. *• ; „ *1 £Q / I DE LA FILOSOFIA EN LA HABANA. DE U M0S0FI1 EI U MB.H.1. DISCURSO POB D, JOSE MANUEL MESTRE, DOCTOR EN FILOSOFIA Y CATEDRATICO DE LA MISMA FACULTAD EN LA REAL UNIVERSIDAD LITERARIA. SEGUIDO DE UNACAETA INEDITA DEL I»bro. I>. Felix Varela, Y TJN ARTICULO DEL IDr. D.Jose Z. Gonzalez del "Valle. HABANA. IMPRENTA "LA ANTILLA." CALLE DE CUBA N. 28. 1862. - & 'o, 1 » ' . ' .' , A LA MEMORIA GRATISIMA DEL Sr. D. JOSE DE LA EUZ, EL MAS SABIO, EL MAS VIRTUOSO, EL MAS BUENO ENTRE LOS CUBANOS, DEDICA ESTE PEQUENO VOLUMEN, COMO OFRENDA BE SU ENTRASABUE Y FILIAL AFECTO, DE LA FILOBOFIA EM LA HABAKA. DISCURSO !ELeido poi* sii antor enla iiiaugTjracioii del Cm-so academico de 1861 a 1802, en la Real Univci'sida d IJtei-aria. (Setieiiibre 22 delSGl). Entre todos los seres que pueblan la fax de la tierra, el hoinbre es el linico a quien es dado recoger la herencia de sus antepa- sados. Las obras maravillosas del instinto no han experimentado alteracion en sti transito al traces de los sigios ; y al dia si- guiente de la creacion fueron construidas tan perfectas como hoy se ofrecen & nues- tros ojos adinirados. El sello del tiempo '■■ b DE LA FILOSOFIA EN LA HABANA. no se deja notar ni en la cabana del castor, ni en el panal de la abeja, ni en la cueva del topo, ni en la ingeniosa cesta donde el ave anida sus polluelos. Entretanto las ge- neraciones de los bombres ban ido trasmi- tiendose como un legado precioso todos los adelantos conseguidos en cada epoca ; la generacion nueva recibe el illtimo aliento de la generacion que se va, se inspira con el, y prosigue su camino. El edificio que un siglo no ba podido terminar, lo conclu- yen los que le suceden. La idea que co- menzo k germinar entre los bombres de ayer, los bombres de boy la fecundaran, y acaso consigan llevarla basta su ultimo de- sarrollo. Cada idea tiene su genealogia: su oriente en que aparece con luz indecisa y poco perceptible ; su zenit en que aluml >ra y vivifica toda la tierra. Cada epoca de la bumanidad encierra una sintesis de todas las que leban precedido : despojad al hom- b're de su pasado, y lo anulareis completa- mente ; como lograriais secar el rio mds caudaloso, si pudierais separar de el las go- DE LA FILOSOFIA EN LA HABANA. 7 tas de agua que le enviaron sus manantia- les. Por esa razon, sin duda, ban adquirido tamana importancia los estudios historicos en nuestros tiempos ; por esa razon tambien vemos que la ensenanza de ]a Filosofia, A la cual quiero especial mente refer irme, ape nas se liace fuera del terreno de la critica, Reparad si no lo que sucede en las mas im portantes Universidades y Golejios de Eu ropa: — ved k Leveque estudiando el espi ritualismo del sigloVIII, A Alberto el Gran de y Santo Tomas de Aquino ; k Emilio Saisset, el sucesor de Damiron, explicando las ideas platonicas ; £ Julio Simon ocup&n- dose de la Historia de la Escuela de Ale- jandria; a Pablo Janet analizando la dia- betica en Platon y en Hegel ; y os persua- direis desde luego que por todas partes pre- dominauna marcada tendencia £ clerivarla exposicion de las doctrinas filosoficas del examen de aquellas que en las epocas pa- sadas ejercieron mas influencia en los des- tinos de la humanidad ; como si se quisie* 8 BE LA FILOSOFIA EN LA HABANA. ra no separar un punto la vista cle la gene- ration con que lian ido adquiriendose los conocimientos liumanos, segun la frase de Tibergliien. Ecliemos tambien nosotros siquiera una ojeada sobre elpasado; ytratemos de encon- trar en el la explication del presente ; que no seri faera de lugar, por cierto, ese prop 6- sito en los momentos en que nos prepara- mos para dar otra vez principle a nuestras tareas universitarias. En un pais joven como el nuestro no ten- dremos que buscar en una feclia muy re- rtiota la inieiacion del movimiento cientifi- co y filosofieo. Tampoco pasan de media- dos del siglo ultimo 1ms noticias que res- pecto d ese particular nos han conservado, la tradicion por una parte, y por otra algu- nos documentos cuidadosamente recojidos por los aficionados & ese genero de investi- gaciones; pero segun dichas noticias, pue- de afirmarse que por esa epoca, y durante mucho tiempo, la filosofia escoldstlca fue la predominant^ y aun pudiera decirse la BE LA FILOSOFIA EN LA HABANA. 9 ilnica, en la Isla cle Cuba. Aristoteles y los mas notables filosofos de la edad-media, con sus tendencias formalistas, logicas y regu- ladoras, eon sus distinciones entre elfondo y la, forma, con sus estudios sutilisimos, con sus silogismos y sus universales, eran los maestros exclusivos de todas las escuelas. En la Real y Pontificia Uni\ r ersidacl, el primer establecimiento erigido en esta ciu- dad para la enseiianza literaria (1728), la de las Artes, 6 sea de la Filosofia, se cifra- ba principalmente en el estudio de la L6- gica y de los dos libros de Generations et Gorruptiom, de Aninvi et Mstaphinca. Y con decir esto, quedadicho todo, 6 en terminos mAs explicitos, queda consignado que los primeros tiempos de nuestra vida inteleetual fiieron casi completamente per- didos para el adelanto de la ciencia. La Es- col&stica, en efecto, y sin que esto sea des- conocer su merito y su importancia, nunca proporciono al pensamieiito una esfera a proposito para su evolucion natural y legi- tima, antes par el contrario, encerrandolo 10 DE LA FILOSOFIA EN LA HABANA. en un circulo de hierro , redujo k menudo- la fllosofia A un niero formalismo, no vaci- 16 en sacrificar mil veces la esencia al acci- dente, y convirtio por fin en arte mec&nico el noble ejercieio de la inteligencia. Entre nosotros, la Escolastica no dejo de ser lo mismo que en Europa, lo mismo que en todas partes: superfieialidad deplorable en las cuestiones cardinales de la metafisi- ca, al lado de las mils ingeniosas investiga- ciones y de distinciones profundisimas ; for- mulas li tiles y racionales, junto con pueri- lidades lasmasinconcebibles. He aqui sus car&cteres; deseollando sobretodos ese en- eadenamiento en que perpetuamente era mantenida la accion inteleetual, sin permi- tirsele seguir otro eamino que el del raeio- cinio silogistico. Mas u el raciocinio conclu- ye; pero no establece," como decia Bacon, y de alii resultaba que el pensamiento, siempre impeliclo por la mano de Dios, siempre movido por el misterioso resorte de su aetividad, ora se agitaba con febril ex- citacion dentro de los confines en que se DE LA FILOSOFIA EX LA HABANA. 11 sentia encerrado, ura intentaba salvarlos eon osado impetu en pos de una verdad an- lielada. He diclio dntes que no desconocia ni el me- rito, ni la importancia de la EscoMstica ; y ailadire aliora que lejos de despreciar bus delicados porinenores y aim sus sutilezas, me las explico perfectaniente atribuyendo- las a esa necesidad de movimiento que ex- perimenta nuestro espiritu eminentemente activo por su esencia; necesidad que en la esfera del escolasticismo habia de satisfa- cerse con aquellos ejercicios de deduccion que constituian el raciociniu formulario, con aquellas distinciones y apreciaciones tan intrincadas, con aquellas luchas, en que considerando el argumento como fin y no coino medio, y discutiendose por el mero placer de discutir y nada rnas, k vueltas de grandes alardes de ingenio se conseguia bien poco proveclio para la ciencia. Para precisar con toda exactitud rai pensamien- to dire, que las sutilezas escol&sticas me re- cuerdan unas veces esos trabajos exquisi- 12 DE LA FILOSOFIA EN LA HABANA. tos, prodigies cle paciencia, que & menu do lian sido elaborados en las eeldas de las penitenciarias ; otras el vuelo desasosegado del ave quedetras de los hierros de suj&u- la eclia de menos su perdida libertad. Pero Cuba no podia perinanecer por mu- ck tiempo entregada a las frioleras del peripato, como con perspicaz oportunidad llamaba & las formas dela escuela, en 1769, el Ilustrisimo Sr. Obispo D. Jose de He- cliavarria, cuando la Europa culta les ha- bia dado completamente de maiio; y en es- pecial, cuando desde 1768, el gran Rey Carlos III habia por Real Cedilla man da-' do redacir kjiistoslimites la sutileza delos escoldstlcos. Y asi sucedio. Uno de I03 varones mas respetables que recuerdan los fastos de nuestro pais, el Pbro. Dr. D. Jose Agustin Caballero, miem- bro de la Universidad, redacto por el ano de 1797, y en latin, Unas leccioiies de Fl- losofia edectica, que constituyen la primer obra escrita entre nosotros con propensio- nes reformadoras. Nunca esa obra lia sido DE LA FILOSOFIA EX LA HABAXA. 13 dada a la estampa; pero ateniendome alas noticias que acerca cle ella publico el ma- logrado D. Jose Zacarias Gonzalez del Ya- lie (*) dire, que aunque se titula Filosofia ecleetica, dista mucho de hallarse desimpre- sionada del dogma de Aristoteles, si bien ruuestra gran desprecio por las frivolas dis- putas escolasticas, adhiriendose al atinado parecerde Melclior Cano. El Dr. Caballero, con dar el primer paso, lo dio no obstante muy grande, j especialinente en cuanto co- menzo a prepararla introduccion delas doc- trinas de Descartes, cuyo nombre apenas ha- bia sido proferido liasta entonces. La Fi- losofia eclectico. estd solo consagrada k la Logica que se desenvuelve por el orclen de las tres operaciones principales del enten- diiniento, la aprehension, eljuicio j el dis- curso, segun la clasificacion de" la secta sen- sualista; maravillando, dice el citado G. del Valle, la claridad y consecuencia con que en toda la obra se observa este plan. (*) Yease el Apendice. 14 DE LA FILOSOFIA EN LA HABANA. Y no fue esa la oinica manifestacion de mejoramiento intelectual que aparecio al principio del presente siglo corao precurso- ra de una era de mayor adelanto y perfec- cion. En una obra tan interesante corao euriosa que acaba de publicar mi querido maestro y amigo D. Antonio Baehiller, (1) y A la cual debo algunos de los datos de que estoy ocup&ndorne, se dice que en 6 de Agosto de 1810, el P. Fray Laurea. no Almeyda, profesor de Filosofia del con- vento de S. Agustin de esta ciudad, presi- dia un acto publico en el que, entre otras proposiciones, se sostuvola siguiente : "Om- nibus prseferens est methodus cartesiana ;" y se trataron todos los ramos de la ciencia segun las clasificaciones de la epoca : logica, metafisica, moral, y fisica especulativa, mas bien que experimental. Los mismos domini- cos, afirma tambien el Sr. Bachiller, demasia- doilustrados para no ceder ante la fuerza de la razon, reconocieron mds de una vez la in- suficienciay los vicios de la escoldstica; mien' tras que el R. P. Fr. Joaquin Morales cen- DE LA FILOSOFIA EN LA HABAXA. 15 suraba severainente sus extravios en el cur. so publico que profeso en el convento de Nuestra Senora de la Merced. Por lo de- mas, segun se expresaba el Pbro. D. Felix Varela en su correspondencia privada con un amigo, puede asegurarse que fueron elec- ticos todos los discipulos del Dr. Caballe- ro, el cual defendio siempre las ideas pura- mente intelectuales, siguiendo A Jacquier y k Gamarra; que el Sr. O-Gavan, sucesor de Caballero, vario la doctrina admitiendo el sensualismo ; yque liubo una epoca en que en la Universidad de la Habana se ensena- ba el sensualismo absoluto, en el Seminario el sensualismo qn^ pudiera llamarse mode- rado por aceptar algunas ideas purarnente intelectuales, y en el convento de S. Agus- tin, las ideas innatas segun Purchot. Y pa- ra dejar concluido este punto anadire, que en el convento de San Francisco, Altieri era el texto preferido. La verdadera regeneracion filosofica, sin embargo, no vino & iniciarse entre nosotros hasta que la tom6 & su cargo uno de esos 16 DE LA FILOSOFIA EN LA HABANA. liombres superiores, cuyo paso por la tierra deja un rastro imperecedero, cuyo nombre vive en la memoria de todos, y se transmite de padres dliijos con religioso respeto. ^Ne- cesitare deciros ese nombre? jNo lo pro- nuncian ya vuestros labios? ^No la ten ya todos vuestros corazones? El Pbro. D. Felix Vauela (2) fue quien en realidad extirpo las xiltimas raicesdel es- colasticismo, fue quien dio eficaz impulso k la propagacion de las doctrinas de Descar- tes entre nosotros, fue quien, restaurando los fueros de la razon, lanzo al pais en una nue- va vida intelectual. Mengua era, en verdad, que desde muclio antes noliubiese tenido principio tan indis- pensable y natural reforma. cuando tan ade- lantada se encontraba ya en el munclo cien- tifico la obra del Padre de la Filosofia mo- derna. El Metodo de Descartes, devolvien do al hombre el uso legitimo de la inteli- gencia de que lo dotara el Supremo Hace- dor, excudrinando en la conciencia la natu- raleza y alcance de las facultades del espiri- DE LA FILOSOFIA EN LA HABANA. 17 tu, creando la verdaclera psicologia, liabia dado A los estudios filosoficos un atinado y eficacisimo impulso, itnpulso k que la cien- cia obedecera mientras no se extravie, y que eonstituye el sello caracteristico de la filo- sofia de nuestra epoca. JNTuestras escuelas enipero, se rnantuvieron durante un largo transcurso de tiernpo, conio se ha visto, le- jos de la esfera de accion de tan saluclable progreso : indiferentes £ la revolucion que en cuanto tenia que ver con el desarrollo de las ideas, se liabia verificado, seguian, salvo las excepciones que indique, consa- gradas a sus entretenimientos ergotisticos, defendiendo los mas insostenibles errores y las mas rancias preoeupaciones, y constitu- yendo un sorprendente anacronismo-respec- to de los adelantos conquistados por el si- glo diez y nueve. Asi es que la obra del Padre Varela fue entodos conceptos meritoria y dignade nues- tra profunda gratitud ; de tal manera, que aun cuando sus doctrinas no siempre hu- bies /j n sido intacliables, m&s todavia, que 18 DE LA FILOSOFIA EN LA HABANA. aim cuando bubiese incurrido en contra- dicciones y errores palmarios; no obstante, siempre tendria un ineoncuso dereclio k ser miraclo como la fuente e inspiracion de nues- tra vida intelectual. ^Descartes mismo, es- tuvo exento por ventura de errores? gNo se nota cierto car&cter indeciso y exclusivo en los principios de sa doctrina? (No in- currio k veees en trascendentales inconse- cuencias? jY que importa todo eso! Tales decepciones, bijas de la bumana flaqueza, son nubes demasiado tenues para eclipsar nn punto ese monumento magnifico dedica- do k la verdad, que se llama el metodo Car- tesiano : son faltas demasiado insignifican- tes, para bacer perder en lo mas minimo su valiosa importancia k lagrande empresa de la manuinision de la inteligencia. Descartes levanto al bombre del polvo, donde se ar- rastraba como un miserable reptil, y lo co. loco en el pedestal de la personalidadi Pero volviendo A Varela, no vaya A en- tenderse que tan solo k merced de semejan. tes consideraciones lo juzgo acreedor al DE LA FILOSOFIA EN LA HABANA. 19 puesto mas importante en nuestra reduci- da galeria filosofica. No por cierto ; hay en las doctrinas y ensenanza de nuestro in- signe compatriota nn indisputable merito intrinseco, que el mas breve examen de las obras que nos ha legado es suficiente a coru- probar. Desde luego la primera de ellas en el 6r- den cronologico, de la cual se publicaron los dos primeros tomos en latin bajo el ti- tulo de "Institutiones Philosophic Eclecti- cs ad usum studiosae juventutis (1812)", y el tercero en castellano (1813), estd signi- ficando, en esa misma diferencia de forma, la lucha con que Yarela inauguraba su no- ble tarea. La forma latina era sin duda nn homenaje al pasado, una transaccion si se quiere con el anejo sistema, y de ello es una prueba evidente la disculpa que el Padre Varela se creia en el caso de dar en el pre- facio de sus Instituciones de Moral : "aun- qne las dos primeras partes de estas insti- tuciones filosoficas, decia, se imprimieron en latin, escribo la tercera en castellano, pox v 20 DE LA FILOSOFIA EN LA HABANA. esperarse que en el nuevo plan de estudios se mande ensenar en el idiorna jisArio, segun eljuicio de los mejores 6-abios, y no precisa- vientepor el deseo de innovar" Pero si vemos A nuestro filosofo con esas vacilaciones al dar principio A su interesan- te mision, niuy otro es el espectaculo que nos presenta su combate cuerpo A cuerpo con el escolasticismo, y su trabajo de rege- neracion. El mismo titulo de su primera obra estd proclaniando el proposito que lo aniraaba : al llamar el Padre Varela eclectica A su filosofia, quiso significar que sacudien- do el yugo de la escuela se revelaba contra el magister dixit, que tan autorizado se en- contraba. "Nullum sequimur magistrum, hoc est, in nullius verba juramus." (3) Larga y extempor&nea empresa seria la de seguir paso A paso la trabajosa tarea del Padre Varela, deteniendonos en analizar su doctrina ; mas cumple, si, A mi objeto el con- signar aqui los rasgos caracteristicos de esa admirable ensenanza, deque han resultado tantos beneficios para el progreso intelec- DE LA FILOSOFIA EN LA HABANA. 21 tual del pais; de que ha surgido, k no du- darlo, la epoca en que vivimos. JSTo me ocupare, pues, detenidamente de cada una de las obras en que esa ensenan- za se contieno, sino que procurare presentar el cuadro de ella de la mejor manera que me sea posible, aunque a la verdad con grande desconfianza de realizar satisfacto- riamente mi intento. A primera vista llama la atencion la per- fecta y estrecha correspondencia que existe entre las obras del Padre Varela, de mane- ra que en todas ellas no se nota mas que nil mismo pensamiento y una misma ten- dencia. Sea que consideremos las "Insti- tutiones Philosophise Eclectics," 6 que pase- mos al elenco de las doctrinas de Lojica, Metaficica y Moral, que fueron explicadas y sostenidas en 1816 por varios alumnos del Seminario de San C&rlos, 6 que exami- nemos la "Miscelanea filosofica", 6 que nos detengamos en las celebres "Lecciones de Filosofia", (4) siempreen eontramos A Vare- la igual k si mismo; aun mas, siempre halla- 22 DE LA FILOSOFIA EN LA HABANA. mos el propio plan, sin otras moclificaciones que las de forma puraraente exigidas por las circunstancias especiales de cada una de las obras mencionadas. La Logica del Padre Varela, qitce men- tern dirigit, es una verdadera 16gica, llena de buen juicio y de tino, que debio produ- cir una profunda impresion de sorpresa en los exaltados e incansables disputadores de la epoca, y que en mi sentir basta por si sola para comprobar la elevacion de espiri- tu y de miras de su distinguido autor. An- ticipado el estudio de ese ramo al de la Psicologia, en las notabilisimas Constitucio- nes del ColegiodeS. Carlos (1774), de la misma manera que hoy sucede en nuestra Universidad, Varela se vio en el caso de hacer frecuentes incursiones en el campo de la coneiencia en sus tratados sobre la Di- rection del Entendimiento ; no siendo por tanto extrano encontrar en estos inuchas cuestiones enteramente psicol6gicas ; como son por ejemplo, las que se refieren d las operaciones intelectuales, en todas sus fa- DE LA FILOSOFIA EN LA HABANA. 23 ces, y mas particularmente £ la Estetica^ en la cual se tenian muy presentes, ya por acep- tarlas, ya por conibatirlas, las doctrinas del erudito Arteaga. Pero fuera de tan expli- cable confusion, de que en nuestros dias no nos veraos libres aun por la razon indica- da, nada mas avanzado y bien entendido que la Ldgica del Padre Varela. En ella, procurando dirigir el entendimiento en la investigacion de la verdad, se encomiaban los servicios del analisis, dandole la mayor importancia; se estudiaban acertadamente los signos y sobre todo el len.guage; se ata- caban de raiz los errores y proocupaciones ; se introducia el cultivo de los estudios lier- meneuticos (prop. 42 del elenco de 1816); y en fin, se *ensenaba la verdadera y legiti- ma argumentacion. Hay rasgos que bastan para fijar la fisonomia de las personas, coaio el caracter de las doctrinas, y asi no pnedo prescindir de citar uno que sera ademds el mejor resiimen de todo lo que dejo consig- nado: al ocuparse Varela de los obstaculos de los conocimientos humanos, dice respecto 24 DE LA FILOSOFIA EN LA HABANA. de la autoridad que es "el principio de una veneracion irracional que atrasa las ciencias, ocultando muchos su ignorancia bajo el frf- volo pretexto de seguir A los sabios", y que "la autoridad divina es la faente de la ver* dad, procediendo el que se somete A ella con arreglo a la recta razon, si bien es muy fre- cuente el abuso de este principio sagrado, haciendole servir A las ideas humanas con perjuicio de las ciencias y ultraje de la reve- lacion." "Hides in divinis; in humanis vero ratio et experientia, sunt unice veritatis ad- quirendse media." Hoy estas doctrinas son sin duda las generalmente ad mi ti das, A tal punto que el sostenimiento de las eontrarias causaria liasta escdndalo en el terreno de la ciencia; mas para comprender el merito del padre Varela, traslaclemonos, senores, A los principios de este siglo, y tomemos en con- sideracion el deplorable atraso de que en- tonces adolecia nuestra sociedad. En cuanto A la materia de la argumenta- tion no debo pasarla en silencio, siendo uno de los puntos en que mas principalmente se DE LA FILOSOFIA EN LA HABANA. 25 advierten la decidida guerra que Varela de- claim al escolasticisino y la saludable refor- ma de que fue entusiasta introductor. Va- rela que llamaba al escolasticismO arbol es- teril que espreciso cortar, procuro extirpar- lo con toda la energla de su alma y el poder de sus distinguidos talentos: unas veces ata* c&ndolo con irrefutables argumentos, otras cubriendolo del m&s picante ridiculo y abrum&ndolo con todo el peso de su despre- cio. Varela persigue al escolasticisino y con- centra sus atinados esfuerzos en abolir aque- llas hagatelas, "que introdujo el capricho, re- pugno la naturaleza, y resistieron las cien- cias," (prop. 43, Elenco de 1816) y en re- comendar A losjovenes, que medita-sen mu- cho y disputasen poco, para la mejor rectifi- cacion de su espiritu. (5) No fue sin embar- go muy f&cil la victoria: amiiganse de tal nlanera las preocupaciones y los errores en el dnimo, que por lo general se dificulta en extremo el arrancarlos; como si la semilla del mal encontrase terreno k proposito para su desarrollo en la naturaleza del hombre- 26 DB LA FILOSOFIA EN LA HABANA. Muchos anos transcurrieron dntes que el es- colasticismo hubiese clesapareciclo cornple- tamente de entre nosotros, £ punto que era el auo de 1827 cuando todavia en la intro- duccion k la tercera edition de la Miscelanea filosojiea, se quejaba Varela de que aiin tu- viese defensores la Logica escoUstica, "bien que su niimero fuese muy reducido." Debo advertir aqui, que sin embargo de lo que acabo de apuntar, no pueclen mi- rarse como uua prueba de la exiatencia del peripatetismo, las explicaciones que en 1839 daba en la Universidad D. Jose Zacarias G. del Valle, como catedr&tieo substituto del Texto aristotelico. El estudio del filosofo de Estagira no se liacia ya sino en un con- cepto enteramente historico, sin adorarlo por idolo, ni jurar en sus palabras, y mds bien con el objeto de reliabilitar su memo- via, tomando en cuenta sus meritos relevan- tes; meritos que, segun Luis Vives, no pue- den alcanzar los que se encuentren despro- vistos de erudiciou y profundidad, pondus nonferentes tantcs doctrince. No podia ser DE LA FILOSOFIA EN LA HABANA. 27 menos, cuando la llaniada "c&tedra del Tex- to" se hallaba & cargo de un profesor cle tan superiores talentos y de tanta instruc- cion como mi nunca olvidado Jose Zacarias Gonzalez del Valle. Pasando aliora A tratar de las doctrinas de Metafisica, quce rerum universale^ pro- pietates, resque insensibiles contemplating y de Moral, quce mores ivformat, ensenadas por el Padre Varela, notarernos que en lo general se encuentran tan ligadas en sus obras que seria muy dificil deslindarlas con exactitud. Unicameute en el ya citado Elenco de 1816, y en la Misceldnea filosofi- ca encontramos tratadas por separado algu- nas cuestiones de Outologia; mas en la pri- mera de diclms obras solo se ve la enuncia- cion de los principios; rnientras la segunda, como lo indica su tftulo, es una interesante recopilacion de las cuestiones mds funda- mental es de que Varela se ocupo en las dife- rentes faces de los estudios filos6ficos. Para dar una idea de la Ontologia explicada en el Elenco, me bastard hacer presente que 28 DE LA FILOSOFIA EN LA HABANA. en el concepto de Varela, los nietafisicos ban hecho de ella "un conjunto de sutile- zas y iin germen de cuestiones, por creer que existen las cosas a que se refiere, no siendo dicha parte de la Metafisica, sino una ciencia de nombre, en que aprendemos solamente las demostraciones generales que se les han dado k los seres de la natu- raleza, segun el diverso modo de conside- rarlos." Despues de fijar este antecedente? pasa el filosofo k combatir ''las preocupa- ciones antiguas" de que la sustancia es al- go que estd debajo de los accidentes, como si fuera distinta de ellos, de que puede aver igu arse el constitutivo de esa eustan- cia, y de que son conocidas las esencias; er. rores en que incurri6 el mismo Condillac, de quien Varela se muestra k menudo muy apasionado. Por lo que tocad la conexioh estableci- da por Varela entre la Psicologiay la Mo- ral, bien se nos explica con tener en cuen- ta que aquella es la base y fundamento de esta, y que la Moral, tras de liaber sido por DE LA FILOSOFIA EN LA HABAXA. 29 muclios anos an capitulo rods 6 menos im- portante de la Teologia, en que bajo el nombre de Casuistica, solo se trataba de la resolution de problemas tan incondu- centes d la practica de la ley del bien, co- mo intrincados y ridiculos, no podia jnar- char por si sola, con la suficiente vida pro- pia en los primeros tiempos de su emanci- pation. La Psicologia de Varela es por otra par- te bien poco complicada. El alma 6 la men- te, segun el, esesencialmente activa, "siera- pre estd operando, y por consiguiente siem- pre piensd, aunque no siempre reflexiona;" con lo cual d su modo de ver se forma nn juicio prudente sobre la disputa de los Cartesianos y Lockianos. Solo tiene dos facnltades, pensar y querei*; la sensacion estd en el cnerpo; no haciendole fuerza al- guna al filosofo la dependencia mediata 6 inmediata en que todos los nervios se en- cuentran respecto del cerebro, para admitir que este sea el sensorio eomun, pues nie- ga con Buffon tal prerogativa d ese orga- 30 DE LA FILOSOFIA EN LA HABANA. no, y sostiene terminantemente que "todos los nervios y membranas sienten en cual- quiera parte sin necesidad de propagacion hasta un punto determinado," y que "es- tando la sensibilidad en todo el sistema nervioso, y siendo la gran tela oblicua, 6 el diafragma, como el centro del hombre y del expresado sistema, puede llamarse centro del sentimiento" Es de advertirse que Varela, siguiendo k Buffon, llama sen- timiento k la sensacion agradable 6 des- asradable. No es ciertamente mi objeto el liacer un estudio critico de las doetrinas de Varela: me he propuesto linicamente seguir con r£- pida mirada la evolucion de las ideas filo- soficas en nuestro pais, dando cuenta de las influencias que liayan podido modificar- las y conducirlas A mayor grado de perfec- cion. Mas al llegar al punto que nos ocupa, seame licito decir, en explicacion de la teo- ria que le sirve de base, y sin embargo de hallarme en completo desacuerdo con ella, que no liay errores m&s disculpables que DE LA FILOSOFIA EN LA HABANA. 31 los que se cometan trat&ndose de las vela- ciones del ahna con el cuerpo. Media, en efecto, en esas relaciones un enigma impe- netrable para la corta vista del hombre; enigma que profundos filosofos se han afa- nado vanamente en descifrar. (6) La fisiolo- gia estudia las funciones del organo, y A traves de los nervios, de esos hilos ad- mirables que transmiten al cuerpo las orde- nes del alma mds velozmente aiin que el telegrafo Ileva la palabra, sigue la huella de las impresiones hasta llegar al cerebro. La Psicologia, por su parte, examina el fe- nomeno espiritual en la conciencia, encuen- tra alii el deseo, analiza el mandato que imperiosamente dirige el alma al cuerpo; mas al tratar de determinar corao se veri- fica su transmision, se ve forzada A dete- nerse. Las dos ciencias se encuentran se- paradas por un misterio profundo: se alar- gan la inano en medio de las tinieblas; pe- ro no consiguen alcanzarse: sus confines se hallan demasiado distantes! Concluyendo la exposicion de las opinio- 32 DJ3 LA FILOSOFIA EN LA HABANA. nes psieologicas de Varela, dire que si bien define k la idea, "la imAgen del objeto," agrega que con esto no se explica su ver- dadera naturaleza, que es enterarnente dis- tinta de la del objeto representado, sir- viendo solo diclia definicion "para guiar- nos en el orden ideol6crico, 6 sea en las re- laciones de nuestras ideas con los seres exteriores." "La naturaleza de una idea, anade, no admite explieacion, es una cosa enterarnente distinta de las demds que ex- presan nuestras palabras, y en este sentido podiamos decir, idea es idea; ninguna otra respuesta adelantgrd mds." Por lo dem&s, Varela establece que "la memorial estd solo en el espiritu dependiendo de la conexion de las ideas," trata con singular maestrfa todas las cuestiones que se refieren k la simplicidad del alma, k su espiritualidad, k la libertad del albedrio, y k la inmor- talidad, y levantando despues la inirada k la causa de todas las causas, exclama desde lo mds intimo de su sen "Dios es un ente perfectisimo, nadam&s podemos decir; DE LA FILOSOFIA EN LA HABANA. 33 su existencia la publica abiertamente la na- turaleza, la comprueba el consentimiento de los pueblos, y la evideneian las ra- zones metafisicas; la verdadera filosofia su- po siempre cual era su origen, le confeso y acato; m&s los falsos filosofos ban querido diriffir sus debiles saetas al trono del Eter- no, cuya simplicidad, unidad, justieia y providencia sostendre siempre contra los enibates de liombres tan alucinados." Especialmente enlo que atane & la liber- tad de albedrio, Varela se nos presenta con todo el brillo de su clistinguido talento, con todos los tesoros cle la m&s rica eru- dicion, con tod a la energia de una argu- mentacion solidisima. Cuantas cuestiones guardan relacion con esa materia se en- cuentran acabadamente dilucidadas, asl en las Instituciones de filosofia eclectica, como en el Elenco de 1816, y en el Tratado del Hombre de las Lecciones de Filosofia. En la primera de esas obras, sobre todo, se Iia- ce el estudio mds detenido y completo, des- menuzando una por una todas las objecio- 34 DE LA FILOSOFIA EjS t LA HABANA. lies que se ban lieclio al libre albedrio, y refutando victoriosamente A Bayle, Spi- nosa, Helvecio, Leibnitz, Voltaire y Dide- ' rot. En el Elenco, en realidad, no se liace m&s que concentrar en m&s redacido cuadro las mismas doctrinas; expiicandose cuida- dosamente que en la palabra libre se com- prenden las diversas clases de libertad que distinguian los escoMsticos, A cuyas distin- ciones llama Varela, "iniitiies, sutiles, y muchas veees perjudiciales." Pero liablando del libre albedrio, por una muy natural transicion, nos hallamos insensiblemente en el terreno de la Moral, de la que es el eje principal aquel elemento de la actividad del espiritu. Varela lo lla- ma el princijno ejecutivo de las aceiones bumanas, [Instituciones] al paso que de- nomina directive) & la razon, "que dirige las aceiones del liombre, que le es insepa- . rable y proviene de la fuente divina de la verdad." "Lux quaedam moderatrix opera- tionum bonrinis, ei adhoerens divinoque ve- ritatis fonte derivata." En el concepto de DE LA FILOSOFIA EX LA HABANA. 60 Vareia, de la razon dimanan los dict&me- nes que ensefian al hombre lo que es jus- to y constituyen el derecho natural, resu- miendose todos en el amor al bien y en el odio del mal. "La bondad 6 malicia de las acciones no dependen del arbitrio de los Bombres." La razon es, en una palabra, la interprete del derecho de la naturaleza, y Dios el leoislador. En el estudio de las pasiones, Vareia precede con delicado ingenio, penetrando con el escalpelo de su andlisis hasta las fi- bras mds escondidas del corazon; y ya que no nos es dado acompanarle en tan intere- sante tarea, me contentare con resumir toda su doctrina sobre el particular, en la siguiente proposicion: "es un absurdo que- rer destruir las pasiones humanas; pero es una obra de sabiduria rectificar el uso de ellas." Esas palabras est&n en abierta con- tradiccion con las exageraeiones de los estoi- cos, y se hallan en absoluta conformidad con la opinion de San Agustin. Asi se nos figura escucbar aquellas magnificas frase's de 36 DE LA FILOSOFIA EN LA HABAXA. la Ciudad de Dios (lib. IX, cap. 5. ° ): "In disciplina nostra, non tarn quoeritur ntrum pins animus irascatur, sed quare irascatur; nee utrum sit tristis, sed nnde sit tristis; nee utrum timeat, sed quid timeat. Iras- ei enim peccanti, tit corrigatur; contris- tari pro afiicto, ut liberatur; timeri peri- clitanti, ne pereat; neseio utrum quisquam sana consideration reprehend at. ? ' N6, la pasion es buenapor su naturaleza, pues- to que Dios la puso en la esencia de nuestra actividad, y de ninguna manera puede ser su aniquilamiento la -obra de una sana y bien entendida pedagogia. Es menester dejar al honibre como su Creador lo formo: cauterizar y destruir hasta su germen una pasion cualquiera, es comet er una mutilacion sacrilega; es anular comple- tamente nuestra existencia espiritual. La moral de Varela comprende adein&s el an&lisis de las circunstancias que deben tenerse en cuenta para apreciar la morali- dad de los actos humanos, que formula A la manera antigua en el siguiente verso: BE LA FILOSOFIA EN LA HABANA. 37 Quis, quid, ubi, quibus auxiliis, cur, quomodo, quando; y entre las cuales es una de las m&s influ- yentes el temperamento. Al hablar de este punto se descubre en Varela, todavia m&s marcadamente que otras veces, su incli- nacion A las doctrinas del discipulo de Locke: "el alma, decia, (Inst, de Moral, 69), tiene una gran dependencia de su cuerpo, y usa de el para ejercer sus operaciones, en terminos que liasta sua ideas, puede decirse con el celebre Oondlllac, que todas depen den de los sentidos." Tambien einitio Varela sus opiniones, y con sumo acierto, sobre la naturaleza de la conciencia moral, que distingue de l&psiao-* logica, llamando A esta sentido intimo* so. bre las virtudes; y en fin, so ore los deberes sociales y los religiosos. Su moral social quedard, & mi juicio, explicada con la men- cion de las si^uientes conclusiones: "La igualdad social deb-3 entenderse de modo que todos los individuos esten sujetos k la ley, teniendo unos mismos derechos si pro- ceden de la misma manera." "A losojosde 38 DE LA FILOSOFIA EN LA HABANA. la ley todos los hombres son iguales." "L03 individuos de una sociedad tienen un dere- clio & los frutos de su industria y trabajo." "La absoluta comunidad de bienes es un delirio de poetas." "Los vinculos sociales son la virtud y la ley." Esta es definida de entera conformidad con Santo Tom&s: es la voluntad de la soberania constante y justa que prescribe algo bajo ciertas penas 6 pre- niios y se promugapara ser obedecidapor los siibditos. "Es un absurd o decir con el autor del libro del Espiritu, asienta Varela en una de las proposiciones (232) del Elen- co, que las naciones no estan obligadas A guardar entre si justicia alguna porque de- ben considerarse en el caso de los primeros hombres Antes de haber formado sociedad: no solo es quirnerico semejante esta do, sino que aun cuando lo hubiera habido, en el estarian los hombres obligadosd la justicia; siendo falso ademds que las naciones pue- dan considerarse como hombres aislados an- tes de formar sociedad." Respecto & la Mo- ral religiosa, no necesitare decir ni&s, sino DE LA FILOSOFIA EN LA HABANA. 6\) que el Padre Varela la ensefi6 como nn verdadero sacerdote de Cristo; escrupuloso sin fanatismo, despreocupado sin olvidarni en un dpice las verdades que como 1111 teso- ro sagrado guardaba en su pecko, las ideas que proclamaba en su cdtedra no eran en manera alguna distintas de las que mil ve- ces explico desde el piilpito. Nunca aparece Varela mas entusiasta, energico, y vigoroso que en la defensa de sus principios religio sos; y sin embargo, nunca tampoco se ban visto sostenidos y propagados esos princi- pios de una manera mds dulcey persuasiva- La religion de aquel ministro del altar, mo- del o de virtudes, no era una religion kostil y safiuda; era una religion de amor y de paz; ia verdadera religion del Crucificado. Tal fue Varela. Juzguese aliora, despues del imperfecto bosquejo que acabo de tra- zar con mano temerosa, si se le atribuye con fundamento la re^eneracion intelectual de nuestro pais. Combatiendo el escolas- ticismo, rompio para siempre con un pasa- do que parecia kaberse incarnado perdura- 40 DE LA FILOSOFIA EN LA HABANA. "blemente en nuestro modo de ser ; ensendn- donos el metodo cartesiano, nos abrio las puertas de una nueva existencia, y ofrecio ante nuestra ansia de saber los verdaderos e imnensos liorizontes de la ciencia. Pero hizo mas: consecuente al consejo del gran maestro, no se contento con aquella duda metodica y provisional, que no es mas que el elemento negativo del metodo de Des- cartes, sino que dedicando todos sus afa- nes, todas lasfuerzas de su privilegiada in- teligencia, su vida entera a la mision del magisterio, imprimio extraordinario empu- je al desarrollo de las ideas en los mils prin- cipales ramos del saber, y distribuyendo £ manos llenas y por todas partes la buena semilla nos liizo recuperar con admirable rapidez el tiempo tan desgraciadamente perdido, y para decirlo de una vez, nos pu- so de repente en pleno siglo XIX. Y la praeba de que la influencia del Pa- dre Varelaformo realmente epoca en nues- tra vida intelectual, estd en que no tardo en dejarse sentir en todas las inanifestacio- DE LA FILOSOFIA EN LA HABANA. 41 nes 6 aspectos de esa vida, imponiendolea el elevado sello de sus principios y de sus tendencias. Despues de Varela, puede de- cirse que cuantos en su tiempo y en este pais se dedicaron al estudio, cualquiera que fuese la ciencia preferida, otros tantos fue- ron sus discipulos. D. Jose Antonio Saco, explicando laFisica en el colegio de S. Cdr- los, sesrnn las doctrinas vio;entes en las na- dories mas adelantadas de Europa, corno el mismo asegura (7); y D. Nicolas Manuel de Escoveclo, aquel ciego inolvidable, pro- fundo jurisconsulto, y orador sin igual en- tre todos los liijos de Cuba ; £que fueron sino discipulos estimadisimos de Varela? ^Y no fueron tambien sus discipulos: D. Jo- se Agustin Govantes, el maestro de naes tros abogados ; don Domingo Del Monte, el maestro de nuestros escritores y poetas; D. Jose de la Luz, el modelo de todos los maes- tros ; y D. Manuel Gonzalez del Valle, el entusiasta y distinguido fundador de la en- senanza filosoficu en nuestra actual Uni- versidad? Hoy es lioy, y todavia, cada vez 42 DE LA FILOSOFIA EN LA HABANA. que eontemplo & ese respetable y quericlo D. Jose de la Luz, en medio de sus apasio- nados discipulos, doblado si, por la dura mano del sufrimiento fisieo, pero con el co- razon joven y el espiritu elevado, ora fe- cundando las inteligencias de iodos eon los tesoros de la mas vasta y enciclopedical sabiduria, ora comentando admirablemen- te alguna epistola del gran apostol San Pa. bio, ora m&s que todo, edificando eon el ejemplo de su heroica abnegacion por la en- senanza, viene & mi mente el recuerdp de Varela, y su sombra venerable parece coro- nal* el cuadro y benclecirlo! Pero debo ser justo ; hay otro recuerdo que tambien me asalta al evocar el de Va- rela. Es el de un prelado dignisimo, de prendas tan superiores como excepcionaes, y cuya benefica influencia se hizo sentir por donde quiera que alcanzo su pocler : es el del Exmo. e Illmo. Sr. D. Juan Diaz de Es- pada, obispo que fue de esta Diocesis hasta el ano de 1832 en que fallecio. El obispo Espada merecio bien en todos conceptos de BE LA FILOSOFIA EN LA HABANA. 43 este pais, y mientras haya un corazon que se interese por Cuba, ni morird su grata memoria, ni dejard de serle tributado un homenaje de profundo reconocimiento. Con decir que abundando en el mismo espiritu que el Sr. IXechavarria, fue quien dio im- pulso y aiin direccion d los estudios y tra- bajos de Varela, estd hecho t^do su elogio: y para que no parezea exageracion me serd permitido tomar la prueba de ello en una interesante carta inedita del mismo Varela sobre cuestiones filosoficas, d la cual ya aludi dntes, y que muy pronto tendre el gusto de dar d la luz piiblica: (*) "Forme uu eleneo, son suspalabras, en que puse va- rias proposieiones sobre cuestiones especula- tivas, y cuando se le presento al Sr. Espada le dijo d su secretario: este joven cateclrdtico va adelantando, pero aim tiene mucho que harrer; y le hizo notar como iniitiles preci- samente las proposieiones que yo creia mds brillantes. Tome pues la* escoba, para va- (*) Yease el apendice. 44 DE LA FIL080FIA EN LA HABANA. lerme de su frase, y empece &> barrer, de- terminado & no dejar ni el m&s minimo pol- vo del escolasticismo, ni del inutilismo^ co- mo yo pudiese percibirlo." Por eso, y por otras muehas razones, pues el sefiox Espada fae bueno de mil maneras distintas, su muer- te fue verdaderamente sentida, y los mds distinguidos entrelos discipulos de Varela, formaron el proyecto de erigirle una estd- tua en perpetua conmemoracion de sus em- recimientos. Mai pudieramos comprender, A pesar de cuanto queda dicho, la obra del Padre Va- rela en toda su raagnitud, sin fijar nuestra consideracion en los tiempos posteriores £ el, y sin estudiar el desenvolvimiento que en manos de sus discipulos recibieron los germenes y principios fundamentales de su ensenanza. En honor de la verdad, y para ocuparnos de las instituciones Antes que de las indivi- dualidades, debemos reconocer que la Uni- versidad, no obstante que su carActer oficial se lo estorbase, fue acogiendo las saluda- DE LA FILOSOFIA EN LA HABANA. 45 bles reformas de que Varelafue el mas eficaz pfopagador, liasta el punto de que, como ya vinios al hablar del curso sobre el Texto Aristotelico explicado por el Dr. D. Jose Zacarias Gonzalez del Valle, (1839) las doctrinas del Filosofo de Estagira dejaron de considerarse en el mismo predicamento que Antes, y de imponerse como dogmas de fe. Acaso se debieron estos resultados, en alguna parte, & la secularizacion de la ense- Sanza, iniciada en la misma Universidad desde el alio de 1820; acaso fueron liijos tan solamente de la irresistible tendencia hdcia el mejoramiento que naturalmente se desarrolla en nosotros, una vez recibido el primer benefico impulso; pero cualquiera que sea el origen, es lo cierto que la Uni- versidad lle^o tambien k asociarse al gene- ral movimiento de progreso, y que desde que sobrevino la decadencia del Colegio de San Cdrlos, con motivo del plan de estu- dios de 1842, aiin vigente, aquella ha sido la principal guardadora del fuego de Vesta de la ciencia. 46 DE LA FILOSOFIA EN LA HABANA. . Por lo que hace k los continuadores'de la obra de Varela, dignos como lo faeron de tan noble tarea, no dejaron empero de experimental^ en un principio aquellas difi- cultades que trae consigo el planteamiento de toda reforma. Puede establecerse como ley de la actividad del espiritu liumano, que la elaboration del perfeccionamiento de este no se verifica sino de acciones en reacciones. El pendulo separado de su po- sicion de equilibrio solo la recupera des- pues de un gran niimero de oscilaciones. Por una razon andloga, y porque en todo periodo de tnfctsito se procede siempre bajo la efervescente exeitaeion del entusiasmo, nuestra pequeiia repiibliea literaria y cien- tifica se nos presenta, tras de Varela, con cierto aspecto de aparente desorganizacion. Defendido unas veces el sensualismo m&s exagerado; llevado el espiritualismo en otras hasta sus ultimas consecuencias; ad- mitido por estos el infundado e inconse- cuente sisfcema de Bentham (8); al paso que aquellos procuraban introducir el eclecticis- DE LA FILOSOFIA EN LA HABAXA. 47 mo de Cousin) el movimiento filos6fico ofre- cia entonees eierfcamente un espectaculo de confusion y desorden. jPero cu&nta vida en medio de todo! Aquellos errores, aque- llas central iccioaes, aquellas luchas, no eran mas que los borbotones de la savia que la magica palabra de Varela liabia he- eho correr a raudales por las fibras del &r- bol de la ciencia. jCu&ntas verdades al lado de esos errores; cu&nto generoso entusiasmo animdndolo todo con su vivifieante aliento! Por mi parte confleso que ninguna otraepo- ca de nuestra Listeria despierta en mi mds vivo interes que esa en que tan fuertes y ao^itados eran los latidos del santo amor de la verdad. Yo quiero vida para dirigir su desarrollo en el sentido del bien; yo quiero arranques para moderar y rectifiear sus im- petus; lo que no quiero es manejar cadave- res, que no se galvanizar. En efecto, ved conio de esas propias di- sensiones y controversias no tardaron en surgir las mds excelentes doctrinas con ge- neral aprovechamiento. ^Quien negard que 48 DE LA FILOSOFIA EN LA HABANA. lo proporcionan las mismas exageraciones del sensualismo y del espiritualismo? ^No parte cada una de ellas de un principio exacto y positivo? ^No haprestado cada cual importantes servicios k la causa de la ciencia en el punto de vista absoluto y ex- clusive que le es concerniente? Hasta el eclecticismo de Cousin, no obstante su ab- solute careneia de base y de sustancia, nos lia sido conveniente en cierto concepto. Dire con toda franqueza, queestoy muy lejosde ser de los apasionados de Victor Cousin, cuya fisonomia filosofica jam&s he podido definirme: sensualista con Laromiguiere; inclinandose k la escuela escocesa al traves de Royer-Collard; lo vemos tambien aficio- narse k Descartes, corao k Maine de Biran, k Kant como k Schelling y k Hegel; y pro- ducir su eclecticismo con tan heterogeneos e incompatibles elementos, corno si el undi- qiie collatis membris pudiese ser nunca un sistema. Mas aquella arrastradora elocuen- cia k que tan principalmente debio el eclec- ticismo la aceptacion que obtuvo en la culta DE LA FILOSOFIA EN LA HABANA. 49 Francia, y aquella erudicion tan va^riada co- mo extensa, que ser&n sienipre para Cousin legitimos titulos de gloria, aqui tambien le atrajeron calorosos partidarios, y fueron un incitante estimulo para daiie alto y decidi- do vuelo, k los estudios inetafisicos, aplic&n- dolos inuy especialmente al conocimiento de la razon. Pero donde en realidad se llevo adelante la grande obra de Varela, fue en la ense- nanza k que, dando tregua A las ardorosas contiendas (9), se dedicaron dosde sus disci- pulos mas notables; los legitimos herederos de su mision regeneradora; D. Jose de la Luz y D. Manuel Gonzalez del Valle, a quienes ya tuve ocasion de mencionar. Y & la verdad seria imposible trazar por com- pleto el cuadro que intento ofrecer en este acto A la consideracion de mi auditorio, sin decir siquiera dos palabras sobre esos dig- nos educadores de nuestra juventud. Ojald que el afecto y respeto que les profeso no sean un obst&culo para la exactitud e im- parcialidad de mis apreciaciones! 50 DE LA FILOSOFIA EN LA HABANA. Un misinopensamiento ha animado siem- pre k los Sres. Luz y Valle; k dmbos los ha inflamado el m&s puro entusiasmo por la propaganda de las buenas ideas; los dos han prestado eminentes servicios k la causa de la ensenanza: mas observad, que diferente camino ha seguido cada cual! Luz ha que- rido colocarse en el manantial del arroyo para que sus aguas recibiesen desde un prineipio acertado empuje, y corriesen des- de el primer momento embalsamadas con la bondad de sus doctrinas; Valle tom6 por mucho tiempo k su cargo la direccion del rio ya caudaloso (10), para impedir que por falta de educe sus aguas se desparramasen por la llanura 6 se perdiesen en los abismos de la tierra. El uno en el colegio; en la Universidad el otro; han trabajado utilmen- te para su patria, y esta, agradecida, escri- bird sus nombres en el libro de los buenos. En cuanto k las doctrinas de los Senores Luz y Valle, entre las cuales se notan gran- des diferencias, aunque no tan profundas acaso como generalmente se piensa, siendo DE LA FILOSOFIA EN LA HABANA. 51 tan conocidas de todos, no debo detenerme sino muy poco en presentar algunos de sus caracteres m&s culmin antes. Don Jose de la Luz no lia condensado, por desgracia, en ninguna obra su ensenan- za filos6fica. Tuvo ocasion de exponerla, si bien parcialmente, con motivo de las pole- micas en que conibatio contra el eclecticis- mo cousiniano por el ano de 1839; la ha ido desenvolviendo en sus clases, inimitable- mente desempenadas, porque el Sr. Luz no tiene rival en el magisterio; la ha venido formulando en vdrios interesantes elencos; la ha explicado cada vez que la Habana entera se ha agrupado en torno suyo, dvida desu elocuentisima palabra (11); la ha he- cho prdctica con su ejemplo; la ha ido escri- biendo, en fin, y para no cansaros, en lain- teligencia y en el corazon de sus discipulos- Pero de esa manera, bien es de compren- derse, cu&n dificil no serd dar cuenta exacta de las doctrinas del distinguido maestro, y m&xime atendiendo A que la inmensa eru- dicion de 6ste todo lo abarca y aprovecha 52 DE LA FILOSOFIA EN LA HABANA. j)ara los fines de su ensefianza. Me conten- tare por lo tanto con tomar de los Elencos sobre materias filosoficas publicados por el Sr. Luz algunas de las proposiciones mas cardinales, prefiriendo este medio de ex- posicion a cualquier otro, porque cabal- mente^e trata de quien sobresale de un modo notable en el estilo aforistico. Los aforismos de D. Jose de la Luz, siempre felices, A veces concentran la sustancia de un libro entero. En el programa que sirvi6 en 1835 para los exdmenes de Psicologia, Logica y Moral del Colegio de San Cristo- bal, se dice acerca de las operaciones men- tales, lo siguiente: La experiencia es el punto de partida de toda especie de conocimientos. La distincion entre argumentos sacados de la razonj de la experiencia desaparece ante un seve- ro analisis: 6 en otros terminos, la razon humana jamas puede rigurosamente proceder a priori El juicio es anterior en todo rigor a la idea, y como la base de las demas operaciones mentales. Los medios que tiene el hombre de asegurarse de sus conocimientos y de ensancharlos, son: la intuition, la induction, y la deduccion. DE LA FIL0S0FIA EN LA HABANA. 53 Sobre correction de las operacion-es: El metodo es el constante apoyo de la razon; pero el talento de la observacion es el germen de la, superioridad. Infierese, pues, la iniportancia de la historia de la filosoflapor el estudio del metodo. Las caidas de los hombres grandes son como otras tantas balizas, que nos ensenan los escollos que abriga el mar de las eieneias. Se deduce igualmente que el honibre que no sea capaz de formar su ciencia por si mismo, esto es, de darse una cuentaexacta desus conocimien- tos, no puede progresar en su estudio. Este es el sentido en que debe tomarse la duda cartesiana: Que eada honibre levante de nuevo el edificio de su ciencia. Sobre obstdculos de nuestros conocimien- tos: Nada robustece tanto el entendimiento como la eostumbre de no admitir mas que lo demos- trado. Ni la filosofia, ni la sana critica deben permitir que se aplique el nombre de ciencia a ciertas no- ciones vagas y contingentes, 6 aunos meros datos estadisticos. El principio de autoridad es un Proteo, que se 54 DE LA FILOSOFIA EN LA HABANA. presenta bajo mil formas para ejercer su influen- cia: la novedad, la moda, el espiritu del siglo, la ligereza, la presuncion, el amor propio, no son mas que ropajes con que se viste la autoridad para avasallar nuestra razon. He aqui todavia otras proposiciones del mismo elenco citado: La libertad humana es un hecho tan constante como la propia existencia. Los filosofos no estan todos de acuerdo en esfce puntopor haber confun- dido lo que perteiiece al entendimiento y a la ac- cion, con lo que pertenece a la voluntad. Los hombres jamas graduan el merito 6 deme- rito de las acciones por la utilidad que produzean. Entonees habria una moral para cada caso, y los medios cualesquiera que fuesen, quedarian justi- ficados como se consiguiera el fin. La sociedad es el estado natural del hombre. Esto no excluye sin embargo la diferencia entre lo que el hombre debe a su misma naturaleza } y lo que debe a la sociedad. Asi la naturaleza exterior, como el hombre in- terno, proclaman la existencia de Dios. La religion es la primera civilizadora, y como la nodriza del linage humano. La religion lejos de estar en pugna con la filo- DE LA FILOSOFIA EN LA HABANA. 55 eofia, le presta el mas firme de sus apoyos, para hacer triunfar la causa del genero humano. La superstition degrada al hombre, elfanatismo le encruelece, y la incredulidad le corrompe. A la filosofia toca ser centinela de la Moral para im- pedir que la fragil humanidad sea invadida 6 con- taminada por tan horribles plagas. gY que diremos de ese otro elenco del Colegio del Salvador, que durante estos lil- mos anos ha sido la fuente de agua viva en en que una gran parte de nuestra juventud ha saciado su sed y templado su alma? Re- parad, reparad en esos pensamientos: La filosofia es el bautismo de la razon. Hasta que punto puede ser diversa, y desde donde una la Filosofia. Eenegar de la Filosofia, porque no siempre nos alumbra, es renegar del sol porque puede eclipsarse. El criterion no los criterios. La razon es el distintivo del hombre: la sensi- bilidad la condicion para el ejercicio de sus fa- oultades. Las ciencias son rios que nos llevan al mar in- sondable de la Divinidad. La idea de causa, inevitable para el entendi- miento humano, es la muerte del panteismo. 56 DE LA FILOSOFIA EN LA HABANA. Asi como la existencia de Dios es el cimiento del mundo moral, la inmortalidad del alma es como la atmosfera de ese mundo. Porque la hu- manidad si no aspira, no respira; y ved ahi la ne- cesidad del ideal El trabajo: esa es la roca en que se asienta la propiedad. No hay sintesis ninguna social que pueda sus- tituirse al dogma cristiano. Y decidme ahora si el hombre que ha pensado y fornmlado tales principios no es un verdadero filosofo. D. Josede la Luzlo es indudablemente; y para caracterizar su doctrina, si no temjera incurrir en el defec- to de exclusivismo que tan amenudo traen consigo las clasificaciones, diriaque su fon- do y esencia pueden expresarse con esta sola palabra: Armonia! Tampoco el Dr. D. Manuel Gonzalez del Valle jba desarrollado sus opiniones en una obra especial; mas algunos importantes o- piisculos que debemos A su correcta pluma, y muy particularmente los cursos que ex- plic6 en esta Universidad dntes y desde su reforina liasta el afio de 1856, las han da- DE LA FILOSOFIA EN LA HABANA. 57 do A conocer suficientemente, procur&ndo- les fieles y apasionados adeptos. El Dr. Va- lle ? como ya lo lie indicado dntes, ha sido el alma de la ensenanza filosofica en el pri- mer instituto cientifico y literario de la Is- la de Cuba; y k sus sanas y elevadas doc- trinas, propagadas con aquel fervoroso en- tusiasmo que tanto lo ennoblece, y desen- vueltas con la mas solida y profunda ins- truccion, debe trascendentales e inolvida- bles servicios nuestra juventud. Seale con- cedida la grata satisfaccion de proclamarlo asi, taciendo extricta justicia al Dr. Valle, A quien mira como una honra el haber sido, primero su discipulo, y despues su sucesor, en la c&tedra de Filosofia de nuestra TTni- versidad. Las doctrinas del Dr. Valle pueden re- ducirse quizes k su mas breve expresion, diciendo que la base de su logica es la ati- nada aplicacion de los metodos; que en su metafisica, la conciencia y la razon son los puntos capitales; y que la idea de la justi- cia y la intencion constituyen los funda- 58 DE LA FILOSOFIA EN LA HABANA. mentos de su moral. El Dr. Valle ha hecho magistralmente el estudio de los metodos. En Psicologia se ha mostrado siempre muy partidario de Cousin; pero, sea dicho en su abono, mas consecuente que el celebre filo- sofo frances, lejos de seguirlo en sus velei- dades, se ha mantenido firme en los princi- pios que admitio como ciertos, y ha sabido defenderlos en todo tiempo de una manera s61ida y brillante. La conciencia es en su concepto, el unico libro donde aprendemos k conocer la naturaleza humana. Nada pasa en nosotros, "sin que de ello tengamos no- ticia acd dentro del alma. 77 "La autoridad de la conciencia es la illtima prueba k que a- pela la autoridad de todas las demis facul- tades." "Por eso se ha dicho que la Psicolo- gia es la ciencia del yo, distinta del objeto no yOj escrita por la reflexion al dictado de la conciencia y de la memoria." La reflexion recae sobre los mismos objetos que la con- ciencia: sobre fen6menos y nada mas: "de aqui el estudio de las ideas, en las cuales se desarrolla el entendimiento, dado que DE LA FILOSOFIA EN LA HABANA. 59 las ideas son respecto k la inteligencia lo que los efectos A sus causas; de aqui tarn- bien el pertenecerle & la Psicologia, los fe- nomenos de la actividad y de la sensibili- dad en cuanto de ellos sabe la eonciencia." El Dr. Valle ha estudiado detenidamente los dos momentos fundamentales del pen- samiento liumano: la espontaneidad, y la reflexion; aprovechando, y no poco, los a- vanzados trabajos de Luis Vives, notabili- simo filosofo espanol, que lionra indudable- mente a su patria: ha estudiado asimismo la naturaleza y elementos de la razon hu- niana. Al ocuparse de las ideas de cuerpo y espacio, nuestro maestro se pone en cami- no de estudiar el papel de la sensacion; y aunque afirma que esta no es el principio linico de todo pensamiento y de toda facul- tad ? reconoce que es la condicion necesaria de su desarrollo: "habian suprimido los cartesianos, dice acerca de esto, la interven- cion de la experieneia en ciertas manifesta- ciones y ejercicios del pensamiento, y Locke la ha restablecido en todos." Eesumiendo: 60 DE LA FILOSOFIA EN LA HABANA. para el Sr. Valle, todo acto real de concien- cia es triple y uno; triple, por cuanto k que contiene sensation, pensamiento y action; uno, porque siempre de esos tres elementos, alguno predomina y prevalece sobre los de- mds. Respecto k la moral, su fundamento no es otro que la antigua maxima de cam- plvr con nuestros deberes, bien entendido que estos no son superiores k las fuerzas de la criatura moral, puesto que en el movi- miento continuo de la actividad liumana no faltan actos de virtud. La justicia con el car&cter de la obligacion es el principio fun- damental de la moral, y como por la liber- tad se bace el bombre acreedor al aplauso 6 vituperio, debemos mantenernos siempre libres para ser buenos. En el acto libre in- tervienen tres elementos: "el intelectual concerniente k conocer de los motivos k fa- vor y en contra, 6 sea la deliberacion, pre- ferencia y eleccion de una accion; el volun- tario, que consiste en la resolucion de bacer; el fisico 6 sea la accion exterior." Por lo que bace k los afectos, son instrumentos de DE LA FILOSOFIA EN LA HABANA. 61 gloria 6 de crimen, segun el uso que de ellos haga la criatura moral. En conclusion dire, que la tendencia prdctica de la moral del Dr. Valle, es procurar, con San Agustin, bonus liberi arbitrii usus, et ordo amoris, Y toda vez que con esto dejamos exami- nado el desenvolvimiento de la idea filoso- fica en los dos mas prominentes discipulos de D. Felix Varela, sus sucesores y conti- nuadores, henos ya en nuestros tiempos, no restdnclonos otra cosa que pasear la vista en rededor nuestro, para estudiar y cono- cer el estado en que nos encontramos. No temais que aliora me deje Uevar dela tentacion de liablaros de mi, de mis creen- cias, y de mi ensenanza, Lejos, muy lejos estoy de abrigar semejante proposito. Neo- fito insignificante en la comunion de la ciencia; obrero obscuro aunque fervoroso de la santa propaganda de la verdad, aun no me es dado decir mi palabra, mi palabra que elaboro y procuro madurar k la som- bra del estudio y bajo el estimulo del mas ardiente entusiasmo, repitiendome sin cesar 62 DE LA FILOSOFIA EN LA HABANA. con Seneca: "& nadie me he esclavizado; de "nadie llevo el nombre; respeto debida- "mente el juicio de los grandes varones; "mas algo dejo para el mio propio; piles "ellos no solo nos legaron lo sabido, sino "lo que estaba por saber." (12) Mas para completar la ojeada con que me lie propuesto seguir la generacion de los principios filosoficos en nuestro pais, forzoso se hace, en el punto k que liemos llegado, buscar entre nosotros mismos 'los datos que puedan determinar el cardcter distintivo y las tendencias de la epoca que atravesamos. Voy, pues, k valerme de los que lie tornado de todas partes; voy k reco- gerlos de la propia atmosfera que respira- mos; voy especialmente k presentarlos se- gun lie podido proporciondrmelos escuchan- do atentamente k nuestros hombres mas pensadores. Latendencia del movimiento filos6fico actual, si es que se experimenta alguno, puede definirse, al menos segun lo alcanzo, de una manera muy breve. Es la misma de DB LA FIL0S0F1A EN LA HABANA. 63 nuestro siglo analizador y concienzudo; no es otra que la de nuestra positivista civili- zation. De todo henios de darnos exacta explicacion y cuenta; jam&s nos fijamos en hecho alguno sin que sea para investigar inmediatamente su procedencia, su razon de ser y el objeto k que se dirige. ^Porque? gPara que? — lie aqui nuestraspreguntas pre- dileetas. De ese antecedente naturalmente ha resultado que todas las faces de la Filo- sofia, tomando esta palabra en el sentido con que es conocida en las clases, van de- mostrando cada dia mas y nias, una decidi- da inclinacion k las aplicaciones pr&cticas. Y k f e que ya era tiempo de que asi se ve- rificase. Las ciencias puramente filosoficas, y en especial las nietafisicas, han tenido ca- si siempre una desgraciada propension k re- montarse tan alto en el espacio de las abs- tracciones que con deinasiada frecuencia se lian puesto fuera de la comprehension de la generalidad de las inteligencias, viniendo k ser de esa manera su estudio, una especie de initiation. La L6gica, la misma Logica, 64 DE LA FILOSOFIA EN LA HABANA. aun despro vista de los atavios escolasticos £no conserva todavia un aspecto un tanto antieuado, y poco prdctico? £no sobran en ella niuclias reglas ridiculas por lo incondu- centes, y no pocos nombres griegos que so- lo pueden ser aprovechados para hacer alar- de de una pedantesca erudicion? ^no adole- ce aun de una gran exhuberancia de divi- siones y de clasificaciones? Por ultimo, y para decirlo todo: esta Logica, tal como la conocemos £es en realidad el verdadero arte de pensar? A mi modo de ver estd muy distante de serlo; y lo estard mientras per- manezca establecida sobre una base equivo- cada y se desenvuelva en un concepto erra- do en sus relaciones con las dem&s ciencias. Las clasificaciones de cdtedra, tan prove- cliosas en muclios casos para la ensenanza, A veces falsean las ideas por lo excesivamente absolutas: esto es lo que lia sucedido con la Logica. Se lia diclio ano tr&s ano, y siglo tr&s siglo, que la Filosofia se dividia en Lo- gica, Metafisica y Moral, colocando & la pri- mera en el mismo parangon de las otras; y DE LA FIL0S0F1A EN LA HABANA. 65 de ahi ha nacido toda la confusion y todo el mal. Prescindamos de que la Filosofia, en su legitinio significado, no se constituye por el agrupamiento de tales 6 cuales deter- in] nadas ciencias/ni es tampoco una cien- cia, sino algo mas grande y elevado, esto es, la Ciencia por excelencia, y el comple- rnento de todas las denids: ^la Logica se adapta por ventura mas especialmente k la Metafisica y k la Moral que k cualquier otro de los conocimientos liumanos? De ningu- na manera. Si la Logica tiene por objeto el perfeccionamiento de nuestra inteligencia para la mejor realizacion de su fin, que es conocer la verdad, no puede servir k unas ciencias mas que k otras, porque en todas se estudia y desarrolla una faz de esa ver- dad, unico sol que las ilumina. Sea que es- tudiemos las leyes que rigen el mundo fisi- co, 6 la organizacion de las plantas, 6 la ar- monia de los astros, 6 los fenomenos de nuestro espiritu; necesitamos igualmente y en el propio grado de la Logica, esto es, de que nuestro entendimiento practique sus 66 DE LA FILOSOFIA EN LA HABANA. investigaciones, establezca sus leyes, deduz- ca sus conclusiones, de uu modo siempre recto y racional. La Logica es, pues, de to- das, y para todas las ciencias. La linica a- tingencia directa que existe en ella respec- to de la Psicologia es que la direccion del espiritu no puede nienos que fundarse en la naturaleza de este; pero por lo demds, esa direccion no estd destinada mas exclusiva- niente al estudio de nuestro yo y que al de otro cualquiera de los objetos sobre que puede recaer la accion intelectual. Comprendase bien esto, y la Logica, sin dejar de formar un estudio especial, se sim- plificard notableniente con positivo benefi- cio de todos. Entonces, fuera de ciertos pre- liminares conducentes A un fin pr&ctico, y de ciertas reglas fundamentales, la esencia de toda la Logica vendrd k reducirse k este gran precepto: piensa. ^Sabeis porque? Por- que si la Logica se propone perfeccionar nuestra inteligencia, el mejor medio que puede adoptar para conseguir este objeto es el ejercicio de esa facultad. Asi como DE LA FILOSOFIA EX LA HABANA. 67 nuestro cuerpo se desarrolla con el ejercicio, otro tanto le sucede al espiritu. La verda- dera Logica, por consiguiente, no es mas que la gimndstica de nuestro entendimien- to. Haced trabajar la inteligencia en la ave- riguacion de los secretos del atomo; obligad- la k meditar en los insonclables misterios de la vitalidad; adiestradla en el severo racio- cinio niateinatico; colocadla frente a la con- ciencia para que descifre los fenomenos del aluia, y la inteligencia se \xk vigorizando cada vez raas, se ira liacienclo cada dia mas capaz de llenar el fin para que la ha clesti- nado el Supremo Ordenador del Universo, y en suma liabreis llevado k cabo la rn&s eficaz ensenanza de la Logica, con tal que la Razon no haya dejado de ser vuestro norte y vuestro guia. ^Me atrevere k decir todo mi pensamiento? Si se me preguntara si la Logica es 6 no una ciencia especial, diria que en mi concepto, siendo la Filosofia la esencia y espiritu de la ciencia, la Logica es su formula legitime^ y nacla mas. Tambien los estudios metafisicos est&n 68 DE LA FILOSOFIA EN LA HABANA. destinados A experimentar un cambio muy radical: "el reinado de los sistemas y de las escuelas ha pasado ya, como dice muy bien un distinguido filosofo de nuestros dias, (13) y la Metafisica no puede tener una solida ba- se sino en la sintesis de los datos de la expe- riencia y de los principios de la razon." La Metafisica tomara por tanto su mas acerta. do camino, fijdndose en la resolucion de los grandes problemas que son de su incum- bencia; pero cuidando de no extraviarse en las inmensidades de la abstraction, y de no envolver los principios y los hechos en los mil pliegues de lo incomprensible. jCudntas ocasiones, senores, el lenguage de la ciencia, mas que el expositor, lia sido el encubridor de la verdad, viniendo k consistir en una indescifrable algarabia! La Razon, la Inteligencia; lie aqui, sobre todo, lo que es necesario no confunclir, que hay entre ambas un abismo sin limites. La Inteligencia puede dirigir su accion sobre cuanto la circunde, es verdad: puede cono- cer el mundo corporeo; puede retroceder so- DE LA FILOSOFIA EX LA HABANA. 69 bre stis propios pasos como por una especie cle perpendicular reflexion, liacienclo del es- piritu humano el ser sui consciiis, puesto que la conciencia no es mas que el pensa- rniento, en que el yo es A la vez sugeto y 6b- jeto; puede asi mismo levantar una timida mirada hasta el trono refuWnte del Eterno. Todo eso es verdad: en esa trinidad de ac- cion se encuentran comprendidos todos los objetos de la idea. Mas la Razon es cosa niuv diferente: no es una facultad, es un principio. Cual aquella misteriosa columna de fuego que guiaba al pueblo escogido en su egira lidcia la tierra de promision, asi di- rige la Razon nuestro desenvolvimiento in- telectual; de ella dimana todo lo que apare- ce de absolute en la conciencia; siendo bajo el punto de vista de la ciencia, la condicion que existe en Dios para ser concebido por ellionibre. jCudntas discusiones de todo punto infructuosas seliubieran evitado dis* tinguiendo debidamente la Inteligencia y la Razon! No se, senoreSj si liabre logrado exponer 70 DE LA FILOSOFIA EN LA HABANA. estos pensamientos con la lucidez que desea- ria; mas de cualquier modo que sea me Mala- ga la esperanza de que su mera indicacion liabr£ bastado para dejar caracterizada, a- proximadamente al inenos, laepocapresente. Detened aliora la consideracion en los trascendentales resultados A que lia de dar m&rgen la reforma del movimiento filosofico, una vez que converjan lidcia la pr&ctica to- das sus tendencias. No quiero hablaros de razones fundamentals; eso quizes me lleva- ria demasiado lejos despues de haber abu- sado tanto de la atencion de mi respetable auditorio. En ese terreno me contentare con decir que, en mi concepto, una teoria que no sea susceptible de ser practicada, no pasa de ser una aberracion, mientras que la gran mision de la ciencia es la de armoni- zar la practica y la teoria. Pero si quiero congratularme con la ha- laguena idea de que, despojados los estu- dios filosoficos del ropaje poco simp&tico para el buen sentido, con que por tanto tiem- po se vieron desfigurados y adulterados, ird DE LA FILOSOFIA EN LA HABANA, 71 disruinuyendose la repugnancia con que los nias los consideran, y cnndiendo por todas partes su importantisimo conocimiento. ^Porque no lia de ser asi? ^porque ha de in- teresar mas el estudio de un pedazo de roca, de una hoja de drbol, de un invisible infu sorio, que el del ser que vive y se agita en nosotros? iqne problemas mas grandes, ni de mas trascendencia puede proponerse el hombre, que aquellos que atanen A la natu- raleza de su espiritu, a las leyes sublimes que lo rigen, al fin de su existencia, y a la causa soberana que lo lia producido? Gran- de y admirable es sin duda el liombre cuan- do, por ejemplo, llega a sorprender en las entranas de la materia, la armonia de la mo- lecula con la niolecula, cuando con mano osada y perseverante le arranca algun secre- to & la naturaleza; pero cuanto mas se en- grandece, senores, cuando penetra con su mirada'en los adentros de la conciencia, 6 cuando la fija en las profundidades de la Bazon y alcanza a descubrir alii los deste. llos sacrosantos de la Divinidad! 72 DE LA FILOSOFIA EN LA HABANA. Aqui terminaria, senores, si 116 creyese de mi deber decir todavia dos palabras a- cerca de la eleccion del asunto que me pro- puse tratar. Indique al principio que no es- timaba como extempor&neo el dirigir una ojeada sobre las faces de nuestra vida filo- s6fica, cuando en ello no haria mas que de- jarme llevar de la tendencia k los estudios historicos que tan justificadamente, A mi modo de ver ? se advierte en nuestra epoca. Mas debo agregar, que lie tenido al propio tiempo otro objeto. He querido dirigir la atencion de nuestra juventud estudiosa, so- bre modelos muy dignos de ser imitados, con la mira de animar su entusiasmo de esa manera, encendiendo el mas vivo y noble estimulo en su corazon. Lo dire todo lealmente, por doloroso que me sea; creo que la recordacion de esos mo- delos es tanto mas oportuna cuanto que se nota entre nosotros cierta especie de indife- rentismo que v&poco dpocominando nues- tro escasa vida intelectual. El marasmo se ha apoderado de nosotros y amenaza aca- DE LA FILOSOFIA EN LA HABANA. 73 bar con nuestra existencia. Es preciso, pues, que le pongamos coto con un energico es- fuerzo, y que le demos nuevo temple & nuestras almas. Que los nombres cle los cu- banos ilustres k cuyos grandes servicios en la esfera de la ciencia acabo de tributar mi pobre,perojusto ypuro liornenaje, queesos nombres, digo, no se separen un in st ante de nuestra niemoria, y nos sir van de ejemplo eficaz para nuestra indispensable regenera- cion, Estudieinos, senores, estudiemos! ISTo basta disfrutar de los placeres y comodida- des de la vida: nuestra alma M menester tambien de su alimento y de sus goces, \k menester tambien de una atmosfera adecua- da para su desarrollo. Eduquemosla en el amor de la verdad y de la justicia, y dedi- quemos nuestras facultades todas al cultivo de las ciencias y de las letras, esas conse. cuentes amigas, esas fieles coinpafieras, mas fieles y mas consecuentes mientras mas nos atormenta el dolor y nos persigue la adver- sidad. Asi lograremos que la buella de nues- tra peregrinacion por la tierra no quede es- 74 DE LA FILOSOFIA EN LA HABANA. . tampada tan solo en la deleznable arena; asi evitaremos que pueda aplic&rsenos aquel desgarrador anatema del poeta venusino: " JEtas parentum, pejor avis, tulit, nos nequiores, mox daturos progeniem vitiosorem." intot-A-s. (1) Hablo de los "^pontes para la Historia cle las Letras y de la Instraccion piiblica de la Isla de Cuba." que el Sr. Ba- chiller esta dando a luz. habiendo ya terininado dos voliime- nes y hallandose segun teugo entendido muy adelautada la impresion del tercero. Esta obra viene a ser una recopilacion de los machos articulos que el Sr. Bachiller ha publicado acercadela importante materia que iudica su titulo. asl en la Bevista de Esparto, Indias y el Extrao.jero. de Madrid, conio en el Faro Industrial y en la Bevista de la Habana] y es sin disputa una de las mas notables entre las varias que debemos a la laboriosidad. erudicion y talento del distinguido Decano de nuestra facultad de Filosofia. Al citar al Sr. Bachiller, no puedo me'nos que dedicarle en la mas rigorosa justicia. un cordialisimo voto de agradecimien- to por los servicios que en todo tiempo ha prestado a la cau- sa de la ensenanza. y en especial a la de la filosofia como ca- tedratico de la asignatura de Derecho natural. No aludo al decir esto linicamente a la obra titulada -Elementos de la Fi- losofia del Derecho", que hoy sirve de texto en esa asignatura y que el Sr. Bachiller escribio para cumplir con los deberes y exigencias de su magisterio: quiero tambien referirme a la saludable y meritoria influencia que constantemente ha veni- do ejerciendo sobre nuestra jiiTentud, estimulandola con entu- siasta eficacia a los estudios noologicos, y proporcionandole el conocimiento de doctrinas y sistemas que a no ser por su media- 76 DE LA FILOSOFIA EN LA HABANA. cion serian tal vez de todo punto ignorados entre nosotros con gran perjuicio del adelanto intelectual del pais. Siempre_ recordare con singular complacencia las lecciones del Sr. Ba chiller, lecciones merced a las cuales se desperto en los hi- jos de la TJniversidad el deseo de penetrar en las regiones de esa filosolia alemana que el gigantesco genio de KRAUSE pa- rece haber coronado con el sistema de la Armonia Universal y que tan digna es de ser detenida y profundamente estudia- da; no siendo tanipoco de echarse en olvido los esfuerzos con que, desde hace muchos alios, el mismo Bachiller haprocurado hacernos faniiliares los mas eminentes pensadores italianos con- temporaneos, publicando interesantes y eruditos trabajos so- bre los de Cantii, Gioberti, Rosmini, Leopardi, y otros de no me'nos justa nombradla [Brisas de Cuba, tomo 2.° 1856.] El nombre del Sr. Bachiller, en una palabra, esta intima e' inse- parablemente relacionado con la vida filosofica y literaria de nuestra patria, y este es sin duda un titulo de gloria que lo recomendara siempre a la estimacion general. He' aqui una ligerisinia noticia de los trabajos filosoficos del Sr. Bachiller, prescindiendo de los ya mencionados; si bien es de advertirse que aiin en los que no tienen determinadamen- te tal caracter, se nota por regla general una propension mas 6 me'nos marcada hacia el causalismo de la ciencia. — Discw*so$ sobre Economia politica, y Articulos de la Siemprcviva y del Faro, en impugnacion del comunismo y contra la reaccion pseudo-catolica. — Fray Luis de Granada economista, articulo del Faro: ley filosofica dela armonia que existe en la division de los frutos de la tierra. — Arte contra la rehabilitacion de las formas escolasticas, con el epigrafe de D. Juan de Iriarte: "Obtinuit quisquis valuit pulmone triunphum: ? ' Diario de la Habana num. 46, 1834. — Civilization y Moral: progreso de los tiempos nuevos sobre los antiguos: Diario de la Habana. mini- 308, 1835. — Varios folletines sobre las cuestiones filosoficas que se ventilaron en esta ciudad desde 1838 a 1840. — Discur- DE LA FILOSOFIA EN LA HABANA. 77 so inaugural de la catedra de Derecho natural. — Articulos so- bre las obras del Padre Balmes, Pedro Tamburini de Brescia, y otros, en el Faro. — Filosofia del Padre Balmes: Noviembre de 1848: Faro industrial.— Estudios filosoficos. — Sobre lasdoc- tfinas filosoficas de Campoamor: articulo: Brisas de Cuba, torn. 1. ° , 1855,-Articuloss obre filosofia del Derecho, con mo- tivo de las publicaciones de Oudot, Thiercelin, Taparelli d J Ajzeglio: Revista de Jurisprudencia. — Ideal del Progreso y ultimos estudios sobre estetica: Revista Habanera. (2) Nacio Felix Francisco Jose Maria de la Concepcion Varela y Morales en la Habana, en 20 de Noviembre de 1788; siendo bautizado en la Iglesia del Santo Angel. Fueron sus padres el Capitan de Infanteria de linea del regimiento fijo de Cuba, D. Francisco Varela, y Dona Josefa de Morales: aquel natural de Castilla la Vieja, y e'sta de la Habana, dondelahu- bieron de legitinio matrimonio ei Coronel deLmismo regimien' to D. Bartolome' de Morales y Dona Rita Josefa de Morales. Terminada su educacion primaria, Varela eligio la carrera eclesiastica, e' hizo sus estudios de humanidades, filosofia y teologia en el Real y Conciliar Colegio de San Carlos y San Ambrosio de la Habana. Algunos de sus maestros ban dejado un nombre apreciable en los anales de nuestra naciente civili' zacion: los Dres. Caballero y Ramirez y el Ldo. O-Gavan en el Colegio; y los Dres. Veranes y Cernadas en la Universidad? se cuentan en ese numero. Varela obtuvo el grado de Licen- ciado en Artes y Doctor en Teologia, sucediendo a esosmis- mos catedraticos en mas ampiia esfera de ensenanza en el propio colegio de que fue' hijo predilecto. Ai sufrir la monar- quia en 1820 la siibita mudanza de instituciones politicas en que renacia la Constitucion de 1812, se hallab a Varela de ca- tedratico de Filosofia en el Colegio de San Carlos: su popu- airdad y notoria capacidad, y la voluntad de suPrelado lo 78 DE LA FILOSOFIA EN LA HABANA. senalaron para regentear la catedra de Constitucion creada en el Colegio por el mismo Obispo Espada, y supo obtenerla por medio de una brillante oposicion. Elegido diputado a Cortes por esta Provincia, se traslado a la Peninsula, partien- do de laHabana el 29 de Abril de 1821, y habi^ndose mante- nido fiel a sus juramentos, tuvo que buscar un asilo en playas extranjeras. Fallecio en los Estados Unidos en 25 de Febrero de 1853. Una cap ilia y unsencillo monumento levantados por el amor de varios de sus discipulos cubanos, encierra en el eementerio catolico de San Agustin de la Florida, los restos del Reverendo Doctor en Teologia, Vicariogeneral de Nueva- York, D. Felix Varela. Ademas de sus obras filosoficas, Vare- la nos ha dejado algunos magnificos discursos, entre ellos el Sermon pronunciado en las honras de Carlos IV, y el bellisi- mo Elogio del rey Fernando VII: nos ha dejado tambien un li- bro que titulo "Observaciones sobre la Constitucion politica de la monarquia Espanola" (Habana, 1821. Imp. de Palmer) que es la ultima de las obras de Varela publicadas en la Ha- bana. La postrera de todas ha sido la ccloccion de cartas a Elpidio (New-York, 1855. Imp. de Newell: dos tomos), en que se ocupa dela impiedad, dela supersticion y del fanatismo en sus relaciones con la Sociedad. (Ext.de los Apuntespara la Historia delasLetras en Cuba, por Bachiller.) (3) Omnium optima Philosophia est eclectica. — Demonstra- tur: ea est optima Philosophia, in qua magis errorum causis remotis, veritatem qucerimus; sed talis est Philosophia ecle'c- tica; ergo omnium optima Philosophia est ecle'ctica. Minor evincitur: Philosophia ecle'ctica partium studium, omnemque affectum, aut odium respuit; sed ex hoc maxime errores pro- fluunt; ergo et cet. Oppones; in Philosophia eclectica nullum sequimur magis- DE LA FILOSOFIA EN LA HABAKA. 79 trum; sed hoc posito, facile errare possunius, ergo in Philoso- phia eele'ctica facile errare possumus, et optima non est. Resp. dist. major em: nullum sequiraur magistrum, hoc est, in nullius verba juramus, concedo; hoc est, sine norma pro- cedimus, et a nullo edocemur, nego. Id unum enim sibi vult eele'ctica Fhilosophia, quod ratione, et experientia pro norma habitis, ab omnibus addiscas, sed nullipertinaciter adhcereas. (Varela. Propositiones varies ad Tironum exercitationum.) (4) El Sr. Bachiller, al ocupaz'se del Padre Varela en su Galeria de Hombres utiles, ( Apuntes para la Historia de las Le- tras en Cuba, parte 4. ^ ) parece dar a entender que la publi- cacion de las Lecciones de Filosofia precedio a la de la Miscela- nea fllosofica. y asegura que esta fue dada a la estampa en Ma- drid, alio de 1823. En ninguno de los dos puntos tiene razon, en mi'concepto. Respecto al ultimo, no puede quedar duda alguna atendiendo a lo que el mismo Varela dijo en la Intro due cion a la tercera edicion de la Miscelanea, impresa en Nueva-York, 1827; " di al publico, son sus palabras, estos entretenimientos filosoficos bajo el titulo de Miscelanea por ser tan varios como lo fueron sus motivos. Hallabame entonces en el lugar de mi nacimiento" Es, pues, incontestable que la primera edi- cion dela Miscelanea no se hizo en Madrid, j que es muy an- terior al ano de 1823, toda vez que Varela, segun se explica en lanota 2. * , salio dela Habana para la Peninsula en Abril de 1821. — Dediicese de esto tambien, que las lecciones de Filoso- fia son posteriores a dicha Miscelanea, en razon a que la se- gunda edicion de aquellas se dio a luz en 1824; notandose a mayor abundamiento en supagina 46 la cita siguiente: "Me parece conveniente insertar lo que sobre esta materia he dicho eu la Itliocelanea filosofica." 80 DE LA FILOSOFIA EN LA HABANA. 15) '•Las disputas escolasticas, dice el Padre Varela en la* Misceldnea, son el teatro de las' pasiones mas desordenadas, el cuadro de las sutilezas y capeiosidades mas reprensibles, el trastorno de toda la Ideologia, el campo en que peligra el honor y & veces la virtud, el estadio donde resnenan las vo- ces de los competidores, mezcladas con nn ruido sordo que forman los aplansos ligeros y las criticas injustas, ahuyentan- do a la amable ypaclfica verdad, qne permanece en el seno de la natnraleza por no sufrir los desprecios de nna turba des- compasada, qne con el nombre de filosofos, dirige las ciencias, cnando solo esta a la cabeza de las qnimeras mas ridiculas. La razon reclama contra estas practicas; la experiencia ense- na- que no han prodncido nn solo conocimiento exacto y si mnchos trastornos. Sin embargo, ellas snbsisten, y imidos los intereses individnales con los cientificos, estos fneron sacrifi- cados en favor de aquellos." (6) 1. ° Conocidas son las hipotesis del Influjo fisico de Eule- ro, &las Causas ocasionales de Malebranehe, y de la Armonia preestabilita de Leibnitz; y tambien lo es la que Laromigniere ha atribaido a Cndworth, con la denominacion del Mediador pldstico. Nada tengo qne decir respecto a las primeras; mas sobre la nltima debo hacer una aclaracion a que ya dedique un articulo en la Cuba Literaria [tomo 1. ° pag. 193]. Mr. P. Janet, cuyo nombre no es por cierto ignorado entre nuestros aficionados a los estudios filosoficos, acaba de demostrar en un interesante opusculo, que no ha existido fundamento algu- no para suponer al celebre filosofo ingles autor de semejante teoria. Resumire' brevemente los argumentos en que el referi- do Janet se apoya. Llama la atencion que siendo tan facil de refutar, co- mo salta de la vista, la hipotesis del Mediador, hubiese sido DE LA FILOSOFIA EN LA HABANA. 81 coneebida por un pensador tan distinguido como Cudworth; 2. ° Leibnitz, al ocnparse de los sistemas que en sn tiempo se conocian sobre la union del alma y el cuerpo, solo habia de tres, sin mencionar ni alndir al del mediador, ni a ningun otro mas, no obstante que el sabio filosofo, cuya eradicion era vastisima, no podia ignorar lo que hubiese dicho Cud- worth, en sn misma e'poca y acerca de una cuestion que tanto lo habia preocupado; 3. ° Corrobora el anterior argumento la consideracion de que Leibnitz, no tan solo conocia perfec- tamente la obra de Cudworth, sino que laestimaba en mucho, no desconociendo su opinion sobre las naturalezasplasticas, y hallandose muy al cabo de la pole'mica que sobre este asunto se habia suscitado entre Bayle y Leclerc; 4. ° Eulero en sus Cartas a una Princesa de Aleniania, escritas en el siglo diez y ocho, expone, como Leibnitz, los diferentes sistemas para ex- plicar las relaciones del alma con el cuerpo sin decir una pa- labra del Mediador plastico; y no es creible que ignorasela existencia de esta teoria, caso de tenerla, por haber dedicado tan especial atencion a la materia, que sostuvo contra Leib- nitz la doctrina de la Inftwncia, 5. ° En el articulo sobre las naturalezas pldsticas de la Enciclopedia de D' Alembert y Diderot, se encuentra una exposicion exacta y fiel de la teoria de Cudworth sin que se hable nada de la pretendida hipotesis del mediador; 6.° Juan Leclerc, a quien Laromi- guie're atribuye esa hipotesis en comun con Cudworth, y que es uno de los mas decididos sostenedores de las doctri- nas del filosofo ingles, nada establece sobre la existencia del mediador; y 7. ° En la famosa obra de Cudworth sobre el Sistema intelectual, ni siquiera se emplea el te'rmino Mediador que tanta celeb ridad ha alcanzado, no pudiendo de ningun modo ser aplicado a lo que Cudworth dice acerca de la vida pldstica de la naturaleza (of life plastik of nature), expresion que algunos han traducido de natura genitrice. 82 DE LA FILOSOFIA EN LA HABANA. (7) "Si ahora reimprinio, dice el ilustre cubano D. Jose An- tonio Saco, los tres papeles que abajo aparecen, es porque los consiclero como muestras que diran a la posteridad cuba- na, cnal fue' el estado de la ensefianza de las ciencias fisi- cas en la Habana en 1823 j 1824. Es verdad qne alii no habia sabios como en otrospaises;pero tambienlo es, qne la doctri- na qne entonces se ensenaba en el colegio de San Carlos, era la misma que en las naciones mas adelantadas de Europa. Y no se crea que tanbrillante progreso empezase en la epocamen- cionada, ni que tampoco a mi se debiese. De'bese si, a la gran revolution literaria que desde 1812 hizo el venerable sacerdo- te, el esclarecido cubano D. Felix Varela, de quien tuve yo primero el honor de ser discipulo, y despues el de sucederle en la catedra." (Papeles sobre la I. de Cuba. — Tomo 1. ° pag. 20.) (8) Extrafiaparecerala calincacion de inconsecuencia que apli- co al sistema de Bentham; mas espero dejarla comprobada reproduciendo a continuacion algunos breves pasages de un estudio filosofico que alios ha publique bajo el titulo de Con- sideraclones sobre el Placer y el Dolor. (Revista de la Habana, tomo 4. o , 1855.) "Aqui vendriamuy bien probarle allegista que las reglas de la conducta humana deben dimanar de un principio abso- luto, invariable y universal, para deducir de eso que el prin- cipio de la utilidad no puede servir para el efecto por ser esencialmente vago y relativo. Pero el mismo Bentham nos ahorra el entrar en esa discusion, incurriendo en ciertas incon- secuenclas. u Un hombre, dice, que conociese bien sns intere- "ses no se permitiria ni un solo delito oculto, ya por el temor "de contraer un habito vergonzoso que tarde 6 temprano lo "delatarla, ya porque aquellos secretos que se quieren encu- DE LA FILOSOFIA EN LA HABANA. 83 "brir a la vista penetrante de los hombres, dejan en el cora- "zon un fondo de inquietud que acibara todos los placeres. "Todo lo que pudiera adquirir a costa de sn seguridad no "valdria tanto como esta;y si deseala estimacion de los hom- "bres, el mejor garante que puede tener de ell a es la suya "propia.' ? Si Bentham toma los te'rminos placer v pena en su signification vulgar, como dice e'l mismo. sin inventar defini- ciones arbitrarias ^como pretende dar la pauta de lo que es 6 no conveniente? Para saber eso no se necesita, dice el, consul- tar a* Platon ni a Aristo teles; y agregare'mos nosotros, ni a Bentham tampoco, puesto que^pena y placer no son mas que "lo que cada uno comprende que lo es, el palurdo como el prin- "cipe, el ignorante como el nlosofo." En verdad ;no es una palpable contradiccion la que acabamosdehacer notar? Si ca- da uno puede entender asu modo lo que es el placer y lo que es el dolor ;no pudiera decirse a Bentham que si para el la seguridad vale mas que todo lo que pudiera adquirirse a cos- ta de ella, no faltara quien opine de una manera enteramen- te contraria? Sin duda que sin darse cuenta de ello. Bentham rindio parias en esta ocasion a la necesidad de un principio impersonal que sirviera de norma a las acciones humanas. Y no es esto todo: ^pudiera analizarnos Bentham ese principio de inquietud que dejan en el corazon del hombre aquellos secretos que desea encubrir a la vista de los demas y que acibara todos sus placeres? 7 ' "Seanos licito contraponer a la maliciosa petition de princi- pio que nos presenta Bentham, un raciocinio menos sofistico y de todo punto positivo. — ^Por que' habeis cometido un ro- bo? — Porque eso convenia a mi interes.-^Y como sabeis que es asi?-Porque calcule' de antemano todas las consecuencias de mi action, pese las ventajas y perjuicios que de ella pudie- ran resultarme, y como que aquellas eran superiores a estos, no vacile' en decidirme. — ^Mas no sabe'is que, segun vuestro Ben- tham, el hombre que conozca bien su interes no puede permitir- 84 DE LA FILOSOFIA EN LA HABANA. se mi solo delito ocu!to?-Y vos (nos redargliira) ^habeis olvida- do acaso que, segun ese mismo filosofo, cadauno se constituye y debe constituirse juez de su utttidad; que de otra nmnera el hom- bre no serlaunagente rationed, sino menos queunnlho, un idio- (9) Con motivo de esas contiendas rue escrita la Carta del Pbro. D. Fe'lix Varela, a que aludo por dos veces en el Dis- curso y que se inserta en el Apendice. Ve'ase tambien lo que acerca de ellas dice el Sr. Bacliiller en sus Apuntes (tonio 1. ° pag. 199). '-La escuela doctrinaria francesa habia acogido lo "que sellamo eclecticismo en Filosofia, y el nombre de Cou- "sin, como gefe france's de la doctrina, reino en Cuba, eomo "luego en la madre patria yen Italia. Los diarios de la Haba- "na desde 1838 a 1840, las obras de Garcia Luna en Madrid, "y de Gallupi en Italia, dieron voga, 6 por lo menos inocula- "ron el espiritu de esa escuela queya pasojuzgadaen el bien "y en el mal que ha hecho por Mr. P. Leroux y otros en Fran- "cia, por Gioberti en Italia, y antes que por este, por el res- ectable filosofo habanero D. Jose de la LuzyCaballero, que "con el nombre de Fllolezes, escribio muchos articulos y comen- "zo una "Impugnacion" de que publico dos entregas e inter- ^'rumpieron sus padecimientos. Esas polemicas produjeron ■"grande animacion en los amantes de la literatura y de las "ciencias; en medio de alguna exageracion y del apasiona- -"miento siempre lamentable, el eclecticismo trajo en Cuba, lo "mismo que enFrancia e Italia, el deseo de estudiarlas fnen- "tes, y como las tendencias historicas y filologicas de la doc- "trina relacionaban a los lectores con los nombres de la es- "cuela alemana y con las demas, ha sido el resultado que el "maestro se ha quedatfo sin discipulos, inclusos los que de e'l "aprendian en la catedra y en ella le han sucedido." DE LA FILOSOFIA EN LA IIABAXA. 85 (lO) El Dr. D. Manuel Gonzalez del Valle estuvo desempeiiando la catedra de Filosofia en nuestra Universidad, siendo ade- mas Decano de la Facultad a que pertenecia, hasta el mes de Enero de 1856. En esa fecha paso a ocupar una de las Gefa- turas de Seccion de la Secretaria del Gobierno Superior Ci- vil: y posteriorniente en 1861 se encargo de esta ultima impor* tante plaza por Real noinbraniiento. Hoy es Consejero de Admi- nistracion en la seccion de lo Contencioso. Por altos que hayan side esos destinos, en que el Sr. Valle ha tenido ocasion de prestar asupais no insignificantes servi- cios, se me figura que el antiguo profesor de filosofia no ha- bra dejado de recordar a menudo con una especie de raelan- colico placer, aquellas floras tranquilas en que rodeado de sus discipulos supalabra difundia entre ellos Las verdades de la ciencia; y si necesitase presentar pruebas en apoyo de tal idea, bastariame apelar a la tierna despedida que el mismo Dr. Valle pronuncio al separarse de la clase de Lojica. "Hoy '•termina el curso de Lojica. decia a sus alumnos, al que ha- "beis asistido honrandome con muestras de atencion y de '•'respeto: tambien hoy al cabo de tantos aaoa, idos para no "volver. de una leal consagracion al estudio de la Filosofia, "desde antes y despues de la renovacion del plan de la Uni- "versidad, hoy dejare' de ser la guia devuestio- claros enten- "dimientos y vuestra aplicacion, aunque al retirarme lleva mi •-corazon los mas gratosrecuerdos de vuestro aprovechamien- "to y la consoladora esperanza de que no se mterrumpira, por "cierto. la enseiiaiiza." . . . . ElDiscurso con que el Dr. Valle cerro el curso de Lojica j delcualbe tornado las frases que preceden. se publico en el periodico titulado "Brisas de Cuba"tomo 2- ° . pag. 84. El de terminacion de la elase de Moral salio en el tomo 5. ° pagina 170 de la ••Revista de lallabana," primera serie. 86 DE LA FILOSOFIA EN LA HABANA. (11) El ultimo dia de los examenes piiblicos del Colegio del Sal- vador siempre ha atraido a este una numerosa y escogida con- currencia, deseosa de escucliar alguna de esas brillantes im- provisaciones con que D. Jose' de la Luz acostumbra poner fin cada ano a las tareas de la institucion que dirije. Ve'ase de que manera se describe uno de esos interesantisimos actos en uu cuaderno que dio a la estampa mi niuy que- rido amigo D. Nicolas Azcarate, porhaber tenido la satisfac- cion de presidirlo como miembro de la Comision Local de Instruccion primaria de esta ciudad. "El sabio cu'bano acaba de dar un nuevo elocuente testi- monio de sus profundos conocimientos, de su vocacion por la ensenanza, y de sci ardiente amor a la juventud. El Colegio del Salvador, que con tanta aceptacion dirije D. Jose' de la Luzy Caballero, hace muchosarlos, primero en el Cerro y lue- go intramuros de esta ciudad en la calie de Santa Teresa, ha presentado sus examenes piiblicos en las noches del 8 de Di- ciembre y siguientes hasta la del 1G inclusive (1857); y si bien hemos observado en ellos meiioi' niimero de alumnos que en los ailos anteriores, los ejercicio?, ban. sido brillanti- simos y han dado ocasion a los concurivntes para admirar, con un escogido plantel de profesores, en su mayor parte dis- cipulos del Colegio, jovenes estudiantes que han hecho mo- desto alarde de una inteligencia tan precoz como solida y rectamente nuferida ." "Como epitome de esos brillantesexamenes, y para no ha- cer interminable nuestra relacion, nos limitare'mos al rapido bosquejo que dejamos hecho, concentrando principalmente nuestra atencion en la noche del 18 de Diciembre en que se terminaron, bajo la Presidencia del Sr. Brigadier Gobernador Politico y de los Sres. D. Anselmo de Villaescusa, D. Liicas Arcadio de ITgarte, y el autor de estas lineas. Despues que DE LA FILOSOFIA EN LA HABANA. 87 •cantaron un coro e hicieron varios otros ejercicios los alum- nos de Musica, se procedio por el Director y el cuerpo de profesores a la distribution de premios, entre los cuales ugu- raban las obras del Duque deRivas y el poema religioso "A Maria" de D. Jose Zorrilla, ofrecidos por la Oomision Local. En seguida dijo el Sr. Director pocomas 6 menos lo siguiente: "Hablo, Sres., para decir que no puedo hablar. — Esel caso que sobre mis habituates achaques, lie tenido uno que me ha atacado el organo de la palabra. En tales circunstancias. de- seando hablar — porque ;quien no ha de desearlo cuando es- tan tantos pendientes de su palabra? — convencido de que no podria hacerlo con la extension que deseaba sin grave per- juicio de mi salud, y no queriendo por otra parte defraudar al publico de esta deuda anualde la palabra quo nor costum- bre tengo contraida, llame a uno de mis diseipulos, comu- niquele mis ideas, vacie' en el suyo los sentimientos de mi pe- cho, y lo encargne de desenvolrerloa en uti discurso destina- do a leerse en este acto. Redactolo en efeeto, y habiendose transfundido mi espiritu en el suyo, debo decir en justicia •que es mia la materia, suya la forma, y el espmtu de los dos. Confieso, Sres., que despues de escrito me parecio en el pri- mer momento demasiado severo, que nunea la palabra habla- da, fugaz y pasagera. aparece tan dura como la misina pala- bra, consigaada y perpefcuada por la escrifcura. Littera scripta manet. dijeron los antiguos. — Sin embargo, considerando que asi como se arrepenria el salmista de hablar palabras inutiles, podria arrepentirme despues de no decir las utiles y prove- chosas, aunque severas, me decidi a que se leyera tal cual se concibio y escribio, pensando que si los jovenes se mueven por el amor de la gloria y el bello sexo por el sentimiento, a los viejos no debe impulsarnos otro movil que el amor san- to del deber. — Ahora solo resta que el disclpulo por ml esco- gido, desempeiie la parte que le toca en la tarea que con el he dividido." 88 DE LA FILOSOFIA EN LA HABANA. "Entonces se adelanto^el joven D. Antonio Angnlo y Here- dia, y antes de comenzar a leer el discurso, pronuncio como exordio estas breves palabras, procediendo inmediatamente a sn lectura: "No tengo la vana pretension de presentaros un discurso digno por sus formas del ilustrado auditorio a que se dirije: no hago mas que cumplir un deber sagrado del discipulo agradecido para con el amado maestro. Si encontrais en mis palabras defectos e incorrecciones de estilo atribuidlos a mi ignorancia e insuficiencia: si kallais en ellas por el contrario proveckosas vcrdades, ideas y sentimientos apreciables, sa- bed que son las del venerable maestro de la juventud cuba- na, que por mi boca os habla en los te'rminos siguientes" Omito la insercion del hermoso discurso leido por el apre- ciabilisimo joven Angulo, discipulo predilecto de D. Jose de la Luz y de cuantos tuvimos el gusto de ser sus maestros, por no ser oportuno en este lugar; y copiare en cambio lo que por via de preambulo se dice en ofcro cuaderno, publicado con el mismo objeto que el de Azcarate. en 1861. "Los siguientes discursos, escritos a nombre del Sr. D. Jo- se de la Luz, por dos de'sus/liscipulos,. D. Enrique Pineyro y D. Jesus B. Galvez, fixer on leidos en el Colegio del Salvador la noche en que concluyeron los examenes generales del ins- tituto. Despues de ellos tomo la palabra el Sr. Luz y dijo que esos discursos, en los cuales sus discipulos habian desenvuel- to habilmente sus ideas y entretejido, por decirlo asi,las fibras de su corazon, encerraban cuanto creia oportuno recomendar en aquellos momentos en materia de educacion. En seguida improviso una oracion en la que daba a sus alumnos algunos consejos que les sirvieran de guia cuando pasasen de la vida del colegio a la vida fpractica de la sociedad, les hizo ver cuanto vale y de cuanto puede servirles la luz de la razon, y siguio animandolos a no confundir nunca la fortuna y el triunfo con la justicia, finalizando con estas palabras: — Antes DE LA FILOSOFIA EN LA HABANA. 89 quisiera yo ver desplomadas, no digo las instituciones delosltom- bres, sino los astros todos delfirmamento,'quever caer delpe- cho humano el sentimiento de lajusticia, ese sol del mundo mo- ral. (13) "Non enim me cuiquam emancipavi; nullius nomen fero; mul turn magnorum virorum judicio credo, aliquid et meo vindico. Nam illi quoque non inventa, sed quserenda nobis relique- nmt." (Se'neca. — Epist. XLY. a Lncilio.) (13) E. Vacherot. La Mttaphysique et la Science — Tomo 2. c dia- logo 13. ° sobre la Filosofia del siglo XIX. — Al oir la opinion del Metafisico, qne incluyo en el discurso, el Sabio, su inter- locutor, pregnnta. "^Volvemos entonces, al eclecticismoj" — El Metafisico responde: — "De ningun modo. El me'todo ecle'ctico "puede ser excelente para el sentido comnn que va derecka- "mente a los resultados sin inquietarse con las dificnltades "del problema;pero esmny insnficiente corao m^todo filoso- "fico. Supone. en efecto, que la obra de la sintesis es mncho "mas facil de lo que es en realidad. Laudable tarea seria la "de acabar con el empirismo y el idealismo por un consorcio "entre la experiencia y la razon; mas ese consorcio ;es por "ventura posible? mo existe una verdadera incompatibilidad "entre las partes que deben celebrarlo? mo hay una radical "antinomia entre los datos de la experiencia y los con- "ceptos de la razon? — Tan importante cuestion solo puede ser "resuelta por el analisis y la critica de la inteligencia. Era "necesario, por tanto, untrabajo filosoflco muy distinto aldel "eclecticismo para preparar el advenimiento de esa metaflsica "verdaderamente positiva que todos los espiritus serios y eie- "vados deben desear. De ahi la importancia historica de la 90 DE LA FILOSOFIA EN LA HABANA. "nueva filosofia alemana. El genio trances se resigna con de- '•'masiada facilidad a ignorar las cosas que exijen cierto es- •'fuerzo para ser conocidas y comprendidas: entre nosotros "se ha buscado la solucion del problema en la conciliacion ''inmediata de las doctrinas exclusivas, sin ocuparse seria- "mente de los analisis, de las antinoniias, de las conclusiones "de la filosofia critica. El genio aleman tiene sus defectos, ''que a los franceses nos place exagerar; pero no es uno de "ellos el de simplificar las cuestiones haciendo caso omiso de "las dificultades. Asi, pues, una grande escuela del siglo XIX "ha vuelto a fijarse en el problema metafisico, ensayando el "resolverlo bajo las nuevas condiciones en que Kant y la fi- "losofia critica lo habian colocado. 77 APENDICE. CAKTA DEL PBRO. ». FELIX VARELA A UN DISCfPULO SUYO, sobre las cuestiones fLlosofLcas de D. Jose de la ILiwz y 3D. Francisco Ifcniz, con D. Manuel G-onzalez del Valle. [INEDITA.] New- York 22 de Octubre de 1840. QUERIDO A. Mi silencio respecto a las cuestiones iilosofieas que hace tiempo llaman la atencion del publico en esa isla, no es mas que una medida prudente. To- da intervention de mi parte podria mirarse como un reclamo de mi antiguo magisterio que si nunc a hice valer cuando casi todos esos contendientes re- cibianniis lecciones, mal podria pretender ejercer- le cuando se hallan a la cabeza de la ensenanza de que yo me he separado. Mas tus instancias son tales y tan repetidas, que al fin voy a manifestarte lo que pienso. Tres sonlos puntos controvertidos : 1. ° si la en- senanza de la Filosofia debe empezarse por la Fisi" 94 APENDICE ca 6 por la Logica; 2. ° si debe admitirse la utili- dad como principio y norma de las acciones ; 3. ° si debe admitirse el sistema de Cousin. En cuanto al primer punto, reflexiona que las ciencias pueden considerarse en si misnias 6 en el metodo de ensenarlas; y aunque este debe fundarse en las relaciones de aquellas, es vario en el modo de aplicarlas. Siendo la Logica la ciencia que diri- je el entendimiento para adquirir las otras, es cla- ro que debe precederlas 6 por lo menos acompanar- las, pues lo contrario seria lo mismo que aplicar la medicina cuando ya el enfermo esta sano, 6 traer una antor cha para alumbrar el camino cuando ya el viajero ha llegado a su termino. Por consiguien- te, los que defienden que debe empezarse por la Lo- gica lian considerado las ciencias en si mismas, y su argumento es incontestable. Mas las relacio- nes de la Logica con las demas ciencias pueden ir- se aplicando a un objeto determinado 6 enseiiar de un modo j^ractico, lo cual equivale a enseiiar la Lo- gica simultdneamente con otra ciencia aunque el discipulo no perciba el arte con que es conducido. Entonces se aplica la medicina por grados segun lo requiera la enfermedad, y la antorcha acompaiia al caminante y alumbra el camino aunque no es percibida. Por consiguiente, los que quieren que se empieze por la Fisica no pretenden que esta se en- seiie antes que la Logica, sino con el auxilio de ella, DE LA FILOSOFIA EN LA HABANA. 95 como mi mero ejercicio logico en que el entendi- miento es guiado sin sentirlo y adquiere un habito que luego le facilita la inteligencia de los precep- tos logicales, 6 la ciencia logica formada en sistema por los hombres. No hay duda de que ademas de la Logica natural, de que siempre se ha hablado y que consiste en la facilidad de percibir los errores por luz de razon, hay otra que podemos llamar de edu- cation social y cientifica y que es el resultado de una continua conexion por experiencia propia y por las indicaciones de otros que al fin viene a producir un habito de acertar. Sucede lo mismo que con la gramatica que puede uno aprender a hablar perfectamente sin estudiar sus reglas, si tie- ne quien le corrija todos los defectos, pero nunca hablara bien sin conformarse a ellas, aunque el mis- mo no perciba esta conformidad. Propiamente ha- blando, no diriamos que aprendio sin reglas, sine que aprendio las reglas sin saber que las aprendia, por no haberlas recibido en un orden sistematico-. Por tanto, la cuestion no debe presentarse pregun- tando si se ha de ensenarla Fisica antes que la Lo- gica, sino si la Logica debe ensenarse junto con la Fisica de un modo practico y meramente prepara- torio, sirviendo los objetos fisicos para los ensayos logico s. Bien advertiras que ya estamos en un campo muy diferente, y que de un golpe nos hemos desem- 96 APENDICE barazado de todos los arguroentos deducidos de la naturaleza de la Logica, ora para que preceda en el orden de estudios por ser laantorchade las cien- cias, ora para que se posponga por ser abstracta y menos agradable. En realidad no se anticipa ni se pospone, aunque los sistemas cientificos 6 cuer- pos de doctrina formados por los hombres se anti- cipen 6 se pospongan. Es tambien claro que la Logica, aim como siste- ma filosofico 6 conjunto de reglas y observaciones, puede enseiiarse con toda perfeccion antes de es- tudiar Fisica u otra ciencia alguna, pues el profe- sor, si sabe enseiiarla, encontrara mil objetos sensi- ble s y de facil comprension que le sir van de ejem- plos en sus explicaciones y de ejercicio a sus dis- cipulos. Nunca podria establecerse como regla, que el que no estudia primeramente la Pisica no puede estudiar Logica 6 no puede por lo menos estudiarla con facilidad. Por esta razon en las universidades y otros institutos en que se ensena la Logica des- pues de la Fisica, no se exige certificacion de haber estudiado esta para empezar el estudio de aquella. En muchas partes se ensenan simultaneamente las dos ciencias, y si no estoy equivocado, aim nuestro amigo D. Jose de la Luz lo practico asi y acaso lo practica. Acuerdome que cuando me escribid que ensenaba la Pisica antes que la Logica le conteste que encontraba en ello unaventajayes que los es- DE LA FILOSOFIA EN LA HABANA. 97 tudiantes prefieren el estudio de la Fisica por ser mas agradable y asi se les forma el gusto ensenan- doles al mismo tiempo la Logica sin que lo perciban. Luego venimos al ultimo resultado, y es que no yerran los que ensenan la Logica antes que la Fi- sica, ni los que ensenan aquella sirviendo esta de objeto de ensayo; y he aqui terminada la cuestion. En cuanto a las obras elementales, creo que de- bemos pensar de un modo diferente, pues estas, aunque se destinen al uso de las escuelas, deben es- cribirse como si el estudiante no tuviese otra guia, y por consiguiente deben seguir el orden que en si tienen las ciencias, empezando por la Logica; y he aqui porque yo no he alterado el orden de mis lec- ciones de Filosofia dejando a los profesores que ha- gan el uso que quieran de ellas, posponiendo si les parece el primer tomo y empezando por el se- gundo. La segunda cuestion queda resuelta luego que se analizan sus terminos. Tratase de encontrar la primera norma de la moralidad que mide y arregla y no es medida ni arreglada, pues en tal caso ya no seria primera; luego la utilidad, que es medida y arreglada, no puede ser la norma que buscamos, y solo es el resultado de la comparacion de las ac- ciones con dicha norma, siendo la utilidad verdade- ra y aparente, segun que se conforma 6 se opone a ella. 7 98 APENDICE Advierte que los defensores del principio utilita- rio responden a las objecciones diciendo que todas provienen de confundir la utilidad ilegitima con la verdadera ; luego ha de haber una norma para evi- tar esta confusion, y dicha norma es la primaria. La idea de la utilidad de un objeto es el resultado de un analisis y una sintesis, y viene a ser como el producto en una multiplicacion. ^Diria un matemi- tico que los productos verdaderos 6 bien sacados son la norma de la multiplicacion? Seguramente que no. Antes diria que aplicando la norma 6 regla sacamos los productos y averiguamos si son exac- tos, pues lo mismo debe decirse de la utilidad. Sin embargo, como siempre operamos por una razon de bien 6 por una utilidad, es cierto que nuestras ac- ciones se dirigen por ella y que es la norma inme- diata 6 secundaria, que no sirve de prueba de la mo- ralidad sino en cuanto conviene con la norma pri- maria. Para valerme nuevamente de un ejemplo sacado de las matematicas, comparare la que llamo norma secundaria con las tablas de Logaritmos que efectivamente sirven de norma en los calculos para abreviar las operaciones ; pero estan formadas por otra norma y son el resultado de otras opera- ciones que forman el verdadero fundamento de los calculos. Creo que ha dado ocasion a la disputael haber con fundido la norma primaria con la secundaria, y que DE LA FILOSOFIA EN LA HABANA. 99 examinando la materia con tranquilidad podrian avenirse los contendientes. Siempre se ha dicho que el hombre opera segun alguna razon de bien t y que este es real si se conforma con la naturaleza de las cosas y por consiguiente con la voluntad divina que es- el origen de ella, y aparente si se la opone siendo, por tanto, tambien contrario a aque- 11a; que las acciones que tienen por objeto un Men real son justas, y los que se dirigen a un bien aparente son viciosas. Tambien se ha dicho siem- pre, que para graduar la bondad de los actos de bemos considerarlos en todas sus relaciones, y que cualquiera equivocacion en este punto nos hara tener por buenas las acciones malas y al con- trario. Jamas ha habido un filosofo que se atreviese a negar que un Men real es una utilidad verdadera y un Men aparente una utilidad falsa. Si oimos a los defensores del sistema utilitario r nos diran que la verdadera utilidad no depende del capricho de los hombres ni del vil interes sino que se deduce del examen de la naturaleza de los obje- tos y siempre es conforme con la voluntad divina, Que la verdadera utilidad es un Men real y por esta razon y no por otra la presentan como la norma de las acciones, pues como filosofos estan bien lejos- de oponerse al bien real 6 querer mal para los hom- bres. Por consiguiente, en sustituyendo la palabra LofC. 100 APBNDICE utilidad a la palabra bien, 6 al contrario, todos los contendientes. expresaran unos mismos pensamien- rtos, aunque el lenguaje sea diverse Mas por des- gracia la cuestion ha tenido un objeto imaginario y se ha liecho interminable. Los que atacan el sis- tema utilitario dan por sentado que la utilidad se gradua alcaprieho 6 segun un interes puramente in- dividual; pero los defensores de dicho sistema res- iponden que es una equivocation. Mas estos mismos acusan a sus contrarios de proceder neciamente ..fingiendo deberes imaginarios sin consultar la ver- dadera utilidad, esto es, sin contemplar la natura- leza de los objetos ; y por consiguiente reciben por respuesta que es una equivocacion. He aqui como >mos y otros estan dando palos al aire. Sin embargo de que estoy persuadido que es tuna misma ladoctrina de ambospartidos, debo con- fesar que no me ha gustado la introduccion del ^termino utilidad, que dejando las eosas como esta- i'ban, las ha dado un aspecto sospechoso. Creo que la experiencia justifica mi asercion. Expresando las palabras bien real y utilidad verdadera una mis- ma idea, convendria no usar estas que producen confusion y, si se quiere, que expresan doctrinas contrarias: francamente digo que es absurdala que de el nombre de verdadera a una utilidad contraria al bien real '; pero estoy seguro de que ninguno de Jos defensores del sistema utilitario (en la Ha- DE LA FILOSOFIA EN LA HABANA. 101 bana) esta en este ultimo caso, y asi creo que* la disputa es de palabras. En cuanto al sistema de Cousin, creo que tam* bien puede haber un acomodamiento si prescindi- mos de los errores particulares del autor, como 1© - liacemos con los gravisimos de Aristoteles que pue- de considerarse como el padre del sensualismo. E? panteismo de Cousin se deduce de algunas proposi- ciones esparcidas en bus obras; mas no del sistema^ que solo viene a ser un etpiriiualismo, que segura**- mente no es cosa nueva. No puedo menos de ad^ mirarme de que Cousin haya hecho tanto ruido no haciendo mas que repetir lo que otros han dicho:: pero al fin debo ceder a la experiencia y confer sar que hay nadas sonoi^as. Redueese pues toda la cuestion adejar que Cousin y sus partidarios defiera- dan las ideas innatas 6 las puramente inielectuales- que no son innatas pues su objeto no se represent ta por imagenes sensibles. A cualquiera de estos dos sistemasque se reduzca el Cousinianisnio, debe desecharse, segun mi opinion; pero no debemos* alarmarnos porque otros lo sigan. Puedo decir que cuando estudie Filosofia en eV colegio de San Carlos de la Habana era Cou&inicmoy y que antes lo fueron todos los discipulos de 1112 insigne maestro el Dr. D. Jose Agustin Caballero que siempre defendio las ideas puramente intelee- tuales siguiendo a Jacquierya Gamarra... El Sr. (V 102 APKNDICE Gavan que le sucedio, y con quien acabe mi curso de Filosofia, varid esta doctrina admitiendo la que ^bhora con un terminito de moda llaman sensualisino, y yo que le sucedi en la Catedra siempre lo ense- tte, amnque sin tanto aparato. Hubo pues una epo- ca en la Habana en que se ensenaba en la Univer- ■sidad, el sensualismo absoluto; en el Seminario el sensualismo que podemos llamar moderado por ad- mitir algunas ideas puramente intelectuales) y en el convento de San Agustin las ideas innatas por. •que seguian a Purchot. Ya ves que la cuestion no es nueva. Bistingamos a Cousin de los Cousinianos, y no artribrayamos a estos los errores de aquel, asi como mo atribuimos a los Aristotelicos los errores de Aristoteles. Sea 6 no panteista Cousin, estoy seguro que lo scran muy pocos y acaso ninguno de los Cousinianos, Si por desgracia llegan a admitir un error tan funesto, ataqueseles con firmeza como panteistas, mas no como Cousinianos. En cuanto al sistema en si mismo, repito que de- be reducirse a un innatismo 6 a un espiritualismo; pia.es., 4 quiere Cousin que todas las ideas esten en el alma y esta las desplegue, por decirlo asi segun las eircunstancias, y he aqui el innatismo; 6 pre- tendc que sin estar las ideas previamente en el al- ma esta las forma sin imagenes sensibles, y he aqui el espiritualismo. No concibo un termino medio a DE LA FILOSOFIA EN LA HABANA, 103 no ser que se admita el sensualismo y se destruya todo el sistema Cousiniano. Ahora bien, te suplico que recuerdes lo que escribi en mi primer curso filoso- fico, (*) sobre la cuestion acerca del origen de las ideas, e inferiras cuan inutil la considero. Estoy tan convencido de su inutilidad, que en mi segunda obra [pues como tal considero mis Lecciones dejfilosofta] ni siquiera me detuve en ventilarla, por que me pa- recio que el mayor servicio que podia hacerle a mis discipulos, para quienes unicamente escribia, era conservarlos en la ignorancia de semejante cues- tion, 6 mejor dicho delirio, que ni dirije el entendi- miento ni rectifica el corazon. Acnerdate de una regla de mi Logica que siempre he observado yes que todu cuestion que resuelta afirmatim 6 negoiim- mente da un mismo resuUado en la prdctica, debe de- secharse. Lo mismo dirije el entendimiento para la adquisicion de las ciencias un innatista que un sensualista, y asi no importa mucho decidir cual de (*) No se si tendras alguu ejemplar de este curso. — Es- eribi la Lojica y la Metafisica en latin segun la costumbre de aquel tiempo. y debia servir para el Seminario de la Diocesis de Santo Domingo, cuyo Arzobispo el Sr. Valera me encargo el trabajo. Imprimiose en la Habana en la imprenta de Gil en 1812 con el titulo de "InstitutionesPhilosophigeEclecticfe" sin nombre de autor. Despues enseiie por ella cuando obtuve la Catedra del Seminario de la Habana; y entonces escribi el tercer tomo en eastellano por habe'rmelo permitido el Illmo. Espada. 104 APENDICE los dos sistemas es verdadero, y la cuestion debe considerarse como objeto de una curiosidad flloso- fica. — Sin embargo en el primer curso la resolvi estableciendo la siguiente proposicion: — Todoslos ftlosofos deben convenir acerca del origen de las ideas 6 todos defienden un absurdo. Para probarla, supongamos que se presenta un Cartesiano y dice: "hay ideas que se adquieren na- turalmentey sin estudio"; — el Lockiano concedera esta proposicion, y lo mismo harael defensor delas ideas puramemte intelectuales. — Yenga ahora un Lockiano y diga que "la idea de Dios se adquiere por los sentidos porque ellos no excitan a su forma- cion." — El Cartesiano lo concedera pues enseiia que las ideas aunque innatas se excitan 6 despiertan por los sentidos ; tampoco lo negara el que admite ideas puramente intelectuales pues porellas nunca ha entendido que no puedan excitarse por los sen- tidos sino que no pueden representarse por ellos. Supongamos- ahora que un defensor de este ultimo sistema afirma que la idea de Dios no puede repre- sentarse por imagen corporea y que en este sentido es puramente intelectual. — El Cartesiano y el Sen- sualista convendran en ello. — Resulta pues, que to- dos convienen en que "hay ideas evidentes que se adquieren sin trabajo, que hay ideas cuyos objetos no pueden representarse por imagenes corporeas, pero que podemos excitarnos a formarlas por la ac- DE LA FIL0S0F1A EN LA HABANA. 105 cion de los sonidos." — He aqui una conclusion for- mada de lo que cada partido afirma y los otros conceden; he aqui todos los filosofos de acuerdo. Pero supongamos que un Cartesiano dice que la idea de Dios siempre ha estado j^esente en nuestra alma desde el momento en que fue creada, 6 que di- cha idea estaba como escondida en el alma y solo se manifesto cuando fue excitada, esto es, que esta- ba y no estaba. He aqui un absurdo. Supongamos que el Lockiano dice que "la idea de Dios se puede pintar por imagen corporea." He aqui otro absur- do. Afirma el defensor de las ideas puramente intfr lectuales "que no podemos ser excitados por la con- templacion del universo a formar la idea de Dios." He aqui otro absurdo. Luego resulta que todos sos- tienen un absurdo, a si que se desvian de la pro* posicion en que todos convienen. Luego queda pro- bada la primera proposicion, esto es, que todos los Filosofos convienen acerca del origen de las ideas, 6 todos defienden un absurdo. Debemos, pues, de- jarlos en paz. 6 como defensores de verdades evi- dentes, 6 como apasionados que no perciben absur- dos tan palpables. Creo que estas reflexiones bastan para que no nos ocupemos del Cousinismo como sis- tema; y por lo que hace a los errores de Cousin, de^ jarselosen suentendimicnto, y si alguno los defen- diere bastara para confutarlos repetir las solidas impugnaciones que en todas epocas han recibido, 106 APENBICE pues seguramente no venimos ahora a impugnar por primera vez el panteismo, 6 el sistema de emana- eion en lugar de la creation. No son los ateos bichos nuevos en el campo aparente filosofico, aunque en el real no se cree que jamas hayan existido. De aqui no infieras que atribuyo estos enormes errores a Cou- sin, si no que esta justa 6 injustamente acusado de ellos y alia se las parta; yo no quiero constituirme ni su acusador, ni su defensor, ni su juez. Tambien ha llamado la atencion Cousin reviviendo el prinei- pio de autoridad filosofica y reuniendolo con el Eclee- ticismo, siendo enteramente eontrarios, pues el que cede a una autoridad no tiene eleccion. Sin embar- go, sospecho que ha empleado estos terminos en muy distinto sentido, y que al fin es un juego de voces. Induceme a formar este juicio una proposi- cion de mi amigo y discipulo D. Manuel Gonzalez del Valle, que dice: u Como no hay jwogreso sin tradition doctrinal de los que 7ios han antecedido en la historia de la ciencia, la autoridad es el lazo que nos tine con lo pasado" Se que Valle se ha entregado por mucho tiempo al estudio de las obras de Cousin y que es su partidario acerrimo, por cuyo motivo debo creer que la proposicion es enteramente Cousiniana. De ella sin embargo se infiere claramente, que la auto- ridad filosofica solo tiene por objeto certificar lo que han escrito los filosofos ; mas no obligarnos a admitir -sus doctrinas, pues entonces no podria haber pro- DE LA FILOSOFIA EN LA HABANA. 107 greso como supone la proposicion sino que por el contrario tendriamos una Filosofia estacionaria. Aunque convengo en que la tradition doctrinal puede servir para el progreso de las ciencias no me parece que es absolutamente necesaria, pues la ma- yor parte de las invenciones y los mejores sistemas no se han fundado en doctrinas precedentes. Sirvan de ejemplo la atraccion de los cuerpos y el movi- miento de la tierra. Me persuado, pues, que mi ami- go Valle no quiso presenter su proposicion como universal, aunque los terminos en que esta conce- bida pueden inducirnos a creer que lo es; sino que habla de lo que generalmente sucede. Mas suponga- mos que Cousin quiere que no haya progreso algu- no sino que solo aprendamos a repetir: sur3ongamos que quiere establecer el 3fagister dixit pitagorico, y al mismo tiempo un eclecticismo monstruoso que consista en amalgamar todas las doctrinas que nos transmite la historia filosofica. ^Crees, querido ami- go, que semej antes absurdos merecen refutarse? Y si Cousin no los ha ensenado y sus discipulos no los ensenan ^para que atribuirselos? No mas de Cousin. Ocupemonos ahorade los contendientes Habane- ros, y he aqui una de las pocas veces que me he ocu- pado de personas; pero conozco su gran merito, los amo tiernamente, y mas que a ellos amo a mi Patria, y por tanto quisiera que el raudal de sus conoci- mientos corriese mas lentamente para que regase y 108 APENDICE no destruyese las herinosisimas flores que en el cam- po de la juventud cubana han producido y producen sus desvelos. Desearia que mutuas y sencillas ex- plicaciones produjesen una reconciliacion filosofica, 6 que si desgraciadamente continuase la disputa, no continuase por lo menos el espiritu que hasta ahora la ha conducido. Pero al fin, estos no son mas que los votos de un pobre clerigo, que a lejana distancia se complace en pensar en lo que convendria a su p atria. Escribiendo a un discipulo mio, creo poder con- cluir esta carta, refiriendo algunas anecdotas de mi earrera filosofica que dieron origen a la adversion que tengo a las disputas e investigaciones especula- tivas. Mi discipulo D. Nicolas Manuel de Escovedo, que tenia entonces 15 6 16 anos, me leia diariamen- te, y notando algunas cuestiones especulativas [que generalmente son el fundamento de los partidos] me pregunto con su natural candor y viveza: "Padre Varela, ^ara que sirve esto? Confieso que me enseno mas con aquella pregunta, que lo que yo le habia enseiiado en muchas lecciones. Fue para mi como un sacudimiento que despierta a un hombre de un pro- fundo letargo. Que imperio tienen las circunstan- cias ! Nada mas me dijo, y me hizo pensar por muchos aiios. Poco despues forme un elenco en que aim tenia varias proposiciones semej antes a las que llamaron la atencion de Escovedo, bien que yo no percibia su DE LA FILOSOFIA EN LA HABANA. 109 semejanza, y cuanclo se le presento al Sr. Espada le dijo a su Secretaries "Estejoven catedrdtico vd adelan- tando,pero aun tiene macho que barrerf y le hizo no- tar como inutiles precis amente las proposiciones que yo creia mas brillantes. Tome, pues, la escoba, para valerme de su frase, y empeze a barrer deter- minado a no dejar ni el mas minimo polvo del esco- lasticismo ni del inidilismo, como yo pudiese perci- birlo. Acaso esta mania de limpiar que he fomentado por tantos aiios influye en el juicio que formo del esta- do de la Filosofia en la Habana, pero segun mi costumbre lo expresare con franqueza, y es que en el campo que yo chapee (vaya este terminito cubano), han dejado crecer mucha manigua (vaya otro), y co- mo no tengo machete (he aqui otro), y ademas he per- dido el habito de manejarlo, desearia que los que tienen ambos emprendieran de nuevo el trabajo. Basta de carta, que ya es larguisima, pero ten pa- ciencia, y no olvides a tu afectisimo Felix Yarela. P. D. — s Pitagoricos la mente. Platon y los mas de sus sectarios fundaron las ideas innatas, reproducidas por Descartes: Oippo y Jenocrates DE LA FIL0S0FIA EN LA HABANA. 125 asignaron por criterio a las cosas sensibles los sentidos, a las racionales el entendimiento: asi pen- so Aristoteles, ensenando empero ser la inteligen- cia el principal. Descartes fijo esta regla, que en la uida iiohia de dudurse aim de lo manifesto yevidente: despues escribio que el principio de toda verdad y de toda Filosofia, era: pienso, luego existo] estable- eiendo por ultimo corno criterio que caaato clara y distiniamenie se concibiese era cierto." "Algunos modernos y los peripateticos ponen en la evidencia el criterio, sentando que lo cornprendido en la idea clara y distinta de alguna cosa, se debia cer- tisimamente afirmar de ella. Huet tuvo por criterio la locucion de Dios. Espinosa la razon humana; Male- branche juzga que la inteligencia se une esencial- mente con Dios, y todo lo ve en el, siendo su luz el criterio de la verdad: pero nosotros pensamos que el entendimiento instruido en las reglas logicas es bastante capaz para distinguir lo verdadero de lo falso." Hemos visto en esta breve reseiia aparecer las pri- meras catedras de Filosofia'en la Habana bajo el ala protectora de la Iglesia: hemos hallado la escolasti. ca pura y despues reformada con acierto, aunque sin abandonar su lenguaje ni sus formas, preparandole el camino a la era mas venturosa que con poco inter- 126 DE LA FIL0S0FIA EN LA HABANA. medio comenzo en lo adelante. Tal vez otra ocasion, mostraremos los pasos preparatories que faltan, el trastorno que sobrevino, y el estado presente de las cosas. FIINT. ELOGIO DEL DOCTOR DEL Villi, CATEDRATICO DE FISICA DE LA REAL UNIVERSIOAD LITERARIA, escrito por acnerdo de soa Claustro general, POR EL DOCTOR DON JOSE MANUEL MESTRE, CATEDRATICO DE FILOSOFIA. HABANA. IMPBEXTA "3L.A. -AJSTTILL^, Calle de Cuba numero 51. 1863. ELOGIO DEL DOCTOR Don Jose Z. Gonzalez del Valle. Leido en sesion solemne del Claustro general de la Real Universidad Literaria. (Dicienibre 21 de 1861.) Senores: La Universidad de la Habana viene a cumplir un sagrado deber tributando por mi boca el home- naje de sus elogios a la memoria de uno de sus miembros mas distinguidos, el Dr. D. Jose Zacarias Gonzalez del Valle ; y en verdad que si pudo esco- ger quien fuese mas digno que yo de desempenar tan agradable y honrosa tarea, nadie la hubiera emprendido nunca con el corazon mas empapado de afecto y entusiasmo. Jose Zacarias Gonzalez del Valle fue para mi, no solo un maestro bondadoso y solicito, a quien debi en la epoca mas critica de mi vida de estudiante, 9 130 ELOGIO DEL DR. a. DEL VALLE. saludables y oportunos consejos, sino un amigo cariiioso que olvidando la diferencia que entre nuestras edades mediaba, estrecho mi mano mu- cks veces con afecto al descender de la catedra, llegando a establecer conimgo unas relaciones, tan tiernas y respetuosas por mi parte, como llenas de benevolencia por la suya. Algunos anos han pasa- do de entonces aca; muchos acontecimientos se han sucedido; Yalle descansa en el silencio de la tumba; y sin embargo mi agradecimiento hacia el no ha menguado, ni mis recuerdos se han desvane- cido en lo mas minimo; aun resuena en mi pecho aquella palabra gratisima que nunca expreso sino pensamientos de bien y de verdad; aun acaricia mi oido aquella dulce y melodiosa voz que parecia templar nuestras almas con cierta magia inexpli- cable; aun se me figura verle entre nosotros"con su aire modesto y reposado, ejemplo raro de todas las virtudes, y modelo el mas perfecto para el me- joramiento de cuantos le rodeaban. Seame pues permitido decir, que si la Universidad Uena hoy un oficio de conciencia, yo tambien lo cumplo por mi parte; y ojala que en ello mis facultades corrieran parejas con mi voluntad. Breve fue la vida de Yalle ; no encontraremos en ella tampoco esos sucesos importantes, esas varia- das peripecias que a menudo ofrece la existencia humana, que nos hacen vivir mucho en un corto ELOGIO DEL DR. G. DEL VALLB. 131 transcurso de tiempo, y que, excitando ahora viya- mente vuestro interes, harian tambien muy facil mi tarea. Xo vais a comtemplar la tumultuosa car- rera del torrente, los giros que describe hunditm- dose en el precipicio, sus saltos formando las rui- dosas cascadas; vais a seguir por el contrario el curso de mi manso arroyuelo cuyas limpidas aguas solo han reflejado la imagen de las fiores y el azul del cielo, cuya corriente bienhechora no ha hecho jamas otra cosa que fecundar los campos que atra- viesa. Yais en fin a esc'uchar una historia bien sen- cilia; pero que en cambio puede servir de prove- choso estimulo para nuestra juventud, y despertar en todos, esos sentimientos de entusiasmo por la ciencia y de amor al bien, preciosas fiores del alma, cuya fragancia debemos conservar perdurablemen- te con el empeno mas cuidadoso. Nacido Valle el dia 5 de Xoviembre de 1820 ; cle una familia a que debe Cuba otros hijos distingui- dos, no tardo en dar muestras evidentes de su en- tendimiento clarisimo, de un juicio recto y de una grande excelencia de corazon. Diganlo si no el aprecio que supo conquistarse entre sus maestros : los premios que alcanzara desdela temprana edad de nueve anos, y el haber terminado completamen- te a la de doce sus estudios secundarios, poseyen- do con una perfeccion poco comun desde entonces el conocimiento de la lengua latina, madre legiti 132 ELOaiO DEL DR. G. DEL VALLE. ma de la nuestra, pero que, por una reaccion exa- geradamente injusta y cada dia mas inexplicable, tan desconocida es ya en nuestros tiempos. Examinado en la Real y Pontificia Universidad, siguio en el Oolegio de San Carlos los estudios de Filosofia, que alii ensenaban el Ldo. D. Francisco Javier de la Cruz y el Pbro. D. Francisco Ruiz, dan- do siempre pruebas de una aplicacion cada vez mas vehemente, y sobre todo en las conclusiones publicas que sostuvo a la edad de treee anos, y todavia recuerdan con placer los que tuvieron el gusto de presenciarlas. El oclio de Agosto de 1834 alcanzo el termino de esos estudios eon el grado de Bachiller en Filosofia, con el cual se vio en ap- titud de comenzar los cursos del derecho civil. El estudio de la Filosofia ejercio sobre Yalie una mfluencia tal que trascendio indudablemente a to- dos los deinas ramos a que se dedico, y aim pudie- ra decirse que imprimio en su caracter, ideas y tendencias un sello especialisimo. No aludo con esto precisamente a las doctrinas que recibiera de sus maestros; lo que quiero significar es que el co- nocimiento de la Filosofia fue para el la revelacion de una vida intelectual, que ni siquiera sospecha- ba. Aquel talento penetrante y reflexivo encontro en la Filosofia su verdadera atmosfera, la legitima csfera de su actividad; y mal hubiera podido aban- donarla en lo adelante. Valle fue filosofo desde el ELOGIO DEL DR. G. DEL VALLE. 133 primer momento en que la eiencia de las ciencias alumbro y fecundo sus faeultades impriraiendoles im benefico impulso; filosofo en sus creeneias y doctrinas. como en la practica de la vida mas in- tima; filosofo en la educacion de los ninos, como en la catedra universitaria ; filosofo en fin en las euestiones mas elevadas de la psicologia y de Ja jurisprudencia, como en sus estudios de la natura- leza fisica, como en los mismos arrebatos de su poetic a imaginacion. Pero si la Filosofia intereso de tan especial ma- nera a Valle, si la Filosofia lo enamoraba, como el propio decia a uno de sus amigos mas intimos con motivo de la catedra del Texto Aristotelico, no por eso miro con poca atencion los estudios de juris- prudencia; pues teniendo en cuenta que en ellos habia de cifrarse su posicion social, les dedico to- da aquella ardorosa aplicacion y aquel perspicaei- simo entendimiento de que e stab a dotado; particu- larmente desde que en Marzo de 1837 se gradn6 de B a chiller en derecho. Y aqui empieza la epoca mas importante de la vida de Valle, la epoca en que con er p€ sialidad de- bemos fijar nuestra atencion, si nos proponemos conocer y apreciar a fondo su relevante rn^rito. Desde entonces vemos aparecer casi simultanea- mente al escritor correcto, iluido y elegante; al dulce y sentido poeta; al abogado entendido y eio~ 134 ELOOIO DEL DR. O. DEL VALLE. cuente, activo y decoroso; y al profesor prof undo y en tusiasta. Consideremos, pues, a Valle bajo ca- da uno de estos diferentes aspectos. Valle en lo literario pertenece a aquel periodo que vivifico el liombre a quien acaso mas deben las le- tras en Cuba, el inolvidable D. Domingo Del Monte. Sabido es que Del Monte tuvo el don de atraer y reunir en torno suyo cuanto de distinguido y de no- table Iiabia en la juventud de su tiempo, y encen- der en todos los pechos el fuego sagrado del amor a la cfencia, imprimiendo a tan noble y elevado sentimiento un iinpulso de desarrollo tal que pro- mo ti a ilevarlo a mas alto punto de perfeccion aim, que el que ha logrado alcanzar. Valle participo de esc movimiento, de esa agitacion generosa, de esa comunion literaria de que tan aventajado habia de resultar nuestro pais en todos conceptos. Constan- temente se encontro en las mas estrechas relacio- nes con la mayor parte de los que componian el circulo de Del Monte; sus trabajos de todo gene- ro pasaban en el dc mano en mano antes de ver la luz publica, y so emnendaron y pulieron a nie- nudo bajo la correccion mas imparcial y severa; resultando sin duda aquel exquisito gusto, aquella elegancia intacnable que constituye el principal distintivo de todos sus escritos, inclusos los mis- mos forenses en que por lo general somos tan de- sal m ados. ELOGIO DEL DR. G. DEL VALLE. 135 No es mi intento formar ahora un juicio critico de las obras literarias de Valle; eso saldria fuera del plan natural de este discurso; mas no puedo en verdad dejar de encarecer a la consider acion de mi auditorio las circunstancias que mas recomiendan aquellas al aprecio de los que no miran con indife- rencia el progreso intelectual de nuestra patria. El estilo de Valle, como acabo de indicar, se dis- tingue sobre todo por su pulcritud y correccion, pero luce tambien en el una soltura airosa y agra- dable que nunc a para en negligente desenfado. Yalle comprendia toda la excelencia y hermosura de esta lengua de Castilla que adunandose con to- dos los tonos, con todos los sentimientos, con to- das las circunstancias, ora nos deleita y adormece con suave melodia, ora resuena con grave y sono- roso compas, ora en fin varonil y gallarda hace vi- brar y estremecer las fibras mas reconditas del co- razon. Xo es pues de extranar que la amase con particular extremo, que quisiese conocerla en todos sus secretos y bellezas, y que siempre procurase ser fiel a los preceptos del buen gusto y usar de una diccion castiza y atildada. Cervantes y Jovella- nos le merecieron una aficion muy preferente ; y por cierto que sus estudios sobre estos dos selectos modelos del bien decir no pudieran haber sido me- jor aprovechados. Pero no solo es digna de alabanza la forma con 136 ELOGIO DEL DR. G. DEL VALLE. que Valle supo vestir todas las producciones de su fantasia y de su privilegiado entendimiento, sino que en ellas tuvo siempre por principal proposito, 6 una idea de verdadera utilidad, 6 la expresion de sentimientos elevados y llenos de bondad y de ter* nura. Yo no discutire en este momento sobre si es 6 no merec'edor del dictado de poeta, si puede 6 no colocarse en esa pleyade de seres escogidos por el cielo para recibir la inspiracion del fuego divino; mas si me atrevo a asegurar que Valle sabia sentir la% beljezas de la naturaleza, que su imaginacion se lanzo a menudo por esos espacios de horizonte infinito, cerrados para las almas vulgares, que su espiritu se dilataba y engrandecia contemplando lo noble, lo hermoso y lo bueno. Poeta 6 no, el sa- bia interpretar esas armonias misteriosas de la na- turaleza que no llegan a todos los oidos, pero que una vez escuchadas arrastran en pos de si todo nuestro ser para conducirlo a la region mas alta del mundo del espiritu; el sabia gozar en los arru- llos de la brisa, aterrarse con los bramidos del mar en su lucha perenne con la tierra, condolerse con el afligido, aplaudir las acciones generosas, elevar la timida mirada hasta ese Dios de que di- manan tantas maravillas; todo esolo sabia, y todo eso tambien pudo expresarlo, ya en versos caden- ciosos y correctos, ya en elegantisima y bien cor- tada prosa. ELOGIO DEL DR. G. DEL VALLE. 137 Tampoco debo silenciar una cualidad que distin- guio muy especialmente a Valle, y tanto mas esti- mable cuanto que por desgracia no es demasiado comun entre nosotros; me refiero a su constants laboriosidad. Asi lo vemos producir a cada paso alguna obra literaria a partir del ano de 1838; ya daba a luz sus pequenas novelas, que si no pueden mirarse mas que como ensayos en su genero, ofre- cen por otra parte amena lectura y las mas puras tendencias; ya escribia interesantes articulos cri- ticos 6 descriptivos ; ya reunia sus composiciones poeticas en un solo volumen bajo el expresivo titulo de Tropicales, 6 tejia su bella Guirnalda fu- nebre para cefiir las yertas sienes de Alaidw, ya por ultimo se dedicaba a otros trabajos de mayor alien- to e importancia. Hubiera podido decirse al verlo consagrarse al estudio y a la exposicion de sus ideas y al desahogo de sus afectos como movido por fe- bril excitacion, pues todas esas obras fueron dadas a la estampa dentro de un breve transcurso de tiempo, que alguna prevision secreta y tristisima le habia anunciado un fin prematuro, y aeonseja- dole que inscribicse pronto su nombre en el libro de la postuma f ama. Es lo cierto almenos, que aun antes de alcanzar aquella edad en que la inteligen- cia del hombre llega a adquirir toda su sazonada madurez, ya Yalle habia vis to premiada una Memo- via sobre education, que escribio en 1838 para un cer 1S8 ELOGIO DEL DR. G. DEL VALLE. tamen publico, por la entonces Eeal Sociedad Pa- triotica, que dispenso a ese trabajo la acogida mas cordial, y se hacia en 1840acreedor a la distincion de ser nombrado socio corresponsal del Liceo Vene- zolano, asi como mas tarde en 1846 obtuvo el diplo- ma de socio facultativo del de la Habana a conse- cuencia de un concurso literario. (1). (1) En el cuerpo de este discurso cito algunas de las obras •de Yalle; pero me parece conveniente hacer aqui un catalogo de todas, no solo para demostrar su infatigable laboriosidad, sino tambien con el fin de facilitar a cualquiera que intente publicarlas en coleccion, los datos necesarios. Una edicion completa de los trabajos de Yalle, sobre ser un servicio emi- nente prestado a las letras y a la patria, los libertaria del ol- vido en que tal vez caerian dentro de poco tiempo a causa de la indoje fugaz y perecedera de los periodicos en que la mayor parte se dieron a la estampa. Articulo sobre historia 1837. Siempreviva. Alza y baja de los precios, 1838. Cartera Cubana. Juicio sobre el Conde Alarcos, 1838. Diario de la Habana. Memoria sobre educacion, 1838. Memorias de la Keal So- ciedad Patriotica. Kecuerdos del colera, 1838. Amor y dinero, 1838. Album. Filosoffa en la Habana, 1838. Cartera Cubana. Amar y morir, 1838. Album. Amor y desamor, 1888. Carmen y Adela, 1838. Plantel. Una nube en el cielo, 1838. Obsequio a las damas (1839.) Parte de una conversacion, 1838. Album. ELOGIO DEL DR. G. DEL VALLE. 139 Ni fueron insignificantes los triunfos que corao abogado supo Yalle conquistar desde que eu 1842 obtuvo el correspondiente titulo en la capital de la Metropoli. Consagrandose fervorosamente al-ejer- cicio de su noble profesion, apenas tornado de su breve viaje a Europa, bien pronto alcanzo un noni- Luisa, 1839, impresa aparte. Juicio sobre Cecilia Valdes, 1839. Diario de la Habana Articulo sobre Jurisprudencia, 1839. Diario de la Habana. Rerlexiones sobre el beneflcio de inventario, 1839. Diario de Habana. Breves explicaciones sobre Aristoteles, 1839. Irnprenta Literaria. Examen publico sobre algunas materias filosoficas, 1839. irnprenta de Bolofia. Lecciones de Eilosofia, 1839. Cuestion sobre la utilidad, 1838. Xoticioso y Lucero. Eclecticismo. 1839. Xoticioso y Lucero y Diario de la Ha- bana. 31emorias de una habanera, 3 840, Xoticioso y Lucero. Descripcion de la Alameda de Paula, 1840, Noticioso y Lucero. Z\Ianuscrito de una habanera, 1840, Xoticioso y Lucero. Discurso sobre hipotecas, 1840, Noticioso y Lucero. Muerte de una j oven habanera, 1840, Xoticioso y Lucero. Las tropicales, 1841, irnprenta de R. Oliva. Yiajes por Europa, 1842. Guirnalda funebre, 1844, irnprenta de R. Oliva. Lecciones de Meteorologfa (Texto en la Universidad)> 1849, irnprenta del Diario de la Marina. 140 ELOGIO DEL DR. G. DEL VALLE. bre envidiable en nuestro foro, no ya tan solo por su egregio talento y sazonados estudios, no por los varios trabajos juridicos que publico por 1839 y 1840 en algunos periodicos de esta ciudad, no por el tino profundo, energica eficacia y arrastra- dora elocuencia con que sostenia y hacia valer los derechos de sus clientes, si no, mas que por todo eso, por su pureza ininaculada de principios y su severa e inexorable rectitud. Valle, Seilores, estaba dotado de esa honradez que, esencialmente inelasti- ca, no adrnite ni el mas ni el menos, ni los puntos de vista relativos, ni los grados de la incorruptibi- lidad, ni las excusas de las circunstancias, ni nin* guna de las mil sutilezas con que la injusticia yla maldad se encubren y disfrazan tantas veces para ofuscar y pervertir la natural sinderesis del hombre, el fallo imparcial de la conciencia. Y la opinion pu- blica, al aplaudiren Yalletanhermosa virtud, tenia mil y mil veces razon: ^que importan en efecto las riquezas, la influencia, el aura popular, la gloria mis- ma, que importan, cuando alia en nuestros aden- tros no podemos vivir satisfechos y tranquilos r cuando el remordimiento persigue nuestra alma en incesante y tormentosa pesadilla? Empero donde mas aquilatado se hall a el merito distinguidisimo de Valle es a mi entender en su profesorado. El fue de esos pocos hombres que tie- nen el corazon hastante generoso para poder de- ELOGIO DEL DR. G. DEL VALLE. 141 sempenar el magisterio con todo el desinteres, con toda la abnegacion que por su naturaleza exige; corno un verdadero sacerdocio, en una palabra. Valle habia nacido para maestro, y de tal manera que desde muy tierna edad se dedico con especial decision a la ensenanza, sin abandonar un punto en el resto de su vida esa interesante y benefica tarea, la cual era para el, segun solia decir, tan necesaria como deliciosa. Pero jque podria yo anadir en esto a lo que el mismo escribia al mejor de sus amigos, en 1839? (1) "No me puedo hallar sin enseiiar, ex- [1] Este tierno amigo de Yalle es el distinguido literato cubano D. Anselmo Suarez y Eomero, a quien debo el pla- cer de haber leido la numerosa coleccion de cartas que el primero le escribio en el transcurso de muchos alios. !N"adie puede imaginarse la profunda melancolfa que he sentido al recorrer esas ingenuas efusiones del alma pura y generosa de Yalle, no sabiendo que admirar mas, si los tesoros de ciencia que ellas encierran, 6 si la portentosa facilidad y correccion de estilo con que hablaba de tan variados asun- tos. Su metodo de estudiar, los libros que leia, las clases que daba y las academias a que concurria, sus pole micas sobre diversas materias, los dias en que principiaba y concluia sus obras, sus paseos, sus amistades, sus correspondencias con inflnidad de escritores, aplausos y criticas de las produccio- nes contemporaneas, el ardiente deseo de saber que siempre lo devoro, los egregios arranques de su corazon recto y no- ble, todo se encuentra alii expresado con el candor de un amigo que no tiene ningun secreto para la persona a quien 142 ELOGIO BEL BR. G. BEL VALLE. clamaba; me siento con vocacion para quebrantar las espinas del magisterio. El placer de ir viendo los progresos, los crecimientos y desarrollo de la semilla que uno pone, por decirlo asi, en la inteli- gencia del nhlo, aquella intuicion maternal que se tiene de lo que pas a en su debil entendimiento y superabundante memoria, son una recompensa di- vina, un gozo inefable, que le agradezco a Dios haberme concedido desde mis primeros anos." Asi sucedio que todos sus esfuerzos estuvieron constantemente dirigidos al desempeno de la noble mision para que se sentia llamado, pudiendo ase- gurarse que no hubo en el conocimiento alguno que no procurase difundir en provecho general. Si lo contemplamos en la enseiianza de los ramos pri- marios, lo encontraremos consagrado a ella con el le escribe a veces dos cartas en un mismo dia. En ellas ha- bia a cada paso con singular carifio de Del Monte, pinta las reuniones literarias que este tenia diariauiente en su casa, menciona a cuantos la frecuentaban, seocupa de susescritos, y sin querer hace al fin un cuadro tan completo de aquella epoca que en vano se buscaria en otra cualquiera parte. jOjala que me fuera posible copiar aqui todas esas cartas! Conserva- das hasta ahora como herencia preciosa y santa en manos de Suarez y Komero, no dudo que el dia que se publiquen en coleccion las obras de Valle, muchas de aquellas veran en- tonces la*luz, asf como tambien varios trabajos ineditos que se encuentran entre sus manuscritos. ELOGIO DEL DR. G. DEL VALLE. 148 mismo fervor que si se tratase de los de mayor tras- cendencia; pero no digo bien; mirabalos con tal in- clinacion que le merecian la mas singular prefe- rencia. "La gloria que puede resultarme, decia en otra de sus cartas, de obtener en la Universidad un puesto como Catedratico, no equivale para mi, ni con mucho, al placer y a la satisfaccion de que me lleno al verme rodeado de ninos, siendo su maes- tro y desempenando una clase inferior; porque ni me acuita el ganar trabajando, ni dejo de conocer que este ultimo genero de discipulos hace que sean mas mios, que yo sea el padre por decirlo asi, de sus pensamientos, que ellos sean mi obr-a, y que, perpetuando mi memoria en cada uno experimente el placer de pensar que los conocimientos que les inspire yo habran de acompanarlos toda su vida." Y si de la escuela pasamos con el a la Catedra uni- ver sit aria, ^coino no recordar con melancolico agra- do aquella solidez de su ciencia, aquella erudicion nunca enojosa, y sobre todo su metodo admirable, la perfecta lucidez de sus conceptos, y su elocuen- cia tan dulce y persuasiva? Su primer paso para entrar en la Universidad consistio en las oposiciones que en Enero de 1839 hizo a la Catedra llamada del Texto Aristotelico, en las que, si bien no obtuvo dicha Catedra, porque de justicia dcbia tocaiie al Dr. D. Pedro HorruitL ner, gan6 el grado de Licenciado con haber mere- 144 ELOGIO DEL DR. G. DEL VALLE. cido la unanime aprobaciun de los jueces. Hecho cargo mas tarde de la substitution de la misma cla- se, dio sin demora a la prensa sus Breves explica- tion's con motivo de algunos lugares de Aristoteles, con el objeto de suplir de alguna manera la carencia de texto, no siendo tanto su merito el remedio que se proponia, como la reforma que introdujo en el modo de considerar al celebre filosofo griego. "El estudiarlo como otro sabiocualquiera, ensenaba Va- lle, no envuelve empeno ninguno de tenerlo por idolo, rii rechazar las juiciosas reflexiones de hom- bres muy celebres sobre sus escritos." La creacion de la nueva Universidad, que tantos beneficios ha proporcionado, y de la que tan inmenso estimulo ha recibido nuestro perfeccionamiento intelectuab lejos de ser un inconveniente 6 un tropiezo para el, alento sus afanes, y dio mas amplio vuelo a los estudios a que asiduamente se hallaba dedicado. Su grado de Doctor en la facultad filosofica hace epoca en los anales universitarios, no ya por liaber sido el primero que fue discernido segun el nuevo plan, sino por la brillantez de formas y profundidad de conocimientos de que pudo haeer alarde el dis- tinguido candidato. Poco despues lo vimos nonibra- do Catedratico supernumerario, mediante la corres- pondiente oposicion. y mas adelante en 184^7 to- mar la propiedad de la Catedra de Fisica, que de- sempeno hasta su ultimo viaje a la Peninsula, cuan- ELOGIO DEL DR. G. DEL VALLE. 145 do ya le fue forzoso atender seriamente al cuidado de su quebrantada salud. La Universidad se enorgullece de haber contado al Dr. D. Jose Zacarias Gonzalez del Valle en el seno de su Claustro; sus companeros en el profeso- rado lo miraron siempre con afecto y consider acion; sus discipulos, los que tuvimos la dicha de ser sus discipulos, guardamos su menioria en nuestro pe- cho conio un recuerdo sagrado. Perdida inmensa fue, pues, la que sufrio nuestra patria cuando en Octubre de 1851 se agosto en flor una vida tan preciosa. La tisis ! ese terrible azote de nuestra juventud, fue como siempre impla- cable! Los esfuerzos de la ciencia se embotarori ante los estragos del mal; el delicioso clima de la Andalucia no pudo neutralizar su veneno; y Cuba, la desolada Cuba, tuvo que llorar la muerte de uno de sus hijos mas predilectos. Consolemonos no obstante, senores, en medio de nuestra amargura. Es verdad que la parca todo lo^ destroza y aniquila, que desvanece las ilusiones mas bellas, que destruye las esperanzas mas fun- dadas, que reduce a la nada el talento y la fuerza^ que pone un fin a todos los proyectos y a todas las ambiciones; es verdad! pero tambien es cierto que el ejemplo de las virtudes es el medio mas eficaz de ensenarlas; — tambien es cierto que el recuerdo del hombre bueno queda sobre la tierra y se graba 146 ELOGIO DEL DR. G. DEL VALLE. en nuestra alma, como las flores difunden su aro- ma, como. las fugaces exhalaciones nos dejan su rastro luminoso! . . . . INDICE. TAG. discurso sobre la Filosofia en la Habana... 5 notas al Discurso. L * Noticia sobre el Sr. D. Antonio Bachiller 75 2. « Nota biografica del Pbro. D. Fdlix Yarela 7T 3. * Proposicion del Pbro. Yarela sobre la Filosofia Eclectica 78 4. rt Cuestion bibliografica sobre las Lecciones de Filosofia j la Misceldnea filosoftca 79 5. ^ Fragrnento de Yarela sobre las dis- putas escolasticas 80 6. d Rectification acerca de la hipote- sis del Mediador pldstico de Cud- worth 80 7. ^ Fragrnento de los Papeles de D, Jos6 Antonio Saco sobre el estado de las ciencias fisicas en la Habana en 1823 y 1824 82 8. ^ Argumentation contra el sistema de Bentham . 82 9. ^ Sobre las polemicas fllosoficas de la Habana. . . , , , 84 PAG. 10. ^ Sobre el Dr. D. Manuel Gonzalez del Valle 85 11. * Sobre los Exanienes publicos del Colegio del Salvador 86 12. * Citade Seneca 89 13.^ Cita de E.Vacherot 89 apendice. — Carta del Pbro. Varela sobre las cuestiones filosoficas de D. Jose de la Luz y D. Francisco Ruiz, con D. Manuel Gonzalez del Valle ..... 93 Articulo sobre la Filosofia en la Habana, por D. Jos£ Z. G. del Valle....... Ill elogio p6stumo del Dr. D. Jos£ Zacarias Gonzalez del Valle 129 ERRATAS NOTABLES. PAG. LIN. 16 DICE electicos LEASE 15 eclecticos 42 7 enciclopedical enciclopedica a 18 excepcionaes excepcionales 13 3 le demos demos 11 19 [note 2] Ai Al tt 23 " " populairdad popularidad 18 19 " " ocloccion coleccipn " [note 3] Suprimase el acento a la pala- bra eclectico siempre que se en- cuentre, 80 [nota 6] El "1. ° n que aparece al princi- pio del primer parrafo debe po- nerse al comenzar el segundo. " 2 [nota 6] a las de las " 15 " " de la vista a la vista 13 no excitan nos excitan 1 sonidos sentidos t si no sino 104 105 106 14Q si no S111Q ■->,' *\ ^ ; ^PpR LIBRARY OF CONGRESS l 027 281 390 5 ■ + ''.■■*►