciones, de incomparable her- mosura, donde reside el insondable espiritu del Crea* dor aqui lo mismo que en todas sus creaciones. Para todo aquel, que nunca ha ido d visitar des- de Guadalajara esta cascada, dire: que el viaje d Jua- nacatldn, es de fdcil y comoda jornada. El tren de pasajeros, que parte todos los dias de la Estacidn de la ciudad, d las nueve de la manana, le lleva d uno d la Estacion denominada “El Castillo,’ 7 y recorreunos 24 kilometros. Del tren, se pasa d una amplia tranvia tirada por cuatro mulas. La distancia de esta tilti- ma Estacion d Juanacatldn es de 7 kilometros. En Guadalajara. 179 hora y media se hace todo el viaje; cuesta este de ida y vuelta en primera clase: $1.00, 6 en segunda 75 centavos. Hasta aqui, lo real, el modus operandi, lo que cuesta. Mas en cuanto a lo - ideal, ^que podre describir yo que no sea imperfecto? Un palido re- flejo, de lo ideal con lo real, tiene de ser por fuerza, este mi capftulo, sobre la inspiradora catarata del es- plendente “Niagara Mexicano.’ 3 Por vez segunda, iba lioy a contemplar mi es- pfritu y a recrearse mi vista con esa enorme masa de agua, de plateada espuma y cambiantes colores. Coma el tranvfa veloz por la verde llanura del valle de Toluquilla, ea donde una cadena de monta- nas azules, y de verdes colinas, forman el anfiteatro de la llanura. Columpianse en sus flexibles tallos, las silvestres margaritas junto a las sonrosadas llores llamadas de San Miguel, tan te'nues, transparentes y delicadas, que al hundir el aire la tranvfa y pasar junto a ellas, agitan sus temblorosos petalos, como el espiritu de cosa tierna e inocente. Aquf y aculla, se echa de ver por el camino, una que otra chozita, con su techo de teja de barro Colorado. Senal ine- qufvoca, de que en medio la soledad de estas llanuras de trecho, en treclio, habita un se'r humano. pn comunion con la naturaleza, 6 en charla cam- pesina propia al lugar y gentes que van en la tran¬ vfa, se Uega sin sentir al afamado Salto. Detienense los wagones, en ancho y mal cuidado patio de un gran molino de aspecto conventual. A mano izquier- da, extensas galenas de arcos primitivos en su estilo. $Mas que importa todo esto, si alia del otro lado, como tambien frente a los extensos edificios del mo¬ lino, esta la gran cascada? Con paso precipitado, bajo unos escalones forma-. * i: 180 Guadalajara. dos por la misma tierra, y unos ladrillos sueltos; en seguida, atravieso por un lugar candente: la fragua del molino. Unos pasos mas, y^desde un balcon lar¬ go y angosto, con su barandal de palo, contemplo por vez segunda, esa grandiosa maravilla! La vi por vez primera con poca agua, debido a una larga sequia; mas sin embargo, me deleitb con sus soberbios cliorros, suficientemente separados, pa¬ ra verse muy bien esas sus basdlticas rocas ennegre- cidas por las aguas. En aquella ocasibn, medf con ayuda de un plomo y un cordel, su gran altura sobre la superficie de las aguas del rio, y en su mayor alti- tud, me arrojb una cifra de 70 pies de elevacion, por 500 que es lo que tiene su herradura. Mas hoy, habfa cambiado su decoracion, y se me presentaba como una reina ataviada con su real manto de purpura y armino, su cetro de oro, su so- berbia corona de deslumbrante pedreria. ?,Mas como describir la escena? ^Cbmo decir y dar idea del “Mexicano Niagara,” frente al cual me encontraba? Hare mi confesibn publica, y dejare que en esta vez, tenga suelta la rienda el pensamiento, y hable con toda franqueza el corazon en comunibn ul¬ tima con la naturaleza. ^Que es lo que yo vela? Mi vista abarcaba un rio anchuroso llamado “Rio Grande,” de aguas tranquilas en apariencia como es- pejo. En seguida, por aqui y aculld, crestones colo- sales de vegetacion, creciendo entre las aguas, y for- mando caprichosos islotes verdes como esmeralda. Por entre aquellos soberbios macetones de una natu¬ raleza caprichosa, las vertientes del rio cruzando ma- gestuosas, y al salirse de entre aquella tupida vege- tacion agreste, cambiar su color bianco en color de ambar; de alll, precipitarse en el abismo, con esa su- 181 Guadalajara. blime potencia, propia al espi'ritu de Dios en la Crea- cidn. Hasta aqui, la causa: un rio anchuroso que se desborda sobre un anfiteatro de basalticas rocas ne- gras y brillantes como el pulido ebano. Ahora, en cuanto a los efectos: estos desafian toda descripcion que, no sea un tanto azas pobre, al lado de la real belleza de esta cascada portentosa, liija, sin duda, de esa otra maravilla del mundo, el Niagara Americano, mas grande que este, pero no mas bello. Acosado por los camdentes rayos del sol, tenia de buscar otro sitio que no fuera este balcon; un lu- gar sombrio. Opte por pasar al aposento, donde se encuentran las turbinas, que mueven la maquinaria del molino. Sentado en un cajon, junto una puerta, desde donde se abarca una esplendida vista de la cas¬ cada, la gran barranca, el no deabajo y la fertll cam- pina de los alrededores, me ensimisme de nuevo atrai- do tan solo por la gran catarata, ensordecido por el ruido de las turbinas en sus rapidas revoluciones por minuto y, tambien por el imponente estruendo de esa gran mole de agua, cuyos ecos se pierden & gran dis- tancia, como la voz de un coloso de la naturaleza que, al palpitar lleno de vida y de potencia, se deja oir y hace sentir su presencia en la Creacion. jQue poder ese tan magico del agua! Querer pintarla, como nos dice el maestro Ruskin, es como pretender pintar una, alma. ^Como, 6 con qu6 com- parar este elemento de vital grandeza y de hermosu- ra celestial? Esta cascada, enamora, atrae como el imdn y acaba por adormecer al espectador con ese conjunto que tiene de belleza, de colorido, de luz y sombra, de potencia y vida. jQue lucha aquella, quo hervidero aquel eu el riricon de su herradura irregu¬ lar. donde las basalticas rocas, con musgo de esme' 182 Guadalajara, ralda en sus crestones, forma el claro-oscuro sorpren- dente! Caldera colosal en donde la espuma de las aguas se rizan anhelosas, y despues se metamorfosean en soberbia cascada de relucientes opalos que, dando tumbos, van cayendo basta perderse entre la bruma, 6 si no convertirse en chispas cristalinas que, se lle- va el ambiente, para rociar el campo y la colina, el verde musgo y la silvestre flor. Este rincon, como caldera de la cascada, es por si solo un portento de belleza indecible. Allf termina el tajo de la barran¬ ca. Allf, las roeas cierran el anfiteatro y ponen dique, al poder de las aguas por arriba ese costado del ma- gico conjunto. Como un sonambulo, 6 como un ser que vaga sonando despierto, me levanto en busca de otros pun- tos de vista, desde donde admirar este portento. De- tengo el paso, debajo uno de los arcos de las inmen - sas galenas del molino, y tomo asiento en un banco de palo. Permanezco aquf, sin sentirlo, mas de una hora ante esa magestad formada por el gran elemen- to de las aguas del rfo, y liago unos apuntes y escri- bo con el alma sobre el Juanacatlan, como cuando se escribe a un ser amado, 6 se habla de el, de sus bellezas, sus encantos que, forman la dualidad y fu¬ sion de dos almas en una. Solo el malvado, 6 los seres sin corazon y sentimiento, no tienen comunion con la naturaleza. Pasan indiferentes ante un espec- taculo cual esta cascada, y ni sienten su magico po- der, ni mucho men os admiran su belleza. No; la misma naturaleza los recliaza con su potente alma de titan y los confunde y aniquila con su poder infinito, que es el poder del Supremo Creador del Universo. No es, pues, a mi juicio, el rudoy desconsolador ma- terialismo el q^e debe venir aqui, con su an&lisjjs Guadalajara. 1§3 qui'mico, friamente a investigarlo todo, para decirnos los componentes del reino geologico y vegetal. Es el hombre de corazon y de sabidurfa, de ciencia y de creencias, el que mas puede gozar en estos sitios; y, ante una catarata semejante d esta, sentir e investi- gar que c^sa son los grandes espectaculos de natura, como en ellos se trasluce a Dios, se siente su poder junto con su insondable sabidurla. . .. Tenemos en esta cascada, y sus poeticos alrede- dores, la prueba mas palpable y evidente de lo que en sentidas y belllsimas estrofas ha escrito el poeta Wordsworth, cuando nos dice: “La naturaleza jamas ha traicionado al corazon “que le ama; es privilegio suyo, al traves de todos “los ahos de esta nuestra existencia, conducirnos de “placer en placer; pues de tal manera puede dar lu- “ces a esa mente interna que poseemos, tan suma- “mente impresionada por la quietud y la belleza, y “tan nutrida de elevados pensamientos, que ni siquie- “ra aun las lenguas viperinas, ni los juicios descabe- “llados, ni las burlas de los hombres egoistas, podran “jam&s prevalecer sobre nosotros, u agitar nuestra “sonriente fe, pues todo lo que vemos esta lleno de “bendiciones.” (*) Yo no se que agitacion nerviosa, que iman ejer- ce esta cascada en el espectador; pero es el caso, que quisiera uno volar y tener ese privilegio de las aves que se bahan de cerca con el roclo de la bruma, que suben, bajan y cruzan por estos sitios, llenos de un encanto indecible. Mas, no pudiendo como ellas, de- tener el vuelo en las rocas basalticas, con su tupida (*) He hecho traduccioa literal de esfcas estrofas del poeta ingles; y no teniendo el don para hacerla en verso, me he visto obligado a hacerla en prosa.—N, B, 184 Guadalajara. alfombra de musgfo color de la esmeralda, ni entonar un trino de alabanza en la enramada del sauz, que se propaga orillas del profundo barranco, hay que conformarse con bajar al rio por escabroso camino, penetrar por el bosquecillo formado por los platana- res y, entre piedras y rocas, aproximarse todo lo po- sible a la cascada para admirarla mas de cerca. Sentado en una roca, en donde recibi'a un baho de rocio tan fresco y delicado como lo puede dar tan sdlo el magico poder de una cascada, senti'a mi pe- quenez de ser bumano, como. senti'a la grandeza de Dios, como de ser divino. Ensimismado, me olvida- ba de todo lo del mundo, para dar preferencia tan solo a lo que desde el fondo del barranco se levantaba a mi vista sorprendente y titanico Un colosal capelo de agua, si; de agua, de esa sustancia inorganiea la mas maravillosa de natura. De esa sustancia, fuen- te inagotable para la formacion de las maravillosas nubes, de los copos de nieve, del liquido que apaga la sed del hombre, fertiliza los campos, determina la navegacion del globo en que vivimos, y forma el co¬ losal espejo donde se reproduce la imagen incompa¬ rable de la naturaleza, de esa imagen soberbia que es la sombra de la sublime realidad, de la simetrica sustancia que modela y da forma al universo entero. Por eso, y mucho mas de lo antes dicho, se do- blega mi espiritu, ante la magestad del elemento for¬ mado por las aguas; y una voz misteriosa exclama desde el fondo de la intima conciencia: Obra del Supremo Creador, jyo te saludo! Copos de blanca y de rizada espuma que te columpias en aguas convertidas a mi vista, en ambar liquido. Te- nue velo de bruma, gentil viajero que, te levantas del fondo de las aguas, como espiritu errante de la 185 Guadalajara. cascada de opalo, para luego perderte ea el espacio cuando has dado un abrazo ala campiila y besado las bores y el verde musgo terciopelo; yo, me inclino ante ti, te envi'o toda mi admiracion desde el fondo del al¬ ma, pues con tus ideales me elevas como me deslum¬ bras con tus colores brillanti'simos, y me adormeces con tus estruendos y tu miisica ritmica! Yo, quisie- ra ser poeta, para cantarte en verso y no hablarte con el pobre lenguaje de mi prosa. Mas, si otros ban ya templado aqui las cuerdas vibradoras de su potente lira, 6 en prosa podtica y sentida, ban dicho al inun¬ do lo que vales, nadie, mejor que yo, puede haberte admirado y sentido tu magico poder. Eres digna hija del Niagara, pequefia, mds pequena a su lado, pero no menos bella. Por eso te llamamosr “(Nia¬ gara Mexicano!” Mexicano tambien, porque en tu coloracion belb'sima traes los colores trigarantes que forman nuestra bandera nacionall (Cascada de la patrial eres tanto mas bella, cuanto que hasta lec- cidn de patriotismo nos impartes, cuando en medio el estruendo de tus aguas rizadas por el viento, tu im- petuoso desborde y tu coloracion sublime, no olvidas nunca enarbolar los tres colores que forman un bello triunvirato en los flotantes pailos de un pueblo libre.... * # # No se que haya un punto objetivo de importan- cia, desde donde mi vista pueda haber dejado de abar- car este belHsimo conjuntode agua, bruma, ondas ri¬ zadas, islotes, rocas y semi-tropical vegetacion. He bajado al fondo del barranco, como he subido & lo 25 . 186 Guadalajara. * i. * mas 'kltb de la casa del molino. He andado orillas del rio, por entre el tupido follaje y entre las liojas del pla.tano y las tendidas ramas del sauz, he mira- do y sentido, filosofado y escrito mis apuntes sobre tale hello “Salto de Juanacatlan,” y al escribir aho- ra algo sobre el, £que he dicho que pueda dar idea de su sublime realidad? Nada; pero asi pasa con to- do lo mas grande y sublime que hay en la Creacion: que todo se reduce a sentir los efectos que en el al¬ ma produce su belleza y misterio, pero que desafian la verdadera descripcion. En comunion mtima con el Juanacatlkn, inter - pelemos hasta donde no liaya dique a la investigacibn huinana, y veremos cdmo contesta las preguntas con su estruendosa voz: —^Y tu que eres? i —Pues yo soy una substancia inorganica, que obra por virtud de su propia naturaleza, sin ayuda de nadie 6 combinacion alguna. —^De donde vienes? —Bajo en lo general de la montana. —5 Por donde corres? —Por los valles. . • • - . > • —IA donde vas? —I Ad Oceano! -—^Eres siempre la misma? —Soy varias cosas a la vez: soy cascada y soy rio, nube y bruma, nieve y rocio. Soy tambien lago muy hermoso que me Hainan: ‘-Chapalap y soy arro- yo cristalin .0 donde se inira el azul cielo^y se reflejan los encantos de otros mis companeros de Creacion. —jEres tu muy potente y poderosalj ‘ —Yo no soy nada aquf, al lado de lo que soy 187 Guadalajara. cuando me reuno con los mares, y fortno con ellos poder in'jonquistable, magestuosa unidad. , —^Cual es tu edad? —Preguntaselo al geologo; pues siendo vieja '"ante la ciencia, t.engo el secreto de aparecer eterna- Jniente joven, porque, el alma que en mi palpita, igno- ra en su esencia la vejez y fealdad. Cosa, incorpo- rea e inmortal, nadie sabra lo que es, sino despues de haber pasado los confines del mundo en busca de una existencia eterna. Esa, es el alma. ..... — lY, bien; este anfiteatro, desde cuyas alturas ebria de magestad, de potencia y belleza, te de^bor- das para caer rio abajo, quien lo ha heeho tan ade- cuado para el suicidio aparente de tus colorantes -aguas? —La causa es el Creador de todo, el efecto, ins- trumento soy yo. —jCbrao a si! —Las diversas elevaciones de la tierra, determi- nan mi incesante carrera. Mi volumen y fuerza, ha- cen grietas en las rocas, las abre y las perfora. Con mi cincel oculto ante la humana vista, doy forma caprichosa y escultural a las rocas y piedras. Por eso aqui, me he construido mi anfiteatro; por eso a todo el orbe, he dado simetria y modelado las cosas a mi antojo. —jEres un poder magno e insondable! y ante tu ,soberania doblega el hombre creyente la rodilla.... Entonces con voz mas estruendosa, agrega la <3ascada: Ante mi magestad y poder, todos sin excepcibn doblegan la rodilla, porque si bien mi belleza los cau- tiva y enamora, el espiritu de Dios reside aqui para sdorarlo; y su poder incomparable doblega y aniijub 188 Guadalajara. la &, todo aquel que en su impotente orgullo, e incon- cebiblo vanidad humana, pretende audaz y fementi- do, hacerse la ilusion de creer que, no hay otro Crea- dor, que la naturaleza raisma creada. * * * Hasta aquf, mi comunion con la cascada. Me era imposible seguir un dialogo con ella; abrumado el espfritu, me quedaba dormido unos minutos. En tonces, la sonaba dormido, como despierto tambien la habi'a sonado, y sonare mientrasyo viva. Eran las tres de la tarde. Hora en que al des- punte del declinar del di'a, comienza a levantarse dia- riamente un arco-iris soberbio, que naciendo de entre la bruma y levantandose lleno de tenue belleza y co- lorido, forma un radio colosal que, al describir su cur- va vaporosa, se pierde por fin entre las rapidas aguas del espumoso no. Me despertaba un amigo complaciente, de mi letargo pasnjero, con estas magicas palabras: —|Ya estd ahi el arco-iris en la cascada 1 Le- vdntese Ud., y vengi luego a verlo. Jamas olvidare el efecto que produce esta cas¬ cada, euando los solares rayos en soberbia descompo- sicion de luces, nos revela el componente de sus colo¬ n's ad mi rabies, Esta cascada, es todavia mas bella, euando ese arco-iris pasa frente a ella su visita, como el altivo cortesano, que inclinando la frente, hace ca- ravana de corte ante una reina. Que dos elementos mas grandiosos en fusion y Guadalajara. IB 9 comunion ultima. jEl sol! eterna fuente de la vida del universo. jLa casradal inorganica sustancia, po- deroso elemento universal de eterna gloria y de be- lleza eomo el sol! ^Mas, quien es aquel que, en realidad puede te* ner poder para describir tanta belleza, sin decir mu- cho, para nada decir? * •. J3e nuevo absorto el pensamiento y fija la mira- da, en el gran espectaculo que tenia frente a mi, go- zaba con el alma. jQue ideal conjunto! pero |que real tambien! Cuanta energia vital: plantas, agua, rocas, arco iris, pajaros y mariposas, luces y sombras', colnracion y vkL. Abajo la barranca, un grupo de hombres baciendo excavaciones para la instalacion de la electrica luz que, en tiempo muy cercano ilumi- nard la Ciudad-Reina; ( arriba, el esplendente cie- lo de turquesa con fragmentos de nubes cual copos de algodon, adormecidos y sin mocion aparente en el espacio! Todo este conjunto, palpitante revelacion evidentisima de una unidad y una armonia feliz de la Creacion organica e inorganica tambien. Una media hora bien empleada, era esta para mi, cuando al borde del precipicio contemplaba la regia escena y bacfa mis apuntamientos, que trans¬ cribe a estas paginas, como un recuerdo de mi segun- da visita al Juanacatlan. La tra . vii, iba a partir para conectar a tiem¬ po con el tren de la tarde de regreso a Guadalajara. Pocas veces me sentfa tan renuente a alejarme de un sitio, de una escena, tan esplendente y arrobadora como la que tenia a mi vista. (*) Despues de escrito lo anterior, ha comenz id ) a funedn- nar esca magnifica instalacidn, que ilumina todo Guadalajara con luz electrica superior a toda la de otras eiudades del pais. 190 Guadalajara. Por fin, en alas del deber me apartaba de aqui, tornando la mirada hasta lo ultimo y diciendo en lo in¬ terior del alma: jAdios regia cascada! Sigue banando las basal- ticas rocas escabrosas, con toda la potencia de tus ri- zadas ondas de arnbar y 6palo. Continua con tu es- truendo enviando al valle tus rumurosos ecos y d tus enamorados, tus perlas de rocfo y tus cabellos de oro. Ante tu mdgico poder, yo he inclinado la frente, co- mo inclinan sus copos hasta los verdes sauces que crecen en tus orillas. Yo, mientras viva, te traere d la memoria, y nunca olvidare el poder de tu belle- za y tus encantos mil; pues, si eres lira para el poeta, eres tambien musica rftmica de la naturaleza, fuen- te de inspiracion para el artista y asombro eterno del pensamiento humano. ; Juanacatlan! jadios! '•) CAPITULO IX. LA FENITENCIARIA-E SC CBEE □. IMPRESSES. EL MUNDO DEL CRIMEN. fj^NTRE las gigantescas construcciones que mar- can los progresos de esta Guadalajara, se destaca al P. de la ciudad un edificio que a su solidez y ex¬ tension, reune la circunstancia de estar colocado fren- te al jardin mds grande y con arbolado esplendido, de vejetacion exhuberante, y aromaticas plantas. jQue hermosa es esta gran plaza jardfnl Aqui juegan lcs miios, y se unen d sus voces infantiles, el parloteo de las aves, y el murmullo de la musica del agua en la fuente. Vuela la cansada mariposa, perseguida por un tropel de preciosas criaturas y lucha por su libertad y su existencia con su natural instinto de conservacion y toda la potencia de sus doradas y geometricas alas. En este parque-jardin, todo es perfectamente libre 4 bello e inspirador. jQue con- 192 Guadalajara. traste mas espantoso y desconsolador, comparar esos severos muros y torreones inespugnables de Ja colo- sal Penitenciaria, y considerar que, tras esas gigan- tescas murallas se alberga el crimen, vive allf, la maldad castigada por Dios y el hombre, en vindi- cacion del Ser Supremo mismo y de las leyes imana- das de sabias legislaciones que, tienen por objeto, satisfacer a las sociedades y demostrar pr^cticamente que, si por un lado, es libre el hombre para escoger el mal sendero de la vida, por el otro hay en ese sen- dero, algo que le marca el alto: eso, que se llama ley divina en sentido religioso y, ley criminal en sentido forense y social. La liistoria del crimen, es una histotia estupen- da y horripilante, pues es la historia del infierno que tiene principio en la tierra, y de la maldad que se propaga en las sociedades humanas. Nuncael mun- do podra llamarse perfectamente civilizado, mientras las estadisticas continuen arrojando cifras tan descon- soladoras, con respecto a la perversidad y el crimen; cifras, que atormentan y espantan, cuando ellas com- prenden la manera de ser de una parte importante de seres que son nuestros hermanos Cuestion, y bien profunda, es la cuestibn del cri¬ men. Que el organismo humano, tiene una parte bien considerable en la perpetracion de este, es cosa averiguada; pero que la educacion moral modifica las pasiones humanas y morigera las costumbres en el individuo, es cosa tambien averiguada. De aquf se- guramente, nace la idea grandiosa: el establecimiento de la penitenciaria; idea digna de nuestra civilizacion que vindica al gobernante ante sus gobernados, que reforma al hombre pervertido y le convierte con el tiempo fen muclios casos^), de malo en bueno, de ser Guadalajara. 193 nocivo, en ser util para si mismo y para sus semejan- tes. Ei pensamiento, pues, de un digno e ilustrado gobernante de Jalisco, Don Jose Antonio Escobedo, de establecer y llevar adelante una Penitenciaria en esta ciudad, fue un pensamiento grandioso, tan im* portante & mi juicio, que solo se puede comparar con el del gran obispo Alcalde, en su fundacidn del mag- no hospital de Belen, <5 de ese otro gran pensamien¬ to realizado: el bellfsimo e imponente Hospicio, tam- bien maravillosa fundacidn, de ese otro prelado bene¬ factor, el gran Dr. Ruiz de Cabanas. En Guadalajara, me deci'a una vez una estima¬ ble senora, no tenemos md,s que cuatro cosas que en- seiiarle al viajero: la Catedral, el Hospicio, el Hos¬ pital de Belen y la Penitenciaria. Asuniiendo que esto fuera asi, pues creo probar & todos, que adem^s de estas cuatro monumeritalas cosas, hay otras mu- chas que son admiracion del viajero ilustrado, basta- ria con solo ellas para hacer de cualquiera ciudad, una de*verdadera importancia en el mundo civilizado. Pero estando frente al grandioso edificio, segu- ramente el mas imponente de todos los de la ciudad, por su vasta extension y monumentale3 proporciones, le describire antes de penetrar en el, y emitire mi opinion, como hasta ahora lo he hecho, con otras de las obras colosales arquitectonicas de esta ciudad. Se destaca & la vista como entrada principal, un p6r- tico colosal de orden dorico que abraza los dos pisos principales del edificio; a, los dos lados de este porti¬ co, espesisimos muros que forman toda la extensidn de la fachada, cuya medida arroja unos 300 metros de longitud. En toda la fachada, y de trecho en tre- cho hay, abajo ventanas, y arriba balcones. En los 26 194 - > ; ' t Guadalajara, angulos del edificio, hay unos sblidos torreones, ba¬ luartes inespugnables que solo podrfan hacerse irre- sistibles al poder colosal de un proyectil com© el del canjn Armstrong. Esta masa de edificio, impqne por su solida construccion y su esplendido portico; per© su estilo arquitectonico pertenece a aquel eclectic© e impuro que desdena la belleza y touo to sacrifica al objeto practico de un edificio como’este. Tenemos por ejemplo, en el portico, magnificas proporeiones, sober bias columnas solo comparables al tronco del ahuehuete ; elegante atico que lie vara un relox ! en su centro. Ea idea y realizacion son ISuenas. La primera, busca su bello origen en los templos eri- gidos en Roma despues de la incrustracion del'es- piritu helenico en el sentimiento arquitectonico de los romanos. Se para el espectador frente, 6 de- bajo este gran portico y, se cree' frente at templo de Juno, 6 suena despierto con el re'cuerdo de’las mara- vjllas del Forum en tiempos en que Roma fue seno- ra y dominadora del mundo coriocido. Pero en se- guida busca el espectador la armonta y la uhidady no la encuentra, pues el resto de la fachada no tiene arquitectura, son simples muros en los que se han 1 ’erto ventanas y balcones para dar luz y ventila- ciqn a las piezas. ^Por que no liaber seguido el or- dqn dorico en toda esa Jnmensa fachada? ^Por que no haber hecho esos torreones 6 baluartes inas erp concordancia con el estilo del portico? En resumen, hay por fachada: un portico de estilo dorico puro y construccion digna de los romanos; a derbcHa e iz- quierda, grandes muros con balcones a Wmbder-na/y ventanas estilo perfodo colonial y, baluartes en loS‘ angulos estilo feudal Edad Media. En verdad, que es espantoso el eclecticismo en construcciones arqui- Guadalajara. 195 tectonicas de esta magnitud, en donde el cri'tico y el espectador encuentran vasto campo donde recorder la vista y evocar las reglas de la unidad que ausen- tes de su sitio, olvidadas 6 rotas, hacen perder esa unidad que es la esencia del arte. En el genero eclectico, 6 eri el orden compuesto, solo a Gomez Iba¬ rra, lie visto alcanzar un exito completo en nuestro pais. Hablando alguna ocasion con este sabio ar- quitecto, sobre la Penitenciaria y su estilo com¬ puesto, me decfa que en sus principios habia estado & cargo de un constructor americano que resultb ser un simple albanil, mas nunca un arquitecto. Que D, Jose Ramon Cuevas, que dio comienzo a la obra en 1843, bajo proyecto y direccion suya, habia sido un arquitecto espahol muy entendido, y que antes que se coristruyera el actual portico, tenia este edifh cio en.su fachada una armonia arquitectonica per- fecta. , s Por.la separacion del Sr. Cuevas, quedo encar- gado de la direccion de esta obra colosal el arquitec¬ to D. David Bravo, autor del portico de que ya tengo dicho es construccidn digna de los romanos. Deseoso de tener una idea exacta de la magni¬ tud y dimensiones de este gran portico, me decidi & subir hasta su mayor altura. No tardaba mucho en hallarme en estas elevadas regiones en donde se cons- truye ahora un gran saldn con balcones para el pe- ristilo, Entraba desde luego en conversacion con un entendido maestro de obras y un albanil, y al ha- cer presente el objeto que me llevaba a aquellas al-„ turas, se prestaron gustosos a tomar las medidas que deseaba obtener. Sentado en unos andamios, contem- plaba el bello espect&culo que & la vista presenta el vasto jardfn Escobedo, el bianco caserio de los £lre- 196 Guadalajara. dedores y las cupulas de vivos colores del templo del Carmen. El cielo azul, h'mpido y sereno; la blanca luz adormeciendo las conciencias limpias del pacifico y libre transeunte, por entre aquel arbolado y aque- llas sombrias calles del jardin. Debajo los naranjos, varios evangelistas ocupados en escribir las cartas y recados que son mensajes pa¬ ra los prisioneros, de sus gentes y del mundo libre de afuera, Aquellos muros que tras este portico en- cierran a tantos. seres desgraciados, nada dicen al hombre, sino es que, son los guardianes inespugna- bles del prisionero. En aquellas celdas silenciosas con nada se tiene comunion, sino es con la solitaria conciencia ennegrecida por el crimen y aguijoneada por el recuerdo. Asf es que, no es poco el privile- gio y la ventura para el prisionero, de recibir un re¬ cuerdo, una palabra, un solo pensamiento del mundo externo, de una alma, de un ser querido, que aiin se acuerda de aquel, que ha comprometido su santa li- bertad, y que se ha hecho indigno de vivir en socie- dad por sus crimenes y sus maldades. Interrumpi'an mis meditaciones, el maestro de obras y un albanil, quienes traian una buena canti- dad de cordeles con los que habfan tornado sus diver- sas medidas. Con metro en mano, comenzamos & rectificar esas medidas, y sacamos en limpio lo si- guiente: Altura del portico desde el dngulo del atico hasta el piso. Tamano de las columnas... Largo del pbrtico.. 30 metros. n 28 m 37 cents Con estos datos, creo tendra el lector una idea aproximada de esta liermosa construccidn, que & sqs Guadalajara. 197 magnfficas proporciones reune un aspecto tan impo- nente. j No es una simple visita a la Penitenciaria Es¬ cobedo, lo que puede dar sino es una idea pasajera, de lo que es este colosal asilo para la reforma del criminal, preciso es hacer lo que yo lie hecho: venir aquf mas de una vez, visitar todo con calma, hablar con los empleados inteligentes, estudiar hasta donde es posible al criminal y consul tar el Reglamento que gobierna la colosal prision reformadora. Solo de es- ta manera podrd, tomarse en cuenta, la grande obra iniciada por el ilustre gobernante benefactor Escobe¬ do, e impulsada empenosamente para su terminacidn durante el Gobierno del Sr. Vallarta, lo mismo que por el Sr. Jose Maria J. Garibay, que como presi- dente de la Junta de Penitenciaria, tambien coadyu- vo, y el Sr. Francisco Martinez Negrete, que ha- biendo sido a la sazon tesorero, adelanto fondos de su propio peculio, y sin redito alguno, para finalizar ra- pidamente la construccion. Hecha la advertencia que antecede, suplicaria al lector, tuviera la paciencia de seguirme con el pensamiento, en mi visita de inspeccion cuando reco- gi (por vez primera), las impresiones de un par de ho- ras experimentadas dentro los estupendos muros de esta inmensa prisidn reformadora. Pasado el gran pdrtico descripto, junto con las grande's c iuospugnables puertas de entrada, se en- cuentra el espectador en un inmenso patio, vasto co¬ mo una plaza de armas. En los cuatro costados de este patio, se levantan unos inmensos corredores de dos pisos con arcos y columnas. En las piezas que se encuentran en estos corredores, arriba y abajo, os- tan los cuartos y departamentos declicacios a los juz- 198 Guadalajara. gados, la fotografia de la carcel y otras oficinas de importancia. Pasaba desde luego a visitar en el primer piso, unas inmensas galerfas en donde se guarda el mai'z, el frijol, la harina y otras cosas para el abastecimien- to de centenares de gentes en esta prision. ( # ) jQue tristes son estos estupendos almacenest Aquella se- mi-oscuridad, aquel silencio, aquellos muros y bove- das son los del socavon de una mina desierta. Cerros de frijoles, cerros de mafz y de patatas. jCuanta monotonia, silencio y soledad! Aim estos cereales que sirven para el alimento del criminal, parece que tienen en su aspecto sombrfo la maldicion del cielo! Solo el mafz brilla algo allf, como un punto objetivo en donde se ecba de ver alguna luz, lo demas todo es sombra. Este departamento parece arrullar el alma en una atmosfera de tristeza, que la prepara para lo que mas adelante va el filosofo y el visitante a pre- senciar. Salfa de estos almacenes, para solicitar el permi- so respectivo de las autoridades y entrar a la pri¬ sion. A1 efecto, pase a la oficina respectiva, en donde fuf atendido con suma cortesfa y prontitud. Se nota desde luego mucbo orden; a todos y a cada uno cum- pliendo y llenando sus deberes de un modo concieu- zudo y respetuoso, que me hacfa pensar en lo que vale una organizacion que llamare de tdctica prusia- na, tal como se echa de ver y se deja sentir en Ale- mania. Algo muy parecido notaba desJj luego aquf, que estaba en concordancia con el habil y bien com- prendido Reglamento para la Penitenciarfa del Es- ( # ) Se neccditan en esta Penitenciarfa, unas 40,000 raciones al wes para poder alimegtai los presos.—N. B. Guadalaj ard 199 tado de Jalisco, Reglamento expedido durante la Ad- ministracion del Gral. D. Ramon Corona. En compama de un antiguo e inteligente ern- pleado de esta Penitenciana, penetre desde luego a la prision. Pasamos por dos 6 tres piezas rnuy lugu- bres hasta llegar a unas puertas de hierro, de incues- tionable fuerza, y bien comprendido mecanismo de chapas. Senas y contrasenas dadas por los carcele- ros con unos gruesos bordones de palo, fuera y den- tro de la reja mencionada, haci'an se abriese esta puerta como por magia. Dos pasos al frente, y pasa¬ mos al otro lado de la puerta de hierro. Estabamos en plena carcel y de hecho prisione- ros. jno ±6 lo que senti en el alma al cirque aquella chapa se cerraba de una manera solido tras de noso- tros! Estaba helado, pues por vez primera me iba a encontrar en el mundo del crimen y de la maldad. Era una atmdsfera tan nueva, que era preciso acos- tumbrarse un poco a ella, para dejar que el sistema nervioso reasumiese su estado habitual. Ibamos con paso lento penetrando por una de las inmensas gale¬ nas que (cual rayos de estrella), convergen & un gran .patio circular,’ desde cuja elevada plataforma de pie* cfra se domina una vista completa de todo lo que pa- sa en aquellas galcrias imponentes por su elevacion de bovedas convexas y lo mucho que se prolongan a lo largo. Estas galenas, tienen por ambos lados cel- das pequehas para los presos. En algunas de estas celdas veia yo confinados a un aislamiento completo, a cierta clas^ de criminales, que apenas tienen liber- tad para, salir de aquel estrecho sitio resguardado por una puerta de hierro. j-La carcel solitaria! jque espantoso castigo! El ser humano enteramente so¬ lo con sus remordimientos, su conciencia ennegre- 200 Guadalajara. cida por el crimen atornillada per el recuerdo. Forman la planta de esta colosal estrella de que vengo hablando, dieciseis galenas d ambulatorios. En algunas de ellas, como en la de Oriente, que es la de la carcel solitaria, se siente el peso del aislamiento y de un silencio tan solo interrumpido, como en esta ocasion, por las pisadas del casual transeunte, 6 las voces de los que como las nuestras, dejaban su eco al paso. Pero en los demas ambulatorios infinitos presos andaban fibres, ocupados en diversas faenas, mientras otros, ya bien sentados en el suelo 6 para¬ dos junto a las puertas de hierro de sus cel das, nos arrojaban miradas llenas de una melancoli'a profunda. jQue grupos aquellos de facinerosos! jQue sem- blantes! revelando unos la maldad, otros la estupidez humana, muchos ambas cosas. Note tambien, que los criminales de cierta clase y antecedentes sociales, no se atrevi'an ;i darnos la cara, prueba evidente de que en aquellae almas depravadas quedaba aun algun atomo de verguenza, algiin sentimiento, de el ique dirdn? Reina por todas partes el aseo; se deja sentir aiin en lo mas mmimo, el peso y la liabil administra- cion, junto con los beneficos resultados en infinitos casos, del terrible regimen penitenciario, regimen al- tamente reformista y moralizador, que es el alto fin que se propone alcanzar la moderna y eivilizadora institucidn penitenciaria. Cuando se llega al centro de la estrella, es de- cir, al gran patio circular, entonces es cuando se comprende la magnitud de este edificio y lo muy bien distribuido que esta todo para sus fines practi- cos. Los guardianes, carceleros y vigias de esta muchedumbre de criminales, estan constantemente Guadalajara 201 al tanto de todo lo que ocurre en aquellos dieciseis ambulatorios que convergen todos, como llevo ya ex- plicado, al centro de esta estrella. La vdgilancia, pues, desde este centro es admirable. En este lugar, todo se ve y nada se ignora. Casi, puede derirse que, se adivinan hasta los pensamientos de I03 presos. En uno de estos ambulatorios se encuentra el lazareto y en el otro el hospital de esta prision; pero cuando los presos tienen enfermedades confcagiosas, se les envi'a al Hospital de Belen. Todo este edificio colosal puede muy bien conte- ner con coinodidad unas 3,200 personas entre emplea- dos, escoltas y presos. Los criminales de diversas clases, junto con ladrones rateros, etc., montan en la actualidad, Junio de 1893: Sentenciados. 917 Procesados. 239 Mujeres. 130 Correccionales.. 255 Total personas.... 1541 Tomando, pues, en cuenta la extension del vas- to Estado de Jalisco y su poblacion actual de. 1.286,614 habitantes, la estadfstica sobre criminali- dad en este Estado, no nos arroja tan desconsolado- ras cifras, cuando se puede calcular que tomando en cuenta el estado moral e intelectual que por siglos ha guardado nuestro pueblo, mayores y raucho mds sorprendentes podi'an ser las cifras en las masas del mundo criminal, no s6lo del importante Estado de Jalisco, sino igualmente de la Repiiblica Mexicana entera. Que existe el crimen en nuestro pais, esta y otras Penitenciarias, son evidente prueba; pero que existe entre nosofcros con los acompahantes y circups- 27 202 Guadalajafd ; tancias que frecuentemente acompanan la criminali- dad en Europa y los Estados Unidos, es cosa que felizmente podernos negar en diversos Estados de nuestro pais. Pero creo tal vez no haberme expli- cado lo bastante, pues, me refiero al crimen que se perpetua allende nuestros mares, a ese crimen que, aparece con todas las circunstancias agravantes de la premeditacion, nacida en mucbos casos en seres ya educados, en personas de cuya educacion e ilustra- cion no se puede dudar. Eso que conmueve y azora a las sociedades modernas, como el refinamiento del crimen. La criminalidad entre nuestro pueblo, busca sus causas en la degradacidn moral e intelectual en que por largo espacio de anos ha vivido. El pulque y el aguardiente, son dos poderosos motores del crimen. El sentimentalismo de la raza, y su excesiva sensibi- lidad, la pone frecuentemente en eatado de no poder resistir el menor agravio, ni tolerar la mas leve inju¬ ria, sin que el sentimiento terrible y fatfdico de la venganza germine en el cerebro, e impulse desde lue- go al crimen. El clima, ejerce igualmente su influjo; la miseria, el amor, el celo y otras pasiones humanas traen consigo su poderoso contingente para la per- petracidn del crimen. En suma: es esta humanidad la mismi en todas partes; mas no es en todas partes en donde se puede hacer por completo la apologia del crimen, como se puede hacer en muchos casos entre ncsotros mismos, pues desde luego hay otros pueblos mds culpables que los de nuestro pais, to- mando por tnuy sdlida base, que son muchos y muy grandes los medios que han tenido, y que tienen, pa¬ ra su mejoramiento y educacion ffsica e intelectual. Oruzaban por mi mente, los pensamientos y re- 203 Guadalajara. flexiones antedichas, cuando de pie contemplaba el vaiven y las fisonomias de los presos, que en gran nu- mero estaban por aquellos ambulatorios y patio cir¬ cular. El silencio se interrumpi'a tan solo, cuando yo hablaba con los guardianes, 6 cuando ellos me ha- blaban a mi. De alii en fuera, aquellos criminales estaban taciturnos y silenciosos, como espectros del crimen, seres^que comenzaban £ penar sobre la tie- rra, en castigo de sus propias maldades. jPobres hermanos nuestros! (decfa para mis aden- tros), habeis comenzado por olvidar el divino precep- to: Amar al Dios que os dio la existencia, sobre to- das las cosas, y £ vuestros prdjimos como a vosotros mismos. Tuvisteis vuestro libre albedrio, y las dos sendas de la vida que se llaman: el camiao del bien y del mal. Escojfsteis, por desgracia vuestra, la tor- tuosa'y obscura ruta del mal, y al fin de la jorna- dala mano de la implacable justicia divina y hu- mana os condujo £ la Penitenciarfa para mostra- ros cu£n espantosa es la maldad, cu£n hermoso y consolador es el bien. iMas aiin es tiempo, herma- nosl Teneis vitalidad, y mientras late el corazon hay esperanza! Arrepentimiento-perdon-esperanza. Es lo primero, un sentimiento profundamente conso- lador. Es lo segundo, noble y digno atributo de la Diviuidad, atributo tambien por ella otorgado al hombre. Es lo tercero, el tiltimo pensamiento, el postrer latido del corazdn humano, cuando llega la muerte 6 cesasidn de la vida de todo ser viviente so¬ bre la tierra. Habeis venido aqui, para arrepentiros de vues¬ tros crfmenes, y ho para mudar temperamento. Pro- bad al mundo que si habeis sido malos, podeis en lo de adelaute ser buenos, y hombres litiles a vosotros 204 Guadalajara. % ’ mismos y a vuestros semejantes. Ea el rel<5x del tiempo, hay una hora que marca nuestra aparicion sobre la tierra-otra que apunta nuestra desaparicidn de el'a. El ter mi no medio de la vida del hoinbre, es corto en realidad, para tener idea de lo que hay que aprender } r estudiar para conocer el mundo. No es el tiempo el que vuela, sino la vida humana la que se va eon rapidez' A si es que hay de aprovechar los ins- tantes de la existencia, liaciendo el bien y no el mal para si y sus semejantes. [Que hermosa es la exis- teneia de las almas buenas! jQue espantosa la de las depr ivadas! Las primeras, viven-las segundaS vegetan. Las unas respiran el perfumado ambiente, el aire libre de la libertad bien merecida. Las otras vegetan sin libertad, como aquellas que, en esta Pe- nitenciaria, tienen por todo hogar los muros y el re- ducido espacio de una celda; por todo mundo el linico y asolador de una prision. T-a voz de la persona encargada de acompanar- me, me apartaba de mis personales reflexiones, a las reflexiones mutuas sobre lo que estaba yo palpando. Abandonamos aquel punto central del edificio y con- tinuamos nuestra visita. Penetramos por una puerta, en una de las galenas, y nos encontramos en un bo- nito patio triangular con su jardin y yina casa prision. Es este, “etc;” y luego el art. 45 dice: “El producto de los trabajos que los “sentenciados ejemten fuera de las distribuciones, 6 despu^s de “concluidas las tareas que se senalen ? les pertenece y aumentari su “fondo 4e ahorros,” Guadalajara. 20 ? El vestuario de la prision esta hecho por los presos; asi es que todos est&n uniformados conve- nientemente, segun lo piden sus tareas 6 la estacion del ano. El aseo que se echa de ver por ambulato- rios, celdas, patios; y demas departamentos del edifi- cio colosal, es aq’iel que agrada y sorprende & todo el visitante de la Ciudad-Reina y sus grandes insti- tuciones publicas y privadas. Nos habi'amos trasladado al departamento en donde esta la cocina que abastece diariamente a cen- tenares de personas. Al ver esta, recordaba la ya descripta en estas pdginas en el capi'tulo referente al gran Hospicio de esta Guadalajara; pues la una co- mo la otra son de sistema americano. ’Mas cudn grande el contraste entre ambas co- cinas! En la del regio Hospicio cocinan unas bue- nas mujeres con plena libertad y tranquila con- ciencia. En esta cocina, unos hombres de libertad privados por sus faltas, con la conciencia inquieta y triste el pensamiento, preparan los alimentos de sus companeros de infortunio. Mas era ya tiempo de poner fin a mi visita en esta ocasion, y salir de esa atmosfera de tristeza y oprobio. Apretaba el paso y senli'a un anhelo inde- cible por recobrar la libertad, lejos de los espesos mu- ros y sblidas puertas de liierro de esta colosal estre- 11a, mundo donde liabita el criminal, purgatorio sobre la tierra para el hi jo de la maldad perversa y de los vicios anatematizados por Dios y el liombre. Llegamos a la reja formidable de la gran puerta de salida, en donde el carcelero sabia desde hacfa al- gunos minutos, por medio de senas especiales comuni- cadas a el, que el visitante a la prision, pedfa puerta 208 Guadalajara, franca para salir del silencioso pandemonium al mun- do libre, alegre y bullicioso, Era, pues, muy consolador oir esas formidables chapas y cerrojos ponerse en movimiento, entreabrir- se aquelias rejas, y pasar como un rayo al otro lado. jCuantos; oh! cudntos desgraciados presos esperan en vano se les otorgue el permiso de pasar esas puertas vedadas a su libertad individual comprometida por el crimen, castigada por las leyes en honra de la vin- dicta piiblica! jQue interminables para muchos esos veinte ahos de condena! Yo creo, que en muchos casos sea para varios preferible la inuerte. Cierto es que mientras hay vida hay esperanza. jha esperan- za! Si; como llevo ya diclio;—ultimo pensamiento- postrer latido del corazdn humano cuando cesa la vi¬ da del ser viviente sobre la tierra. * * # Para terminar este mi triste y bastante pnbre capitulo, sobre tan magna institucion social como io es esta Penitenciaria de Guadalajara, donde se cas- tiga al criminal, se le educay en infinitos casos se le reforma, agregare algunos datos resultado de varias conferencias, junto con notas tomadas aquf en mas de una ocasidn. Por ejemplo, deseoso de saber con que fondos se ha construido este edificio colosal, se me suministro el dato siguiente: l.° Gerecho llamado de degtiello, que consiste en el pago de 12 centavos por cada cabeza de.ganado mayor y rnenor que tiene consumo en el Estado. Guadalajara. 209 2. ° El producto de una loteria llamada de “La Cdrcel Correccional.” 3. ° Ei importe de las multas impuestas & los reos, por el Supremo Tribunal de Justicia. 4. ° Un impuesto sobre los tercios de efectos conducidos anualmente d la feria de San Juan de los Lagos. Ya he dicho que d este edificio se le dio princi- pio el ano de 1848, y aparece que con excepcidn de unos cinco anos transcurridos despues de comenzadc, han sido continuados los trabajos de su obra con su* ma asiduidad y empeno, hasta que la intervencion francesa, y la ocupacidn de esta Penitenciaria por el invasor que la constituyo en fortaleza, hizo se suspendieran las obras de edificacidn de 1863 d 67. Mas desde aquella fecha d la presente, no seha omi- tido gasto ni trabajo para lograr quede del todo ter- minada la obra. La ciencia penitenciaria 6 sistema de detencidn, castigo y reforma de los criminales es, de origen mo- derno. La pena de muerte aplicada al delincuente por medio de la crucifixion, fue practicada comunmen- te por los Asirios, los Egipcios, los Persas, los Car- taginenses, los Griegos y los Romanos. Pero en Gre- cia, como tambien en Roma, se castigaba el crimen, con la pdrdida de las consideraciones otorgadas d la casta, d los derechos de ciudadania y d la la libertad individual. Tambien se castigaba al criminal, con la condena d los trabajos penales en obras pfiblicas, las canteras y las minas. Durante el Imperio Romano, habfa casas, de detencidn llamadas: ergastula; se usa- ban estas con el fin de castigar en ellas d los esclavos refractarios y criminales. Pero no es en la Roma antigua, por cierto, d donde tenemos de buscar los progresos, el civilizador y el filantrdpico espiritu de la moderna penitenciaria y de las sabias beneficas leyes que la rigen, es en la Italia contempordnea, entre los descendientes de aquellas razas de titanes que sub- yugaron al mundo de su dpoca con su magno poder y Guadalajara. 210 sus leyes asombrosas, donde tiene que inspirarse hoy dia el legista sobre la criminalidad en obras que como las de Beltrani Sc lid,' x ' son toda una revelacidn en la profunda y complicada ciencia penitenciaria. Nuestro sistema penitenciario inspirado mds bien segiin entiendo, en el americano del Norte, que en los de:Europa, pues hasta este edificio sigue algo el modeloy sistema del de la Penitenciaria de Filadel- fia, parece dar muy buenos resultados. Hay ya pre- sos aqui muy aventajados en instruccion elemental, y en los diversos talleres de industrias a las que he aludido de una manera satisfactoria. La escuela de la prision tiene alumnos que bien podi'an desempe- har el cargo de profesores. jListima grande que ten- gan comprometida su libertad, junto con los bellos de- rechos de ciudadanos mejicanos! Socialmente, asi como bajo el punto de vista de la ley, tienen perdi- do hasta su nombre y apellido y solo se puede distin- guir a un preso de otro por el numero que le ha co- rrespondido en la prision en virtud del artlculo 38 del fteglamento de esta Penitenciaria que reza como sigue* “Desde el momento de ingreso de un preso & l'a celdilla, sera designado por el numero que esta tenga.” Con respeto d la educacion de los presos, el pre¬ ceptor de ellos tiene obligacion de ensenarles las ma- terias siguientes: Lectura. Escritura. r • • - $ • , Aritmetica las cuatro operaciones con enteros y decimales. Dibujo geometrico. Moral y Urbanidad, El articulo 15 dice: “El preceptor, con su buen ntrato, conducta y ejemplo, se esforzara por desper- * Este hdbil jurisconsulto criminalista es inspector general de las prisiones italianas, y adeniits editor de la importante “Bivista di Discipline” publicacion mensual de' Kema, (iedieada es ‘lusivamente £ la ciencia penitenciaria- Guadalajara. 211 "tar la dignidad del hombre, los buenos sentimientos "y el estlmulo entre sus alumnos.” El articulo 16 produce sus buenos efectos prac¬ tices en esta prisidn, y tiene por fin mejorar la condi- cidn moral e intelectual del sentenciado, como se echa de ver ya en muchos de estos seres infortunados. Di¬ ce este articulo que:—“Todos los domingos, durante "una. bora cuando menos, el preceptor leerd y expli- "card alguna obra de moral 6 instructiva, aprobada "previamente por el director.’’ Muy satisfactorio me era recojer de en boca de un inteligente y caballeroso empleado de esta Peni- tenciaria, la noticia de que ya hay aqui presos que bien pudieran ser profesores: en Geografla, maternd- ticas, cosmografia, etc., y que la escuela de la prision, educa actualmente, a unos 150 alumnos, con un gas- to tan solo de $10,00 cvs. al mes que, por termino medio, es to do el desembolso que se hace para papel, libros y demds utensilios de escritorio. El costo de esta Penitenciarla monta d unos. $3,500 al mes 6 sean $42,000 al aho. Haciendo un estudio comparative entre esta Penitenciarla del Es- tado de Jalisco, y las dos que tiene el de Pensilvania, en los Estados Unidos, es decir, la de Filadelfia y la de Alleghaney, encuentro que estas dos cubren sus gsstos con la cantidad de $44,350 anuales. Es de¬ cir, las dos penitenciarlas de Pensilvania, cuestan & aquel Estado una suma que no excede mucho d la gastada en una sola penitenciarla del Estado de Ja¬ lisco. El num.ero de presos (termino medio), en aque- llas prisiones, es equivalente d esta de Guadalajara, pero con la desconsoladora cifra, para nosotros, de que siempre es mayor en Jalisco la proporcion de criminales 6 culpables de algun delito, dados los cen- sos de poblacion que arrojan por un lado, Pensilva¬ nia y, por el otro este importantisimo Estodo de nues- tra Federacidn Mexicana. Cierto es que, ni dun so- ndbamos en establecer en nuestra patria el regimen peniteneiario, cuando ya el solo Estado de Penailva- 212 Guadalajara. nia, llevaba establecidas sus dos afamadas prisiones. La de Alieghaney fundada en 1827, la de Filadeltia dos anos despues, siendo hoy dia. esta ultima, /ct uni- ca institution 'penal en todos los estados Unidos d, donde se observa el terrible castigo de la cdrcel 6 cel- dilla solitaria Aunque el articulo 35 del Reglamento ya cita* do de esta prisidn, previene claraiuente; “Que ia Penitenciaria recibird solamente d los sentenciados a prisibn,” aparece de los informes que me han sido s-u- ministrados, que la pena de muerte fue aplicada a 3 individuos en el espacio de 0 anos. Durante la pa- sajera administracibn del Lie. D. Jesus L. Camare- na (en 1875), quedo por ley abolida la pena de muer¬ te en el Estado de Jalisco. Pero el Codigo Crimi¬ nal que rije en la actualidad, la hace aplicable’ en cier- tos casos; mas de ordinario no se aplica aqul. El mdximum de ahos de prisibn, es el de 20 en esta Penitenciaria, y la pena da muerte se conmuta en igual numero de anos. Los casos en que se apli- co la pena de muerte, y d que hago ahora referencia, fueron excepcionales, dadas las circunstancias de los crimenes respectivos que motivaron la ejecucibn de los reos. Uno de estos criminales sufrib la pena de muerte, por haber ahorcado a la mad re del Director del Monte de piedad [Sra. Martinez Gallardo], ho- micidio que fue perpetrado, por robar a dicha sen ora sus alhajas y otros objetos de mas 6 inenos valor. Los otros dos casos, en que se aplico la pena capital, fue d militares por faltas de suma importancia d los su- periores, pues uno de ellos hirib de gravedad d un sentinela. El silencio, que tanta impresion me habi'a hecho en esta prisibn, estd perfectamente explicado en el ar¬ ticulo 41 del Reglamento que, se lleva acabo con ri¬ gor; y dice dicho articulo: "Durante las horas de estudio, trabajo y comi- “das no se permitird que los sentenciados se dirigan "la palabra, ni se comuniquen entre si por sehas, ni “de cualquiera otra rpanera. Enlos talleres solo de* Guadalajara. 213 nberdn hablar con el maestro 6 con sus compaheros "en aquello que sea indispensable para el trabajo. n Con respecto £ las penas disciplinarias que se imponen £ los presos por faltas cometidas en esta pri- sion encuentro las siguientes: I. Rcprension privada 6 publica. II. Privacion de recreaciones, comodidades, distinciones y encargos. III. Encierro mds 6 menos absoluto hasta por cuatro meses. IV. Aumento defatigas. V. Dieta. Sin embargo, de todo ese rigor propio al siste- ma penitenciario, es muy grato saber, que tan bueno es el Peglamento en sus resultados practicos, que hay un buen niimero en esta cdrcel quo, goza de ese gran beneficio llamado: liber tad preparatoria, y que consiste en otorgar al preso [que se ha portado bien], ese genero de libertad tan importante, que, nada me¬ nos reduce a la mi tad el tiempo al que estd sentencia- do el reo. Mucho quisiera transmitir en estas paginas, otros datos interesantes relativos a los presos y la admira¬ ble administracion de esta notable por mil tftulos, Penitenciarfa pero, las dimensiones de este capftulo me obligan ya a ponerle termino. Sin embargo, aiin mas incompletas quedarian estas pdginas sin en ellas, no hiciera aunque mencion lijera, del muy interesan- te departamento dedicado en esta prisi6n d las muje- res criminales. Como se puede bien traslucir por el numero de mujeres criminales [115], que habla en esta prisihn en la ultima estadistica, estas figuran en numero muy reducido al lado de los kombres. El hecko de que a este numero de mujeres, se le puede tomar como un termino medio de las sentenciadas aqui por hechos criminales, habla muy alto en favor de la mujer del pueblo Tapatio , pues nunca el sexo debil ha figurado en. esta prisidn, en la cantidad en que figura el sexo 214 Guadalajara. contrario. Ciertamente, que es esto muy consolador, dadas las circunstancias de la vehemencia de las pa- siones en la mujer. Que algunas de las que hay en esta Penitenciaria den mas quehacer que los hombres, se comprende facilnente, cuando no hay desde luego mayor castigo para la pobre mujer, que la imposicibn del silencio y el aislamiento complete. jYo no se que pueda haber cosa que cause mas honda impresion que una mujer criminal! jLa mujer, que ha venido al mundo para cum- phr con la mds grande y noble mision sobre la tierra! La mujer con\ertida de paloma en fiera, de angel en demonio, es metamorfosis que casi no se comprende sino es cuando se palpa, con Ins vlvidos colores del realismo cspantoso en Una Penitenciaria como esta. jQub desolador cuadro, es aquel que presenta la mujer criminal, en sus diversos castigos y faenas en esta prision! jQue contraste tan terrible el de estas infelices sentenciadas con las mujeres buenas—con aquellas llenas de virtudes, orando eteinamente por los malos, 6 llenando los santos y edificantos deberes en el bendito hogar—en el camino recto de la vida.... Con ligeros cambiantes, rige en esta prision el mismo reglamento para mujeres que para hombres. Ellas, lo mismo que ellos, pierden hasta el derecho al nombre y apellido, y la ley con sus severos-filosbficos mandatos no reconoce en ellas mas que & un reo cri¬ minal, d un ser humano designado y conocido por una cantidad numerica. En este departamento de mujeres sentenciadas, situado al costado Norte del primer gran patio de es¬ te edificio, departamento que tiene solamente un pi- so, todo estd gobernado por las presas mismas al man- do de una Pectora que tiene un escribiente para ayu- darla en sus tareas. Las obligaciones de esta Pec¬ tora, son analogas 6 las del Alcaide en el departamen¬ to de hombres. Hay ademds una preceptora que tie¬ ne a su cargo la educacibn moral e intelectual de las presas; y la unica ensenanza que no es obligator^ 215 Guadalajara. para las sentenciadas, es la del dibujo geom6trico; de hay en tuera reciben la misma instruccion que los presos junto con la natural y propia a la educacion de la mujer en todas partes. Abandonaba el colosal edificio al toque de la Ora- cion. Queria huir de este mundo del crimen y en- contrarme de nuevo respirando los aires libres del jardin-Esoobedo, y de esa manera, deyolver al siste- ma nervmso su habitual modo de ser y de sentir. Los Evangelistas , habi'an desaparecido con todo su contingente de plumas, tinta, mesa y papel. Las ma- riposas, ocultas entre las flores dormian su sueho de delicia narcotizadas por el perfume de los naranjos, del heliotropo y del jazrnln. Descanzaban tambidn, las'aves en sus nidos del portico y de la enrramada, para comenzar de nuevo su parloteo con los despun- tes de la nueva aurora. Tambien los nihos se fca- bian ido al hogar; y en las solitarias callecitas del parque-jardm, solo se ola el murmullo del agua en la fuente, como el tenue eco de una voz musical, que estaba en amorosa cliarla con la naturaleza. A mis espaldas, la colosal Penitenciaria envuelta por las som- bi as de la noche; m£s frente d mi, y arriba de loscie- los,—la gran refleetacidn de la electrica luz de la ciu- dad, iluminando todo, con su potencia mdgica y sus reflejos deslumbrantes. ; -t ■ ■ ■. • • - •— *\ / ■ ■ ■' i - V ‘fV= •"*.* i'iJV,.! • ■ j V • ■ . CAPITULO X. ARTE Y ARTISTAS EN GUADALAJARA. La Musica, La Pintura, La Ceramics Los Temples y las Creaciones Religiosas. No se que pueda haber un motor mas eficaz para el desai rollo del sentimiento culto de los pueblos, como lo es la miisica. Es esta una eficaz potencia que de- termina sensaciones en el sistema nervioso, que dejan incrustados sus efectos en el alma; efectos, (en infini- tos cosos), los mds consoladores y beneficos en sus resultados para la educacidn moral del individuo. En Guadalajara, (as! como hasta en el confm lejano de nuestra patria), la musica es una necesidad para las masas; estd en su organismo, como en el or- ganismo del reino vejetal esta la sabia que la produce ' y reproduce, el colorido que lo marca con caracteres propios y especiales. Es cosa averiguada entre noso- tros, que si £ nuestras condiciones climatoldgicas, agregamos el natural sentimentalismo de raza, la mu¬ sica tiene por fuerza de producir sus efectos m5s 6 menos beneficos en la educacidn de los sentimientos morales en las masas del pueblo. Pero es entre este simpdtico e interesante pue¬ blo de Jalisco, donde be observado la aficidn y espe¬ cial gusto por la miisiea, si se quiere aim m&s que en 29 218 Guadalajara . parte alguna de nuestra Pepublica. Es cierto, que la gente de nuestra costa es alegre, musical y fan- danguera como de hecho lo es la gente tapati'a; mis no se que tinte de tropical melancolia le encuentro yo 1 la musica y bailes de la costa. El canto del ja- rocho, del pescador y del vaquero, no es el canto ale¬ gre y bullicioso picarezco e inspirador del jalisciense. La poesia de unos y otros se diferencia en cuanto 1 que el clima no es el mismo, ni la localidad ni la manera de ser 6 de vivir. En los primeros todo es tropical; en los segundos todo es andaluz. La musica ejerce un poderoso influjo en los sentimientos y la ma-' nera de sentir de ambos pueblos; pero no en todos cases son iguales los resultados. Insplranse los unos en la musica del Oceano, cuando las turbulentas olas cansadas de luchar entre si, se tienden magestuosas en las playas y con el rltmico vaiven de la marejada, forman acordes musicales, cuando entre espuma y agua, resuenan al rodar esas conchas, esas arenas de la mar esplendente. Insplranse los otros, en el valle, la montana y el bosque, las florcs y las aves, iluminado todo porla luz del sol 6 de la luna con celajes sober- bios que son fuente inagotable para el poeta, y tema de armonla imitativa para el musico. No cabe duda; los jaiiscienses, como los italia- nos nacen musicos. En mis largas vagancias por esta ciudad Eeina, y sus alrededores pintorescos, he oldo musica, muy buena miisica ft toda hora. En la bella Plaza de Armas, ya descripta, cuando termina de tocar una banda de musica, es reemplazada por otra en sus tareas. Los domingos hay musica en los portales. En la tarde la hay tambi^n en sitios de recreo como lo son el Paradero, el Agua Azul y otros. Viene el vago viajero de recrearse el oido con los acordes de una banda que ha tocado en el campo, y al apearse del tranvla que detiene su carrera en la Plaza de Armas, le da la bienvenida 6 regreso d, la ciudad otra esplendida banda militar que ejecuta en el kiosko. Se aleja uno de estos sitios encantados, y Guadalajara. 219 cuando menos. el eco de la armonia celeste le persi- gue, como una cosa que estd en la atmdsfera, como una alma que hace sentir su infiujo y su poder poi donde va. Yo he estado en reuniones musicales que enna- da dejaban que desear £ otras de su genero en paises americanos u europeos. Se nota en los artistas jalis- cienses, una modestia suma que & mi juicio, les perju- dica mucho, cuando creen que todos sus esfuerzos en el divino arte de Euterpe nada 6 poco representan en el mundo cientifico de la musica tal como esta se aprende y se ensena en la actualidad. Pocas veces he oido cantar 6 tocar con m£s sentimiento de lo que se canta y to:a en esta Guadalajara, donde el co- razdn sale & la boca, como £ las notas sale la armo- m'a. Yo he visto como se baila en los barrios con compas admirable, sin perder una nota de la musica, y he oido tocar los instrumentos de cuerda, con sumo gusto y singular maestria en esos fandangos y jaleos que son para el pueblo de esta tierra de la alegria, una necesidad, un pasatiempo indispensable en donde el alma tiene sus expansiones de alegria y encuentra esos ideales propios a razas sonadoras a donde se des- tierra & la tristeza, y se d& carpetazo al desconsola- dor realismo de la vida. En mi primer visita al bello e inspirador "Jua- nacatldn,n recuerdo haberme encontrado casualmente, con un filarmdnico, un modesto organistade un tem- plo de la catolica "Ciudad Reina.n Como era de es- perarse, despues de hablar de la estruendosa mtisica de la naturaleza en la regia cascada, vetiimos £ char- lar sobre musica y mdsicosen Guadalajara, la natural disposicion para aprender el divino arte, y el amor que en todas las clases de la sociedad era innato por tan bello motor del sentimiento. Como era natu¬ ral me habl6 del brgano, y de la musica clasica-sa- grada, do su estado actual en Guadalajara, de sus progresos y esperanzas, como tambien de sus ber.dfi- 220 Guadalajara. cos efectos en la educacion moral del pueblo. Efec- tivamente, todo ]o que asentaba, venia d corroborar lo que personal mente he experimentado en la Gran Basilica y otros templos de la ciudad, durante sus fiestas 6 funciones religiosas donde nada escucha el visitante 6 el devoto que no sea miisica religiosa. Considerando, pues, que es la musica [como llevo ya dicho], nun motor el mds eficaz para el desarrollo del “sentimiento culto de los pueblos,n y considerando & la vez que es tan perfecta en su armonia imitativa, cuan poderosa lo es en sus efectos, no es por cierto la musica de un caracter profano la que deba escuchar- se en las naves de un templo, pues esto es profanarlo y con ella al sentimiento religioso. No son las ope¬ ras, ni las romanzas de sal<5n, ni la musica para bai- lar, ni los cantos populares del pueblo lo que se debe ir d escuchar al templo, para eso tenemos teatros, sa- lones u otros lugares ad hoc. Porsupuesto, que ha- go referenda d la miisica profana que en tiempos de Navidad u otros, se deja oir en las parroquias de los pueblos y en algunos templos de ciudades & donde la cultura y el buen sentido religioso no deberian expo- ner, (con semejatites absurdos), el culto catdlico d la mofa del incredulo, 6 la risa nerviosa del mismo cre- yente. No es por cierto en la culta y musical Guadala- ■ jara, ni aiin en el vasto Estado de Jalisco, donde el viajero u el catdlico, escucliard la musica profana en los templos consagrados al culto de la Divinidad, me decia el organista con quien charlaba frente aLJua- nacatldn.—Esto no se permite ya entre nosotros.— Desde hace mucho tiempo venimos iniciando la idea de la musica religiosa; y al efecto puso en mis manos el prospecto de una nueva publicacidn quincenal in- titulada: “La Lira Sacra, n que lleva por objeto, la propagacion y el conocimiento de la musica religiosa, i niciada por muchos e inteligentes profesores jalis- cienses. Lamento no poder intercalar en el texto este in- Guadalajara. 221 teresante prospecto, d causa de sus dimensiones; pe- to creo bastard con lo dicho para dar una idea del es- pfritu de este pueblo en asunto tan sumamente inte- resante como lo es por un lado, el destietro de la mu- sica profana de las iglesias catolicas, y por el otro, la aceptaci<5n general y propaganda del canto y musica sagrada, cuya importancia es solo comparable con la imponente y aUgusta sublimidad de un culto que, re- conocen y sostienen cetea de 300 millones de seres huinanos en toda la superficie de la tierra, Para finalizar estas mis observaciones sobre musica, su poder e influjo civilizador en las masas, re- cordarc que no ha habido un pueblo grande y pode- roso que no liaya aceptado la .miisica como un motor eficaz para el desarrollo del sentimiento, que no haya tenido un cdntico guerrero, patridtico, un instrument to musical para cantar sus glorias, placeres 6 deStli- chas. El celebre Pitagoras, encontro el mundo ar- monicamente ordenado, como encontrd los elementos que formaron la musica; Sta. Cecilia, [& decir de la leyenda], hizo bajara, sobre la tierra 6 un angel que descendio para escuchar la melodia de aquella gran patrona del arte arrobador. Los pueblos, pues, que como el jalisciense, aman la miisica, seran pueblos que la civilizacion siempre estara orgullosa de contar en sus bias, pues son los hombres de corazbn los que mas valen en el mundo; y es la musica motor tan po- deroso, que a decir del bldsofo griego ya citado—bay musica hasta en las doce esferas, por muy inaudible que esta sea 6 mortales oidos. Muy extrano seria que en raza tan aiecta a la mui-ica, como lo es esta de Jalisco, que en esta los- cana de Mexico Occidental, no hubieran nacido inte- ligencias con marcadas disposiciones para el arte pic- 222 Guadalajara. torico. Por mucho que el arte de Apeles no haya encontrado aqui, todo el eco y la proteccidn que se le ha dado y se le da en otras partes del mundo artls- tico, Guadalajara sin pintores mas <5 menos inteligen- tes u aventajados sena una aberracion de la natura- leza misma en la raza y en las condiciones marcadf- simas de ciertos climas, que, cual el de estas regiones ejerce un poderoso influjo en el sentimiento y desa- rrollo intelectual para la formacion del hombre artista. As! es que, no han faltado en esta tierra artistas, lo que ha faltado [como en otras partes de nuestra pa- •tria], es la proteccion directa y benefica & el arte. Es cosa incomprensible para ml, como es que nuestra gente adinerada, decora los muros de sus salones con tanto mamarracho y tanto disparate importado del extranjero, y no ostenta un solo cuadro [muchas ve- ces], de alguno de nuestros artistas nacionales cono- cidos con ventaja y dignos por mil titulos de la pre- ferente proteccion y el estlmulo de sus conciudada- nos. ^Que aberracion es esta? iQue patriotismo es este que deja abandonado en la pocilga al pobre ar¬ tista nacional, con su talento y su ensenanza ocultos, con las luchas terribles por la vida, con la decepcion y el excepticismo en el alma? Hubo un tiempo feliz en todo Mexico, en que 4 las bellas creaciones del arte religioso euro^eo impor- tadas del vicjo mundo, vinieron los ideales realizados de aquella escuela llamada antigua mexicana de la que surgieron pintores de la talla de los Rodriguez Judrez, Luis Ju&rez, Baltazar de Echave, Juan de Herrera, Cabrera, Ibarra y otros. Pero aparece que con la expulsion de los espanoles del territorio por ellos conquistado, vino el destierro tambien del arte por ellos protejido. Nos lamentamos todos, del estado de decadencia que en la actualidad guarda el arte pictdrico entre nosotros, pero no nos lamentamos de la decadencia social que en estb caso determina de una inanera muy directa el estado del arte entre nosotros. Pero nos Guadalajara. 223 pasa con esto, lo que con otras cosas: que aquellos que aprecian en todo lo que valen las obras de los pintores nacionales, son aesgraciadamente, aquellos que no poseen los medios monetarios para hacerse de ellas. Asf, es que, no es la falta de apreciacibn la que sale faitando entre infinitas gentes, sino el dinero de los ricos que ni estiman, ni compran, ni estimulan siquiera en forma alguna al pobre, modesto e inteli- gente artista mexicano. Los gobiernos hacen algo: mandan pintar los retrafcos de los gobernantes. Pero esto no es bastante; hay que seguir pintando la his- toria mexicana con todos sus episodios sorprendentes, la magestad imponente de la naturaleza en sus diver- sas zonas, nuestras costumbres y progresos; ei una palabra: todo aquello que tienda a la ensehanza ob- jetiva al conocimiento del pais y de nosotros mismos Pero si fuerza es, que todo esto se pinte para nuestra ensehanza positiva, fuerza es tambien, que se haga para la proteccion del arte y los artistas nacionales. Encaminaba mis pasos al Portal de Matamoros, con el fin de visitar el taller de fotograffa y de pirn tura de un artista tan inteligente, como modesto lo es. Me refiero al Sr. Francisco S&nchez Guerrero, pin- tor jalisciense, cuyo magnifLo retrato del Gral. Co¬ rona pintb para el Hospicio de esta ciudad, y cuya obra he comparado justamente en su ejecuc-ion con lias obras de igual clase del eminente retratista de la ■escuela francesa, Bonnat. Se me habfa dicho, que el ‘Sr. Sanchez Guerrero, tenia pintada por £1 una copia magnffica de la afamada Asuncion de Murillo, y que tambien habfa hecho un bellfsimo .cuadro del siempre iuspirador Juanacatldn. Estas noticias, eran lo sufi- ciente para que yo, el gran amante del arte, y siempre fiel ami^o del artista, me fuera en busca de esos lien- zos. No tarde mucho en encontrarme en compahia del tnencionado artista i en frente de sus obras. To- # nfa tres a la vista; y a la verdad ora tal mi sorpresa, tan grata la impresion que desdo luego me causaban, que sabla por fin donde fijar la mirada y dar ricn- 224 Guadalajara. da suelta & la expresidn, A mi izquierda, y en buena luz, en el muro con que termina la escalera de un le* gltimo taller de artista, la copia del de ese gran cua- dro soberano: la Asuncidn del sublime Murillo. A mi derecha, bien colocado en el muro, el Juanacatl&n; frente d ml en su respectivo caballete esperando los ultimos efectos del toque de pincel del artista, un re- trato admirable (casi de tamaiio natural), de unajo- ven belllsima de Guadalajara, de una rubia, que se destaca de esa tela, como un soberbio lirio en la flo- resta, banado porla dorada luz del sol pouiente. Por bien que se pueda hacer la descripcion de este cuadro resultara siempre un p&lido reflejo, poco mhs, poco menos del que ahora voy hacer, cuando nunca la plu- ma puede dar sino es aproximadamente la idea del colorido, eso que es la grdrica representacidn, la vida animada de todo lo que es bello e inspirador en la creacidn. Y, es el caso, que si este joven artista se distingue por su dibujo delicado y correcto, igual- mente puede bien distinguirse por el colorido y ento- nacidn preciosa que transmite a sus telas. Pero pase- mos al retrato en cuestidn que es hoy objeto de mi particular encomio. Una joven de tipo rubio (como llevo ya dicho), aparece como salida de la selva que forma el bello fondo de esta composicidu. Se encuen- tra como recargada en una puerta rustica formada con unas ramas do arbol entrelazadas, donde se en- redan las rosas de castilla y otras plantas silvestres. Tiene la joven un canastillo pequeiio, lleno de flores en su mano derecha, cuyo brazo en parte desnudo y lleno de mdrbida belleza y de potente vida juvenil, cae en su sitio con naturalidad suma. Es la cabeza de esta, inspiradora como un pensamiento de Goethe, y sus rubios acastanados cabehos, flotan en parte so- bre su hoinbro izquierdo. Viste un sencillo traje claro propio al campo, y forma el claro-oscuro el listado rebozo de seda puesto y cruzado con esa gracia tnpa- tia, digna en vei dad de las hermosas hijas de esta tierra, Andalucia de America. Entre los delicados Guadalajara. 225 dedos de la mano izquierda tiene esta joven una flor, [[seguramente su predilecta?] Es la mirada de sus ojos claros, inteligente y dulce, revelacibn de alma ca- rinosa y buena. Abarca su visual rads de una cosa a un tiempo, pues si la ajitan varios pensamientos, no por eso se olvida tambien de otorgar d sus espectado- res una mirada dulce e inteligente. Bello es este re- trato, porque representa fielmente a una belleza; bello, porque el colorido es digno de la paleta de un artista que reconoce el poder del colorido y lo maneja con destreza y delicadeza admirables. Bello, porque la forma y Hneas muy bien comprendidas en todo el te¬ nor de la composicion hacen de este retrato una cosa perfects; y finalmente, es bello y atrayente porque a mi juicio, reune esos indispensables componentes d la belleza tipica, a saber: Unidad, reposo, siinetria, pu- reza y moderaeibn. ~^Es del agrado de Ud. este retrato? me pre- gunto el artista con su habitual modestia. -^No solo es de mi agrado, le conteste en se- guida, sino de mi aprobacion en todo, junto con mi particular admiracion. —gLe cree Ud. bastante bueno para que se ex- hiba en la prbxima Exposicibn de Chicago? —Le creo bastante notable como obra de arte, para exhibirlo en todas partes. Aun mas, creo fir- memente que, trabajos artisticos de este genero, tie- nen que salvar la reputacidn del arte mexicano en el extranjero como entre nosotros mismos. Este modesto e inteligente artista, me daba las gracias con verdadera emocidn. Parece increlble que un pintor como bste, viva ignorado; es por eso que deseoso se le estime en lo que vale, lo doy & conocer en estas pdginas. En sus primeros anos estudid en Mexico, y fue discipulo de la Academia Nacio- nal de San Carlos. Pero no es la Academia la que ha hecho de el un buen artista, es su organismo, es su alma que lo hace sentir lo que traslada al lienzo. Tiene 4 nai juicio las dos cualidades indispensa- 226 Guadalajara . bles que forman al artista: siente y piensa, De suer- te que inspirado en el gran sevillano, sn su dibu- jo y colorido, resultan sus composiciones bellas y perfectas. Poseido del original de Murillo, le ha co- piado con suma minuciosidad en la sublime Asuncion de la Catedral; se nota que ha sentido y pensado al dejar que su brocha busque la inspiracidn necesaria al copista de las grandes creaciones del arte. En el paisaje y vista del JuanacatUn, se nos pre- senta este artista, con un estilo y ejecucidn tan dia- metralmente opuestos al de sus retratos, que viene & ser una revelacidn m£s de sus dotes de artista y sus naturales brillantes disposiciones para la copia de las bellezas edificantes de natura. jEs esta vista del Me- xicano Niagara, una explendente tela, que represen- ta la cascada y el paisaje, bajo el mdgico poder de las cambiantes luces de una puesta del soil Toques valientes, coloracidn soberbia, dibujo magistral, lu¬ ces y sombras, todo bien puesto en su lugar. Es- cuela: impresionista del inmortal pintor inglds Tur-. ner. Perplejo ante este cuadro esplendido, fiel repre- sentacidn de lo que yo he palpado en aquella so:er- bia catarata, y al mismo tiempo conocedor de las sun- tuosas telas del autor mencionado, preguntaba h. Sdn- chez Guerrero, si conocia por ventura alguna obra de Turner, para haberle seguido sus pasos tan de c’erca. —Conozco, me contestd, tan solo uno que ofcro grabado de aquel eminente artista, pero ninguno de sus cuadros puesto que nunca he ido d Europa, que es mi sueno dorado. Recomende al artista no dejasede envmr este cua¬ dro & la Exposicion de Chicago, pues estaba seguro llamana sobremanera la ateneion de inteligentes v profanos. Al salir del taller del Sr. S&nchez Guerrero, re- cordaba haber lefdo en las pdginas del libro del escri- tor jaliseiense, Joaquin Romo [m6s de una vez cita- dasj, aquellas que hacen retbreneia al progreso y es- Guadalajara. 227 tado de las bellas artes en Guadalajara, donde se la- menta del indeferentismo de los ricos, y del egoismo de otros, que no protejen a los arfcistas. Las siguien- tes lineas, me han parecido tan elocuentes, que por eso las intercalo aqui. Hablando de la muerte de un artista, dice el Sr. Romo: “Ocho dias despu4s, algunos artistas acompana- “ban un feretro: adentro iba el cad&ver de D. Jose “Castro, que murid en el abandono m^striste. “jera pintorf En mi estudio, sobre el esplendido fresco de la gran boveda del Teatro Degollado, creo haber dicho lo suficiente para dar una idea aproximada de lo que fueron aquellos notables artistas jaliscienses que la pintaion: D. Jacobo G41vez y su muy aventajado disdpulo y colaborador Gerardo Suarez. Asi pues, solo debo agregar en honor de Guadalajara, y del ar¬ te bellisimo de la pintura, que alguna de las obras de ambos, adornan las paredes de los salones de la me- jor sociedad Tapatia; y que encontrdndome acciden- talmente en La Barca, importante poblacidn del 3er. Cantdn del Estado de Jalisco, he visto en una casa particular los mejores frescos murales que tal vez se hayan ejecutado en toda la Repiiblica. Son estos frescos, obra muy notable de los pinceles del maes¬ tro y del disdpulo. Es decir: de Gdlvez y de Sua¬ rez. Se encuentran en los entrepanos enormes de un magnlfico corredor cuadrado, y de los muros de en- trada en el zagudn. Llaman la atencidn del espec- tador, por su ftdelidad representativa de escenas y costumbres nacionales, por la correccion del dibujo y por la belleza de entonacidn en el colorido. Lamento no poder describir estos frescos mura¬ les. Pero, & la circunstancia de ser muchos, y de tener gran cantidad de figuras, habria que contar con ma¬ yor numero de pdginas y de tiempo, del que puedo dedicar d un asunto defied y de la importancia repre¬ sentativa, como lo es en el arte, la pintura mural. A1 hablar del arte y los artistas jaliscienses, no me pue- 228 Guadalajara. do abstener de kacer menci6n de los celebres frescos murales de Galvez y de Suarez en la Barca, y de re- comendar al viajero que pasepor a quel Jos lugares, no lo haga sin dar un vistazo & unas pinturas, que coino aquellas son dignas de admirarse. Otros. artistas ha habido y hay en Guadalajara, ademas de los que he hecho mencidn, que ban dado honor & su arte y & Jalisco. En el primer tercio de este siglo aparecio un Bon Jose Marla Uriarte que fue un notable retratista; y un Bon Felix Z&rate que pintd muchos cuadros para los templos de los que he visto algunos que revelan en el una conciencia religiosa. Bon Felipe Castro, disclpulo de Clave, es pin- tor de gran reputacion, y posea un bello estilo coino colorista, siendo su entonacion-suave y aperlada. Bon Pablo Valdez, actual catedratico de pintu- ra, en el importante Liceode Varones, es un aventa- jado maestro en su arte, y tiene el honroso antece- dente de haber hecho brillante carrera en la Acade¬ mia de pintura en Mexico. En suma; hay artistas en esta ciudad; hay juventud que promete mucho, y que ama el arte. * La aficidn, d. lo bello y a lo ideal, no puede dejar de existir, mientras exista el fuego en la imaginacion,—el sentimiento en el alma, coino existen aqul, entre dstas razas semi-arabes, semi-tro- picales. Tendra .el pintor sus luchas mas 6 menos terribles con el avaro rico cpie estima sus trabajos-ar- ti'sticos a tanto mis cuanto la pulgada, 6 la vara <;ua- drada de sus telas. Tendrd la admiracion de mu¬ chos, como la .critica de otros pero en medio de esas luchas, entre el indiferentismo de la ignorancia, lape- nuria de su lejftimo admirador, sobrevivira su arte, porque and puede perecer; cuando esta "forma una parte integrante de la ley fija del progreso de los pue- (*) Entre los jovenes artistas, que hay en Guadalajara, considero al Sr. Don Jose Vizcarra, como el mds aventajado. Su fuerte, es en mi opinidn, el paisaje en el que revela eemo dibujante y colorista, una cscuela de primer orden. N. B. • 220 Guadalajara. bios, n como llevo asentado en mi reciente opiisculo. — 11 Reflexiones sobre Arte National.u En el capitulo IV de esta obra, creo haber di- cho lo suficieote, para dar una idea aproximada de lo que es el arte del alfarero, de sus origenes, desarro- llo y del estado actual en Guadalajara de una indus- tria, de una manufactura que marca con un sello es¬ pecial estas cbmarcas y el sentimiento artistico inna- to en sus razas pobladoras. Asi es que, al hablar del arte de la ceramica poco habra que agregar a lo ya dicho en el capitulo mencionado. En los alrededores de la estacibn del ferrocarril Central, hay una fbbrica fundada por el inteligente alfarero .Don Heraclio Farias. Los progresos de su interesante industria, revelan entre otras cosas, el admirable dbn imitativo inerente en la raza. Alii se imitan con rara perfeccibn los tibores chinos, los macetones japoneses, y otros objetos que son tan pe- cnliares a las razas siimticas, d la civilizacibn orien¬ tal, en cuyas fuentes ha bebido infinitas veces, el es- piritu de la civilizacibn Occidental, por mucho que esta se ha} 7 a inspirado en sus propias creaciones y en sus nuevos ideales. En el taller del Sr. Farias, se no- ta uri especial anhelo por imitar todos los artefactos y obras de ornamentacibn que nos vienen del viejo mundo; y aunque esto es muy loable, pues la imitacion de lo bueno nunca podrd, perjudicar, yo quisiera que en la hermosa e importante industria de la ceramica (como en otras), imitasemos menos, y credsemos un poco mas. Hay en el Estado de Jalisco, un caolin, y unas arcillas tan soberbias, que tanto para el traba- jo de la porcelana como para la industria del alfarero no hay una sola cosa que no pueda fabricarse ya con, suma perfeccibn y belleza. jPodrd darse cosa mds Guadalajara. 230 preciosa, en su gdnero, que esos ladrillos comunmen- te llamados dejarro? * jCu&nto debe Guadalajara & esos preciosos pisos que & su buen pulimento y vista alegre, reunen la ciicunstancia de despedir tan agra- dable olor cuando se les humedece para asearlosl No comprendo como es que estos pisos tan he¬ llos y tan utiles, no se encuentran en'uso comun en toda la Republica. Protejemos las industrias impor- tadas a un precio fabuloso, y olvidamos la protecidn de industria nacional como esta, tan digna de encomio como to es de publica utilidad. Es imposible que arte ninguno progrese entre nosotros, siempre que por medio del consumo, no estimulemos la bnena in¬ dustria patria y el producto de la manufactura nacio¬ nal. Pero nos pasa seguramente lo que pasa con toda nacion nueva: aceptamos lo bueno y lo malo de otras partes e ignoramos que un suelo tan rico y pri- vilegiado como el nuestro, nos brinda todo para su explotacidn 6 industria nacional. En mi visita al taller del Sr. Farias, note con sumo gusto mucho adelanto en varios ramos de su industria cer&mica; y hable con dl sobre la importan¬ ce de dar & su manufactura un sello inequivoco de arte nacional, que pudiera tener la apreciacidn que ya va teniendo en los Estados Unidos y en Europa la industria alfarera jalisciense. En corroboracidn de semejante aserto, dird que en Chicago (no h& mu¬ cho), un americano, hizo un pequeno capital con di- versos objetos de “terra-cotta '” importados de Gua¬ dalajara Y que yo he visto en Ldndres exhibirse en un establecimiento de la bellisima Calle del Re- gente, algunos trabajos de los humildes alfareros de San Pedro, que se han vendido todos & las 24 ho- ras de haber sido expuestos d la publica expectacidn. Es la ceramica, un arte tan bello como util; ar- (*) Por datos de muy buena fuente, he sabido qae el primer fa- bricante en Guadalajara, de los ladrillos de jarro lo futf un Sr. D. Vi¬ cente Ortigoza, y tengo el gusto de lxacer mencidn de este heoho en su momoria. 231 Guadalajara. te antiquisimo que, como llevo dicho, se remonta d las judlos y d otros pueblos de la mds remota anti- giiedad. Pero es en la China, dos siglos despues de la venida de Jestis, d donde se did el gran primer im- pulso d la fabricacion de la porcelana hecha del cao- lin Con el transcurso de muchos siglos, vino el co- nocimiento y la apreciacidn de esta bellisima cerami- ca en los mercados de la Europa. La porcelana re- conocida bajo el nombre de Majolica Rafael , 6 por- celana de la Umbria del siglo XV,—d decir de auto- ridad competente—fue probablemente introducida en Italia, cuando el conocimiento de este arte tan bien conocido de los moros de la isla de Mayorca, fue fuente de inspiracidn para los alfareros de esa an- tigua provincia que en su tiempo lo fud de los Esta- dos Pontificios. Que el divino Rafael [y otros artistas de su tiempo), hicieron infinitos disenos para el modelo de esta porcelana, es cosa bien sabida. Por eso se lla¬ ma: Majolica Rafael. Mas fueDresde, en esa capital de la Sajonia, denominada la Florencia alemana, d donde el arte de la cerdmica europea, [propiamente hablando], se fabrico por vez primera con todos sus caracteres propios; y eso, a principios del pasado siglo t XVII I. Se debe la invencion de esta riquisima y be- 11a porcelana, al talento de un hijo de un boticario de Sajonia, llamado Juan Federico Botter [6 Bottcher], . A las maravillosas creaciones de la porcelana de Dres- de, se segufan con el transcurso del tiempo, las no me- nos maravillosas y explendent^s de la porcelana inglesa de Worcester, de Josiah Wedwood, la delicadisima y siempre encantadora de Sevres, en Francia. Pero es hoy dia r \ mi juicio], la bellisima y consistente porcelana de Minton, en Inglaterra, la que es digna de imitarse. Sus obras en Majolica vienen desde hace mds de 30 ahos evocando la admiracidn de to- dos, e inundando los mercados del mundo, pues no hay artefacto de importancia domestica, ni obra de •ornato artistico, ni objeto inspirador del arte que no 232 Guadalajara. realice los ideales, ni las arrobadoras creacioties £ la8 que el soberbio caoh'n da forma y consistencia, los co¬ lores vida, y el pincel del artista, encanto y belleza propias al arte inspirador de la cer£mica. * * •S'? En numerosas vagancias tanto matutinas, cuan- to vespertinas, en esas horns dedicadas a la investi- gacidn serena, tranquila y edificante del arte religio¬ se, he visto y estudiado algunos templos de los 31 que segun noticias, existen aun en Guad ilajara. Co¬ mo resultado de esas vagancias junto con los apunta- mientos en el la* recogidos de directas y personales observaciones, transmito £ estas pdginas aquellas mis impresiones, esperanzado en que 6stas pueden ser utiles de algun inodo. Que la obra del cristianismo en todo nuestro pais ha sido verdaderamente magna, se comprende tan solo con ver ese sinhmero de iglesias [y en su epoea de conventos], que el espfritu religioso del con¬ quistador, y la ensenanza de las poderosas corpora- ciones religiosas, levantaron para honra y culto de la fe cristiana. Penetraba en el Nuevo Mundo la luz esplendo- rosa y altamente civilizadora del Evangelio, como la luz de un nuevo sol desconocido que iluminaba los antros obscuros de la mente de las razas iddlatras, adoradoras de los falsos dioses. Se derrman los teo - callis, y de sus pedestales rodaban a centenares los horrendos idolos, para dejar se levantara en su lugar, el poderoso signo de la cruz, como el emblema subli¬ me de la Redencidn del hombre, verificada entre los escabrosos penascos del Calvario. I Que magna empresa la de esos monjes y sacer- dotes del Cristianismo! Por un lado destruir el tem- plo iddlatra, por el otro levantar, frecuentemente en 233 Guadalajara . el lugar de aquel, el templo cristiano. Que unidad de pensamiento y de accion, que organizacidn tan ad¬ mirable fue aquella que edified tanto templo, que ob- tuvo un tan poderoso contingente para la eonstruccidn de tan sblidos muros de cupulas y campanarios incon- tables. jCuSnto ingenio, cu&nta ciencia, cudnto tra- bajo para amoldar, labrar, esculpir, dorar y pintiar todas esas grandes y maravillosas creaciones del arte religioso! La historia de la arquitectura eclesidstica Colo¬ nial, en Guadalajara, como en otras regiones del pais, es una gran historia llena de profundo interns; pues, es aquella que, envuelta en las metamdrfosis del tiempo y de las naciones queda, sea dicho, grabada en sus propios monumentos. De kn templos y conventos hay mucho que aprender. De los primeros: todo lo relativo al arte religioso y sus estupendas creaciones; y de los segun- dos: toda la magna historia del desenvolvimiento ci- vilizudor del intelecto de la raza humana, de las cos- tumbres, de las crdnicas patrias, de las ciencias, en una palabra, de todo aquello que ha formado la civi- lizacion del mundo. Las fuentes todas de la Historia Moderna se han encontrado en los monasterios y £ las cr6nicas admirables de los monjes llevadas con religioso anhelo, debemos el conocimiento de infini- dad de cosas, de trascendental importancia. El erudi- to e inteligente joven mexicano, honra de nuestra li- teratura uacional contemporanea, D. Luis Gonzalez Obregdn, en su reciente estudio sobre nuestra Aca¬ demia de Bellas Artes, corrobora lo antes dicho cuan- do nos dice lo que mtegro copio: “Siempre que tra- tamos de investigar e) origen de una idea noble que haya contribuido £ la civilizacidn de Mexico, nos en- contramos con los venerables misioneros, que no solo defendfan a los vencidos, sino que tambi6n les ense- naban todo lo que debian saber.” Efectivamenta, los frailes franciscanos, fueron los primeros en fundar los talleres de pintura en la capital de Nueva Espaua, 31 234 Guadalajara. y el novilisimo arte de la pintura europea fud ense- nado ahi por vez primera. En toda la extension del Nuevo Mundo, no habia hasta en aquel entonces, ni un vislumbre de lo que era el arte religioso de la Eu- ropa, y de su incalculable ensenanza objetiva para la formacidn del sentimiento y propaganda de una fe, d£T una religion, que ba encontrado en los primeros genios del mundo del arte, sus m&s fieles interpretes, sus mas maravillosas creaciones. Las antiguas iglesias de Guadalajara, como mu* cbas otras del pals, tienen una gran semejanza, y se diferencian en general, por su mayor <5 menor mag- nitud. No es de estraiiarse pues, que entre otras co- sas, ba llamado tanto mi atencion la Gran Basilica de esta ciudad, porque en nada se asemeja & las de¬ nies de todo el pais, en su estilo arquitectdnico tanto exterior como interior. M6s no sucede asi con los dem&s templos, pues con raras excepeiones se parecen los unos a los otros. Las mismas torres, sdlidas y pe- sadas desafiando al tiempo arruinador, las convulsio- nes de la naturaleza y basta las balas de los canones, como sucede aqui con la torre soberbia del templo de San Felipe, que en los diversos sitios acaecidos & esta ciudad, ha resistido invulnerable, los proyectiles que le han sido dirigidos como & un bianco de inespug* nable fuerza. Penetro en los diversos templos, y en* cuentro la misrna nave en todos; el cimborrio cerca del altar mayor, y los demds altares en la nave estilo Corintio 6 Jdnico, Ddrico o Compuesto segun el caso, con todo su lujo de dorados, sus esculturas frecuente- mente mal proporcionadas y muchos adefecios, que & mi juicio, en nada pueden concordar con la sublimi* dad y la pureza de un culto en el que todo debe asu- mir lo bello, lo perfecto, lo inspirador y lo armonioso, como lo asume de becho en el suntuoso nuevo templo de San Jose. Eregida esta bermosa f&brica arquitectdnica en una de esas encantadoras plazas convertidas en jar- din, ostenta todas sus bellezas exteriores, e invita Guadalajara. 235 desde luego 4 visitar su interior. Su ctipula de blan- cos y azules mosaicos es obra del gran G<5mez Ibarra, como lievo dicho, y su torre (aparentemente aislada del cuerpo .de la fdbrica), se destaca y avanza al fren- te, cual un explorador de la Santa cruzada en Pales- tina. Se eleva esta torre sobre un sblido pdrtico de arcos dbricos, y cierra el frente de este templo, un elegante enverjado que 4 la distancia hace el efecto de un gran encaje bianco. Es la torre de un estilo compuesto y caprichoso, pues remata en pequeno cimborrio de estilo Bizantino, con cruz griega dorada. Pintado todo el templo exteriormente, color del aga- ta, resalta su bella cupula blanca con sus grecas azu¬ les como un cimborrio morisco iluminado por el azul eter del Oriente. jCudntas veces he contemplado este moderno templo del arte religiosol La ideolo- gi'a es muy bella en su conjunto semi-oriental, semi- cristiano y est4 en perfecta armonia con los ideales de las razas sonadoras, con las aspiraciones de una ciudad que como esta se llama: la pet la de Occidente. Creen muchos que este suntuoso templo est4 en su interior demasiado cargado de dorados. Es cier- to. Son sus altares resplandores de oro como lo es su cimborrio, sus bbvedas, cornizas y otras cosas, co¬ mo el prilpito, especie debellisimo tulipanensu parte inferior, donde cuelgan como tallos rotos sus ador- nos que se convierten en cascada de oro. Pero ha- ciendo abstraccion de ese excesivo lujo de dorados, con las magnificencias orientales, debo decir que, hay que admirar el trabajo de talla, el arte, el exquisito gusto con que est4 hecho todo. El piso igual al de la Basilica (pues es todo de la madera del mezquite), es de por si trabajo de mosaico de bastante m^rito. Y, luego: la sorpresa de encontrarse con que las es- culturas de santos y de apdstoles, en todos los alta¬ res, son todas dignas del arte escultural religioso! El altar mayor, es por si solo un magnifico tem- plo, con esplendidas columnns astreadas, con un ta- berndculo y una riqueza de molduras y tallados finos 236 Guadalaj ara. en algunas partes como la filigrana de oro. En ele- \ ado nicho, se destaca la escultura del patron del tem- plo, San Jose, el cual lleva en sus brazos una bella y risuena figura del nino Jesus. Es esta eStdtua, obra del inteligente artista de la escultura religiosa, Don Pablo Yaldez, bien conocido en todo el pals, pues va- rias de sus obras han enriquecido algunos templos de la Republica. Hijo de Jalisco, bien puede el Esta- do estar satisfecho de 6\, como orgullosos lo estamos de Acuna. Y, apropdsito, no creo equivocarme, cuando dijo: que Acuna, ha sido para Mdxico, lo que fueron en su epoca para Espana Alonso Berru- guete, Gas par Becerra, y el siempre insign e Alon¬ so Cano, el Salvador del arte escultural religioso, el perfecto modelador, el consumado artista, que sa- co avante su arte y lo emancipd de lo grotesco. Aquel estilo imposible en que la escultura habfa degenera- do, debido & las imperdonables aberraciones de los pe- simos tallistas e imperfectos modeladores del arte es¬ cultural que por el perlodo de mds de dos siglos, inundaron los templos con estatuas de santos, de vir- genes y de apostoles, faltos de proporciones, faltos de expresion, faltos de anatomia, faltos en breve, de to- das las reglas que determinan el que sea perfecta la concepcidn, como intachable la ejecucion de la obra. Estoy firmemente convencido que de arte ninguno y de su simbolismo se ha abusado tanto entre nosotros, como del arte altamente sagrado, eternamente in3- pirador de la escultura religiosa. En parte alguna del mundo, he visto, en los altares de la fe catdlica, tanta estatua grotesca y desproporcionada de los san¬ tos, como se ven hasta en la actualidad, entre nosotros. Es tan grande el valor, la ensenanza objetiva de una buena escultura sagrada, que nada menos viene & ser el conductor valioso del pensamiento; el objeto representative que despierta la fe que evoca el re- cuerdo y nos traslada con el sentimiento d otros mundos, aflende el que vivimos. Asf, pues, no es po- ca la satisfaccion que se experimenta, ante las escul- 237 Guadalajara. turas de Acuna, que son a mi entender, el ptiftto lu- minoso, la siempre hermosa luz en aquel mundo de tinieblas en donde jamds pueden brillar las falsas concepciones de un arte religioso, escultura dispara- tada. ■i 1 I j ! i’j I 4 Mas ya (jue de Acuna hablo y de sus bellas creaciones rellgioaas, bueno ser4 pasar al templo del Carmen de esta Guadalajara, que posee dos de su» mds inspiradas esculturas 4 decir: su afamada virgen de la Purfsima, y su no menos importante est4tua del profeta Ellas. Creo haber dicho, que desde el gran portico de la Penitenciarla, he contemplado las cupulas de vlvi- dos colores del templo del Carmen. Efectivamente, aquel conjunto de cimborrios, hacen por fuera de es¬ ta iglesia, un edificio de aspecto semi-oriental pues, reUne 4 mi juicio, mucho de la mezquita con el tem¬ plo catolico, y evoca un tan to cuanto, el recuer- do de los edificios sagrados de los moros converti- dos en iglesias del Cristianismo. Esto, en cuanto 4 su aspecto exterior, pues en lo que reza en su inte¬ rior. re vela un estilo bizantino, como tambien medio romanesco, y trae a la memoria aquel orden tan grandioso, con que se dio principio 4 la arquitectura eclesiastica en el reinado de Constantino. Al penetrar en este sagrado recinto, se sienten desde luego los rn^gicos efectos de un irnponente cla« ro-oscuro. Una ancha nave conduce al visitante cer- ca del altar mayor. Mas antes de llegar hasta dicho altar; hay un anchuroso espacio coronado por la mas grande de todas las cupulas de este templo. Toda la boveda del cimborrio est4 pintada al temple con pa- sajes de las Sagiadas Escrituras. Se echa de ver en la pintura el efocto de un buen fresco mural. Hay cosas bien pintadas, como las figuras de los Evangelis¬ tas v otras cosas no mal comprendidas en dibujo, co- lorido y claro-oscuro. Tambien esta pintura es obra de D. Pablo Valdez. Pero es en este sitio centrieo donde se admira 238 Guadalajara. la belleza de este templo, su arquitectura sdlida, sus buenas dimensiones y estilo romanesco. Aqui asu- me la forma de una cruz griega. A la derecha, una nave; & la izquierda otra. En el fondo de ambas, dos hermosas capillas con sus correspondientes cupu¬ las. Detrds del espectador, la nave de entrada; a su frente, el altar mayor, y d los lados de este ultimo, por la derecha, la interesante sacristi'a, por la izquier¬ da una inmensa capilla en cuyo' fondo se destaca una representacidn def Drama del Calvario, toda con pe- nascos y figuras de bulto, siendo la figura del crucifi- cado imponente por sus proporciones y belleza escul- tural. No he encontrado adefecios en este templo del Carmen, y si rnucho que admirar sobre todo en pin- turas, las que bien colocadas por todo el edificio, de- tienen por largo rato al espectador y lo deleitan. Co¬ mo es natural, lo primero que hay de buscar, es la es- cultura de Acuna—la virgen que es la patrona de es- ta iglesia y cuyo nombre lleva en memoria suya, co- mo en un tiempo lo llevd el inmenso monasterio de la orden Carmelita, hoy fraccionado aqui y converti- do entre otros edificios, en cuartel. La capilla que es¬ ta a mano izquierdo del altar mayor es la dedicada & la Virgen del mencionado Acuna. Al dirigir mis pasos hacia ella recordaba haber visto, acoidentalmen- te en Londres, en una muy buena fotografia de Mo¬ ra, tomada directamente de esta escultura. Sabi'a hasta cierto punto lo que ahora iba a ver; asi pues, mi sorpresa, por raz<5n natural, era muyrelativa. Sin embargo, faltaria & la verdad, si dijera que esta es- tatua, no embargd desde luego toda mi atencidn. Son 4 mi juicio, las cualidades siguientes, que .hacen de esta escultura religiosa, una obra bella y atrayente: 1. Inspiracidn. 2. Unidad. Li 3. Reposo. 4. Simetrfa, Guadalajara. 239 5. Mucha pUrezia. 6. Naturalidad suma en su apostura. Mas ahora pregunto yo Id quihn de entre tan-- tas obras de su gdnero podrd 4sta asemejarse? A todas y d ninguna. Explicare esta apareftte contra- diccion. Se parece d todas porque no hay una sola Con¬ cepcion que no dirija la mirada hacia el cielo, que no tenga las manos sobre el pecho, que no lleve suelto el cabello, que no est£ parada sobre un mundo de es- trellas, que no pisotd d la serpiente y ostente 4 sus pies la media luna. Todas d las que les falten es- tos requisitos serdn virgenes, rods no virgenes re- presentativas de la Concepcidn. En esta parte, la Purisima del escultor Acuna, llena los requisitos de simbolismo y aun mds, de esa magestad propia d la Madre del Hombre-Dios. En esto se asemeja d to¬ das. Deja en cambio de parecerse d otras esculturas de so genera, en su parte realista. Su tipo tiumano por eiemplo: estd inspirado en algun tipo bellisimo de las mujeres de raza tapatia. Sus manos, llenas de morbidez, sus dedos, cuajados de magnlficas sorti- jas, no son las manos de la raza hebraica, ese lujo oriental ni concuerda con la humildad sublime de la Virgen, ni con la incomparable modestia de esa yida ejemplar de la Sacra Familia en su peregrinacion y divina misidn sobre la tierra. Se comprende que los humanos, como un tributo de amor y admiracidn de coren con valiosas* alhajas d las virgenes. Pero en mi humilde juicio faltan con esto d la verdad repre- sentativa de esos seres sobrenaturales que han veni- do al mundo con una misidn tan maravillosa, que des¬ pues del transcurso de tantos siglos, los seres privile- giados tan solo parecen comprenderla y valorizarla con toda su magnitud y trascendencia. Por lo ex- puesto, quisiera ver esta hermosa escultura del arte religioso, enteramente desprovista de toda ostenta¬ tion, de todo aquello que aparece bajo la forma de la 240 Guadalajara. vanidad humana. No son las telas de oro y plata, ni los mantos de tereiopelo, los que vistio en el mun- do, la humilde, la modesta Virgen Maria; ni tampoco portd, ni se adornd jamas con las perlas ni la deslum- brante pedreria. Ni siquiera en su asuncidn al cie lo, hay constancia ninguna de que al abandonar esta vida terrestre, fuese ataviada con todos esos distinti- vos de ostentacidn y de opulencia. Al abordar, [aunque de paso sea], asunto tan sumamente delicado, como lo es de liecho la escultura religiosa, quiero afirmar que no es tanto bajo un punto de vista religioso, cuanto bajo aquel del arte y la verdad hist<5rica, que trato esta cuestidn. Bajo el punto de vista del arte, siempre he juzgado a la es¬ cultura de pasta, con raras excepciones, como reali- zaciones de un falso ideal. La escultura de pasta, es d mi juicio, una degeneracidn completa de la escul¬ tura en marmol, bronce 6 talla en madera. Las pri- meras, presentan el gravisimo inconveniente, de te- ner que darles vida y expresidn por medio de un co- lorido no siempre de buen exito; de haber que poner- les los ojos de esmalte, el pelo 6 cabellera del cabello humano. Luego hay que vestirlas con infinitos ata- vios, ropajes y adornos, ni siquiera sonados en la epoea en que vivieron, 6 pasaron por el mundo en santa y edificante peregrinacidn. Y, asi es como sin sentirlo siquiera, incurrimos en el falso ideal , y en abusos de imaginacidn que no solo perjudican el arte, sino (i la misma religion , cuando se falta d la verdad historica, y adulteran las tradiciones, las costumbres y la manera de ser y de sentir de aquellos, que han sido figuras las mds grandes e inspiradoras de la tierra. El catolicismo, tal como se comprende hoy dia en la Europa culta y en los Estados Unidos, no ad- mite ya en los templos sino son las esculturas religio- sas en mdrmol, bronce, talla d terra-cotta ; y creo po- der asegurar que si exceptuamos d Espana y la Ame¬ rica espanola y tal vea algunas partes de Italia como 241 Guadalajara. Ndpoles, en donde domind el espiritu religioso y las costumbres espanolas, es bien raro encontrar las imd- genes de pasta, vestidas y adornadas con las joy as y las telas riquisimas conque el espiritu religioso, las ha ataviado [sin duda con la mejor buena fe y ele- vado sentimiento misticoj, falseando, asi inconsientes, la historia, la verdad y el arte escultural religioso. Salia de la capilla de la Virgen del Carmen, en- cantado con la hermosa escultura de Acuna, que por otro lado did lugar d las reflexiones que vengo de asentar en estas pdginas. A mi derecha tenia un be- llisimo cuadro de regulares dimensiones. Detenia el paso, pues es una Sacra Familia llena de inspiracidn, dibujo y colorido. Hice lo posible por ver si estaba firmado el cuadro, pero nada pude sacar en limpio. Sin embargo, no creo equivocarme al atribuirselo d El Espafioleto como le llamaban en Italia al cdlebre Jose Ribera. Este cuadro propiamente hablando, re¬ presen ta el nacimiento del Senor, y es muy posible que sea una de tantas de esas telas soberbias que pinto en Ndpoles Ribera v despuds se fueron repar- tiendo hasta llegar, por una eircunstancia u otra has- ta nuestra patria, valioso mercado en su epoca para el arte religioso de la Europa. Frente a este hermoso cuadro, notd que habia colgado en anchomuro, una copia de la celebre Asun¬ cion de Murillo, la de la gran basilba. La copia es bas- tante fiel pero la entonacidn es pobre. Muy superio- res copias d esta hay en Guadalajara; he hecho ya mensibn, por ejemplo, de la del aventajado pintor Francisco Sdnchez Guerrero, y mds adelante hard mensidn de otra copia que ha llamado sobremanera mi atencidn. En los momentos en que pasaba por el crucero del templo, se daba principio d una prdctica religiosa, y temeroso de ser inoportuno me dirigi a la sacristla que guard a algunos cuadros de singular merito y gran valor. Sobre un polvoso armario antiguo, descansaba una tela sin mai'co. Representaba d San Jose y el * oo 242 Guadalajara. Nino Dios. El tenor de esta compos! ci6n, revela un colorido vigoroso y un dibujo correcto indudablemen- te, de escuela espaiiola; mds como el sacristan d quien interrogaba yo sobre los autores no solamente de es- te cuadro, sino de otros de importancia en esta sa- cristi'a, nada sabia, y en su mayor parte estan colga* dos muy altos, se pierde el eypectador en conjeturas y no le queda otra cosa mds que admirar, sin poder afirmar nada. Pero el hecho es, que, en un tiempo hubo aqul un padre Ndjera, tan sabio, tan erudito, tan entendido en critica y conocimientos del arte, que como un resultado feliz de sus desvelos, de lo que co^ leccionb y de su profundo saber, adn quedan en este templo bellisimas obras del arte pictori :o religioso que son dignas de admiracidn. Nada hay, sin embargo, en esta interesante sa- cristia de magrhficas bdvedas planas y de grandes ventanas, como un cuadio que mide unos 84 centb metros de largo por 65 de ancho, y tras de cuyo her- moso cristal, se destaca una cabeza soberbia de la Yirgen de los Dolores. Arriba de una mesa, y en el muro que estri, frente al arco de entrada de esta sa- cristfa, colocado en muy buena luz, este lienzo atrae desde luego las miradas del espectador y es para mi, el mas admirable en su genero que be visto en nues- tra patria. Me he quedado perplejo ante esta mar a- villa del arte mas de tres cuartos de hora. Feliz- mente, me acompanaba en esta vez un amigo artista de corazdu 6 inteligente, de suerte que ya podiamos comunicarnos mutuamente impresiones andlogas 6 ideas que llamard hermanables. Mi primera impresion tu6 abarcar el conjunto y luego los detalles. Tenia delante, una cabeza de tipo ideal italiano magistralmente dibujada. En el sem- blante un sufrimiento indecible; los ojos sin ldgrimas con la mirada al cielo: son todo un poema helegiaco de dolor y de angustia. Aquella boca habla en san- to y suprimido silencio, ante el consumatus est de la Redencibn del hombre. Aquellas manos tan delica- 243 Guadalajara. das, tan llenas de vida y expresion, que k penas si se atreven & tocar aquel purisimo seno, cuyo corazdn destila con sus latidos el dolor. Nada hay en este soberbio lienzo que no sea una revelacion de como un solo pensamiento, un solo latido, absorve todo ba- jo el dominio del portentoso dolor ocasionado por la perdida v muerte del hijo Hombre-Dios! El punto importantfaimo era sacar en lintfpio, quien fud el privilegiado artista que ha pintado y di- bujado una tela de tanta belleza mistica, inspiracidn e imponente conjunto. He aqui la gran dificultad. El sacristan lo ignoraba y abrigaba temores de que el sacerdote encargado de esta iglesia [que k la sazdn estaba en el pulpito], lo ignorase igualmente. Este divino cuadro lo mismo que muehos otros del arte re- ligioso en nuestros templos, carece de firma y fecha. En tal situacidn, habfa que conjeturar por el dibujo y colorido quien podia haber sido el insigne maestro autor de esta composicion. Mi amigo y yo nos pusimos de acuerdo, y senta- dos frente al cuadro en un par de poltronas del siglo pasado convenimos en lo siguiente: Que este cuadro es lejitimamente de escuela ita- liana; que no fud pintado en Mexico por artista nin- guno de la antigua escuela de la epoca Yirreynal. Que en su dibujo y colorido se revela un genio de primer drden. Que es una maravilla del arte religiose. Y, finalmente que, era de lamentarse no saber el nombre de su autor. Pocas veces, lo confieso, me he visto tan atroja- do para emitir mi opinidn particular sobre un cuadro de la naturaleza de este. teniendo como dnica guia el estilo, coloraeion, dibujo correcto y”demds cualidades especialisimas que distinguen k los diversos grandes maestros de Jas escuelas florentino-romana, de la lom- barda a estos, de la veneciana y k los de la bolonesa de los u.ltimos y de la uapolitana. Mueho tieue esta composicion del estilo dc las 244 Guadalajara. viigenes de Andrea del Sarto, de Leonardo de Vinci, de Corregio, de Francia, de Sebastian del Piombo y aun mucho, muchfsimo del Ticiano. ^De cual de todos estos grandes maestros es? Me inclino £ creer, despues de detenido examen, y minuciosas pesquisas que es esta Mater Dolorosa , obr^ original 6 copia maravillosa del principe de los maestros venecianos—quiero decir del Ticiano! Na- da extrano seria que asi fuera; y baso entre otras cosas mi opinion, en el hecho, de que si hubo en el Renacimiento italiano un artista que pintd admira- blemente el noble y conmovedor asunto de la Madre Dolorosa , lo fue el Ticiano. Muestra de ello palpable tenemos en la sober- bia coleccidn de cuadros del Escorial, en donde entre las obras de este genio inmortal, se encuentra una Vlrgen de los Dolores de la que me inclino a creer es dsta una repeticidn hecha por el mismo Ticiano pues, es cosa averiguada que, en medio de su fecundidad de artista, por una causa u otra, repetia mds de una vez los mismos asuntos. He aqui el porque se admiran muchos de sus cuadros en Italia, varios de ellos du- plicados de aquellos que pintd en el Escorial, para su gran amigo \ protector Carlos V, 6 su sucesor Feli¬ pe II. Fundo tambien mi opinidn al atribuir esta tela al arrlsta en cuestion, en que se hecha de ver en ella mucho de su particular manerismo que en opinion de Lanzi, fud el resultado de haber imitado en su juven- tud a Bellini, en su estilo algo duro y tirante, y mds tarde, a sus propios maestros Zucato y Giorgione, a quienes en breve aventajd tanto en su arte. Luego, el colorido como llevo ya dicho, es veneciano y pro- pio en sus tonos y vigor al mencionado maestro. Luego, el tenor del dibujo y la composicidn fuerte y atrevida, nos revelan su estilo en que todo se nota muy bien comprendido y acabado de esa manera que le fue tan peculiar. El sacristdn me informo, que habia venido aqui f ' Guadalajara. 245 un viajero ingles que ofrecio por esta Dolorosa una fuerte cantidad de dinero, pero que dignamente se le dijo: que las iindgenes del templo del Carmen no se vendian a ningun precio. Saliendo una rnanana de la gran Basilica, d don- de habla pasado un largo rato estudiando varias co- sas, alguien me dijo que si habia visto ya la ultima copia de la Asuncion de Murillo ejecutada por un modesto artisfca jalisciense. A1 contestar en la nega- tiva, fui llevado & la Notaria del Sagrario 6 inconti- nenti presentado al autor que estd casualmente em- pleado alii. Despues de los cumplidos de costumbre, me ofrecid, desde luego, llevarme d su casa, con el fin de que pudiera ver su copia recientemente terminada. Habiendo ofrecido, en este mismo capitulo, que ha- ria mension de esta otra copia por haber llamado so- bremanera mi atencidn, lo hago gustoso, suplicaodo al lector perdone si en camino d la morada del artista, hago alto y abro un parentesis, pues la esquina y so- berbia fachada del templo de Santa Mdnica detenian nuestros pasos. —No se que me pasa en Guadalajara,—decia d mi acompanante—pero d medida que permanezco aquf, encuentro cada dia, cosas nuevas que admirar, no obstante que, para otros pasen si se quiere hasta desaperqibidas.—^Mire Ud., este templo sino reclama desde luego la admiracion del amigo del arte 6 del turista inteligente, y sin embargo, le veo hoy por vez primera despufis de haber hecho d esta ciudad dos vlajes? —Senor, me dijo—Yo creo que si Ud. se pro¬ pone escribir sobre todos los templos de esta ciudad, con su natural amor d el arte y su espiritu de inves- tigacidn, necesitaria Ud. dedicar un tomo aparte tan 246 Guadalajara. solo a este asunto.—No le faltaba razon, sino mfis bien le sobraba. ff^Estabamos frente k Santa Mdnica; la esquina de este templo destacaba en su dngulo una semi-con¬ cha colosal de belllsimos tallados. Frente & esta la estatua en piedra mds enorme que he visto en la Be- publica, figurando a San Cristdbal, aquel que llevd [como ahora lo representa], al nino Jesus en su her- culeo brazo. Aquel nino que k decir del santo: pesaba lo que representabal La estdtua, en medio de tener sus defectos de anatomia y proporciones, revela bastante gallardia y al asumir el grado heroico en estatuaria, impone al expectador por sus proporciones gigantescas, y eso que llaman los italianos bravura. La piedra en que ha sido esculpida esta estdtua, como todala empleada en el resto de la ccxnstruccidn del edificio es muy bo- nita y asume un coh>r como de dgata. Pero lo que es verdaderamente esplendido, es el trabajo Churrigue- resco de la entrada, de los tableros superiores y del conjunto de todo el edificio, que, por lo bajo y com- pacto, recuerda mas bien d las mezquitas de Palesti- na, 6 a. los primeros templos de la cristiandad en Pi¬ sa 6 en Perugia, que a las iglesias de elevadas torres y colosales muros que el espiritu religioso del conquis¬ tador erigid por toda nuestra patria. Bajo el punto de vista religioso, se puede consi- derar este templo como digno de la memoria de la Santa que tuvo un hijo como San Agustm. Bajo el punto de vista arquitectonico, es & mi juicio de gran merito. El gran arquitecto espanol que lo edified, haciendo 4 un lado el estilo colonial con todas sus bellezas, grandeza y eclecticismo, se propuso desple- gar en el todo ese conjunto maravilloso y fantdstico que marca con caracteres propios el estilo de Churri¬ guera que, por muy pesado y contrario & las reglas del arte, (como en general se le ha calificado), tiene k mi juicio, sus mdritos y su grandeza propia, tal cual lo tiene el arte gotico bajo sus diversas epocas, 6 el Guadalajara. 247 arte &rabe bajo sus creaciones de suenos y de ideales realizados. Yo' soy de los que me permito creer, que k Churriguera, se le ha juzgado con demasiada seve- ridad y tal vez injusticia. El hecho es, que en el siglo XVIII fue el unico de todos los arquitectos espano- les que, imbuidos en las magnificencias del arte g6- tico, se esforzo para crear en Espana un estilo algo parecido k este ultimo, y que k la vez reuniera la cir- cunstancia de ser una nueva creacion original para el arte arquitect6nico de su patria. El estilo de es*te escultor-arquitecto adolecerd de mil defectos, pero el caso es que, su altar de los Reyes en la Catedral de Mexico, as! como el frontis y costado de Orient e del Sagrario Metropolitano, en sus puertas de entrada y luego este templo de Santa Monica en Guadalajara, elevan y deleitan k todo el mundo inteligente. Grata sorpresa me habia proporcionado el rato dedicado a contemplar $1 exterior del templo de San¬ ta Monica, [el que despuds he estudiado m&s despa- eio.] En compania del modesto y atento Sr. Jose Re¬ yes Duran [que es el nombre y apellido de la perso¬ na cuya copia de Murillo iba k tener el gusto de ver], segui de frente hasta llegar k la calle de la Reforma k donde tiene su casa habitacidn. Penetramos k una de esas casas pequenas que abundan en esta ciudad, y que me haci'an recordar k las de Toledo 6 Granada, con sus patios llenos de luz, de fibres y de pajaros, con sus corredores de alegres pisos y de blancos arcos semi-moriscos. Pasamos a unT salita de altas ventanas y al abrir sus puertas de estilo antiguo para que penetrase en ella la vivifican- te luz del sol, se presento k mi vista el cuadro y co¬ pia que habia venido k ver. Muy favorable me era la primera impresion; pues k una entonacidn menos vigorosa que la del original, aiin al de la copia de Sanchez Guerrero, notaba desde luego un dibujo muy concienzudo: la expresion 248 Guadalajara . admirable, los detalles exactos, y un colorido 'tan aper- lado, tan transparente, unas luces y sombras tan de- licadas, que atraian al espectador como le enamora- ban. Asi debe haber sido esta tela original de Mu¬ rillo poco despues de pintada, decia para mis aden- tros, sobre todo en su parte de luces, pues en cuanto d, las sombras, si ereo deben desde un principio haber sido tan vigorosas como hasta la fecha lo son en la Asunci6n que esta en la gran Basilica. Despues de un largo rato de contemplacion feli- cite al Sr. Reyes Durdn por esta he rmosa copia; y & instancias repetidas por su parte de impartir con fran- queza mi juicio, le indique que en mi opinion, las som¬ bras pedian entonacion mds obscura, pues era impo- sible (cientificamente hablando) que esas luces tan vi¬ gorosas, no produjeran sombras que igualmente lo fuesen. Accedio bondadoso a mi comejo, y me ofre- ci6 se ocuparia desde luego en dar mayor vigor & esas sombras que a la derecha del cuadro de Murillo, ha- cen resaltar d su izquierda, esos divinos ninos angeli- cos, que se banan con la plateada luz de las alta? re- giones celestes por donde solo, seguramente, pasan los espiritus puros. Con el transcurso de dos siglos y los naturales efecfcos y reacciones quimicas del tiempo, he notado mas de una vez en telas como las de Murillo, que las sombras sobre todo asumen una coloracion sumamen- te sombria, asi es que, no es dificil que cuando el in- signe principe de la escuela sevillana pintb esta rna- ravillosa Asuneidn, la entonacidn general del cuadro, tuviera las mismas tintas que en su parte de luces le ha dado el Sr. Reyes. Sea como fuere, esta copia es digna de todo elogio, y al retirarme de la casa del modesto artista, repito que ha llamado sobremanera mi atencidn; y que veo con placer quo hay m&s de un artista en esta Guadalajara, que ha comprendido todo el valor y toda la ensehanza que encierran para el arte y para el sentimiento religiose, creaciones tan magnas como lo han sido las del inspirado pintor, hon- Guadalajara. 249 ra y gloria de Espana y admiracion del mundo en- tero. Tomando en cuenta las dimensiones de este ca- pitulo y lo vasto del asunto: “Temples y Creacio- nes Religios,” me veo obligado ya & ser algo conciso en mis reflecciones y notas consiguientes. Asi pues, dird que si es bellisimo y clasico el Sagrario por sus dos entradas principales, no lo es menos por dentro con su grandiosa cupula, sus proporciones admirables, su bLnca inspiradora luz banando y sacando en re¬ lieve todas sus magniticencias de templo, de orden jo- nico, de cuyos muros se destacan sus elegantes alta- res bianco y oro, de estilo corintio puro. Este tem¬ plo es a mi juicio, en arquitectura, una gran creacidn religiosa que podia figurar hasta en la raisma Roma. San Felipe, es tambidn una gran fabrica con su imponente frontispicio, de un estilo compuesto, lier- moso en sus labrados en piedra, como grandiosa y bien proporcionada loe s su torre sombria, que se ele- va h ima altura de 150 pies. Interesantes por su antigiiedad, algunos cuadros muy buenos y otras cosas, lo son los templos, Santa Maria de Gracia, la Soledad, Capuchinas, Santa Te¬ resa [con sus altares gdticos aunque de reciente cons- truccidn], San Francisco con sus dos iglesias unidas, y sus fragmentos de pasada bistoria y grandeza mo¬ nacal. La Merced, exteriormente hablando, es asunto muy portico para el pintor. Aquel cementerio de en- trada con sus semi-derruidos y caprichosos arcos del muro que lo circundan. Aquella casa que daba en- trada al convento con su fachada de plena arquitec¬ tura colonial, con sus santos de piedra ensimismados en sus nicbos. Aquellos balcones volados y chapa- rrones, con sus barandales de hierro oxidado, [donde se han asomado quien sabe cuantos mercedarios], y todo este conjunto formando caprichoso rincon del cementerio envuelto entre luces y sombras jugueto- nas, me ha deleitado en mas de una ocasion, cuando cansado de mis vagancias matutinas, he buscado abi 250 Guadalajara. el reposo para el cuerpo, sino es tambien que para el espfritu. Mas hay an ternplo extramuros de Guadalajara, de una importancia grande no solo por su belleza ar- quitectonica, sino porque en el veneran los jaliscien- ses 4 una pequena virgen llamada de Zapopan, nom- bre que lh va igualruente el colosal Santuario y la vi¬ lla en donde se encuentra este, a cosa de dos leguas de distancia de la ciudad Reina. Escribir un libro -sobre la capital de Jalisco, y no hacer mencion aun- que fuera de paso [como ahora lo hago], de tan inte- resante creacion religiosa, seria equivalente 4 no ha¬ cer mencion del Santuario de Guadalupe, despues de escribir sobre la capital de Mexico. Cuenta la tradicional historia que, Fray Anto¬ nio de Segovia, de la orden franciscana, y uno de los fundadores de la villa de Zapopan en 1542, fue el que trajo de Espana, la pequena escultura de la A 7 ir- gen tan venerada por los jaliscienses a causa de los infinitos prodigios que ha hecho, al grado que en el siglo XVII, el obispo de Guadalajara, a la saz6n D. Juan Ruiz Colmenero, hizo levantar una informacidn juridica, motivada por los milagros verificados por la intercesidn de esta diminuta imagen escultural, que en 1821 fub solemnemente proclamada Generala de las armas del Estado de Jalisco, portando desde aquella fecha la banda azul y el baston de oro de su elevado rango. Por eso, en epoca no muy lejana, el Gobierno civil saludaba su visita anual 4 los templos de Guadalajara con una salva de 21 cahonazos. Pa- trona contra las tempestades desde 1734, se ha he¬ cho costumbre de llevarla cada aho 4 la ciudad, don¬ de permanece desde el 13 de Junio hasta el 5 de Oc- tubre, durante las fuertes lluvias torrenciales. En una de tantas de mis vagancias por los pue¬ blos de los alrededores de esta ciudad, fui resultando en Zapopan un domingo por la mahana; y a conse- cuencia de mi visita al celebre Santuario jalisciense, puedo finalizar este mi laborioso capitulo con las no- Guadalajara . 251 tas d impresiones recogidas sobre un asunto que por mucho colorido 6 interbs local quetenga para los hi- jos de Jalisco, no creo por eso deje de tenerlo para el mexicano catolico en otras regiones del pais. El gran punto objetivo en el camino real de Guadalajara d Zapopan, es el santuario de esta villa. Las hermosisimas torres del templo se echan de ver d gran distancia, como un gran buque mercante que, con hencbidas velas, se presenta & la vista en los ho- rizontes del Oeeano, con todo su silencio magestuoso y aparente inmovilidad! Conforme se aeerca uno 4 la poblacion, se hace m4s aparente que este grandio- so santuario lo nulifica y lo disminuye todo. Reina all! solo; y es como las pirdmides de Egipto: la unica cosa imponente del lugar, el dueno y senor de aque- llas couiarcas veneradas por el sentimiento religioso, y frecuentemente holladas por la planta del devoto en santa y edificante peregrinacidn. jQud poder de las creaciones religiosas en todos los cultos y todas las edades! Una pequena Virgen de media vara de altura esculpida y tallada en made- ra en pleno siglo XVI, y traida casualmente de Es- pana, por un misionero franciscano, ejerce por el es- pacio de tres siglos, el m4s poderoso influjo en el co- razon y sentimiento de diversas generaciones y de in- contables almas. Y, si por un lado, artisticamente considerado, estd dicha Virgen desprovista de merito, por el lado religioso, no hay raeritos que no tenga, ni palabras humanas para los corazones creyentes, que ddn idea de lo que realmente vale y representa est.i Santa Imogen. En la plaza principal de esta villa, se encuentra el celebre santuario; pero es tal su magnitud, su sdli- da grandeza, junto con el conventoal que estd unido, y que lleva por nombre: >‘Colegio A_post61ico de San¬ ta Maria de Zapdpan, n [tundacidn del gran Obispo Ruiz de Cabanas], que ocupa una parte muy conside¬ rable de la meucionada plaza. El primer templo erigido d esta V irgen, fu6 uno 252 Guadalajara . relativamente pequeno, pero de aquel se edified el presente. En cuanto al monasterio, se construyo con la suma de $120,000, donados con ese objeto por una religiosa del Convento de Santa Mdnica, al hacer su profesion solemne. La sensacion que experimenta el visitante frente k este hermoso santuario, es aquella que en el alma produce todo lo que es espacioso, s61i- do y de gran elevacidn. Es bello tambien el enver- jado de hierro que separa el templo del vasto espacio, que entre los edificios y sus puertas de entrada de la reja forman esbeltos dreos ddricos. La fachada es imponente y est£ muy bien labrada. Las torres, aunque de un estilo compuesto y en su remate casi hasta caprichoso, presentan un conjunto imponente y artistico. Al penetrar al santuario por su gran na¬ ve de drden ddrico, se erfie uno estar en toda una ca- tedral. Los altares son de gusto y bellas proporcio- nes; y en todo se revela el amor y singular esmero desplegado por los fieles para hacer de esta iglesia lugar digno de la Virgen de Zapdpan. La elegante capilla dedicada & la Sacra familia, y que encierra las soberbias esculturas de Acuna, de Jesus, Maria y Jose, es digna del asunto y del Santuario. Reasu- miendo, dir^: que el conjunto es toda una creaci6n del arte religioso; pero de ese arte, lleno de ensenan- z v, que dulcifica y consuela el espiritu del creyente, cuando en 61 encuentra tantos ideales realizados y pira lo porvenir, m£s luminosos horizontes. CAPITULO XI. La Biblioteca Publica. Horas Inlelectuales.—Entre los Libros. En las primeras piiginas de este libro he dicho: “que en mis lagas vagancias por el mundo, no conoz- co ciudad que ostente una catedral y un obispado que no valga la pena de mirarse, y que en donde hay catedral hay historia, en donde hay historia hay mu- seo, en donde hay museo hay biblioteca, en donde hay biblioteca fuerza es que haya civilizacidn.” Que esta ultima, como lo demas, existe en Guadalajara, creo haberlo probado de mil maneras en dste mi en- sayo monogrdfico de la ciudad m6s artisticamente bella de la Repdblica Mexicana. jSi, en donde hay biblioteca, fuerza es que haya civilizacidn! Pues son los libros buenos el alimento del espiritu, tan neeesarios para muchos, como para todos tiene de serlo la buena alimentacidn del cuerpo hurnano, para la salud, conservacidn y prolongacion «de la humana existencia. En el cosbado sur de la manzana que ocupa el ■edificio del Liceo de Varones, estd, la entiada de esta Biblioteca Publica, arriba de cuya puerta, de elegantes molduras, estd indicado con grandes letras doradas, que por alii se penetra al templo de la instruccion y »del saber; y pasado aquel bello dintel, pronto se en- 254 Guadalajara. cuentra -el visitante entre los libros que han escrito rnuchos grandes genios del mundo y que son el pro¬ ducts de la inbeligencia, de la investigacion y del pensamiento elaborado en el grandioso e incompren- sible laboratorio del cerebro humano. jCu^nto respeto, cu&nta veneracion inf unde una Biblioteca como estal En su mayor parte formada con m&s de 24,000 volumenes sacados de los antiguos conventos de San Agustin, la Merced, el Carmen, Santo Domingo, San Francisco, San Felipe, Zapo- pan y aun rnuchos de la Universidad y el Seminario, no es de admirarse sea pues, tan altamente represen- tativa, Yaliosa y selecta como de hecho lo es Ante aquellos inmensos tomos empastados en pergamino; ante aquellas sorprendentes ediciones del siglo XY y XYI que encierran tantas lecciones, tanta sabiduria y erudicion, se pasma el pensamiento y se corrobora, lo que tengo ya dicho en el capitulo anterior: que de lo conventos hay mucho que aprender, etc.; y que las fuentes de nuestra moderna historia se han encon- trado en los monasterios; y que d las cronicas admi- rables llevadas por los monjes con religioso anhelo, debemos el conocimiento de infinidad de cosas de trascendental importancia. Pasado el dintel de la puerta de entrada, se sube una escalinata y se pasa & un artistico vestibulo muy bien decorado entre otras cosas, por un fresco mu¬ ral, representando el templo de Minerva. Este fres¬ co, asi como lo restante del adorno del vestibulo, es obra del pincel del artista jalisciense Villasenor. El plafond 6 cielo-razo representa las ruinas de Atenas con la Acrdpolis 6 antigua ciudadela eregida sobre 1a, colina; y d lo bien pintado que estd, agregar5 que, nada encuentro m5s adecuado cuando en los grandes estantes de esta Biblioteca se echan de ver las obras selectas de los grandes ingenios de la clasica Grecia. En el arco que divide en dos partes el vestibulo, se lee la siguiente inscripcion con letras doradas: “A las Giencia s y d las Aries han debido los pueblos su 256 Guadalajara . prosperidad En este mismo lugar esta el departa- manto del conserje. A mano izquierda la puerta que da entrada al salon estudio del Director; la puerta do la derecha conduce desde luego al saldn de lecture para el pdblico y de este, un grande arco con cortinas de colores le lleva d uno £ los inmehsos departamett- tos que comprenden cuatro salones: dos en linea rec-- ta y otros dos & un costado (divididos por Uti largo pasillo), qUe contienen en inmensos estanteros que llegan hasta el techd, los 30,060 voltimenes que hoy dia posed esta soberbia Biblioteca de Guadalajara. jCudntas horas intelectuales he pasado yo entre estds libros! Horas tranquilas y serenas para el al¬ ma, horas do bendicion y de instruccidn para la men- te. |Los buenos libros!. fieles amigos del hombre, so¬ les de blanca y pura luz que iluminan el cerebro y nos dan paz d el alma,-fe y esperanza! Desde mi prim era visita a esta tranquila e inte- resante mansion de los libros, d donde viven eterna- mente en pdginas impresas los genios y talentos de muchos hombres celebres, tuve la honra de conocer al actual director de esta Biblioteca, Lie. Cdrlos Da¬ niel Beni teg as! como d varios empleados cuya aten- ci6n y finura hacen muy gratas las horas pasadasen- tre los libros y las noticias impartidas cuando de cuai- quier empleado se recaba algun informe. Recuerdo que el primer libro que me fue ensena- do aqui, fue desde luego para ml una revelacidn. le- nla en mis manos la obra que tanto por el texto, cuanto por lo notable de sus ilustraciones d varias tin- tas de color, cuanto por lo muy rara que es eri el mundo, he bautizado con el nombre de: joya de esta Biblioteca. Titiilase esta: Civitates Orbis lerr-aruvn y consta de 3 volumenes de a folio, edicidn de Golo- nia impresa en 1572 Entre sus numerosas ilustracio¬ nes, contiene una de suma importancia para nosotros los mexicanos: es la que representa la topogratia del valle y la ciudad de Mexico 50 ahos despuds de la Con- quista. JP-or supuesto que la comprension de termi- 256 Guadalajara . nos en estas vinetas y la perspectiva es bien mala y recuerda los primeros ensayos de Pablo Ucello, en tan trascendental asunto. Pero haciendo todo esto a un lado, dire que esa ldmina despierta un vivo inte¬ rns geogrdfico-histdrico de suma impOrtancia, pues en el se ve la situacidn de montanas, lagos, canales y otras cosas de sumo interes; y, luego el aspecto en aquel entonces de la real y antigua Tenoxtitldn, con los restos de su antigua magnificencia, y las transfor- maciones en ella efectuadas por las construcciones de estilo feudal y colonial al mismo tiempo. Luego, el hecho de que en obra de esta magnitud 6 importancia, se conocia ya & Mexico en el Viejo Mundo, es muy halagador para nosotros, pues es tambien de notarse que, si se exceptua £ Lima [que tambien figura en es- tos tomos], de ninguna otra parte del Nuevo Mundo se ha hecho mencibn sino es de Mexico. Como datos fidedignos de sumo interes recogi los siguientes: que durante la intervencidn, el Grab Louay ofrecid por esta obra a nombre del Gobierno trances la respetable suma de $11,000, los que le fue* ron rehusados [prueba inequivoca de la actitud digna y patriotica de los guardianes de esta Bibloteca]. A- demds, que en todo el mundo, no existen de esta valio- sa obra sino es de tres d cinco ejemplares . Penetrando por el arco que divide el salbn de lec- tura del primero de esta Biblioteca, encontrard el vi- sitante, en los estantes de su mano izquierda, mucha riqueza en obras y ediciones de principles del siglo XVI. En su mayor parte los testos estdn en latin, pero hay bastantes tambien en frances e ingles. En el librero de enlrente, y d mano derecha, estdn todoslos libros referentes d Historia Universal y particular en los idiomas siguientes: Castellano, francesd italiano, ale- man e ingles. La Historia Eclesidstica, como es de esperarse, es muy abundante \ comprende ediciones desde hace tres siglos, con sus vetustas encuaderna- ciones de pergamino y broches de metal ; sus sober- bias ilustraciones ya bien intercaladas en el texto, ya ;* Guadalajara. 25 7 bien por separado, hasta lo mds moderno y lujoso, en su estilo de i*ippresi<5n, papel, Idminas y pastas que son verdaderas obras del arte y encanto del bibliofilo. Yo quisieV.a poder escribir en estas pdginas, so- bre el valor 4 ijnportancia de tantos autores selectos antiguos y mcjdernos, v de su obra magna para la ilus- traciori de los pueblos y el grandiosa desarrollo de la inteligencia por medio de la instrucgw5n impartida en sus libros. Pero cuando la empresa esta fuera de mis alcftnces (y ademds se necesitarlan tomos aparte para escribir sobre tan magno asunto), tengo de li- mitarme tx decir en breve, lo que pueda, esperanzado en que las horas intelectuales pasadas entre estos li¬ bros puedan servir de una pequena gufa a los que co- mo yo vengan aqui en busca de instruccion y recreo intelectual. Decia que los estantes de la derecha contienen libros referentes a la Historia Universal y Particu¬ lar en varios idiomas y que la parte relativa d His¬ toria Eclesiastica ! como es de esperarse j, es muy abundante, etc.; efectivamente tenlamos delante, “Ea Historia Eclesidstica Indiana, n escrita a fines del siglo X VI por Geronimo Mendieta y publieada en Mexico por primera vez en 1870 por H. Joaquin Icazbalceta, Pleury se presenta formidable con sus 36 volumenes Histoire Ecclesiasticjue. Duereux, no se queda atrds con sus 8 tomos sobre el mismo asun¬ to y otro volumen extra de “Adiciones a la Historia Eclesidstica General.’’ Keceveur, es otro historia- dor sagrado que escribid “Historia de la Iglesia des- de su fundaciori hasta el Pontificado de Gregorio XVI.’ Esta es una obra magna que abarca cente- nares de auos y que estd comprendida en 14 volume¬ nes. No creo que nada pueda corroborar mi aserto tocaute d lo muy abundante de la Historia Eclesids- tica, que el liecho de haber yo anotado en mi libro de apuntes y to mo II del catdlogo de esta Biblioteca, los nombres de mas de 45 autores de diversas nacio- nalidades que se han ocupado de tan complicado 258 Guadalajara. < is asunto, sin contar entre estos las obras de autores Anonimos y los historisdores de los Concilios y de los Papas, entre cuyos selectos y grandes historiado- res he extrahado no encontrar al aiem&n Von Ranke, que en opinidn de su gran erftico Macaulay, escribi6 la Historia m&s erudita e importante de los Papas, obra indudableiuente digna de concienzudo estudio, no obstante su roagnitud. La seccion de Historia Eclesi&stica de Mexno, re vela lo muclio que entte nosotros se ha escrito so- bre esta materia, desde la ya mencionada obra de Geronimo Mendieta, de fines del siglo XVI, hasta la muy interesante obra de Manuel Ramirez Apari- cio, “Los Conventos suprimidos en Mexico,n pubh- cada en 18G2; un trabajo cuya lectura recomiendo. Como era natural, buscaba con ahinco todo lo referente d la Historia de Mexico, y entre los tomos relativos a tan interesante asunto, junto con los tra- tados Generates y Particulars, creo poder decir que todo lo que hasta la fecha se ha escrito, se eneuentra en su lugar en esta Biblioteca. Siguiendo el drden alfabetico, mencionare algunos historiadores cuyas obras se pueden consultar 6 leer aqui: Alaman, Apa- ricio, Arellano, Arias, Arista, y Arroniz. Boturini, [su erudita obra sobre la Historia de la America Sep¬ tentrional]. Bustamante su “Historia de Texcocon etc., Cavo.—“Los Tres Siglos de Mexico.n Clavigc- ro, Cogolludo. — “Historia de Yucatann escrita en el siglo XVII. Cortez Hernan.—Historia de Nueva Espaha. Cuevas.—su juicio sobre el egtado politico de Mexico en 1821 y 1851.— Diaz del Castillo Ber¬ nal— el chispeante y siempre interesante historiador de la Conquista de Mexico. Gomara, Humboldt, Icazbalceta, Iglesias, Lagunn, el historiador de la ciuclad de Zacatecas en el siglo pasado. Las Casas, el defesor de la libertad de los araericanos. Mota Padilla, el sabio y erudito autoV de la “Historia de la Conquista de la Nueva Galician [hoy Jalisco]. Payno, —el compendiador de nuestra Historia.— 259 Guadalajara. Prescott, de cuya obra sobre la Conquista, he visto aqui por vez primera la traduccion en trances de una edicion de Paris 1863.— Sahagun lo mismo que So* liz.—uSu Conquista de Mexico, n figuran estos estan- tesy con especialidad el ultimo, con diversas edicio- nes todas del siglo pasado, varias de Madrid y una de Barcelona. En resumen dire: que he contado 60 nombres de autoresque se han ocupado en escribir sobre “His- toria Antigua y Moderna de Mexico,n y que si bien es cierto que entre estos figuran algunos escritores extrangeros de la talla de Humboldt, el Conde Se- gur, Prescott, y los grandes historiadores espanoles de la Conquista, es muy satisfactorio saber que la mayor parte de los historiadores cuyas obras figuran aqui son mexicanos de nacimiento y nacionalidad y que entre estos podemos registrar nombres tanrespe- tables e ilustres como lo son los de Bustamante, Luis G. Cuevas, Mariano Arista, Orozco y Berra Icazbalceta, Pimentel, Roa, Bdrcena y otros. En la seccidn de "Andnimos y Colecciones,n he visto obras rarisimas 6 importantes para la historia patria como: »La Historia Antigua de Yarios Esta- dos Mexicanosn y los “Documentos histdricos de Ja- lisco;n “Efem^rides mexicanasm "Guerra con Fran- cia en 18 38, h "Elogios funebres de celebridades me- xicanas,n y una Histoiia de Iturbide publicada en Eiladelha en 1822. * He dichc ya, que nada encuentro mds adecua- do en el vestfbulo de este edificio, que el cielo razo de Villasenor con las ruinas de Atenas, cuando en los grandes estantes se echan de ver las obras selectas de los grandes ingenios de la cl&sica Grecia. En 4sta riqufsima coleccidn de Historia Universal, y particu¬ lar de cada pais, se destacan las obras de los histo¬ riadores griegos desde ^Elianus con su ''Varia .His¬ torian hasta el celebre y fecundo Herodoto, cuyas p&- ginas nos deleitan hasta la fecha, como en su tiempo deJLeitaf ojq dos aidos de los ateniepses ep los J uegos 260 Guadalajara. Olimpicos. Las ediciones todas de estos historiadores son alemanas, algunas del siglo XVI y otras de 1829! No menos rica, sino por el contrario mucho mds, es esta Biblioteca en historiadores romanos, en textos y traducciones de los misrnos. Los Comentarios famosos de Julio C6sar, por ejemplo, aparecen aqul en tres idiomas: en latln, tran¬ ces y espanol, aunque en su mayor parte en- ediciones • de fines del siglo XVIII. He tornado nota de 16 historiadores romanos y sus correspondientes obras, entre los cuales figuran los nombres de aquellos con ios que nos familiarizamos desde jovenes en los semi- narios y colegios como son los de:—Cornelio Nepon- te, Salustio, el gran Tdcito, y Tito Livio, el amigo de Augusto, en cuya nHistoria Romanan se distin¬ gue tanto por su estilo puro, claro y correcto asi co¬ mo por su estupenda fecundidad. La vieja Europa, ha traido a esta Biblioteca, su poderoso contingente de historiadores celebres; y no es poca la satisfaccidn que he experimentado, al en- contra’me en estos libreros, con las magnas obras en cuyas pdginas me he esforzado por estudiar lo muy poco de historia que individualmente he podido abar- car. Pero d los estudiantes y lectores afectos al es- tudio importanti'simo de la Historia, me permito re- comendar el estudio de las obras de aquellos histo¬ riadores de los que mds provecho creo pueda sacarse. Y, me es tan doblemente grato hacer esta recomen- dacidn, cuanto que, por estadisticas que me han sido proporcionadas, he visto con gran satisfaccion que, entre el buen numero de concurrentes a esta Biblio¬ teca, pocas obras son tan solicitadas para su lectura como las de Historia. Como resultado pues, de mi experiencia indivi¬ dual, asi como en vista de lo que sohre la materia obra en estos estantes, aconsejo el estudio 6 lectura de lo siguiente: Bossuet. — “ Piscurso soble la Histo¬ ria Universal,'! Lafuente,—su brillante “Diseurso Preliminar d la Historia de Espana. '• Cdsar Caiitti, 261 Guadalajara. tal vez el mds leido y mejor conocido entre nosotros, de todos los historiadores europeos, no es k mi juicio en medio su inegable talento y gran erudicion, un escritor siempre veridico y desapasionado; y yo opino no porque se le deje de leer, sino por que se lea un poco m&s a Alison, Hallam a Hume, & Lingard k Robertson, a Guizot, Gibbon, a Barante, al abate Millot, el Conde Segur, Lefranc, Prescott, Washing¬ ton Yrving, Cobbett y tantos otros que me seria im- posible enumerar sin hacer de esa lista, una, excesi- vamente larga y detallada. Igualmente recomenda- ria k historiadores contempordneos de la talla de Buekland (su grandiosa Historia de la Civilizacidn), y al erudito sabio Emique Taine; pero las obras de estos autores, asi como las del gran historiador y fi- losofo escoc£s Thomas Carlyle no estdn ahn coleccio- nadas en esta Biblioteca. Entre las obras raras de esta seccidn me he en- eontrado aqul la "Historia de los Judios" de Jose¬ phus Flavius, edicion de Venecia 1502; y una Histo¬ ria del Japon y de China, escrita por Don Pedro Morejon, e impresa en Medina del Campo en 1621. Muy rica es la coleccibn sobre la vida de los santos [cosa de esperarse], cuando la mayor parte de los libros que hay aqui han sido trasladados de los conventos de Guadalajara & su actual local. Me a- rrojan mis apuntes la suma de 57 biografos y apolo- gistas de la vida e historia particular de los santos. Dificil pue3, me serla, en tan delicado asunto ester- nar mi opinion y decir cudles son los mejores biogra¬ fos y obras de consulta en esta materia. Pero lo que si puedo recomendar es la lectura de la vida de San- to Domingo, por el gran sabio Lacordaire, y la de Santa Isabel de Hungria, por esa otra lumbrera de la literatura trancesa, el Conde Montalembert, ambos honra y gloria del mundo catblico. La Historia de las Ordenes y otras corporaciones religiosas, me parece muy completa y se puede asegu- rar, que tanto el investigador cuanto el escritor sobre 262 Guadalajara. esta materia, dificilmente encontrard mejores fuentes que las que en estas obras se encuentran y que abar- can tantos siglos desde la fundacidn por ejemplo, de la Orden de San Francisco 1209, hasta la instala- eion de la Compama de Jesds en Nueva Espana, de cuya instalacidn fue historiador entre nosotros, el Padre Francisco Javier Alegre y, cuya obra fud pu- blicada en Mexico en 1813, en tres volumenes que obran en estos estanteros. Rica es tambien esta Bibliotec.i en Diccionarios Eclesi&sticos y Biogrdficos, asi como en biografias, entre las que recomendaria la lectura de la de Fene- lon por Bossuet, la del Caballero Bayard, por Gu- yard Berville,—la de Bossuet por Besanpon -la de Fr. Juan de Sahagun por Simon Castelblanco — la de Coldn por Washington Irving.-La de los Reyes Catolioos por Prescott—la de Carlos Y. por Robert¬ son—la de Carlos XII por Yoltaire —la de Rafael, por Quatremere —la de los Yarones ilustres del Nue¬ vo Mundo por Fernando Pizarro y Orellana -la de Godfredo de Bouillon, de H. Prevault—la de Na- poledn I. por Massias—la de Miguel Angel por el abate Hauchecorne y tantas otras, que me seria im- posible ennumerar en tan vasta y rica coleccion bio- grdfica. Entre los autores andnimos, he notado que hay una biografia de nuestro gran cura Hidalgo y otra de ese genio guerrero y patriotico de nuestra independencia: el inmortal Morelos. No habiendo te- nido la oportunidad de formar un juicio critico sobre estas biografias, mal podia dar mi opinidn, pero me inclino & pensar que, aun no tenemos sobre Hidalgo una biografia digna de el y de nuestra literatura. Asi como opino, que en apuntes biogrdficos ninguno de nuestros hombres de letras nos ha dado una idea mas aproximada y elocuente de Morelos, que el maestro Altamirano, en su brillante escrito sobre es- te heroe intitulado “Morelos en Zacatula,n y que tu- ve el gusto de publicar en el primer numero de “El Artista” [segunda dpoca |. Guadalajara. 2.63 La coleceidn de obras sobre “geografia y viajes,” es tambien muy variada 6 importante en los estantes de este ler. salon, El hecho de que tanto las edi- ciones de muchas de estas obras, estan escritas en va¬ ries idiomas, facilita para todos sir lectura. Los viajes, son el complemento mas practieo que eonozco para la educacion del hombre; v todo aquel que no puede via- jar, tiene de suplir este gran vacio con la lectura de las obras de I 03 viajeros. Yo, soy de los que creo firmemente que, si no fuera por los viajes, no seria- mos muchas veces tan cosmopolitas como lo estamos siendo los mundanos de fines nuestro siglo que tantos errores destruimos por medio de los viajes, y tanta en- senanza objet.iva abarcamos con la experiencia propia que estos nos proporcionan. Es increible como se viaja hoy dia, y lo mucho que diariamente se publica subre viajes. En general, creo debemes dar la preferencia al estudio de las obras de viajes escritos por los ingle- ses. Mi experiencia propia me dicta este consejo, y me demuestra que, pocas 6 ningunas obras en este genero importante de literatura, tienen 4 imparten tan solida, bendfica y duradera instruccidn coaio las de los ingleses. Por un escritor de viajes como el inte- ligente italiano Edmundo d’Amicci podria citar en Inglaterra 30 de su talla, tanto del sexo masculine cuanto del femenino. En esta materia es mucho lo que en Londres se ha impreso por autores ingleses sobre Mexico y, si bien es cierto que, no todos los viajeros de aquel pais han escrito sobre nosotros de una manera imparcial y veridica, no por eso quiere decir que, algunos no lo hayan hecho muy bien, ha- ciendo siempre elogios mil sobre la incomparable be- lleza del pais, su riqueza y porvenir junto con la apo¬ logia de nuestro cardcter, cualidades morales, educa¬ cion y costudabres Mas volviendo a las obras de esta Bibliote^a, sobre tan recreativo e instructivo asunto, como on lo general son loslibros de viajes, di- r^: que es muy grato encontrarse aqul con obras tan 264 Guadalajara. curiosas e importantes como son los ‘Viajes del joven Anacarsis a la Grecia,” la de John Stephens sobre Yucat&n y Chiapas, las del erudito y sabio viajero esdptologista Champollion, la de Taylor [su viaje en la India y a traves del gran desierto] M de Humboldt “Viaje a las Begiones Equinociales del .Nuevo Con- tinente.” Los “Viajes del Capital) Cook [al rede- dor del nmndoj. Los de Chateaubriand & la Ame¬ rica y a JerusaLn, los de Barrow, en China, forrnan- do el complemento £ los de Lord Macartney, y el “Vaje por Egipto y Si-ria,” de Volney., Pasando del primer salon al segundo, recrea el visitante la vista, no solo con los libros y las lujosas pastas de variados matices que brillan en los estan- tes cuando les hiere la blanca luz de estas regiones de eterna primavera, sino igualmente con la preciosa perspectiva que presenta el patio del Lie jo de Varo- nes, visto por las rasgadas ventanas que de trecho en trecho, dividen los estanteros por el costado izquier- do del muro del saldn. Estas ventanas, y unas que est6n a uiano derecha, son las que dan luz & estos salones, como los libros de los estantes dan luz & la inteligencia 6 a la mente y regoeijo al corazdn. El patio, pues, del edificio, visto desde estas ventanas, es verdaderamente precioso. Una vegetacidn abundan- te y variada da sombra ahi. La luz es apacible e impregnada de cambiantes matices. entre los que fi- ofuran los verdes de todos los tonos confundidos con las plantas de los rojos y morados quelites; las rosas, los claveles, la alfombrilla y no se cuantas otras flo- res, dandole un colorido encantador. Junto a 1 drbol del 4?1 h tan o se echa de ver creciendo el pi no; y se con- funde la vejetacidr> de la tierra caliente con la de la tierra fria, jpruebk inequivoca de lo privilegiado de este suelo! Y, si al silencio propio £ esfca Bibloteca reunimos el precioso murmullo de la fuehte en el pa¬ tio, no creo exagerar al decir: que no cd&lozco ua lu- gar mas £ propdsito para estudiar y en<$ontrarse uno entre los libros. Guadalajara . 265 Si en-el primer sal6n se halla el bibliofilo obras de la importancia que he descrito, de una manera, di- gamoslo as! tan pasajera, en el segundo, hay igual- mente mucha riqueza que revela seleccion admira¬ ble; pues la importancia representativa de una bi- blioteca no consiste en el ntimero de sus volumenes (tal como el vulgo pueda creerlo), sino en la calidad y valor de estos. No ha muchos an os, se promo vi6 en Inglaterra una erudita discusion entre las autori- dades mas competentes tocante a cuales eran los 100 libros, 6 por mejor decir obras mds importantes que un.hombre debia leer para considerarse como verda- deramente instruido.^ Como resultado de tan intere- sante asunto, se publico un folleto (del que obra una copia en mi poder), y que contiene valiosi'simas listas y opiniones sobre las 100 obras de mayor importan¬ cia en el mundo. Pues bien, cualquiera de esas lis¬ tas, comprende toda una biblioteca, jy sin embargo, muchas de ellas no reunirdn sin duda, mil volume¬ nes! Muy grato me es comunicar que, en esta Bi¬ blioteca de Guadalajara, figuran las obras y los auto- res mencionados en muchas de esas listas formadas por autoridades bibliogrddcas de la magnitud de Sir Jhon Lubbock [el promotor de la idea*), Carlyle, Bus¬ kin, el profesor Bryce, Lord Coleridge, Max Muller, Gladstone, Russell Lowell —los bibliotecarios de las bibliotecas de Londres y el Museo Britdnico y otros de igual saber e importancia. Creo fue el celebre poe- ta alemdn Goethe, el que hablando de libros nos ha dicho: “Raced bien, vuestra seleccion, pues por breve que sea, es sin embargo interminable / jBreve, sin duda, por lo muy corto de la vida del hombre; inter¬ minable, por que jam&s nadie podra leer todo lo es- crito! Traia esto & la memoria ante aquellos volu¬ menes de & folio de las abundantes enciclopedias que est&n en este segundo saldn; la cantidad enorme de periodicos y revistas empastadas, los estanteros apre- tados de libros de bella literatura en varios idiomas, y la soberbia edici<5n de la Universidad de Cambrid- 266 Guadalajara. ge de Jhon Smith,—jla Biblia Poh'glota en ocjienta idiomasl impresidn de Ldndres 1825, de la que d mayor abundamiento, posee esta biblioteca dos edi- cionos iguales. Por vez primera vela yo las Sagra- das Escrituras, en tanto idioma; llamando mucho mi atencion I 03 textos chinos y el japones no s6lo con todos sus caracteres propios, sino impresa en papel de arroz, y encuadernada toscamente con las pastas amarradas con cdnamo bastante burdo. Mds apro- pdsito de la Biblia, debo mencionar que en uno de los salones interiores, hay una incunable que lleva la fe- cha de 1497, impresa en Venecia, por Gieronimi Pa- ganines Bartinnis. Otro libro he visto tambidn del siglo XV “Tratado de Astronomia” por Juan de Sacro Busto, edicion en latin, impresa en 1485, obra de las mas raras y notables. Estos dos tomos, es de lo verdaderamente muy antiguo que he tenido en mis mauos, entre los admirables libros que hay aquf. En una biblioteca que cual esta posed ya unos 30,000 volurnenes con obras tan selectas y tan esca- sas como son algunas de las mencionadas en estas p&ginas, serfa una audacia de mi parte pretender dar una idea completa de su verdadero valor representa¬ tive. Asi es, que por mucho que desee yo posecio- nar al lector con su magnitud, y la variedad inlinita de obras que contiene sobre todas materias, siempre habre que dejar mucho, muchlsimo pendiente en el tintero; por largas y deleitosas que hayan sido las horas intelectuales pasadas aquf eatre esos regimien- tos de libros tan bien organizados y clasificados. Mr. Lowell Bussell, nos ha dicho muy bien cuan- do nos dijo: nHay una seleccion que hacer en ma¬ teria de libros como en la de los amigos;" es cTecir, cada cual escoje lo que mejor cre6 convenirle. Y, si bien es cierto que asf pasa, siendo este axioma una verdad, me voy & permitir recomendar la lista que he formado de algunas obras que deban d mi juicio leerse en esta biblioteca, quiero decir una lista de 100 autores que puedan servir de guia d muchos Guadalajara. 267 de los eruditos concurrentes al saldn de lectura. He la aqui: 1 . La Biblia. (anotada.) 2 . 3. 4. 5. 6 . 7. 8 . 9. 10 . 11 . 13. 13. 14, Aristoteles..Seleccion de sus obras. Homero."La Iliada y la Odisea." Cicerdn."Oraciones Escojidas." Virgilio.. ;."La Eneida." Horacio."Arte Poetico." Plutarco ." Hombres Cdlebres." San Agustin." Confesiones." Pascal ."Pensamientos." T&cito..'."Germania," Tito Livio.. "Decadas." Dante."La Divina Comedia." Milton."Paraiso Perdido." Mahoma..."El Koran." 15. 1G. 17. 18. 19. 2 ©. 21 , 22 . 23. 24. 25. 26. 27. 28. 29. 30. Bacon."Novum Organnm.u Newton.Sus obras. Buffon.Sus obras. Darwin.. ."Origen de las Especies." Mill Stuart."Logica." Lavoisier.... "TratadoElementalde.Quhnica.n Humbolt.Sus obras. Lyell."Geologfa." Arago... ,.." Astronomfa." Saint Pierre..." Estudios sobrela Naturaleza." Sechi,.“El Sol." Shakespef re."Trajedias." Esquilo. „ ,, J uvenal.“ Satiras." Molidre.“Sus obras." Esopo..."Fabulas." 268 Guadalajara. 31. 32. 33. 34. 35. 36. 37. 38. 39. 40. 41. 42. 43. 44. 45. 46. 47. 48. 49. 50. Cervantes. “Don Quixote.“ Le Sage.“Gil Bias. Tasso.Jerusalem Libertada." Silvio Pellico..“Mis Prisiones.“ Camoens.“La Lusiada." Ercilla..“La Auracana.“ Gongora.Sus Obras. Fr. Luisde Le6n...“Sus obras y traducciones." Moratin.“Obras Llricas.“ Madrid J. F.“Guatemozin“ (trajedia). Quevedb.. .“El Parnaso Espanol." Lope de Vega...“Sus obras en Pro3a y verso.'* Goldsmith.“Vicario de Wakefield." Defoe.“Robinson Crusoe." Isla J. F.Fray Gerundio de Campazas." Zevallos.“La Elocuencia del Silencio." Zorrilla..“Poesias y Dramas." Feneldn.“Telbmaco." Chateaubriand.“Genio del Cristianismo." 51. Rocine.“La Religion" [poema.] 5 2. Goethe.“ F austo." 53. Klopstock.“La Mesiada.” 54. Burke.“Discursos Cdlebres.” 55. Byron...“Sus obras.” 56. Moore.“Vida de Lord Byron h 57. Pope.“Ensayos sobre el Hombre.tt 58. Walter Scott.“Sus novelas.» 59. Zimmerman...“La Soledad.it 60. Frejes..“Arte de Pensar.tr 61. Petrarca. ..“Di61ogos.u 62. Balmes.“Filosofia Fundamental.tr 63. Ritter.“Historia de la Filosofia.it 64. Fray Zeferino Gonzalez.Sus obras.n 65. Dupuis.“Origen de los Cultos.u 66. ..Montaigne.“Sus Ensayos.n Guadalajara. 269 67 68 69 70 71 72 73 74 75 76 77 78 79 80 81 • 82 83 84 85 86 87 88 89 90 91 92 93 •94 Macaulay.“Ensayos Crfticos.a Chesterfield..... “Cartas sobre la Educacidn. if Gibbon.“Elevacidn y Decadencia del Iraperio Romano.“ Laurent.“Filosofia de la Historia.it Montesquieu. .. . “Del Espfritu de las Leyes m Santo Tom&s de Aquino.“Tratado del Gobierno de los Principes.u Santa Teresa.. Sus obras. Sor Juana Ines de la Cruz.“Poesias. m Lamennais.“Palabras de un Creyente.u LITERATURA MEXICANA. Aigunos autores nacionales. Beristain...“Bibliop'raffa. h Fr. A. Reyes. ... “Arte en Lengua Mixteca.a Carpio.. “Poesfas. it Mota Padilla.“Historia de la Conquista de la Nueva Galicia ..■* Frejes... Idem Idem. Pimentel.“Historia de la Literatura Mexicana y demds obras.“ Orozco y Berra. ...“Obras Cientlficas y Literarias. u Flores Manuel.. ..“Obras Poeticas. n Vigil.“Poesias, Prosa y traducciones.n Obispo Mungufa.Sus obras. Alaman.“Historia de Mexico.n Aparicio Ramirez.“Los Conventos suprimidos en Mexico, tt Ramirez Ignacio.Sus obras. Garcia Icazbalceta.Sus obras. Roa Btircena.Sus obras. Rivera. .“Historia de Jalapa.n Garcia Cubas....“Geografia.it Carochi.“Arte de la Lengua Mexicana. i> Prieto.“Cantos Populare®. “ 270 Guadalajara. 95 Vetancourt. ...“Teatro Mexicano.u 96 Fern&ndez de Lizardi."PeriquilIo.it 97 Biva Palacio.'.....uNovelas.it 98 Altamirano.. "Obras en Prosa y Verso, m 99 Arroniz."Historia de Orizaba .u 100 Perez Verdia Luis.."Compendio de la Historia de Mexico, n Lamento sobremanera que en esta lista que he formado no me haya sido posible mencionar sino es d 25 de nuestros autores nacionales, dejando en el tinte- ro a muchos otros cuyas obras merecen recomeudacion para su lectura. Pero habiendo llegado al numero 100 de esta mi lista, no me queda otra cosa que hacer sino cerrarla y, recomendar los notables volumenes del bibli<5filo Beristain, en donde encontrarli el lector mu¬ chos nombres de literatos mexicanos omitidos por mi, y donde se ve quienes son los hombres de letras que por sus escritos, han dado luces, honor y gloria it nuestra literatura nacional, desde remotos tiempos hasta el ano de 1819. De aquella fecha hasta el pre¬ sente, no creo haya un solo hombre de letras entre nosotros cuyas obras, no sean m&s <5 menos conoci- das. Si quisiera ver en esta Biblioteca un departa- mento, 6 mejor dicho, estanteros que contuvieran ex- clusivamente obras de autores mexicanos. Pues si bien no es cierto que escasean aquf, y que est&n per- fectamente elasifi :adas, por el otro lado diseminadas como se hallan entre tantos millares de voldmenes, se hace imposible ver d primera vista los nombres y las obras de los que han formado eso que llamaremos “Literatura Nacional.” Yo creo, que todo autor mexicano, debia man- dar un ejemplar duplicado de sus obras d esta biblio¬ teca, y de esta manera enriquecer la seccidn relativa d escritores nacionales, muchas de cuyas obras “bri- llan aqui por su ausencia.” • Antes de terminar este capltulo, dire: que es bastante rica es.ta noble institucidn en manuscritos raros e importantes, asi corno en folletos. Guadalajara. 271 Entre los manuscritos he tornado nota de algu- nos muy interesantes del ano 1550, como tin brebe del Pontifice Sixto V; las cedulas reales firmadas par Felipe III, Felipe IV y su viuda la Rein a Regente, y 97 por Carlos II. ‘Hay aqui documentos que lie- van el autografo de Felipe Vy de Fernando VI. Tin brebe de Clemente XIV extinguiendo la Companda de Jesus, Es muy interesante la c&dula en que Car-' los III ordena se extingan los idiomas indigenas en la Nueva Espana. La historia (inddita) de las fun- daciones de los conventos de Jalisco, con relacidn do mtichos slicesos memorables, escrita por un autor anonimo en 1653, comprende Unas 503 fojas y es uno de los importantes manuscritos que hay aqui. Los comentarios d la Filosofia de Aristoteles, escritos par Fray Jos6 de Torres, franciscano de Guadalajara en 1732, son una prueba mds de la erudicion y trabajos intelectuales de los monjes de aquella celebre corpo- racidn, que tan valiosos manuscritos dej<5 en esta ciu- dad como en otras partes del rnundo. Los manuscritos nums. 46 y 52 son interesantes, pues el priuiero trata de: “Elementos de Gramatica del idioma Mexicano/’ y el segundoes: “Vocabulario de la lengua Mexicana,” escrito por D. Carlos de-Ta¬ pia en 1765. El Num. 66 es manuscrito de muclio valor, pues es una correspondencia de varios de los provinciales del convento de San Francisco de Guadalajara, en la que se trntan asuntos publicos de importancia con virreyes,-president.es de audiencia, y otras autorida- des, desde 1778 d 1796. Ademds, obran en esta co¬ rrespondencia las firmas autografas de los virreyes Conde de Revillagigedo, Marques de Branciforte, Don Martin de Mayorga y otros. El volumen es de d folio rnenor con 372 fojas, y la pasta es de perga- mino. Los “Salmos griegos” del padre Manuel Maje- ra, son una prueba de la erudicion de aquel notable sabio carmelita que tanto renotubre dejb en esta ciu- 272 Guadalajara. dad, y £ quien he aludido en mi capltulo anterior al tratar de la iglesia del Carmen. En resumen: hay en esta Biblioteca unos 99 manuscritos de mucho valor, que son un precioso e inestimable complemento £ los 30,000 volumenes coleccionados aquf y clasificados con concienzudo empeno, e inteligencia digna de todo encomio. La fundacion de esta Biblioteca Piiblica data desde 1861; pero no se abrid al publico si no hasta fi¬ nes de Diciembre de 1875, debido a los estuerzos del Sr. Lie. Ignacio L Yallarta, en aquel entdnees, Go- bernador de Jalisco. Tambien a el, se debid que se imprimiese el primer Catdlogo, que ocupa dos volu- menes 8 P menor, con 1,028 pdginas. Desde el ano indicado (1875], estuvo al servicio del publico hasta fines del de 1890, en que el Gobierrio, acordo la translacidn de esta Biblioteca £ la planta baja del mismo edificio. Pero £ consecuencia de haberse ve- rificado la translacidn de los volumenes, sin el cuida- do debido, se confundieron las divisiones que la eom- ponfan, y en esa virtud aleomenzar el ano de 1891, el Grab Galvdn decreto la clausura ^provisional del establecimiento £ fin de que se arreglara nuevainente. Con tal objeto, fud tiombrado el actual director que se ocupa desde hace mucho tiempo en la formacidn de un nuevo cat&logo que, corrigiendo los errores y defisciencias del antiguo, pronto estard listo, y que a mi juicio, es un trabajo de gran merito, que expedi- tara mucho el conocimiento de autores y de libros en dsta Biblioteca orgullo de Guadalajara, encanto del biblidfilo y del amante a la instruccidn. Como una biblioteca como esta, en tan simp&tico recinto, encuentra el espfritu deliciosa expansion. Por lo menos esta es mi experiencia propia; y, jamds hubiera escrito estc capltulo, sobre tan importante asunto, £ no ser que haciendo abstraccion de todo, he dirigido mis pasos tantas veces a esta. biblioteca, en busca de: “Horas intelectuales entre los libros. 5, CAP1TUL0 XII. CREPUSCULO VESPERTINO EN EL SANTUARIO DE GUADALUPE, Ante la Tmnba de Fray Antonio Alcalde, Su Corazon, E| Monje, El Obispo, El Filantropo. Aunque nuuea podra la lengua liumana Del Santo obispo referir las obras Seguarda su recnerdo on lo mas hondo De nuestros pechos. ('Ig¬ nacio It. Rubio.' Oda en honor del Sr. Alcalde. Primer centenurio de su muerte .) Encaminaba mis pasos lentamente en direccidn al Santuario de Guadalupe. Iba en busca de una turnba que guarda las cenizas de un hombre tan nota¬ ble, cuanto qaerida y venerada es su memoriay el re- cuerdo constante de el, en comarcas como estas d don- de felizmente hay' tanto corazdn y tanta admiracion para lo bueno. jQue comunidn tan mtima habia en esta tarde, entre aquel Santuario (dedioado por el), d la santa Virgen, patrona de los mexicanos, aquel se- pulcro solitario de forma piramidal en el silencioso presbiterio, y el crepusculo vespertino rads imponen- te que ha tocado & mi suerbe ver aqui! Atmosfera violeta que descendiendo de lo alto de los cielos en tenue y vaporoso velo envolvia las s^mi-feudales to- rres del Santuario y de alii, descendiendo poco k po- co, venfa k posarse sobre el sepulcro del que en vida, 274 Guadalajara. habia portado esos mismos colores en su traje de 0- bispo. jSf; que comunidn tan intima, entre la natu- raleza, el aspecto de esta tarde, este Santuano, y aquel sepulcro tan representative en su mUtismo elo- cuentisimo! A1 Poniente, grandes r^fagas de pur¬ pura y nubes, asumiendo la forma de blancos dngeles con cabelleras de oro. A1 Oriente, en el confi'n leja no, apizarradas nubes, desprendiendo lluvia; pero al Sud-Este, un bello arco-iris anunciador de paz y de ventura, de esa paz que en el sepulcro de los buenos, es rods consoladora y concordante que en el sepulcro de los males. Arriba de las torres del templo, so des- tacaban de es efondo violado del cielo, nubeeillas cotuo de plata, formando [ante la fantasia], grupos de risue- nos querubes en cuyas alas no habia m&s aleteo apa- rente que aquel impartido por un viento tan lento, que haefa de esos fragmentos de nubes, una cosa ca- si sin movimiento en el espacio. El silencio de la plaza jardin que estd frente al Santuario, estaba en concordancia con la tumba del gran Obispo en el tran- quilo presbiterio. Por la puerta entreabierta del templo se oian algunas voces como de angeles quo entonuban la oracion de la tarde en loor del Creador Supremo y de la Virgen Santa. ;Que momentoses- tos! ;qu6 crepusculo aquel/ Siempre recorda’6 con reverente pensamiento como hasta la mistna natura- leza con tribuy6 en esta ocasidn para hacerme m&s imprcsionable en la memoria y en e.l alma, el reeuer- do de esta mi visita y estancia ante la tumba de Fray Antonio Alcalde. Envuelto por esa atmosfera violada que tanto disponfa el dnimo & lo poetico, 4 lo sentimental y d las reflexiones tranquilas, detenia cl paso ante aque- 11 a tumba para pasar en revista la vida y obras de un hombre, cuyas virtudes y hechos nunca pueden encomiarse demasiado, por mucho que sus ilustres bidgrafos 1 iayau ronsiderado la materia agotada, Lleg aba en esta ve£ a este lugar santificado por el en vida, como hoy lo es por sus resfcos y memoria, Guadalajara. 275 * bajo el peso de una impresidn moral bien grande. En este mismo dia habla tenido la honra,—el singular privilegio, de tener en mis manos, su santo coraz<5n. |Sf; aquel corazon tan bueno,—aquel coraz6n que la- tib siempre para hacer el bien y niinca el mal & sus eemejantes, y que, hoy guarda esta Guadalajara, con respetuoso amor en un pequeno nicho del coro del ■convento de Capuchinas! AlH le vi con profundo interes y sentimiento de elevado respeto y de vene- racidn. Tuve en mis manos el vaso de cristal que entre algodones fenicados contiene aquella gran reli- . quia. Hice un imperfecto bosquejo del mismo, y es- cribi mis apuntes junto i> ese corazon petrificado, mo* dificado por el trascurso de los anos pero siempre palpitante para los corazopes jaliscienses que le ben- dicen y lo recuerdan diariamente. En un rincdn del silenciosa coro y & la mano de- recha de la reja que ve para un costado del altar ma¬ yor del templo, hay en el muro un nicho. Dentro del nicho, una caja de madera en forma de tabernd- culo; dentro de este, un bote de zinc coi un ^ello de lacre y una insciipcidn manuscrita y pegada; el papel en la tapa del bote dice asl: <•Corazdn del Rmo. y Senor Ilustrisimo Don Fray Antonio Alcalde. — Ca¬ puchinas. m Y en la puerta de la caja que asume la forma de capilla, se lee lo siguiente que he copiado como estd: “Aqui yace el Corazon del IlustrIsimo y Ke- BEREND1SIMO SeSOR MAESTRO DON FRAY ANTONIO Alcalde y Bariga, del Sagrado Orden de Pre- DICADORES, DlGNlSIMO OBISPO DE ESTA CIUDAD DE GUADALAXARA, EN DONDE FALLECIO A 7 DE AgOSTO de 1792: y su Cadaber esta Sepultado en la Fa- RROQUIA DE NUESTRA Se^ORA DE GUADALUPE DE ESTA MISMA CIUDAD XXXXXXI.” Abajo del nicho mencionado, habfa una mesa antigua en donde coloque el corazdn, mientras copiaba las inscripciones y hacla mis apuntamientos. Habla alii un Qruciiyo muy hermoso probablemente a n- 276 Guadalajara. cultura italiana. Arriba de esta mesa un cuadro al oleo representando una Yirgen Bizantina altamente representativa del arte religioso del Oriente, antes que las nuevas creaciones del Benacimiento nos vi- nieran A edificar eon sus grandes ideales y su impe- recedera ensenanza. Otra Virgen habi'a alii arriba del nicho: la de Guadalupe, cuadro apropiado para adornar aquel muro donde descansa sin latidos y en profundo silencio, el corazdn del Prelado que en vida tanto reverencid y am6 a la Santa patrona del pue¬ blo mexicano. Por doquier he visto perpetuada la memoria de' este hombre por mil titulos notable en esta Guadala¬ jara, donde el viandante tropieza & cada paso coti al- gun noble pensamiento realizado. por el; con algiin edificio de filantropica grandeza,. como el Hospital de Belem, y magnificencia arquitectoniea como el Sagra- rio, la Universidad 6 este Santuario de Guadalupe. Por doquier me han hablado de el como el gran pro¬ tector amado del pueblo de esta tierra, De su vida y sus.hechos me he yo impuesto tambien en las pa- ginas elocuentes de distinguidos biografos de tan magna figura, como lo son el actual e Illmo. Obispo de Yucatdn, Don Crescendo Carrillo y Ancona, Don Luis Gutierrez Otero, Don Jesus Lopez Portillo, y otros. De an^cdotas de su vida, he leido varias v he oido contar dos, una de ellas inedita, segiin me dijo un notable anticuario en La Barca, En resiimen: creo haberme impuesto hasta donde es. posible de la vida ejemplar y la obra magna de este hombre ilus- tre, en su larga carrera y peregrinacion sobre la tie¬ rra. Y, sin embargo, tod a emocion, toda sorpreza mezclada de natural respeto y de profunda admira- ci6n, han sido palido reflejo al lado de la emocion que yo he sentido al ver ese inerte corazdn en medio de la mfstica, la solitaria atnuSsfera de aquel coro de Ca- puchinas, velado por un con junto admirable de luces v de sombras, perfumado por el incienso de los ahos—■ santificado [entre otras eosas] por esd. reliquia de un Guadalajara, 277 lustro depositada en el nicho del muro,—y, fmalmen- te, decorado y embellecido por las creaciones del ar¬ te religioso de hace ya mas de un siglo. [La elocuencia del silencio de ese gran corazon depositado entre algodones en un sencillo vaso de cristal! Esto no se describe sino es con el silencio mismo. Nada hay que pueda dar una idea mds elevada del carinoso y respetuoso sentimiento del pueblo de Guadalajara, hacia al santo Prelado, que el hecho de que su corazon esta guardado en el convento de este coro, asi como guardada estd su lengua en Santa Te¬ resa, y sus ojos en Jesus Maria, corporaciones reli- giosas que en vida de el, tuvieron sus especiales sirn- patias y muy generosa proteccidn. Asi es que, en esta tumba, no hay otra cosa que las cenizas del es- queleto humano convertido en polvo de los muertos por el transcurso de cien anos. Pero creo que es ya tiempo de que ante esta misma. tumba, transcriba al lector la biografia y mi juicio del que en vida fue tan prominente figura, no solo de Jalisco, sino tambien del siglo en que vivid. En tarde como esta, con un crepiisculo tan bello, tan singularmente alegorico y arrobador, sentla una dis- posicidn de dnimo especial para refieccionar y trasla- darme con el pensamiento al siglo XVIII, y pasar en revista lo que fue este hombre admirable, como Monje-( )bispo y fildntropo. Comenzare a decir al¬ go sob re EL MONJE. Todc ser humano tiene sin duda su predestina- cion. Unos bien grande, otros bien pequena. Al numero de los primeros toco en suerte venir al mun- do al que & su tiernpo tenia de ser Fray Antonio Alcalde, y despues.. . algo m&s grande aun. Na- cido en Fspana, en Cigales, pueblo insignificante de 290 vecinos, pero d dos leguas de la ciudad de A r alla- dolid (cdlebre por haber sido alii ajusticiado el Con 278 Guadalajara. destable D. Alvaro de Ltma), viene al mundo el IB de Marzo de 1701. Fueron sus padres: JoSe Alcal- de 6 Isabel Barriga, de pobre origen y bienes de for- tuna, pero ricos, inmensamente ricos, en nobles cuali- dades y virtudes, como fu6 el hijo & quien dieron el ser. No era por cierto en aquellas comarca3 de la ca- tdlica Esoana. £ donde al despuntar el pasado siglo, se dejasen sentir los efectos de la Reforma Luterana. Firmes las creencias y las corporaciones religiosas, el joven Alcalde opt6 por abandonar las cosas del inun- do, y en el ano de 1718 tom6 el habito de religioso de la orden de Santo Domingo, en el vetusto conven- to de Valladolid. Habia, pues, ingresado a una de las mds austeras 4 historicas comunidades religiosas del mundo. A esa orden fundada por Santo Domin¬ go en 1215; a esa potencia conocida en Francia bajo el nombre de Jacobinos, y en Inglaterra de los Mon- jes negros (Black friars) A esa orden que en Es- pana, < omo en otras partes del jnundo, ejercid tan poderoso influjo contra los herejes, asi como en la Inquisicidn, de la que fud p-imer inquisidor el mismo Santo. Es preciso tener una sincera vocacidn para en- trar £ un convento como lo hizo este joven, al de Santo Domingo, cuando contaba solo unos 17 anos. Al asumir el burdo h&bito del monje, y cambiar las comodidades y placeres de la vida, por las vigilias, privaciones, disciplina } severas reglas del claustro en tan temprana edad, lo hacia siguiendo los impul- sos de su gran corazdn, los dict&menes de su concien- cia, e inconciente tal vez. comenzaba para el la pri¬ mer pagina gloriosa de su noble misidn sobre la tie- rra, cuando como esos dstros muy lejanos apdnas ful- guraba en el callado firmamento en la obscilra noche de un porvenir de todos ignorado. Si; el joven mon- ge, era entonces un astro cuyo brillo y magtiitud aiin no era posible conocer sin embargo; su gran predes- tinacidn, tenia principio, dada la circunstancia que 279 Guadalajara. hasta en aquel entonces, estaba en los destellos te¬ nues de su juvenil aurora. Desde el momento de su entrada al monasterio de laorden de Predicadores de Santo Domingo, se dedicd con . rara asiduidad al es- tudio de humanidades y ciencias eclesidsticas, hasta ordenarse de Sacerdote y graduarse de Maestro. Por el espacio de treinta anos, desempenh las catedras de Filosofia y de Teologia en varios con- ventos de estudios generates. Pero su gran ense- nanza estaba en el pdlpito y en el confesionario, co- mo su gran misidn Evangelica siempre estuvo hasta lo ultimo en la choza del pobre, al lado del meneste- roso, en la cabecera del enfermo, en medio de esa at- mdsfera de sufrimicnto y de dolor humano, cuyas densas tinieblas disipaba con solo su presencia. Era en verdad, Fray Antonio A^alde, un mon- • ge modelo por su sabiduria, virtu.lej 4 instruccion; asi es que era ldgico esperar que con el rodar de los afios este humilde hijo del pueblo de Cigales, llegase d ocupar, cumo de hecho ocupo el puesto de Prior del Monasterio de Zamora, y mds tarde del de Je¬ sus, Maria de Vaiverde. En ambos puestos y luga- res, did grandes pruebas de la comprensidn apostdlica que hi tenia de su misidn sobre la tierra, la que ejer- cia como un Angel tutelar para todos. Bajo cual- quier circunstancia, y en todo tiempo, edifica leer las pdginas y tradiciones relativas & coino paso su vida este monge, tan celebre en los anales del monasticis- mo de su siglo, Se le busca en el monasterio y se le encuentra amando d Dios con el alma entera, co¬ mo con el corazdn amaba y servia d sus projimos. En su celda pasaba el tiempo en oracidn frente k un Crucifixo d cuyo pie estaba una calavera. ^Que dos objetos mas elocuentes podia haber para su alma? El primero: era su amor verdadero, su ideal realizado, su esperanza, su todo. jPor El por- taba ese burdo h&bito como distintivo de que, afilia- do en los grandiosos ejercitos del Redentor sublime de la humanidad, habiavenido al mundopara llenar una 280 Guadalajara. noble mision cristiana, cdificante, altamente humani- taria, como lo fue la suya! El segundc: era para el la viva representacidn de lo quo es el hombre y de lo qUe en la rierra viene a parar.-—jen un Crdneo! En un fosi'l, que en su mutismo nos habla al corazon, co¬ mo tambien le habla d la profunda e interesante cien- cia Paleontologica. Se busca a este monje en la cdtedra, y se le encuentra con su claro talento y erudicion, profundizando las materias mas drduas en lac que la ensehanza de los pasados siglos, unida d la del suyo, forman monumental conjunto para su es,u- dio. Sus libros favoritos d decir de las cronieas y de su ultimo biografo (el ya citado Sr. Obispo de Yuca- rdn), eran: la Biblia y la maravillosa Suma de Santo Tomds de Aquino. Conmovia y elevaba su palabra Evangelica en el pulpito, como conmueve y eleva hasta el presente, la historia de su benefica y munifi- ciente caridad cristiana. que tenia este monje admirable para si, el que tanto tenia para todos los dermis? jTenia a Dios para su alma y su vida—para su subsistencia un pe- dazo de pan y unas bierbas del campo.—P^ra apagar la sed, un jarro de agua—para descanso de su cuerpo, una tarima de madera en el suelo Y, de este modo, llegaba d los sesenta aiios de su vida tan llena de su¬ blime ejemplo. Pero ya d dstas fechas iba a efectuarse un acon- tecimiento notable que cambiaria radicalmente sino la manera de ser y de sentir de Fray Antonio, si por lo menos, la d-e su residencia y caracter monar¬ eal con el que estaba investido en Espaha por la or- den Dominicana. No obstante, que lo que voy aho- ra d relatar nada de nuevo tiene, pues es demasiado conocido, sin embargo, dejaria desunidos I 03 eslavo- nes de la cadena en la historia de la vida de este va- r6n ilustre, si omitiese la impoitante entrevista del convento de Valverde. Erase en la tarde de un domingo del caluroso mes de Julio de 17G0, cuando el ya por varios titu- Guadalajara. 281 los celebre Rey de Espana e Indian, Don Carlos III, gozaba en eompanfa de sus amigos de una de esas parfcidas de caza, tan renombradas en los anales de los plaeeres de los monarcas. La proximidad del pueblo de Valverde & Madrid, [del que solo dista le* gua y media], y el hecho de que la caceria se habfa efectuado por aquellos rumbos, y de que el rey esta- ba rendido y fatigado, hizo que este, junto con su co:nitiva, buscase el descanso en el convento de los Domfnicos. Tan inesperada era la real visita, que e 1 la puerta del monasterio no habia mas que un hermano lego; y, elsilencio del claustro venfa tan so¬ lo a ser interrumpido por la llegada de esa deslum- bradora comitiva que tan inesperadamente habfa lle- gado. El Rey, con el lego por guia, llego hasta la celda del Prior, y no fue poca su sorpresa encontrar- se con que embebido el pritnero en el extasis tan pro- pio d la oracion del monje catdlico, frente d un cru¬ cify o y d una calavera, apenas si se habia apercibido de In llegada de su soberano al umbral de la puerta de aquella pobre celda. Fray Antonio, acostumbra- do a la Magestad de todo un Dios, y con aquella hu- raildad y dulce calma propias a su caracter, recibid al Rey de Espana sin perturbarse en lo mds rnfnimo, y al ofrecerle su adhesion asi como su gratitud por la lionra que su visita hacia al convento y al Prior, se puso desde luego a su disposicion. [Que dos figuras tan grandes, cada cual por su estilo, se habfan encontrado providencialmente en e- sa tarde! jQue contraste entre esos dos hombres. El Rey, bajo de estatura; el Prior por el contrario, sumamente alto. El primero con toda esa magestad propia d, su rango y poderio. El segundo con toda esa magestad correspondiente d sus virtudes y no¬ bles sacrificios en aras de sus semejantes. A la sa- gacidad y rd,pida comprensidn de un hombre como lo fue Carlos III, no podia escaparse el valor moral de ese monje, ante el cual habia venido d- dar acci- dentalmente, y. que, para el monarca habfa permane- 282 Guadalajara. cido como un valioso tesoro oculto, entre los muros de un convento. Era preciso, pues, sacarlo & luz del mundo; y que, comensase & cumplirse esa mision tan noble que su predestinacidn le habla marcado y lie- naria m&s tarde en las regiones del Nuevo Mundo, con toda aquella grandeza y valentia con que dos si- glos antes, lo habla verificado Fray Bartolomede las Casas, aquel otro gran apostol de las Indias Desde aquella celebre entrevista en laimponen- te celda del monasterio de Yalverde, Carlos III ha¬ bla designado al Prior con el celebre nombre de El Fraile de la Calavera. Tan profunda fue la impre- si6n que caus<5 al Key este vardn, que al abandonar aquel tranquilo retiro, ya llevaba en su mente la idea de sacarlo de ahl y colocarlo en puesto muy promi- nente. No transcurrid, en verdad, mucho tiempo sin que se presentase una oportunidad propicia. Por la muerte del Ilmo. Sr. Padilla acaecida en aquella tar¬ de memorable de la visita real al monasterio Domini- co, quedaba vacante el Obispado de Yucatan; y, sien- do prerrogativa de este monarci, nombrar los prela- dos de sus vastos dominios, desde luego librd sus rea¬ les drdenes al Ministro de Negocios Eclesi&sticos con estas palabras que segun tradicidn, fusron asi: Nom¬ bre Ud. al Fraile de la Calavera precisamente. Hasta aqui parece que todo conspiraba en con¬ tra de los sentimientos y deseos persqnales de Fray Antonio Alcalde. El buscaba la humilde obscuri- dad del claustro de Yalverde. Pero la esplendorosa luz del Nuevo Mundo lo reclamaba ya. El no que- ria sino es hacer el bien & sus semejantes, ocultando & su mano derecha lo que verificabacon su izquierda, y que su nombre y hechos no resonaran por el mun¬ do con la ruidosa trompeta de la Fama. Pero en la Peninsula Yucateca, asi como m&s tnrde en esta Gua¬ dalajara, la humanidad doliente, las ciencias y las ar- tes, le tenian preparado vasto campo para su rnagna obra: laureles para su frente, amor, veneracidn y gra- titud sublime para siempre. Guadalajara. ■ 283 No habia remedio. Escrito esfcaba ya en el li- bro de au destino, desde su nacimiento, en su humilde cuna del pueblo de Cigales. Habia sido Monje y Prior; iba & ser Obispo y gran benefactor. Ya le hemos visto como Monje, vdamosle ah ora en su puesto de Prelado. EL OBISPO. Parece que entre los atenienses se daba el nom- bre de Obispo [ episcopos ] & aquellos que tem'an d su cargo la inspeccidn de la ciudad; y lo mismo aparece que hacfan los judfos, asf como despues los romanos. El catolicismo hizo uso por vez primera de este titu- lo de alta dignidad, en la persona de nuestro primer Pontifice San Pedro, titulado el primero de Roma. A1 buscar el origen y sentido de la palabra, lo he he- cho para demostrar lo muy adecuada que es, y como se amolda y concuerda con el cardcter moral y los he- chos del santo Obispo Alcalde. Es cosa singular, que el mismo 18 de Septiem- bre de 17G1, dfa en que el Prior de Valverde, acaba- ba de haber sido elegido con igual caracter para el mds importante monasterio de la vieja d histdrica Se¬ govia (que linda por el E. con la Guadalajara de Es- pana), es cosa singular, repito, que recibiese la Real Cddula en que Carlos III le daba el nombramiento para el Obispado de la Peninsula de Yucatan. Como era de esperarse, dado el caracter y miras del sabio-virtuoso monje, fud su primer impulso re- nunciar 4 tan elevado cargo, e iba & efectuarlo asf; pe- ro reflexionando que sus votos mon^sticos le obliga- ban £ obedecer, y que no tenia m£s voluntad propia, apeld £ recabar la opinidn del Superior de su Orden, que llamado por el Rey, se encontraba justamente en Espana. Notable y concluyente fue la opinidn del Supe¬ rior y Ministro General de la Orden de Domlnicos enviada por escrito, y que el actual Sr. Obispo de 284 Guadalajara. Yucatan reproduce Integra en su notable biografia de: “El Fraile cle la Calavera 6 la Centuria de un Gran Prelado.—1792.1892.” Acatando, pues, las drclenes de su Superior jun¬ to con los mandatos de su Rey, aceptd el elevado puesto con todas sus consecuencias. Despachadas que fueron sus Bulas de Roma por el en aquel en- tonces Pontffice, Senor Clemente XIII, recibio la consagracion en Cartagena de Indias, el 8 de Ma} r o de 1763, y cruzando el Oceano, vino en ese mismo ano & tomar posesion de su Iglesia en Yucatan, co- mo su XXVII Prelado despues de la conquista de Nueva Espana. Su larga estancia de anos en la Peninsula, cuyas playas babfan recibido £ tantos monjes misioneros dfe su Orden, forma una de las innumerable^ pdginas bri- llantes de su historia. jQue monje aquel de Valla¬ dolid y de Valverde! Pero tambien ;qud Obispo de Yucatan y de Guadalajara! Uno de sus primeros actos despu^s de arribar d la capital Yucateca, fue hacer la dedicacion ritual de su Catedral de San Ildefonso, consagrando dicho tem- plo, creacion del siglo XVI, en tan faUsto dia como lo es en general para todos los mexicanos el 12 de Di- ciembre. La reforma de su clero, la predicacion del Evan- gelio, el alivio del mene'steroso, el- fomento de la edu- cacidn publica, basada en la moral cristiana, y los progresos de su siglo, fueron [entre otras muchas co- sas;, motivo de su especial trabajo y atencion. En el Seminario Conciliar de Mdrida, fundd de su peculio la Gdtedra de Teologia Moral perfeccionando ademds los reglamentos de dicho plantel. No obstante, la ya respetable ‘edad del Obispo, visitd en dos ocasiones, su vasta Diocesis; .y sus pre- dicaciones resonaron desde las playas del Golfo me- xicano liasta los apartados confines de Tabasco. Es preciso conocer prdcticamente lo que es el clima abra- sador de la tierra caliente, las privaciones y moles- i t t "^ 285 -' Guadalajara. tias de todo gdnero con las .que tiene que cargar el viajero por esas Islas y Peninsulas, para poder va- lorizar aquellas peregrinaciones y visitas pastorales del anciano Prslado, verdadero apdstol del Cristianis' mo, en que administraba los Sacramentos, auxiliaba las Iglesias pobres y aliviaba de cien maneras & los menesterosos. Un acontecimiento muy notable acaecido en Es- paila, en 1767 venia a afectar directamenje un gran plantel de educacidn y de saber: la Universidad Pon- tifieia de Merida establecida desde principios del Si- glo XVII. Me refiero & la expulsion de los Padres Jesuitas v de Espaiia, y de todos los vastos dominios de la Corona de aquel reino. Yucatan, que por rods de un siglo, habia visto en su Universidad el centre de la educucion y la fuente de la instruccion publica, mi- . partida pqr tan aventajados y sabios ma.estros, cotno siempre lo han sido los Jesuitas, .podia permanecer impavicla; y, el Sr. Obispo Alcalde, el primero en acatar los mandatos del Pey, no serf a el ultimo en poner el remedio,. supliendo la fixlta de los hijos de Loyola, con la de otros sacerdotes, y procurando convertir el Seminario en nueva Universidad. No fueron por cierto esteriles sus trabajos, pues dos de sus sucesores vieron el fruto de aquelia idea benefica como todas las suyas. Batallador incansab.le, como un genio del bien, se encuentra a esta extraordinaria figura en todas partes. Deoreta Carlos.Ill la expulsion de Jesui¬ tas, s.e cierra la Universidad de Merida, pero el pone la primera piedra para que mas tarde se abra otra. Viene-en su Didcesis una plaga de lan^osta, y esta le proporciona ejercer su bien entendida cariclad en favor de todas sus ovejas. Falta una entermeria de niujeres en el Hospital de San Juan de Dios, y otra para Sacerdotes pobres, y el las establece t 4 costa de una cantidad de dinero bastante respetable. No .me puedo. abstener de intercalar en cstas pdginas, una anecdota que, por muy repetida que 286 Guadalajara. v haya sido, yo la he evocado ante su tuinba en esta tarde de incomparable crepusculo vespertino, cuando la misma naturaleza, desplegando las soberbias galas de un sol aparentemente moribundo, establecia una concordancia maravillosa entre ella, el Obispo y el Santuario. Hdla aqqf: Tan humilde era el Inclito Prelado, que jamas hizo misterio de su pobre y oscuro origen. Antes por el contrario, hacfa mencion de ello, sierapre que vem'a al caso. Contaba todo, con aquel humor festivo jovial y franco que le eran caracteristicos, a decir de aquellos que en vidd tuvieron el privilegio de tratar- lo. Ocurrid que teniendo que enviar un socorro pe- cuniario hasta Espana, que tenia por objeto aliviar las penas de su muy anciano padre, el secretario que a la sazdn dirigla el sobre puso en 61: Al Sefior Don Jose Alcalde; pero el Obispo al verfo, y con sonrisa ingenua dijo:—“iVo, no; puessiyo soy el primer Don de mi casa. Este dinero va d perderse, porque nadie en Espana, sabe quien es el Sr. Don Josd Alcalde. A mi padre se le conoce por el tio Chepe Alcalde. Que asi se escriba." * Habla corrido el tiempo: y cerca de diez anos trascurridos desde la llegada del Sr. Obispo Alcalde d la Peninsula Yucateca. ;Pero qud anos aquellos para el y para sus feligreses! No es de admirarse que su memoria evoque hasta el presente, en aque- llas regiones, el recuerdo cariiioso, la admiracidn de tantos corazones vucatecos. Dificil seria decir hasta V %/ que punto, era grande el vaclo que dejaba este Obis¬ po cuando al ser convocado por la mitra de Mdxico para asistir al Concilio IV Provincial, abandonando [sin saberlo], para siempre, aquella Didcesis en don- de tantos beneficios habi'a hecho. Llegado que fud d la capital, despues de un pe noso viaje, asistid desde ludgo d la solemne apertur del Concilio el dia 13 de Enero de de 1771, y com era de esperarse, su autorizada voz fue de gran pes Guadalajara. 287 y valer en aquellas sesiones de la Catedral Metropo-* litana. Fue en breve, la lumbrera de aquella doet# asamblea, tomando parte muy directa en la form&" cidn del Catecismo Mayor, y predicando con aquella elocuencia que le era propia k su talento y vasta erudicibn. M&s no conforme con traer el poderoso contingente de su palabra y experiencia d la religio- sa asamblea, con su natural desprendimiento, regalo de su renta episcopal para los gastos del Concilio la suma de $4,000. A si pasaban las cosas, cuando llego de Espafia la noticia de que el Sr. Arzobispo de Mexico, D. Fran¬ cisco Antonio Lorenzana seria trasladado a la Pri- mada de Toledo; el Obispo de Puebla a la de Mexi¬ co, y el Sr. Alcalde al Obispado de Guadalajara, Nueva-Gilioia. Si las nuevas de este cambio de Didcesis vem'an k ser para Yucatan, en cuanto al santo Obispo Alcalde, una desgracia lamentable, no lo era asi para la Nueva Galicia, que iba & tener la dicha de reportar bqneficios tan inagnos como jamds pudiera imaginarse ni en alas de una pot°nte fanta¬ sia. Rectificada la Real Cedula por las correspon- dientes Bulas enviadas de Roma, tocante al nombra- miento del nuevo Obispo de Guadalajara, Su Illma. emprendio el viaje rumbo ii esta Perla de Oc-cidente, en donde desde luego se encontro con mayores recur- sos y m4,s vasto campo [que el que habi'a tenido en la Peninsula], para ejercer su ardiente caridad v rea- lizar sus grandiosos proyectos. Una vez en su nueva Diocesis, tuvieron su inmc- diata atencion: El Seminario Conciliar, las escuelas de alta ensenanza, la importante cuestidn de la edu- cacidn de la mujer tan atrazada entonces como la de sus hermanas del Oriente, los hospitales, la industria, el arte y hasta el crecimiento y ensanche de la ciudad v compostura de las calles, fueron ubjeto de sus des- >Felos y cuidados. Jid aqui, mds 6 rndnos, una idea del Obispo. Yea- 288 Guadalaj ara. mos ahora lo que fue como benefactor y lo que hizo para Guadalajara, EL FILANTKOPO. Si como monje edifica el Sr. Alcalde, y como Obispo admira, ^que se podra decir sobre el como fi¬ lantropo que de una idea perfecta de lo trascenden- tal que ha sido su obra de caridad hasta el presente?* Si como de hecho fueron cuantiosas las rentas de su Obispado durante su gobierno, hubieran montado al doble 6 triple, es indudable, que estas las hubiera gastado en hacer el bien piiblico, como de hecho lo hizo, con los caudales que por el espacio de 21 anos pasaron por sus manos en su elevado puesto. Asombra ver en esta Guadalajara la magnitud de sus obras; y bastarfa tan solo con el renombrado Hospital de Belen, la Universidad y este Santuario de Guadalupe, para perpetuar la memoria de cual- quiera en el mundo. Es la filantropfa, puesta en prdctica, tal como la puso este gran nombre, sino una cos a escepcionalmente rara, si poi lo menos no co- mun. Entre nosotros, no hay otro que le iguale; y no creo facil, encontrarle paralelo, aun en la inmensa extension de nuestro Americano Continente. AG he hecho mencion de una gran plaga de lan- gosta que afligid a A r ucatfm de una manera atroz, du¬ rante el gobierno espiritual del filantropo Obispo; y como aquel gran corazon ejerci<5 la caridad cristiana en favor de tanto desgraciado. Pero Guadalajara, le iba a ofrecer un cuadro aun mds desolador el ano de 1786, aho funesto para esta poblacidn, ano de peste y terrible hambre, pero en el que se destaca la figu- ra del filantropo heroica y grande, en medio de los mas desgarradores cuadros, cuando en las calles y las plazas publicas morian las gentes de hambre y peste. El inocente niho, como el desvalido anciano, la infe* liz mujer como el adulto, se arrastraban moribundos - y devorados por la fiebre, con temblorosos labios pi- Guadalajara. 289 dienclo el santo pan de cada dial De ese pan tan ne- cesario para la subsistencia, jDe ese pan que se tie- ne para pedirlo, la oracibn mas hermosa, sencilla y elocqente de las del Cristianismo! En medio de aque- llos cuadros de estupenda desolacion y sufrimiento, se vela la figura del Obispo, como un sol vivificante, que rasgando las negras nubes de una tormenta, es- parcen con sus rayos beneficas luces, consuelos y es- psranzas. {Pan! piden los desgraciados y pan les da el fildntropo con sus propias manos. Con su habi¬ tual modestia y humildad, corno enviado de Dios en- fcre los desgraciados, y sin temor ninguno b enferme- dades ni contagios (posefdo de ese valor real y pro- pi'.) a los hombres excepcionales como 'el), acude an- heloso d hacer el bien, d impartir el consuelo a todo el que sufria. Previendo la escaces y presintiendo sus resultados, envio fuertes cantidades de dinero pa¬ ra hacerse da viveres en poblaciones foraneas. Hizo aumentar el numero de eamas en el edificio de Bele- mistas, y convirtio en enfermerfas hasta las celdas de los conventos. !Que prevision y que obra tan prdc- tica la de este fildntropo, tan lleno de virtudes como de talento administrative! iQoe liubiera side de es- ta poblacibn en tan' angustioso ano, a no ser por su obra previsora j sus medidas sabias? jQud hubiera podido hacer el Ayuntamiento de la ciudad sin aque* llos cien mil pesos que le facility el Obispo, para ha¬ cer frente a situacibn tin dolorosa como fue aquella para Guadalajara? Si bien es cierto que en todo tiempo se destaca muy grande esta figura filantropica, es a mi juicio, en esta ocasibn, a donde asume las proporciones gigan- tescas, v donde se explica la admiracion, y aquello . ■que en debida forma se llama: jel culto a los heroes! Si en lugar del transcurso de poco mas de un siglo, (feeha en que se verified la peste y el hambre que asolo estas comarcas), hubiesen transcurrido unos cin- co 6 seis lustres y el fildntropo hubiese vivido siglos atrbs, muy probable serfa que las naciones posterio 290 Guadalajara. res considerasen k este ser extraordinario, casi como k una figura legendaria. Pero felizmente, su recuer- do y sns obras estdn bien frescas ela esta Guadalaja¬ ra, donde hasta las piedras hablan de el, ^ . Varias son las anbcdotas que sobre tan eminen- te personaje, ban recogido la historia y stls biogrU- fos. Pero k mi juicio, una de las que niejor pinta el cardcter del Sr. Alcalde, es la que me hasido bonda- dosamente proporcionada [con cardcter de iueditaj, por el estimable e inteligente anticuario Lie, Mau- ro Villasenor, y que al efecto aqui transcribo: • ‘iCasi todas las tardes, despues de terminados id os trabajos propios al Obispado, Su Seiioria tenia ula costumbre de salir a pie. Una ocasibn hall&n- iidose por el rumbo de Mexicaltzingo, acompanado "de uno de sus familiafes, al llegar al puente.de las “Damas” junto de la garita, un nino de corta edad "se le acerco pidiendole limosna para su padre acosa- "do de hambre y de ima grave enfermedad. Su Se¬ ll noria, socorri6 desde luego al pobre nino poniendole "en las manos varias monedas de plata de diverso " valor. Mas el jovencito limosnero, al ver lo que ||para el era sin duda demasiado dinero, lo rehusd te- "meroso de ser castigado por la madre, diciendo al "mismo tiempo que: eon tan solo una pequena mone- "da cle aquellas, bastaba para aliviar las necesidades "de su casa. Y, d, pesar de las instancias del Sr. ()• "bispo, para que se llevase todo aquel dinero, el mu- : "chacho reliuso. n " Admirado Su lima, de aquella condueta, ob- i'serv6 el rumbo tornado por el nino, y luego que lo "vio entrar en su easa, invito a su familiar d que fue- !| sen a cerciorarse del verdadero estado quo guarda- • ba la familia del nino. Vio, que en efecto, en la ca¬ usa reinaba la miseria completa. Un hombre, acos- “tado en un petate agonizaba. Una mujer rodeada "de cos criaturas llorando ostaban muertas de liam- “bre. El nino, a quien el Obispo acababa de soco- "n’er, estaba entregando !•» limosna. El santo Obis- Guadalajara. 291 "po, con sus palabras de consuelo, exhorto a aquella "inujer para que se resignase en su desgracia; le did "todo el dinero que portaba y le ofrecid algunosotros "auxilios. n "Ese mismo dfa, y en lioras avanzadas de la no- "che, cuando el Palacio Episcopal guardaba ya el si- "lencio, Su Senoria, salfa enteramente solo llevando "sobre los hombros un colchon, alraohadas, ropa de "cama, comestibles y unos cien pesos en dinero. Pe- "ro al atravesar una de tantas calles de la ciudad, ca- "sualmente se encontro con la ronda, la cual creyen- "dole ladron, lo tomo preso llevandoselo d, la carcel (! de prevencion 6 sea en acpel entonces: el viback. “Deseoso el buen Obispo, de no ser conocido, sopor- 11 to el scr conducido a la prisidn, junto con el rudo (| t(’Atamiento de los agentes de policia. "Mds al ser “descubierto quien era, en el acto fue poesto en li- 41 bertad, rehusando los ofrecimientos de ser debida- >‘mente acompanado, mds exigiendo se guardase el “mils absoluto secreto, tocante d lo que acababa de “ocurrirle. •« “Pocos dfas despues, supo que el enfermo a "quien habia visitado en su postrer momento, habfa "dejado de existir. Entonces recogid a la farailia del "finado, alojdndola en una de las numerosas casas por "el construidas en el barrio del Santuario, con el no- "ble proposito de mejorar la condicidn de las familias "pobres. Como era de esperarse, se ocupo desde •"luego de la educacion de aquellos niilos huerfa- ninos de padre; teniendo la satisfaccidn de ver mds "tarde el resultado de su obra tan benefica. El nino, -"que habia solicitado de el, aquella limosna en tarde ■"memorable, llegd a ser sacerdote. La nina, se crlu- "c6 en el Colegio de Santa Clara, fundado y sosteni- "do por el fihlntropo Obispo, llegando k ser monja y "mas tarde abadesa del convento de Jesus Maria." [' ] {*) Esta infceresante anecdota se coDserva por tradicion en el Convento de Jesus Maria. El Senor Villascilor, la oyd contar 6 . una monja de la expresada comuuidad- 292 Guadalajara. Obras anecdotas interesantes hay sobre el Senor Alcalde, demasiado conocidas para repetirlas en estas paginas Unas mas verosimiles que otras, pero mu¬ ch as que concuerdan con su car Ac ter, su vida tilan- tropica, su excelsa caridad, Los vastos proyectos de piiblica beneficencia que surgieron en la mente de este hombre extraordinario, tuvieron muchos de ellos completa realizacion duran¬ te su vida. Otros, si acaso se llevaron a cabo [co- mo el clasico templo del Sagrario j, fueron debido a las sumas cuantiosas que lego con objeto siempre muy loable. No cabe duda, estaba imbuido no solo en las ideas de su siglo, sino tambien en las de la Edad Media, en cuanto a la concepcidn y la realizacion de las mo- numetales estructuras que con uti caracter ben6fico y altamente cristiano se levantaron en Europa, como colosos del pensamiento y de la tilantropla, como las realizaciones mas ideales de la culfcura y del noble sentimiento en union mtirna y concordante armonia. Este es el efecto que en mi produce la obra do este filantropo;.este es- el juicio que de el tengo formado cuando atonito he contemplado por ejemplo: el so- berbio Hospital de Belen de esta ciudad, orgullo de la Acn6rica espahola; de'este Santuario de Guadalu¬ pe, grandiosa combinaeion arquitectdnica en que se trasluce el singular conjunto de la fortaleza de los Godos, con la belleza y mao-estad del arte cristiano; del edificio de la ex-Uoiversidad (n cuya magnifies escalera se leen en un fresco mural estas ven'dicas pa- labras: “A las ciencias y it las artes ban debido su opulencia las naciones cultas.” Palabras dignas de la memoria del filantropo que fun do este grandioso plantel do educacion, justa orgullo de Guadalajara co¬ mo lo es su Sagrario, como lo es todo aquello en que cl torno parte directa en aras del bien publico y del engrandecimiento de esta Florencia de la patria me- xicaua. En corrohnracUn de lo dicho voy a dar una idea do las sumas gastadas por el. Para engr.andecer la ciudad fabrican 293 Guadalajara. do manzanas enteras que com- prenden 158 easas, junto con la Parroquia de Guadalupe. § 240,835 00 Para el Hospital de Belen. n 260,008 00 Para la fundaci&n y dotaciOn de Ja Universidad. n * 60,000 00 Para la construccion del Sagrario... ta en todo , Guadalajara. 309 en esta Guadalajara, mucho amor d lo hello, mucho anhelo por todo lo que viene bajo la forma del pro- greso .” Estdbamos en plena azotea; asi es que, senta- dos al borde de un pretil, contemplabamos desde las alturas, el bello panorama del valle y de la ciudad. A nuestros pibs, teniamos el poetico cementerio del Hospital, el mejor de Guadalajara. jQub frondosi- dad, qu6 flores y qub aroma en este silencioso jardin de los muertos! El arte de adornar los sepulcros, y muchos de los sepulcros mismos, son en este pantebn, el mas sentido recuerdo de los vivos en conmoraora- cibn de los seres amados que, abandondndonos, nos han adelantado el viaje por el camino de la vida eter- na del espfritu. Anteriormente, y antes de ser pantebn, fue este hermoso lugar, huerta del hospital, y si d lo b uctife- ro de su tierra vegetal, se reune el cuidado y esmero con que se le ha convertido en jardin de los muertos, en Eden, pero aquel del dolor quebusca aqui, confor- midad y consuelos, ficilmente se comprende porque el azahar de losnaranjos de sus calles, del laurel rosa y de las Idas al caer de la tarde, embriagan al espec- tador con sus perfumes. En medio de aquel artfstico desorden que, en su ccnjunto revelan siempre los monumentos del arte sepulcral, con su simbolismo y sus ideahs del senti- miento, se levanta en el patio principal del cemente¬ rio de Belem, un sarcofago imponente de estilo Egipcio. Es una cnneepcion del gran G6mez Ibarra. jSea tal vez este, su ultimo pensamiento, el postrer sueno arquitectonico realizado en medio de los muer¬ tos para la contemplacibn de los vivos! Al talento y fecunda concepcibn de Gbmez Ibarra, dejb el TUmo. Obispo Sr. D. Diego Aranda, el proyecto y direccibn de este cementerio comenza- do en 1848. El eminente Arquitecto, le dio la for¬ ma de un cuadrilongo de 130 metros de anchc por 350 de longitud. Le dividib en dos patios; el prime 310 Guadalajara. yo que esta al Poniente, tiene una planta cuadrada de 180 metros por lado. Exist-en aquf dos corredo- res con 50 arcos cada imo. El o'rden arquitectonico aquf observado es el jbnico. En estos corredores es- tan los niehos 6 gavetas para los cad a veres. En es- te primer patio [que tenemds a la vista], es en donde se levanta la concepcion arquitectonica, el sarcdfago que con tiene dos cap-ill as: uua alia, y la otra subte- rranea con 04 niehos iliortuorios, en donde antigua- mente se sepultaban a los* canonigos, y hoy se sepul- tan l i personas de distincion La idea que tuvo el Arquitecto' de coronar este monumental sarcdfago de columnas, ca pi teles y rau- ros del arte y el decorado egipcio, por una piramide de una altura total de 40 metros, la encuentro tan en regia 6 idiologica que forma nada monos que el - sin¬ gular conjuat-o, no sold del arte arquitectonico de los faraones, sjno que es ad'em&s la fuente (donde a mi juicio), bebio v se inspire tambien el genio arquitec- tdnico de nuestras indfgenas razas pobladoras. ^Qud cosa, piles, mas propia entre nosotros que el estilo del arte de los egipcios? jAcaso no evocamos el re* cuordo de las pirfhnideS de Cheops ante las pirami- des de Teotihuacan? ^EI recuerdo de las grandezas de la arquitectura de los palacios de Karnac, ante las ruinas igualmente soberbias de Mitla y dd ITxmal? co t/ ^No es acaso este diafano cielo y esta atmdsfera de gasa transparente la misma que la dc Egipto? ^No agita del mismo modo el viento los penaehos de la palma mecedora y del frondoso platanar en nuestras llanuras como en las de alld? jNo es tan embriaga- dor el perfume de los naranjos de nuestro cemente- rio como el perfume de los naranjos de Alexandria y del Cairo? Siendo asf, la idea de Gomez Ibarra, ha sido muy feliz; y al erigir en este cementerio un mo- numento egipcio nos despierta el recuerdo de aque- llos grandes arquitectos Toltecas, Zapotecas, Azte- cas y otros que en nuestro mundo americano y bajo la inspiracion de pueblos en donde se mecid la cuna 311 Guadalajara. del arte, edificaron monumentos tan grandiosos, que sus fragmentos mismos nos sorprenden hoy dia, cuan- do les veraos y estudiamos en medio al arrobador si- lencio de los siglos. A lid en el fondo, y fcras el monumental sarcbfa- go, esta el segundo patio dedicado para el entierro de los pobres, y como todo lo de aquellos, es pobre tambien, y desprovisto do todo lujo y ostentation hu- mana. Pero ante el supremo Dios, toclos somos igua- les, y la hosamenta de los reyes no tiene para El mds valor que la del pobre pordiosero.Ahora en cuanto d los muertos: jno es aeaso para ellos, lo tuis- mo la fosa de a $100 del.primer patio, que la fosa comun en el segundo, valor 25 centavos? A si pues, recordando al admirable Obispo Alcalde, en una be- 11a estrofa del erudito y estimable candnigo Dr. D, Felipe de la Rosa, repetira el filbsofo ciAtiano: ;Siendo fecundo en bienes para todos, ;Cosa admirable! para ti no lo eras; Desde tu tierna juventud amaste A la pobreza. Si! fue para la pobreza y la humana miseria, pa¬ ra quien el gran filantropo levantd este grandioso Hospital de San Miguel de Belen; y al visitarle hoy, tan detenidamente como lo he liecho, en compama de dos inteligenfces hombres de ciencia, confieso que han sido grandes y multiples mis impresiones. “entre vivos y muertos.H Salia del edificio magno, cuando las sombras de la noehe ya todo lo envolvian. En el obscuro firma- merito centelleaba un lucero, unico punto luminosO* En el parecia ver retmtado el espiritu de Fray An¬ tonio Alcalde, que desde aquellas regienes misterio- sas, velab:\ % por la doliente humankind, en c ;yu me¬ mo ria sieaipre estara vivo su recuerdo. CAPITULO XIV. iADIOS, GUADALAJARA! •In bnsca del Mai Chapalico.—ill toes de la Sierra. --~-4- Ausentarse de la n Ciudad Reina,u dejar la alia, en su v-alle de esmeralda, rodeada de sonolienta cor¬ dillera, toda banada por luces argentinas, de un sol vivificante d y ccruo 6\, hom¬ bre paclfico pero trabajador honrado. Iba a una ha¬ cienda cerca de Chapala, asi ts que. seria companero de viaje una buena parte del camino que nos faitaba por veneer. Teniamos un companero mas en la jornada; y mi guia, un amigo con quien charlar mienfcras yo lia- blaba con la naturaleza misma y sentia sus m6gi.cos efectos. La formacifin de estas montanas, revela para la investigacidn geologica esa tierra rojiza, amarillenta 6 liegra, peculiar d las arcillas tan abundan tes en Ja¬ lisco, como lo son muy importantes para la industria alfarera. La coloracion es, pues, variada y muy bri- llante, y d la distancia asume ese color torna&o! que da i. las cordilleras un aspecto admirable. Idas ba- 318 Guadalajara, salticas rocas, enegrecidas muchas de ellas por las aguas, levantdndose magestuosas aqui y aeull6, y otras tan volsdas, tan & la orilla del precipicio d del barranco, que me hacen el efecto que, van a precipi- tarse dentro el y rodar al abismo, como un objeto que suspendido en una cuerda por romperse, atnena- za caer, 6 un candn a punto de ser disparado. Aba- jo de esas rocas tit&nicas, capa's de arena pomosa, y mbs abajo aun, la tierra vejetal con los arbustos y las plantas propias a la montana,. como las oxalideas v lasrosas silv'estres, Cuando uno sabe que las montanas y los cerros dan movimiento a el agua; que mantienen un cam- bio constanto en las corrientes del airo; que dividen la tierra en dim as diversos; que de mil maneras a- dulteran la temperatura y la naturaleza del aire; que efectuan cambios constantes en los terrenos de la tie¬ rra; que nos producer* tantos metales preciosos y tan- tas diversidades de rnarmoies, entonces es cuando se comienza & aba rear toda su grandeza representati va y su maravilloso objeto en la Creacidn. Son tambien las montanas, como nos dice Itus- nkin: los huesos de la tierra, siendo sus mas eleva- "dos picos aquellas partes de su anatomia que estan - nenterradas en las llanuras a una profundidad bajo n25 mil pies de sdlido espesor de un suelo yacente. “A estas inmensas montanas debemos la formacion de lagos como el Chapala. De ellas brota, viene el agua que se forma ea riachuelos, luego en rios, por ultimo en lagunas d en mar interne como aquel en cuya busca iba en esta oc.asidn, El ell a estaba caluroso y la sed en su punto. El medio de calmar esa sed algo lejano: el agua de un riachuelo a una legua de distancia de donde nos ha- llabamos, en una pequefia raneheria que veiamos aba- jo del camino. jQue hacer? nada, sino era esperar y entretanto beber gratuitamente el polvo, alborota- do por el viento de In montana y las patas de los ea-’ Guadalajara. 319 b’allos, janto con el de ganadosy recuas de mulas que en direccidn contraria pasaban cerca de nosotros. ;Que largo y dilatado se hace el caraino del via- jero, cuando la sed le acosa y no puede desde iuego apagarla sino hasta veneer una distancia ineludi- ble! Tres cosas, 4 mi juicio, imponen sus efectcs en la montafia: Su soltdad grandiose, su libertad sin li- mites. su inmensa elevacion. Cuando se ha alcan- zado la cuspide de estos gigantes de la tierra, se ha tocado sin duda: ;el colmo de la soledad, de la liber- tad individual, de las alturas, sin un m4s alld, sino es el firmamento al que tan solo llegamos por el ca- mino de la ciencia! Son tantos los efectos que cn el alma se sienten por estas montanas de- la pattia, tan sumamente hermosas, que casi abruman el espi- ritu y hacen muy imperfecta la mejor des nipcibn de su belleza tfpica, de su liistoria en inuchos casos le- gendaria, y en otros eminentemente realista. Ja- lisco, tiene una parte bien importante de su liistoria verificada y atestiguada cn sus montafias. No es preciso remontarse a epocas muy lejanas, para evo- car el recuerdo de que, si el gran Hidalgo, did el pri¬ mer grito de libertad e independence en ei humilde pueblo de Polores, las montanas de Guanajuato, de Michoacan y de Guerrero, repitieron el eco de ese grito sagrado que hizo le van tar insurrectos a los va- lientes hijos de ) )s pueblos indigenas anidados en las laderas de los montes. Estudiando lo que podia en esta Sierra de Ati- quiza, v haciendo mis apuntes en la cabeza de la si- 11a, se me acereaba el Gilero para obsequiarme con un j'unado de jugosas ciruelas que, apenas si sabia donde colocarlas entre tanto las cliupaba para, apagar la sed abrasadora del camino. IJn indio, que llevaba un burrito cargado de huacales con tan deheiosa fru- ta, habia sido detenido al paso por el guia, y el pri- mero a su vez, seconvertfa en nuestro aceptable pro- veedor. 320 Guadalajara. Aponas si se puede encontrar ana ciruela m&s carnosa, dulce y jugosa que la propagadaen estas co- inarcas. Bastante grande en tamano, tiene por fue- ra una epidermis muy de’gada y de un color rojo su- bido que alegra la vista, como su jugo disminuye la sed. Por dentro tiene un color amarillento muy su- bido, que forma verdadero contraste con la cascara. Siendo grande la variedad-que de este fruto se cono- ce, correspondiente a el drbol que lo produce, no me atrevo por falta de suficientes conocimientos botd/ni- co3, a decir de un tnodo afirmativo, a que ciase de las diferentes variedades pertenece esta ciruela de Cha¬ pala, pero presumo que deba serla a aquella especial denominada Damascena. Sea como fuere, el caso es que nos veni'an de molde esas ciruelas, obsequio especial del pobre arrie- ro que insistio en pagar por el las contra viento y marea. Habiamos bajado de la montah.a a una planicie casi desierta y muy polvosa. Cruzabamos un peque- ho arroyo, aquel de la rancheiia, que desde las altu- ras de la montaha habiamos vislumbrado hacia un buen rate. El agua de ese arroyo, un tantoazas ba- rrosa, no nos tentaba a beber. Mas no asi los Rosi- n antes en que ibamos montados, los que no habiendo sido.partfcipes de las ciruelas tan jugosas, protesta- ban tirando de sus bridas, que con todo y los frenos, era preeiso que el los tambien a, pa ga ran su sed. Se- gun el compafiero del arriero, estabamos a rnds de medio camino de Chapala, pero es el caso que nada vislumhraba en forma de mar. Un galope tendido hasta llegar al prineipio de una loma, abreviaba el tiempo. El giiero y su ami¬ go discutian la importante cuestion de la perdida de las cosech ts, y el panico causado por el alto precio del maiz y del frijol que, en los vecinos estados de Guanajuato, Michoacan v Querhtaro, estaba hacien- do muc'ho estrago ont e la masa de la gen to pobre que estaba. casi muriendo de hambre por falta de e- V 321 Guadalajara. sos dos cereales, base indispensable de la alimenta- cidn del pueblo mexicano. Ascendiamos de nuevo a la sierra donde nada habia por el carnino, sino eramos nosotros eseoltados por nuestras propias sombras y la de los caballos. Sombras que, al dibujarse lentamente por la ruta en- tre el follaje, d al pi6 del troneo de los arboles silen- ciosos, apareei'an cumo espiritus errant as de las serra- nias jaliscienses. jCud,nto idealismo, cu into realismo d la vez despiertan las mon tanas! La b dleza del re- poso de la naturaleza, es a mi juieio, tan consistente con lo ideal, que tal vez solo aquel que es artist,a lo puede sentir y comprender, LI re&lismo„ todos lo sentimos, por ooco 6 mucho que lo comprendamos. La falta de apreciacion de las bellezas de la na~ • turaleza, ya bien sea en la montana, el valle, el rio 6 el lago, pioviene k mi juieio, .de uua organizacion in- telectuai muy imperfecta. Porsupuesto, que la edu¬ cation y el eonocimiento de las cosas, trae consigo la apreciacion de ellas, tan to en la naturaleza, couio en ef arte, como en la vida real. Asi pues, no hay de sorprenderse si ante los grandes espectdculos de na- tura, permanecen rhuchos impavidos 6 indiferentes. Y al traer todo e>to a colacion era porque, vela a esos dos ho mb res qpe, caminaban a mi vanguardia perfectarnente indiferentes k todo lo muy grande que nos redeaba. Como estos dos hay muchos, y de ello puedo dar fe. Seguramente, de aqut nace esa falta de yerdadera apreciacion por las cosas del pais que se nota en algunas gentes, que por mucho que quie- ran a su patria, no pueden valorizarla en todo lo que vale y representa. La estimation de las cosas, esta en per feet a relation con el conodiraiento pos’Mvo de ellas; y esta es cosa perfect imente averiguada, e.i el mundo moral, como en el mundo fisico. Dabamos vuelta a la montana, y al descender . por el camino, mi guia, apuntando con el dedo pulgar y llamando mi atencion me deefa en alta voz: — tSenor, stnor, ahi esta ya el Chapala! 42 322 Guadalajara. Efectivamente, a mi izquierda, y en direccion Sud-Este, alia en el horizonte, se dibujaba el mar Chapalico eomo una faja 6 una serpiente colosal de azogue. Inmensas nubes de fantasticas formas, anu- blaban de tiempo, en tietnpo el accidentado paisaje, y aquel lejano mar inferno de Jalisco. ;Que efectos de luces y de sombras, que eoloracibn tan rica y tan variada! Jamas olvidare la primera impresion en ml causada, por esta mole de agua vista desde la fa'l- da de la sierra, a legua y media de distancia. Aquel objeto luminoso que al ser herido por los rayos del sol, bri.llaba corao brillan las bayonetas de un gran cuerpo de ejercito, desfilando lentamente, se convir- ti6 desde qCe le vi, en centro de mis pensamientos, en iman de mi voluntad. Conforme nos arereabamos al pueblo, se hacian cobs visibles las blancas torres de la iglesia parroquial, y estas se destacaban en la atmosfera, eomo bancos de hielo, convertidos en pi- ramides de triangulos esbeltos. Venia en busea del mar Chap&lico, y por fin con 6\ daba. Iba ya a realizar el deseo ^le los ano n eo- nocerlo, vogarle, banarme entresus espumosas aguas, contemplar su esplendido paisaje, evocar los recuer- dos.de su historia, y sonar despierto en sus playas de abrillantada arena v de espumosas ondas. Passbamos por los terrenos de una Hacienda muy inmediata al pueblo. Eran muy cerca de las dos de la tarde. El taciturno amigo del arriero, se despedfa de bl, eomo tambien de mi con las Eases de costumbre: — Buen . viaje senores; hasta otra vez—vayan ustedes con Dios. En seguida, metiendo espuehis a su pequeno Roshmnte, desaparecib, eomo habia a- parecido de entre los matorrales, eomo una silueta silenciosa y obscura. Al acercarnos al pueblo, llev^bamos tres horas V media de camino; y a fe mla que no me pesaba en lo nuis minimo llegar a una posada. Aquellas cu¬ bes inmensas de fantasticas formas que A gran dis- Guadalajara. 323 tancia habia visto suspendidas, anublando el paisaje y dando al Chapala efectos admirables deduces y de sorabras, habian por fin [como se dice vulgarmente], reventado. El pueblo presentaba una frescura rela- tiva, pues la evaporizacion al medioclia es demasiado violenta para tolerar aqui, que la vegetacidn tropi¬ cal ostente por largo rato en su arbolado, sus plantas y sus flores, aquellas cristaiinas gotas de agua, que cual higrimas de la naturaleza, se suspenden en las verdosas ojas del platano, del chirimoyo, del man- glar, de los rosales, en fin, de toda vegetacion. Entrabamos, por una via derecha y larga, de esas que foreman la calle real de todo pueblo. Las casas, de un solo piso con sus fachadas blancas 6 de color. Las puertas y ventanas de madera; estas ultimas sin rejas ni vidrios, revelando que en el honrado hogar del pescador est&n por demas esos lujos, esas seguri- dades. Asi es que, t&n fa.cil es penetrar aqui, & una de estas casas por el zaguan, como lo es por las ven¬ tanas, cuando mucho obstruidas por las macetas Ilo¬ nas de flores, 6 las grandes jaulas de las aves can6- ras. iSilencio adormecedor el de esta pobiacion de Pescadores! tan tranquila que, solo se oye al rnedio- dia; el sumbido de las nubes de moscos, y cl aleteo de los gavilanes cruzando por el espacio. Pero el gran punto luminoso estaba en el fondo de esa calle, quiero decir: el Chapala. Una embar- cacion de Pescadores con su vela latina se aproxima- ba al puerto. Fuera de ahf, nada estaba a la vista en esa inmensa superficie de las aguas, sobre la que brillaba el sol de la tarde, produciendo unas luces y sombras como las que arroja la marmaja. Mi guia, que se habia adelantado para ptdim.o alojamiento en el pequeno Hotel' que hay aqui, en los hordes de las playas Chapalicas, descargiba el equipaje del mulo que lo habia traido, en los memen¬ tos en que yo arriendaba mi jaca 1 rente a un zaguan de arco y puerta de aspecto conventual. 324 Guadalajara. No tarde en comprender que si este Hotel, a decir de todos, era el mejor del pueblo jque serian los demds cuando el mds bueno presentaba un aspec- to rudimentario en toda la acepcion de la palabrap vamos un estado perfectamente primitivo? Mas hay que hacer just-icia d varias cosas importantes en esta posada. Los euartos v las camas, por ejemplo, son aseadas; la alimentacion buena y abundante, El co- medor, que esta colocado en el zaguan, es algo obs¬ cure y airoso, pero en cambio, en sus mesas y bancos al estilo del refectorio de un convento, siempre en- cuentra el viajero descan so, pescado fresco, perfecta¬ mente cotinado, y buena taza .de cafe. Habi'a venido en busca del Mar Chapdlico, de su grandeza y ensenanza; no en busca de las comodi- dades y el con fort de la gran vida de los centres de la civilizacidn y la cultura. Asi es queen tal virtud, tomaria 1ms cosas incdmodas y las privaciones con la filosofia debida A ml lo que me importab* era ha- ber reabzado un proposito de anos: conocer el Cha- paL; y 4 fe mia que lo tenia ;i mis pjes, con toda su hermosura encantadora y todos sus rumores impo- nentes. producidos por el viento, el vaiv6n de sus marejadas y el rompimiento de sus olas que, al cho- car contra piedras y arenas, dan a la plava un bsculo pasajero de pura > blanca espuma, jQue impresiones las de esta jornada! y to do en un solo dfa. jAdios A Guadalajara! Al traves de la Sierra, Finalmente: frente al extenso Mar Chapdlico. CAPXTULOXV. EL MAR CHAPALICO. En sus orillas y sobre sus ondas.—Imprssiones finales. No cabla duda quo estaba £ orillas del Mar Cha- palico. Pro! ongad him a siesta de la tarde rue ha hi a robado en parte el sueno de la noehe. El rumoroso viento. junto con el acompasado ehasquido de las olas tendiendose en la playa, no rnuy lejos de la ventana abierta de mi ouarto, eon pr.ueba evi lente de que may cerca tenia el 1 ago-mar, con toda su agitacion de alma inqumta, con toda su vitalichd pa-pitante, mas perceptible aim, en medio el silencio nocturno. A1 ruido musical del viento y de la marejada, habia que agregar otro mondtono, desagrad ible y provocative: el de Jos moscos que abandan pnr aqui, y que cn nubes compactas, se encuentran ya bien por la playa, ya por los rallejones del pueblo, ya inva- diendo hasta el mas l'nfimo rincbn dp las liabitacio- nes de las casas. Inofensivos estos insectos para el hombre (pues rar.a vez le pican), son del todo nucivos £ ciertas co- sas conio por ejemplo, a las bujias. Atraidos por la luz, invaden en bandadas compactas la vela, cubrien- dola de tal manera, que la convierteh en columna de moscos, danclole un aspecto fantastico, como de he- cho sucede con los soberbios relieves de la Ifistdrica 326 Guadalajara. col urn na de Trajano. Es cnrioso ver esto; estudiar esos moscos porfiados e indomables, que chamuscan sus alas on la fiamu, y perecen al fin entre la e>tea- rina derretida por sus propioa esfuerzos y una lucha titdnlca digna en verdad do mejor causa. Pregunto yo ^qud quieren esos moscos con la vela? -oe alimentun acaso.cou la estearina 6 coil el sebu? 1 1 J es la luz y el calor lo que tan &olo les atrae? ;La luz y el calor! que doselemeatos de mayor atrac- cion de pi tcer y de vida en la Creacion. Para el mundo f’isico, asi como para el mundo moral, la luz es todo ; e ! calor, lo es igualmente para la vida uni¬ versal, accibn grandiosa y estupenda del sol. Pt.ro voiviendo a estos moscos, 6 mosquitos de Chap-da, quisiera saber a quefamilia pertenecen pucs, des le luego, [puesto que no atacan con su trompa al hombre], no pueden ser de los insectos de la familia de los hi'indceros, que es eosa averiguada, causan in¬ comodi lad a todo ser viviente. Estos moscos, que tienen un color verde, y que son conocidos en la Nue- va Granada y otras partes de America, per lo vene- noso v funesto de sus picadas, son aqui inofensivos. Presume, que estos insectos de los depbsitos.acuati- cos de estas regiones, estan ya estudiados por los cieuti'ficos del pais, y que el los, nos explica n las cau¬ sa , que determinan no sean venenosas las picaJuras de estos insectos dipteros. El calor, liace hasta cierto pun to indispensable dorrnir aqui, con ventanas abiertas. Pero aun ce- rr/mdolas el resultado es siernpre el mismo, puesto que, en los ni ureas de las puertas no hay vidrios, y Cuando’mueho sustituyen a estos, unos pedazos de manta porcuyas hendiduras penetran & las habitacio-' nes eso-, audaces enemigos de las velas. ;Que primitive y que modesto es todo en este pueblo de Ehapalal jPero cu m bello e inspirador su mar interim, cuan fragante y lozana su naturaleza, esa que le rodea por todos lados, como el marco db soberbioS tallados y de dorado reluciente que, es com- Guadalajara. 327 plemento y dualidad a una grande obra pictdrica ins- piracidn de un genic. En vano me habia esforzado en leer varias ve- ces durante ,esa velada de mi pnmera noche en el Hotel. Cubierta la bujia, por esos moscos tan tena- naces, era de todo pup to infructuoso, pretender que la flama alumbrase las paginas del libro. Aquel com- pacto velador de insectos, aquel olor de las alas cha- museadas, aquellos pequenos animales enegreciendo la vela y dbscureciendo la luz, hacfan que la eampa- na emprendida contra ellos, fuese de todo punto in¬ grata para irn. No habia otro partido que tomar si- no era el de esperar la llegada de la luz del sol; mien- tras tanto, en las tiniebles de la alcoba, recapacitaria lo visto al traves de las sierras, y trasaria mi plan de cam pah a para el nuevo dia. ■Con cuanto placer oia por nn el canto de los ga- llos en el corral de la fonda, y el cuchicheo delas go- londrinas, anunciando junto con las campanas parro- quiales la bora del alba! Los tenues rayos de la luz eomenzaban a penetrar por la? rendijas de las puer- tas, cuando saltando del leclio y vistiendorne con pre- cipitaeion, salia por la ventana a un remedo de jar- din con su cerca de pato, y de alii salvando dicha cer¬ ca, a las tupidas arenas de la hermosa bahadora pla- ya del Chapala. LI aire estaba tibio, y la naturaleza tdda convi-. daba al amante de el la, a contemplar su despertar en medio las. colorantes galas de una bellisirna aurora malutina. Gelaje de nacarados fondos, nubeciilas de t£nuo fuego, rafagas de violet’a, sol de rayos de oro iluminan lo las crestas de montes encumbrados. He aqui la escena que ante mi vista atonica se echaba de • ver desde fa playa. Las C'impanas de la po6tica iglesia parroquial que souaban 6. orillas del -iago-mar, hacfan poner en pi6 a todos los habitantes de la aldea. En el ru-ti- co mu.-lle, muy cerca del Hotel, habia ya anclado una de esas eiubarcaciones de regular tamano, llama- 328 Guadalajara. das aqui canoas, pero que en realidad son lanclias de fondo piano. El desem barque de los efectos naciona- les que habia traido parasu venta, comenzaba & efee- tuirse; ya mas ta-rde esfcarl in esfcos en la plaza del t'wn- guis dominical, tan eomun a estos pueblos? Con vien- to poco favorable de popa, cauiinaban por entre las pequenas olas, tres canoas, quo con velas poco hen- chidas, se riirigrm a estas pLyas. Los remeros ha- cian pot; impulsar el lento avarice de esas embarca- ciones tan sumainente primitiyas que, en dguas agi- tadas, se derribm con facilidad suma, y que tan solo avauzan or pu carrera, cuando el vieuto es realmente fuerte y favorable. El Mar (Jhapabco, con sus 90 leguas cuadradas (segfin la opinion de geogoifos peifectam nte equivo- cados), no es por cierto, como alguien ha diolio, el la- go mas grande de la Jiej itbliea. No es ass; hav en el pals un i mis grande y con ventaj i sunn:da La¬ guna de Te mi ios. con sus 306 leguas cuadradas. Lo que si creo dificil, e< que haya laguna mas hermosa que el Chapala, en nuestro pais; pues si el lago de Patzcuaro, por ejemplo, es tod'o mi idilio, y el Cuit- zeo todo un canto de In rizontes vastest mos, en que la soled d imnensa es > 1 tern a f • vorito del porta, el Mar Chapalico, es un poemade singular e iinp«>nente grand-za, cuyos cantos lo fo-man sus t- tnpestades y sus oalmas, sus tropicales orillas moutahosas y su his- toria patriotiea. He dicho ya, que al venir aqui era en busca de las tempest-id s, las caliiias, los ideates y la bistoria realistica de este Chapa'a, en esta manana hernmsa, sentado sob re la arena, muetle de esta play a-, era re- ' co m pensado con un paisnje enteramente ideal,, eprao el que resaltaba a la vista, bajo el poder de una au¬ rora matutina. La calrna jah! jacaso no la sentia en el a hi; a, no estaba por ventura transmitida en gran parte, por esa imnensa mole de agua, pop esa na:li¬ ra leza tropical de los alrededores, sonriente y t-ran- quila al despunte del nuevo dia? ^La tempestad? Guadalajara. Esa vendrd mas tarde. $Y la historia realistiea? Ya en su oportUnidad tambi&i sera coutada. So alejaban las olas de la playa, dejando su blanca espu.ua tendida como encaje sobre las arenas, co no u'u recuerdo de una oosa que olvidadi, veil Sri mis tarde a recogerse. Era la bora de la mar b ga, en que el refktjo descubro una parte de la piaya. Pc- ro, a propbsHo de esto, diran algun »s ^p n- que a este lago se ie llama Mir Chap llico? Pues se le nonabra asi, porque.es un tinr iaterno tal como el Caspio, 6 el MutTfco, all i en el Continente Asi ttieo. —Marea.—L!a na'nse asi t unbien a 1 igos gran- des corn o estos. Per > el Chapil i, se difereneia del mar Muerto, en que las aguas do este ultimo, se en- cuentrao impregnaias de sales y de acidos que im- piden la cria de todo genero pesos. Tambidu se diferencia, en el hecho de que son muy ferid is las mon tan as que lo rodean, mientras que las de Chapa¬ la son fertiles y b-llas. Se asem jan en cuanto a que, arnbos mares re- ciben las aguas de dos rios. El primero: las del Jor¬ dan y el torrente Cedrbn.' El seguado: las de S n- tiago d de Le iua y el Uuitzeo (conooido con ei hom- bre de no grande de Toiolotl.in). Este rio de Cuit- zeo, naee segun se dice, en este miCno lago-mar in- terno, y despues de reeorrer una distancia irnuensa se desaguv en e! puerto de San Bias, en donde une sirs aguas do Ices a las sala-las del Oceano Pmifico. El Lerma, entra al Chapala, despues de desbordarse magestuoso en Juanacatlin, para mas tarde confun- .dirse aqui, con el Cuitzeo y formar las aguas de es¬ te Chipalk, bello e inspirador. Per la parte orien¬ tal, y al sur del pueblo liamado de Jatnay, penetra al lago el Lerma. [Qua cosas de la naturaieza! Na¬ ce este rio cerea de una laguna para ir a dar & otra, y de aqui, venciendo- una distancia de 208 leguas, viene d perderse en el profundo mar. Pasaba en re vista por mi mente, estas ideas y esos datos sentndo en esfca linda playa, y me olvida- 43 330 Guadalajara. ba de la bora, hasta que el sol haciendome sentlr el podor de sus rayos, me hizo irme al muelle rustico de esbe modesfco puerto, donde atracaba uoa canoa car gada de pescados. La pesca, como es de suponerse, es comercio muy propio a esfcas comarcas. Mucha es la gente que gana su vida, con negocio tan importante. ^Quie- nes fueron los primifctvos Pescadores, quienes los na- .vegan tes y descubridores primeros de este mar inter¬ im? Todo esto de tan grar.de interes, se enquentra oculto, perdido [probablemente para siempre], en la misteriosa obscuridad de las edades pasadas. Lo que se'Sabe, e's que, durante la conquista de la Nueva Galicia 6 de Jalisco, los espanoles, se encontraron aqui con que los indio% navegaban el lago y haclan la pesca para su comestible. Se encontraron tambien con hombres de edad muy avanzada, que tenfan co¬ mo tradicion la idea de que sus antepasados habian venido del Asia. Pero volviendo al muelle; desem- barcaban una pesada red repieta de peces de diversos tamanos. Per las investigaciones que he hecho, res- pecto a la cria y diversas clases de pescados propios al mar Chap61ieo, resuita que estos pueden clasificar- se y dividirse de la manera siguiente: Hay el pez llamado Blanco , y este es el que me- jor aprecio tiene. Su carne es muy blanca y dulce al paladar; blancas tambien son sus ernamas, y relu- cientcs como plata.. Su tamano mayor es uii tercio de vara, y se asemeja mucho en sabor al pez del mar Allantico, conocido con el nombre de Sole en Ingla- terra y de Lenguado en Espaha. De este hay tres 6 cuatro clases. El Bagre, menos espiuoso que el Blanco, y con la carne no tan blanca, tirando mas bien al color rao- rado; el cutis, grueso de color obscure muy liso y sin ninguna escama. Es apreciable al gusto, pero por o\ro la do algo danoso a la salud, por ser de por si trio lo mismo que flemoso. Me llama la atencidn ver la vitalidad que revela este pez largo rato despues de Guadalajara. 331 haber salido faera del agua. Recuerdo quo en La Birca He visto uao de esfcos penes, de una vara de laigo y 15 libras de peso, evadirse de ia red 20 mi- nutos despues de haber sido pescado; tal era la fuer- jzi de su potent© aleteo y singular vitalidad. Este pez, quo tiene la cabeza muy grande res pec to de su cuerpo, tiene tnmbien una tiia de dientes en cada ' mandibula, y es comun <4 todos los rios de la. A me- rica; hay en Chapala seis clases diversas. Otro pescado abundaute y pequeno, pues el mas grande no pasa de una sesma de vara, es uno cono- cido aqiu con el nouibre de Charal. Del mismo co¬ lor y escama del pescado Blanco, tiene en el merca- do, igual apreeio, por ser casi de la rniama espacie. Kay un pecesilio muy espinoso, llamado sardi¬ ll a del Chapala; su tamuio cuando mucho es de una cuarfcn. Agradable al paladar, no es dahoso a la sa¬ lad; tiene escama con el color obscuro deslavado. La sardma, es propia 4 los mares Atldntico y Medite- rrlneo. dnnde permanece en las profundidades una gran parte del aho, hasta que en el Otoho, [segiin ob- servaciones zoologicas], se arrima a las costas para desovar. Es de presumirse, que siendo la sardina un pecesilio propio a los mares mencionados, al en- contrarnoslo en estas aguas dulces del mar Chapali- co, sea una cna especial y propia a la biologia del pais. Asi es que, podemos considerarla como una especie particular d el Chapala puesto que esta se cria en aguas dulces, y la otra por el co.ntrario, en aguas sal a das de la mar. Otros pe-eadcs hay en es¬ tas aguas como la Popocha, muy apreciada en Tolu¬ ca, [segiin in Formes fidedignos], y cuya venta produ¬ ce much O' dinero. Finalmente, la M -jarra, es tam¬ bien de abundaute pesca; y el Chuime 6 Boquinete, que es un pez muy p irecido al Robalo. ITasta aqiu mis pobres observaciones sobre las clases diversas de peces que se crfan en el mar Cha- pdlico, y que son un medio importantisimo, de sub- 332 Guadalajara . sistencia y de comercio para miles de gentes en es- tas com areas. En euanto a la pesca, dos son los medios em- pleados aqui: las redes, entre las (jue ha} 7 algunas de 100 varas de largo (como una que vi en el rio de Zu- la, en Oeothin, una manana). admirablemente tejidas, —*■y el anzuelo coraun a todo pescador. Los Pescadores, tienen en general un aspeeto sim- pdti.co y un aire varonil, propio a esa vida de todo hombre que nace, crece y mu ere, en medio los gran- des elemeut.os de natura. ^Que iinportan a estos Pescadores las reeias tempestades de su mar interno, cuando tod >s son como pescados en el agua, cuando h rio l evuelto h »y ganancia para ellos? jQue iuipor- ta que se derribe una canoa entre las olas agitadas, acaso no ban aprendido todos a nadar d< sde sus ju- vendes aims? Me causa gran placer, poder comuui- car en estas plginas, que el hombre iudigena de es- tas regiones no es el p -bre que vumos en la meseta centra : humilde, abyecto, sumiso hasta lo inconve- niente. No; los hijos de esta tier/a., conservan en sus venas ese fuego de sus autepas >dos; aquel que en las guerias contra el conquistador asi como en aquelias en que luchamn invencibles por su sa- grada independencia, hizo de muchos de ellos he¬ roes en nada indignos de los valientes de otros pue¬ blos, de otros siglos ajenos a los suyos. Ids dicho ya, que el pueblo de Chapala, situa- do a oridas dal lago-mar, io es en su mayor parte de Pescadores; quisiera agregar algo tocante 4 su anti- giiedad; mils todo lo que de el se sahe, es que, cuan¬ do la conquista de la Nueva Galicia, existia ya sin tener mu dia importancia y sin mavores antecedentes que, los de encontrarse aqui, en una montann, un idolo, que en altar de basalto, adoraba el pueblo chi- chimeco. El rodar de tres largos siglos, ha tan solo catnbiado el prirnitivoyaend del indigena, en casa de adobe con puertas de madera blanca y ventanas de ol mis mo; las vestiduras de pluma, por las de manta y 333 Guadalajara. cuero, las pieles cle bestias feroces en la cab^za del guerrero, como un distintivo de valor y de heroismo, por el sombrero de pe'ate de anchas alas; y la flecha por las armas de fuego. Pero, hay una eosa de vi¬ tal importancia en la que si han ganado los indfge- nas de una manera t'ranscedental:—el cambio de sus obscuras creencias idolatras, por las esplendorosas de la fe cristiana. Y este cambio estupendo, que ha si- do en realidad, la obra grandiosa del conquistador es- panol, se dejd sentir por toda la in men si did del me- xicano territorio donde frecuentemente, y sobre las ruinas del Ttor.alUs, se levanto el templo y el culto al verdadero D 103 . No es de estraiiarse, pues, que a orilias del Chapala, y a unas cuantas varas de dis- tancia del rustico muelle, se levante la iglesia parro- quial, con sus dos torres bellas, blancas y simbolicas de la mas pura de todas las religiones de la tie- rra..... Dificilmehte, podia haberse encontrado lugar mas lleno de poesfa que el de esta pi ay a, para erigir un templo-d la Diviuidad. Es eosa singular, pero ppr todos 1-ados y a mu< has leguas a la redonda, se le- vantan estas torres muv -visto.sas como una serial ine- quivoca + de que en medio de la grandiosa selvatiquez de estas com areas, se adora al Ser Supremo en '.os altares de un hogar sacrosanto, de un templo, que envia al laoo-mar, los rumores del organo imponen te y los cantos sagrados de miisica mspirada, cuyos ecos reeoje la monfcaha al traves de las olas. Despues de un almuerzo eh que el peSeado frito laizo las ve res del major de los manj tres,- mo dirigi al templo situ ido frente d la ppsada. Era domingo, y por lb tan to su.unica nave estaba llena de genre. Una masa compacta, arrodillada y respetuosa era lo que me encontraba en esta vez. El templo, y el pue¬ blo revelaban ese'aseo. que como llevo dicho, es tan proverbial a Jalisco. Desde la puerta. de la iglesia, se dominaba una vista hermosisima del ma-r-intei no, y la brisa purlsima de las montanas, de la orilla opues- 334 Guadalajara. ta, se dejaba sentir en el templo, un tan to caluroso. El silencio, era de vez en cuando interrumpido, por el vaiven de la marejada en la playa, 6 por el de las olas que al romper contra las pledras del cercano muelle, lanzaban sus quejidos d los vientos. jQue bello cuadro aquel formado por la nntura- leza, la f4, el sentimiento religioso y la modesta igle- sia representante del arte cristiano a orillas del Mar Chapalico Jamds olvidare haber asistido a un tem¬ plo bajo tan poeticas y sentimentales impresiones. Cerca del angulo formado por el casi derruido muro de caprichosa forma, que circunda el cemente- rio de esta poetica iglesia parroquial, se destaca un drbol llamado aqui Sal ate-, es chaparron, pero de grueso tronco y de tendidas ramas. Este Arbol [pro- bablemente de dos siglos 6 mas I se hacc notable cn- tre los montlcuios de arena de la playa como el uni- co representante aislado de vigorosa vegetacion. jEs un lunar en las arenas este arbol solitario de los si¬ glos, por mucho que su sombra sea refugio de tantos 4 la hora del sol 6 de la tempestad! No me explico la presencia de esce vetusto arbol en lugar tan poco apropiado como lo es para el esta arenosa playa, si- no es de esta manera: erupciones volcdnicas, grandes perturbaciones de la naturaleza, que ban venido cam- biando la configuracion del terreno y que ban deter- minado que las aguas y arenas del Chapala, suban hasta este sitio donde ahos atrns, no habfa sino co- linas fertiles. Es indudable que la tierra vegetal es- t^i debajo esas arenas, pues de otro modo imposible serfa, que este arbol solitario siguiese desarralhlndose en esta playa, como prueba inconcusa de la vitalidad endrgica del reino vegetal. Habia llegado la tarde de este domingo memo¬ rable, cuando a invitacidn de unos amigos iba a sur- car por vez primera las aguas del Chapala. No se que habia en la atmdsfera, que indicaba un temporal por v-enir en tiefcjpo.no lejano. Unaire menus rese- co que el del re's to del diu; un vie iteeillo humedo re- Guadalajara. 335 sultado de lluvias y evaporizaciones; unos horizontes color apiznrrado. Lleg&bamos al embarcaclero rusti- co, y notaba que el agua estaba demasiado agitrula eo sus ori I las, no obstante que al parecer estaba muy tranquila la vasta saperficie del mar-interno. Mi pri- mera iaipresibn, al ver el barquichuelo en que se pre- tendia vogasemos, era que aquel estaba mas adecua- do a un no pequeno y do corrientes suaves, que a es- te mar imponente por su volumen de agua, sus lar- gas distancias, junto con sus peligros naturales. Sin lastre suficiente, con timbn muy pocogober- nable, y marejada gruesa, estuvimos a punto de ser derribados por esta embarcacibn, demasiado peque- na e imperfecta para su objeto. La experiencia no era del todo agradable, por mas que los marineros se esforzaban en hacernos creer que su bote era muy bueno y muy ligero, protestamos de tres, dos: que era resgoso hacernos a la vela en semejante embarcacibn. Gan 6 la may or fa, y aprovechando a la vez la ofe'rta de la gran canoa atraeada al muelle, y que por la mana- ha habfa visto entrar cargada de efectos nacionales, nos trasladamos a ella, no sin haber experiuientado una niojada regular, al pasar de una embarcacibn a la otra. Pensaba, como era natural, en que no hay viaje sin riesgo en la vida de las expediciones por el mun- do. Pero es precise confesar que aquf, en el Mar Chapalico, no esta el riesgo tan palpable en las aguas, como en lo muy imperfecto y primitivo que esta to- do relativo a n iv’-egacibn por parte de los pobres in¬ digenes. C ! >n runs b tnenos alharaca, confusion y voces de man do, nos hieiuios por fin a la vein. Sin embargo, el patrbn de la canoa me inspirb desde luego mucha confianza, y en nada desmintib mas tardeel becho de ser un raa’ino fogueado. Hombrede GO ahos, cono- cia el Chapala desde que habia nacido, y estaba. por lo tanto, muy familiarizado eon el elemento formida¬ ble de las aguas, tanto con sus calmas discr'etas, asi 336 Guadalajara,, como tembien [& decir de dl], con sus indiseretas tem- pestades. La canoa en quo Ibamos, tendri'a unas 10 tone- ladas; sin duda embarcacion de las grandes, que lia- cen el comercio y navegacion de estas hcrmosfsioias riberas. Cubierta en su parte de popa, por un toldo furmado de gruesos petates, industria del pais, era precise para gozar de las vistas treparsc en la caja del timdn, 6 sentarse en la proa. Esta embarcacion tenia un oior inequivoco > pescado, la verdad, es que los pescadores tienen la costumbre de colgar en las cuerdas del aparejo los Charales y las sardinas de que yn he hecho mencidn. Estos peces, se coein'an con los rayos del sol, y una vez fritos por ellos, sirven de alimento 6 los marineros, en sus largas e ' inciertas caminatas en Chap&lieas aguas. Describir las innumerables bellezas de este lago mar, con sus orillas montanosas, sus haciendas de la¬ bor, su vegetacion tropical exhuberante y llena de un colorido y de un arooja pro pip; sus a Ideas y pue¬ blos, de romantica historia y de tradicional ensefian- za, llenaria no un capftulo, sino mas bien un libro a parte. Pero lo que si afirmare es lo siguiente: que es placer indecible vogar en estas aguas, cuando estdn relativamente reposadas, cuando esa coloracion en los cerrosy cehges de multiples y cambiantes matices, en- loquece al artista, cuando el poeta, en brazes de las musas, siente el soplo de la sublime inspiracidn. De ese soplo, oculto e incomprensible, que pone alas al pensamiento y sentimientos en el alma; de ese soplo que al asumir la palahra humana, como maravilloso motor de la expresion, nos eleva y nos conmueve hast a lo infinito. Caniirhibamos rumbo & la histdricahsla de Mes- cala, sita a seis kguas del pueblo de Chapala, el que desaparecia de nuestra vista como un objefco de lin- terna mdgica. A lid en la lejanta, como conos de volean, se veian las tor res blancas de la iglesia pa- rroquial, mas de hay en fuera, lo unico que impre- Guadalajara. 337 osinaba, eran tres cosas: la masa enorme de agua haciendo horizonte, las sierras y montanas envueltas ya por las tupidas sombras de la tarde, la eolosal boveda del cielo encapotada en parte por nubes en rapida carrera. Pensaba entre otras cosas, en las profundidades de este Chapala, pues previsto el caso de que nues- tra embarcacion se derribase, no era mny poea cosa, tener siquiera idea de las Honduras por donde nave- gabamos. El aofiia, de un color barroso muv subido, hacia # o • imoosible vislumbrar los fondos, pero el andar lige- ro de la lancha-canoa, era una indication de que vo- gtibamos en aguas bien profundas. —;Esta muy Hondo aqui? —; AH! si senor, me contestaba el viej'o marinero. —;Cuantas brazas? —Pues dicen los que han ecliado sonda, que Hay por aqui de fondo como unas doce 6 quince varas. —;Es esto lo mas Hondo del Chapala.'' —Pues quien sabe senor. de eso no entiendo bieu, pero yo puedo asegurar. que barcos muy gran- dotes pueden andar aqui. * . El viento que comenzaba a cambiar de diree- cion, nos arrojaba rumbo opuesto al deseado por nos- otros; es decir: a la playa. Nos encontnibamos h unas quinientas varas de un marjal <5 valle pantano- so con tupida vegetation aeuatica. Destacabase en estas soledades un anzar triste y meditabundo; va¬ ries alcatraces pareefan tener comunion entre si, tbr- tnando circulo compacto; mientras tanto los patos y las garzas v obi ban y nadaban agitados por aqui y aculia. Estos lieles representantes de la fauna de £stas [*] El gedgrafo jalisoieuse D. Longinos Hantla, nos dice eu sus "Nociones Geogrtfficaf! del Estado de Jalisco;.. que: las profundidn des en la extreiuidad oriental son de 1; brazas Oi eu la parte ma3cen- trica v o brazes en la or* lla Occident *1; con 9o. 93 leguas cnadradas de extension. 338 Guadalajara. regiones jaliscienses, revelaban esa inquietud propia a toda ave, cuando presiente una tempested cercana. Efectivamente, ya se anunciaba una. No lo sentfa, pnesto que he dicho, haber venido aqiu en busca de las cal mas y de las tempcstad.es de este soberbio mar Chapdlico. Habia que desistir en. esta vez de llegar hasta la liistorica Mescala. Vientos contrarios, noche cer¬ cana, distancia grande de aquella isla envnella en te- nue bruma, eran razones poderosas para pus; oner ei tan deseado, aunque difieil viaje, a aquel monton de tierra v rocas que se destaca en la superficie de las aguas, como un ltigar de fantasmas y leyendas, co- mo un cuento de esos ale manes a oi illas del Kin. Con la proa, pues. e-n direccion al puerto de Cha¬ pala, baciamos lo posible por regresar (\ tierra, antes que la tormenta descargase su enojo sobre uueslras eSpaldas indefensas. Las muy pequenas olas que al salir j hacia muscle dos boras’ nos habi'ah hecho el viaje divertido y sin riesgos, cotnenzaban ahora a convertirse en olas de tegulares dimensiones; bastan- te grandes para hacer de nuestra embarcacibn, un es- pecie de cuna en moviraiento sobre las aguas. Nuestra vela latina, que A la id a tan bien Labia servido, no obstante sus agujeros y remiendos, era del todo i mi til para nuestro regreso con tan contra¬ rios vientos. Asi, pues, arriandola a riesgo de scr casi derribados, Ins marineros, reciirrian A sus pesa- dos remos como unico medio de irnpder nuestra pe- sada Jancha. — {Que navegacibn tan primitiva toda esta! me deeia un de los compaheros.—Ptro ya pronto teridre el gusto de invitarlo a vd., a n a vega r en mi pate de dos pains que he man da do traer a Europa. — Lo que la men to—le contestaba,— es que no haya. sido posible lltgar hey l ast;* Mescala. Pues yo cn cambio me alegio lo Label Ihga- do ahi. . . . — ^Porque? Guadalajara. 339 —Por razon muy fundada: porque en aquella is- la, con s61o levantar uno piedra, basta para encon- trarse con todo an nido de alacranes. Y, nada hay en la vida que a tanto horror le tenga como a esos escorpiones........ Despu6s de esta revelacion, enmudecimos todos; y el silencio, era tan solo interrumpido por Jas pisa- das de los remeros descalzos, que en la proa, se es- forzaban por darle impulso a la muy lenta navega- cion de la canoa. Todos tenfamos fijas las miradas por el mismo lugar: aqnella ensenada, en donde co¬ mo un punto negro, se veia el rustico muelle del pueblo de Chapala. ;La embarcacion, parecia mas bien retroceder que avanzar, tan lentamente eamina- ba! E 11 cambio, la tempestad, se iba haciendo visi¬ ble y mds impdnehte por memento*. Soplaba Nor¬ te ,, ese que se hace tan temible en nuestro golfo de Mexico; ese mismo, que aqui le denominan: el merito mexicu.no, y que determina las grandes tempestades del Chapdlicounar. Afortunadamente no llovia; teniamos tormenta, pero tormenta a secas; con nubUzbn tan pronunria- da, por parte del Poniente que hoy no veriaraos una puesta de sol, de esas que en el Chapala desafian al pintor de marinas, por no tener en su paleta suficien- tes colores con que pasar al lienzo los soberbios y multiples de natura Conlieso que no obstante el peligro relative que en esta vez eornamps, sentia una atraccidn irresisti¬ ble con el aspecto que presentabdn e.sas agms, agita- clas por el viento rumoroso, como tambien por la de- solacion del mar-interno y la magestad toda de esas sombrias.mori tanas, de ese arbolado y de esa vgota- cion'de las lejanas oriilas, luchando cual gladiadores de titdnica raza con el viento arrasante. De nimru- na man era] podia ni debia lanzar una queja. ^Acaso no habfa venido aqul para buscar entre otras cosas, las tempest des del Chap dico mar? Habia.nos comenzado por aventurarnos, en una 340 Guadalajara. embarcacidn, sin condicidn alguna favorable para vo- gar en estas aguas. Despues nos trasladainos a es¬ ta otra lancha cuando los rnarineros y el patron de ell t habian heclio advertencia, de que probablemen- te habria Norte al caer de la tarcle. Asi es que, en esta vez en nada hab'.amos sido enganados, sino por el contrario, bien informados de lo que teniamos de tsperar. No s6 que magico poder es el que posee < 1 ngua de un mar, de un no 6 de un lago que tan to atrae, por mucho que a la vez intimide. Pero es el easo que tal vez los mds timidos son los que con ma¬ yor frecuencia cruzan los mares, los rios y las lagu¬ nas. pues son los de constitucidn nerviosa por razcn no solo fisioldgica, sino igualinente psicob'igica, los que mds sienten y los que se ven atraidos por la ma- gia del agua, y por iodos los bellos y edificantes es- pectaculos de la naturaleza! Pero vearnos lo que esta haciendo el viento con la canon. Pues este, esta esforzdndose por derribar cl mastil, por reventar la jarcia, por llevarse en su veloz cnrrera el modesto toldo de petates que sirve de cubierta 6 toldilla al pobre pescador y d su fami- lia de esposa y de chicuelos. Ayudado tambidn de la corriente, quiere ver como parte en mitad la em- barcacion estrellandola contra las rocas, y, finalmen- te, ver si puede igualinente llevarnos a nosotros, pa¬ ra que despues nos de sepultura en su f’ondo el mar int'-rno. Con gran dificultad habiamos logrado acercar- O O n. s d la playa. Esto era algo de importancia; runs no era el todo, cuando la noche estaba por llegar y era mejor estar en tierra. Teniamos, ademds, la co¬ rriente en contra, v rompientes de alguna magnitud cerca de la playa, done! 3 la marejada de un mar grue- so dejaba ver su blanca espuma, que en las tinieblas de la nublazdn y de la luz eri decadencia, pareefa in- mensa fila de palomny, agitiindo sus niveas alas por las arenas. Habfa quo tomar tfna determinates n violenta; 341 Guadalajara. y el viejo patron de la canoa, sujirio una idea prac¬ ticable, pero que llamb altamente mi atencibn: re- molcar la barca casi a nado [jestilo japones!], mien- tras otros con I os remos la impulsaban y de este mo- do conseguir acercarse lo mbs posible d la playa. Asi avanzamos una distancia regular, hasta en- contrar un fondo tan relativamente insignificante que dos remeros se echaron d el agua para empujar la canoa por atriis. jManera bien primitiva de arribar A puerto do sal v. i men to, pero unica a que apelar en este case! La lancha dabatumbos por todos lados; las olas la bauaban, v a nosotros tambien, por todas partes. Mas al fin, estabamos muy cerca de la playa, y en hombros de do* robustos marineros, metidos arriba de la rodilla en las aguas agitadas, lograbamos de lino en uno, [mis companeaos y yoj, pisar la tan de- seada tierra firme.. El s nitimiento de haberse salvado de un peli- gr<> inminente. s..|o puede valorisarse, cuando se ex- perimenta. Habiaiuos desembarcado de un modo que Uamare comico, pero qTie sin embargo, nos po- nia a salvo del agua enfurecida, y esto era lo impor- tante. A un < uarto de legua del pueblo de Chapa la, temamos que irnos a pie por largos callejones, hasta lleg-ir u la pequena plaza-jardm donde por la manana, habia nsistido al tiangids en busca de un sombrero de palma de anchas alas y de elevada co- pa. Dej abnrnos la pesada embarcacion, an *lada en las arenas, batallando con las olas; v en las tinieblas de la noche cercana, me hacia esta el efeeto de un bipopbtaino baiinndose en un rio muy caudaloso del Africa. Una vez en tiena, confieso haberme ale- grado de ha her visto (sobre las ondas) una terupes tad del mar ChapdMco, pucs puedo, entrc otras co- sas. hacer co nparaciones entre el esneetdcuU que de este dia. La luua luchaba por salir entre las neg;as nubes, de vez en cuando blan- qaeadas en sus coutornos tail fantasticos. LI Mar Clnqnilico. seguia muy agitado y uti ton to tenebroso, en su aspecto de rug i elite v iuchadqra ft era. Ln co- muiiion bien fntitna con el <■ speetacUlb que 4 mis ojos tenii, liabia olvidado la hora de una cita que tenia por obi to ir 4 olr tocar v cantar a nnas damas sajo- nas, y 4 la vez escuchar aigunas eanciones de los ne- gros del Sur. Febzaiente pasaban por mi unos ami¬ gos que por fin me llevaron al concierto impi ovisudo* y ai [nicer mencion de esto aqui, es solo porque quie- ro entablar una comparacion entre la musica del pais y la de nuestros veciuos dej Norte; ‘habio de los can¬ tos y musica popular de atnbas naciones. La del Norte nos entristece, nos disuena y nos fastidia siempre que no nos hable al sentimiento de un mode muy directo. Pero es tal vez, porque co- mo a ellos les pasa con la nuestra, no la entendemos 10 bast-ante, 6 pretendvmos, en cam bib, -entenderla demasiado. Que el Puritanismo de los inmi^ranteo del Ply¬ mouth, ha marcado en ios Estados LRiidos, con un se- 11 o especial la musica liacional ameiicana, es cosa in- dudable, con ese sello que llamare salmodico, ese na- cido de un fanatismo religiose plagado de uria letal melancolia. Pero me atrevo 4 creer cjue la musica americana es mas filosofica en general que lanuestra; pues, nace en muclios cases de la interpretacibn de los poetas liricos nacionales, y no de los versifi cad ores 4 tanto el verso para la cancion, como suele ocurrir 343 Guadalajara. entr e nosotros. Ah ora, en cuanto a la musica do los pobres negros, enouentro en sus baladas y roman- zas cierta similitud con las nuestras en cuanto a sen- ti mien to rnelaneolico y dulcc inelodia. y se eompren- de facilmente. iAca'sb am has razas, es decir, la in- digena y la negra. no han sido esclavas razas? jNo hay por ventura similitud entre sus sufrimientos y desgracias? Nuestra mu-uca popular es en lo general de ran¬ cho sentirniento, pc mucho que el verso result© dis- paratado /> inverosfmil. La inconstancia, el amor desengau ido y los celoS, 6 por el contrario, la pasion vehementi.-ima exajerando el ohjeto del amor hasta lo kupcible, son teina el n.&s frecuente en la musica y cantos de nuestro pueblo. Las caneiones de los negros del Norte, se asemcjan en sentirniento y en pasion a las de nuestro pueblo. Encuctra esta musica americana nacional sus or (genes, como llevo ya dicho, en la sagrada de los salmos del Puritanis- mo, asi como la nuestra, puede encontrarla en la inti- sica espaiiola ltnportada de las playas ibericas por los conquistadores de la Nueva Espana. El banjo , entre los americanos, es instrumento tan popular como la guitarra entre nosotros, y es el que sirre en general, para los acompanamientos de las caneiones populares. En esta ocasidn, la guita- rra no daba la funcibn sino una concertina muy bien tocada por una senora americana, que al mismo tiem- po haefa seguudas a of ra en la sentimental y popular : in.rnza inglesa: Sweet Home, 6 sea el Didce H<>gar. Las romanzas y caneiones de los negros del Sur, me traian a la memoria mis expediciones por el suriano Estado de la Luisiana, v nunca hubiera creido que en este poetico Chapala, en noche tempestuosa, hu¬ biera venido a escuchar en los corredores del patio de un Hotel-meson, esos cantos sentidos y rom anti cos de la ra-za atricana, que en noches parecidas a esta he o(do por aquellas comarcas. Una yisita ;t la casi de un pescador, terminaba 344 Guadalajara. mi expedicidn nocturna, y con ella lasmuy interesan- tes y variadas impresiones de todo un dia feliz. Han transcurrido vaiios meses desde que vi por vez primera el mar Chapalico; y ahora me encuen- tro de nuevo, en sus orillas y sobre sus ond;.s, admi- rdndole cada dia, mas y mas. Relatare, pues, mis impresiones finales, junto con mis obsei vaciones y es- tudios, esperanzado en que estos, sirvan de algo al estudiante de las cosas del pais. El mar Chapalico no tiene, como mal informa- dos nos ban dicho varios gefigrafos, 90 6 95 leguas cuadradas. Su magnitad, es de 222 leguas cuadra- das, puesto que, son 37 leguas las q'ue tiene de largo desde la boca del no de la La Barca hasta Xocote- pec; siendo de ancho [tdrmino medio], unas G leguas. Mas la parte que tiene en su mayor distancia, como de ancho, es de Cojumatlan, a la boca del no de Oco- tlan, unas 12 leguas. Por estas latitudes, el lago- tnar, hace horizonte y trae & la memoria el portento- so Ocdano, con todos sus encantos y todos sus peli- gros. Hay otra cosa de importancia para la geografia, que he venido, con ayuda de otros a rectificar. Me refiero h las profundidades del Chapala. Las que nos dan gedgrafos conocidos, est&n en su mayor parte equi- vocadas. Por ejemplo: el Sr. Longinos Banda, geo- grafo jalisciense, nos dice que el Chapala en su ma¬ yor profundidad arroja una medida de brazas. Y la sonda y los tubos para los nuevos creaderos de pe- troleo, nos dan una profundidad de unas 20 brazas. Me inclino a sostener, que este mar interno, tiene ma¬ yor profundidad de la que en lo general se cree. El volumen de la agua y su color, nos indican claramen- te, que es bien profundo en ciertas partes «este mar Guadalajara. 345 interno, y que bien pueden caminar en el buques de buen calado. Me vo.y a permitir ana importante observacion, en honor de la ciencia geografica en nuestro pais, y es la siguiente: para no incurrir en errores de mucha trascendencia, es absolutamente indispensable no es- cribir sobre la geografia nacional, desde nuestros ga- binetes de estudio, en donde solemos copiarnos los unos a los otros, y lo que es peor, copiarnos mil erro¬ res. . Es imposibie escribir sobre el Chapala, la Sie¬ rra de Atequiza, 6 cualquier otro asunto de interes para la ciencia geografica, sin ird los lugares mismos, y por medio de los instrumenfcos ad hoc, el estudio y la mvestigacion, decir practicamente lo que valen y lo que son. Dare un ejemplo de oste aserto: Viaje de Chapala k Tuxcueca k bordo del va- porcito “San Francisco.’ 7 Revoluciones del h61ice: 110 por minuto; vapor, 99 atmdsferas. Distancia de un panto i otro de los mencionados, 5^ leguas; velo- cidad del buque, 15 millas por hora; tiempo en que hicimos la travesia, 1 hora y 20 minutos; en el cen- tro de la laguna, 33 varas de profundidad, segun la sonda, con mar grueso de fondo, debido k la fuerte tempestad de la noche anterior; cerca de la playa de Tuxcueca, olas pequenas de r&pida sucesion; celajes didfonos hacia el Norte; nubecillas aisladas por el O- riente, arriba de los cerros color azul turquf; por el Poniente, cerros de varios matices de forma capri- chosa, tajados por las lluvias torrenciales de los siglos; hacia el Sur, senale3 inequfvocas de lluvias tempes- tuosas que caerian por la tarde; temperatura a la som- bra del vaporcito, 70 grados Fahrenheit; temperatura del agua, 69 grados Fahrenheit; hora en Tuxcueca, 8 15 a. m.; direccidn del viento, Sur, con brisa matu- tina sumamente tibia. Temperatura del agua en las playas de Chapala: a las 6.30 de la manana, 70 grados Fahrenheit. A la misma hora por la tarde, el mismo numero de gra¬ dos. A las 10 de la noche 69 grados Fahrenheit. 346 Guadalajara. Navegacitfn del Chapala el 21 deJunio. A bor do una b-Jind a de 4 toneladas, cobstruida en Ham¬ burg). Hora, 3 de la tarde, agua trariqula coinoun esp-jo; viento. S E.; 'ce'aje despejado pin’ varies la- d-'S. iueno-5 per el Poniente; senates muy marcadas de tciupestad por region pluvial en direction P.; <4 las 3 y 40 minutos cam hip. repen tino de escen'a; veloci- dad ve*. tigiiiosa de espirales de polvo en las veredas y cam in os de la sierra; rumor lejano de detonaciones como de grueso proyectil; iumeusas nubes negras car gudas de agu.a, viajando haeia. la direction de la ba- laudfa; relampagos de rapida sucesi<5n, iluminand.o mome li ta n ea i l ente el tenebroso paisaje montahoso. Fiualme> te, las aguas (antes como espejo) eonverti- das en montleulos de olas de blancas y espumesas crestas. Tiempo para, arrear velas y echar el ancla: tan solo el muy preoiso. A las 4 de la tarde, terapes- tad digna del Golfo mexicano. Niimero de olas en el costado de estribor: primero 5 6 6 por minuto; mas tarde 10 y 14, Magnitud de esas olas: 6 pids de al- tura roinpiendo contra el mdstil. Toclo esto, resul- tado de observaeidn asidua, y en medio del peligro, saciificando mucho, en aras del estudio y la verdad cienti'fica, Ahora pregunto yo -;ser4 posible escribir con coneiencia sobre ciencias geogrdfieas, geologicas, arqueologicas li otras que exigen de nosotros el es- tudio objetivo, sentados muellementc en polttona de Gabinete, lejos, muy lejos del terrene cientifico? Con- fieso que no es apetecible tneontrarse en peligro emi- nente a bordo, una balandra 6 canon, en medio un huracln desheclio a dos leguas de tierra en estc mar interne. No niego, igualuiente, que es preciso no marearse y estar aeostumbrado como yo -(desde jo- veil) 4 afrontar peligros del genero' descripto, y oivi- dando los riesgos, estudiar los fen6men< s grandiosos de e.ste nuestro planeta terrdqueo. Mas una cosa si cond. no; que algunos geografos quieran [sin arries- gar nadn j escribir desde lejos incurriendo en errores que tanto nos desvian, como nos perjudican.... Guadalajai a. 347 Tr4s de la tempestad viene la calm a, y si Jos vientos predomirSanfces en estas latitudes, agitan, por las tames a el mar Chap'dico, tiene este, con suma frecue'iicia, sus quince 6 in is iroras de estar sumamen- te trauqudo. Lfitouces, es cu'ando mas bien se ase- ineja a mi lagoj y el navegante olvi-la los peligros, ante ese pais ije sublime que circunvalan estas aguas plomosas; paisaje, don le se inspira e! poeta, sonando despie:t') y eseribiendo aun dormido, El Chapala , posee dos islas: la Ham ads de Cha¬ pala, 6 da los alacranes, y la de Mescala, que vi me ii ser para este lago-mar, io que San Juan de Ulua ha side p4ra Veracruz: Historica fortaleza, presidio fen su tieihpo] para los criminal.es, tanfco del Estado de Jalisco, como del circuavecino de Michoacaa. Ya fcengo asentado en estas paginas, en la parte relative- a mis primeras impresiones del Chapala, que habia venido (en otras cosas) en busca de su histo- ria realistiea, y que esta en su oportunidad seria con- tada. Pero'he aqi.u que frente d la historica isla, de tan caprieho.a forma topogidfica ; me encuentro sin nada uuevo que comunicar al lector, por mds que me he esforzudo en recoger noticias ineditas. Hay algo tocante a la historica defensa de esta isla-fortaieza, que ha venido d llenar un vacio y es: la interes rite relacion del heroico insurgente Don Jose S tnta-Ana, junto con la del capitan Don Pedro Padilla. Relacion heclia por escrito al eminente Go- bernadbr de Jalisco Don Prisciliano S inchez. Esta relacion impresa en Guadalajara, en 1890, con intere- santisirnas notas bibliogralicas de la bien cortada plu- ma del erudito jalisciense, Don Alberto Santoseoy, es !a que mejor idea puede dar de lo que fue diclia defensa, de la isla de Mescala, durante esi sangrien- ta iucha por la independencia de la patria. Lucha, sostenida en estas comarcas, por el valeroso indigena Don Jos6 Santa-Ana, con su punad > de patribtas, elitre los que se destaco la figura del P. Castellanos, habil agitador y digno emulo de Hidalgo y de Mo- 348 Guadalajara. relos. No puedo hacer cosa mejor, que recomendar la lectura de esos importantes docuinentos pedidos segun aparece a Santa-Ana, con el fin de comunicdr- selos til historiador Bustamante. Con tan interesan- tisimo folieto debe venir d. esta Mexcala el amante de la historia patria; y entre las ruinas de lo queanos atras fub una foitaleza y presidio de importancia su- ma, meditar y escribir. La defensa de esta isla, junto con otros lugares de las costas de esta Chap tla, hija predilecta de la Creacibn, es cligna de las edades heroicas de la anti- gliedad. Unos centenares de indigenas valie.ntes co- mo el leon y dirigidos por un especie de Cuahute- moc y alentados por un Sacerdote, y el hijo de un pescador de Tlachichilco, sostienen una lucha sin tre- gua por el espacio de cinco anos, contra los que por el transcurso de tres siglos, habian sido los conquis- tadores y gobernantes de su patria. Los indios de Chapala, y del inexpugnable per lion de Mexcala, tenfan que combatir h un enemigo formidable, a un verdaclero ejercito de soldados y de oficialidad disciplinada; con numerosos elementos, con escuadrilla de embarcaciones bien artilladas y construidas en ol puerto de San Bias; en una pa- labro: lucliar contra un enemigo en que el valor y la rericia militar, es tradicional en la historia del mun- do; d un enemigo rjco y poderoso en t.odos sentidos. Mas sin embargo, el cielo p otegfa esa causa, y a las amargas horas de la in 'ertidumbre y de la lu¬ cha por la libertud de la patiia, se seguian atjuellas en las que el sol vivificante de la victoria, alumbraba est.is risuenas playas, ofreciendo en dia no muy leja- r.o, iliiminarlas eternamente, para que un pueblo, que nunca dibla liaber sido esclavo, fuese de nuevo libre. jAsombra cerciorarse de como el indigina San- ta-Ana, v suo valientes guerreros, pudieron sostener lucha tan desigual por el espacio de cinco anos, en est.e pequeho Gibraltar del mar Chapalico! Pero es el casoque asf fub. Ajuzgar por el piano do esta Guadalajara. 349 isla, [del que tengo un ejemplar], apareee que el pe- non, no contaba con mas artillerfa que unos trece ca¬ nines y que, con los quitaijos al enemigo, nunca tu- vieron mas de diez y siete inclusive los dos que Ser¬ vian de defensa a la isleta cerca de la isla grande. El hambre, y la peste tan propias (\ la guerra, fueron la causa principal que motive 1a, rendicion del indigena Santa-Ana y sus valientes, al Comandante Grab espanol Don Jose de la Cruz. Mas jcuanto hay que admirar en aquella India ti- tanica de cinco anos de esos mil indios patriotas pa- rapetados en esta isla fortaleza que cual colosal hipo- pdtamo se levanta sobre la superficie de las aguas- Cudnta sangre derramada en este penon, cudnto ca¬ daver sepultado para siempre de indigenas v espano- les en las profundidades de las aguas plomosas! Al leer el relato de Santa Ana, sobre la histo- ria de la defensa de la isla de Mexcala, se eompren- de lo que fue aquella, lo que fueron tambien los gue- rreros indios chichimecos, indomables en la guerra de independencia, como lo habian sido durante la conquista de A lino Beltran de Guzman, y de sus aventiueros capitanes del siglo XVI. ; Las transformaciones del tiempo! De 1812 {\ 1817, no se ofa en este mar Chapalico, mas que la detonacion del candn de la artillada isla. Desdeaquel entonces, nada interrumpe el asolador silencio de es-. tas comarcas, sino es la detonacion del trueno cuan- do la tempestad con la naturaleza entra en batalla. En este sdlitario pefion, en diversas <5pocas poblado de centenares de gentes, habitan hoy dos pobres vie- jos, marido y mujer. Los inmensos edificios de la prision v tcmplos estun en ruinas. En dotide algu- na vez bubo celdillas de crimiuales [hoy dia sin te- cho] crecen los arbustos y se propagan las lagartijas; y los indigenas poseldos de una supersticion caracte- rfstica de raza, creen ver en los cuervos de la isla, el alma en pena de sus antepasados, 6 de los conquista- dores espanoles! Por eso he dicho, y creo no me fal- 350 Guadalajara. ta razon al hablar cle Mexcala: “que este monton de tierra v rocas que se destaca en la superficie de las aguas, es como un lugar c\p fantasmas y leyendas, co- mo un cuento de esos alemanes £ orilias del' Rhin. # Con que pesar me veo obligado 4 irme de estas regiones encantadas del Chapala! Mas ha llegado a mi pesar el momento de poner ter mi no £ “Vagancias/ aunque no a los “Recuerdos’" en Jalisco, pues estos estardn siempre vivos en la memoria del autor de estas paginas. Debo deeir que, tocante £ la “His- toria de Chapala" durante nuestra gloriosa guerrade independence, tambien hay que leer las muy intere- santes p i gin as escritas por el historiador jalisciense D Luis Perez Verdia. Tambien dir6: que la Quin¬ ta bellfsima quo desde el mar se avista sobre un ce- rrito £ un cuarto de legua del pueblo de Chapala, es obra y propiedad de un eaballero ingles, que con su amor a la naturaleza mexicina y la cultura que le es propia a los de su educaci.on y posicidn social, ha ve* nido a darle mucho ser 4 estas comareas, y a estimu- lar tambidn A otros, para que hagan sus quintas de recreo y con ellas den vida y civilization A tan her- mosisimas regiones. El pueblo de Chapala, ofreee al visitante, no so¬ lo los placeres de baharse en las aguas del mar in- terno, sino tambien en los man antiales de sus exce- lentes bahos medicinales. Lamento no haber podi- do conseguir el anAlisis deseado de tan importnntes bahos; lo iinic^ que puedo asegurar, es su bondad pa¬ ra las enfermedades reumdticas y algunas de la piel, por contener sus aguas prt ponderancia de azufre y algunas sales muy beneficas. En cuanto d la ternpe- rutura del agua, v.ria esta mucho seghn el t toque domic se toma el baficn En el zurco 6 manautial, el 351 Guadalajara . agua tiene una temperatura muy aKa de calor, linos 1U0 grad os Fahrenheit; pero hay el ultimo de log tanques pequenos en donde el agua estd tibia [unos 7o go ados FJ, y eip este es delicia banarse, sin eorrer e peligro de debilitar el sisfcerna demasiado, como sucede aqui con estos bahos [tan calientes], indiscre- tamente tornados por muchos. Habia que partir de Chapala para ir sobre las ondas en busca de ofcraa pi ay as. Con el vaporcito “ban E ran cisco n A mi disposicion, y navegando a re- gulai yelocidad, he logrado estudiar algo sobre con- hguiaciun de cerros, bahias pequenas 6 ensenadas de 1 uxcueca, Agua Caliente y Tizapdn, Qud podticos son todos estos pueblos del Chapala. Que vida fKn pastoril, que costuu*bres tan sencillas y primitivas. la^ de los habitantes Pescadores 6 labradores de es- tas regiones. Aquf, la natnraleza es tedo; Jo demas esta por baeerse, liable en cuanto a la civilization,, bienestar y cultura. Lo aids prominente en todos estos pueblos 6 aldeas, son las tones y cupulas de su> iglesias parroquiales que se levantan por todos la dps como inequivoca sehal de que el catolicismo es la r* ligidn preponderant© c itnperecedera de los me- xicanos. El comercio y navegacibn del lago-mar, en sus diversos pueblos, se haco por medio de canqas; pero hay un barco grande [adsmils did "San Francisco,,], que hace con regularidad viajes diaiios entrc Oco- tldu, La Palma y Tizapan. Ademas, este vapor que se llama "hi Chapala,, [lj, y que pertenece A una companui. hice un viaje redondo cada ocho dias. He comiendo esta excursion A todo aquel, que en busca de salad 6 rv reo, quiera gozar v conoeer est.as reobo nes admirables. Rn espera del vapor mencionado, en las plavas de Tizipan, charlaba cori los campesinos v los pesc-a- (1) E-^te bo°qne no es tan soV» de pasijeros, sino lo i s ipnai- mo-le Hr Tione d > large unos 8t) pies' por unos 20 de rnebo, jy cal a unoa t'rfcs pies de agua. 352 Guadalajara. dores, relatdndoles como habia encallado el "San Franciscoii en los bancos de lodo y de arena, en esta manana en que haci'a mis estudios sobre profundida- des por la costa en que est&bamos. Efectivamente, esta el agua tan baja, en algunos puntos, que apenas si hay una vara de profundidad a un cuarto de legua de la playa. Tizap4n tiene en su magni'fica fruta un elemento rico de exportacion. Los cereales, las maderas y la pesca son, sin embargo, los productos de verdadera importancia para el comercio y fletes del Chapala. En el pintorezco pueblo de Jamay, en las playas del Sur, la industria de los petates dd el pan y la ocupa- ci6n 4 centenares de gentes de ambos sexos v diversas edades. Pero es en Ocotlan y La Barca donde hay mas vida y movimiento, pues en estos lugarcs em- barca el ferrocarril Central, el pescado, las cereales y demds productos de toda la laguna, Como un mensajero de la civilizacion, se dibuja- ba en el aperlado horizonte la chimenea del vapor "Chapala, ii y su penacho de humo anunciaba por toda esa intnensa region del mar interno, que si las lanchas-canoas con sus. velas latinas reprosentaban el pasado v la navegacidn imperfecta y peligrosa, el vapor, maravilla de nuestro siglo, representaba el presente con toda su potente vitalidad y sus conquis- tas de progreso. Una media hora despues, abordaba "El Chapa- lau. A1 encontrarme en su cubierta, sen’ia un pla¬ cer indecible; ese motivado por todo lo que est4 en orden, por todo lo que viene 4 ser civilizacidn! Un excelente beefsteak , un buen vaso de cerve- za y la fina atencidn del inteligente capitdn del va¬ por, me hacian sentir en casa, como dirfa un inglds. Que impresiones finales de este dia memorable! A las 5. 40 de la tarde, un soberbio espejismo por la costa del Sur; espejismo que convertia las nu- bes reflectadas ec las aguas, en palacios feerieos de Guadalajara 353 cristal; 5 las palmeras, en hadas; y a las montanas en mundos extranos v fantasticos! A las 6. 30, cambio completo de decoracidn, eon puesta de sol maravillosa, colorando la superficie de las aguas con tintas de carmfn y de oro, Una hora despues, et-haba el vapor anclas cerca de la barra del ri'o de OcotUn. En laregidndel Nor¬ te, ternpestad formidable. Viento muy fuerte y hu- medo; relampagos soberbios iluminando vastisima re¬ gion de las montanas jaliscienses y de la sierra Mi- choacana. Truenos, rayos y agitacion violenta de las aguas encolerizadas por el huracdn. jQu6 impo- nente espectdculo! En la tarde, la gloria de la na- turaleza risuena, m^gica y seductora! |En la noche, lo tenebroso, lo imponente, lo desolador! Un reme- do del Juicio Final, de la destruccion, del cataclis- mo universal, parecia esta tormenta, digna de la bro- cha de Turner, de una creacion del Dante, 6 de una interpretacion de Milton! Saltaba a una canoa que habla trafdo lena para el vapor, y haciendome & la vela por el rlo de Oco- tlan, contaba los minutos por llegar £ puerto de sal- vamento. Un reldmpago tras otro iluminaba el an- fiteatro sublime de agreste cordillera, y de esas mon¬ tanas envueltas en la oscuridad de noches de siglos, con su silencio aterrador, sus tesoros escondidos y sus leyendas de brujas. Bajo el peso de esa tormenta y de ese espect^culo grandioso, abandon6 el Mar Cha- p&lico y sus encantadoras orillas. Era en vano es- perar la aparicibn de los astros. Solo el reUmpago, eldctrico. desfcello de la Creacion. sustituiria fugaz la momentanea iluminacion de esa tenebrosa escena. Imponente, como lo que es obscuro, grande, eomo to- do lo que proviene del Creadoi.l FT2T. INDICE. CAPITULO 1. I La Ciudad Beina.—Arribo, vagancias e impre¬ siones. CAPITULO II......II Wadil-ad Jara.—Mas vagancias. En busca de lo desconocido. CAPITULO III.29 La gran Basilica.—Impresiones del arte exter¬ nal e internas. CAPITULO IY. 71 Una tarde en San Pedro Tiaquepaque. (Arte del alfarero.) CAPITULO Y.:. ..89 Historia del Hospicio.—Horas sentimentales en el de Guadalajara. CaPITUL^ VI.... .115 Vagancias matutinas.—Impresiones recreativa.s e instructs vas. El Liceo de Varones. El Mu- seo Industrial. CAPITULO VII.149 Vagancias nocturnas.—Beflexiones e impresio- ties. En la Plaza de Armas. Prente al que fae Palacio de Medrano. En el Teat.ro, dentro y flier a. K/ CAPITULO VIII.. . . ..177 Un dia en Juanaeaflan.—Frente al Niagara mexicano. CAPITULO IX.... .191 La Penitenciaria-Escobedo. — Impresiones. El mundo del crimen. CAPITULO X.217 Arte y artistas en Guadalajara.—La Musica, La Pintura, La Ceramica, Los Temples y las Creaciones Religbosas. o CAPITULO XT... .253 La Biblioteca Piiblica.— Horas intelectuales.— Entre los libros. CAPITULO XII... 27 3 Crepusculo vespertine en el Santuario de Gua¬ dalupe. Ante la tumba de Pray Antonio Al¬ calde. Su corazon. El Monje. El Obispo. El Pilantropo. CAPITULO XIII.!.295 El grandiose Hospital de Belbn.— Impresiones de una visita. Entre vivos y muertos. CAPITULO XIV. .313 j A dibs, Guadalajara!—En busca del Mar Cha- pdlico. Al traves dela Sierra. CAPITULO XV ... .^325 El Mar ChapdlicoA-En sus orillas y sobre sus ondas. Impresiones finales. Escrupulosidad, limpieza y exactitud en el des- pacho, el que se hace a tod.* hora del dfa y de la no- ehe. — Unico deposito de las afamadas tinturas de Asencio, para tefiir de negro y castano el pelo crca- neeido. Gelatina tenffuga de" Asencio, infalible para arrojar la solitaria y demG parasites intestinales; es agraddble al paladar, v no hay neeesidad de tomar purga#.e. .Recoin endada per Goetores de esta ciu- dad. Hay para niiios y para adultus, CASTILLO & ZULI1GA. 9999 ? 9999999999999 ? 9999999 ? 999-99999999999 COMERCIANTES ESTABLECIDOS EN EL ANO DE 1,869,' <;•; G U A D A L A J A R A. y JALISCO. MEXICO. Avenida Colon y Loreto letra A. Surtido completo de efectos de abarrotes Na- cionales y Extranjeros. Vent cls por mayor y menor. Deposito de maiz, frijol, panocha, harina, vino mezcal, azucar, arroz, sal, ete., etc. Fabrica de cerillos, marcas propias, 11 La Reyna de Occidenten y “Vesubio. n Especialidad en papeleria, loza, cristal, vinos y licores, cigarros de las marcas mds acreditadas de la Republica, articulos de droguerfa y merceria. 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